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Julio Ruiz

Biografía

Ruiz, Julio. Madrid, 1850 – IV.1919. Actor y dramaturgo.

Se caracterizó tanto en su faceta de actor como en la de comediógrafo por su personalísimo humor.

A él se le deben, entre otras muchas, las siguientes obras, todas de contenido cómico: Cuarta función a las once (1877); Cecilio (1878); Negocio redondo (1880); Para quién es don Juan (1882); El gran pensamiento (1885); Cádiz, de Chueca y Valverde, donde se lució con las chispeantes coplas del “ciego de los milagros” (1886); A vuela pluma (1892); Recuerdos del mundo (1892); Ida y vuelta (1896); Fray Julio Ruiz (1897); El collar de la dicha (1905).

De resultas de un desdichado suceso, decidió marchar a América donde estuvo unas temporadas. Ocurrió que cierta noche, al salir del teatro, se encaminó hacia la madrileña plaza del Rey. Amigo a veces de la bebida, se había excedido y, botella en mano, se le ocurrió auparse hasta la estatua del teniente Ruiz, héroe del 2 de mayo, e “invitarlo” a compartir con él algunos tragos. Unos guardias detuvieron al actor. El incidente se comentó por los corrillos madrileños y, a partir de entonces, tuvo dificultades para ser contratado.

A su vuelta de América —en Buenos Aires había dejado un gran cartel—, reapareció en el teatro pero, dudando si el público lo recibiría con muestras de desagrado por aquel incidente, asomó la cabeza entre las cortinas del escenario, preguntando: “¿Se puede?”. El respetable rompió a reír y el actor consideró zanjado el asunto y volvió a ser el cómico regocijante de siempre.

No obstante, regresó a Buenos Aires, donde había dejado un buen cartel. Mas durante su ausencia en España había surgido otro cómico, que se hizo pasar por él, usurpando su nombre. Con lo cuál, el verdadero Julio Ruiz vivió ese injusto equívoco, lo acusaron los argentinos de imitador y no pudo arreglar el desaguisado. Extraña pirueta del destino para un cómico la de ser víctima... de “imitarse a sí mismo” por culpa de un desaprensivo caricato.

Tuvo que volver a España, ya con su ánimo muy afectado por aquella circunstancia, y con sus facultades algo mermadas. También el paso de los años le pasó factura.

Loreto y Chicote lo acogieron en su compañía, con la que estrenó algunas piezas del género chico: Filippo, Cómo está la sociedad y Meterse en honduras.

Quien había sido uno de los actores favoritos del público murió en la más absoluta pobreza en el Hospital de Madrid.

Bibl.: E. Chicote, La Loreto y este humilde servidor, Madrid, M. Aguilar, editor, s. f., pág. 328; E. Carrere, “Julio Ruiz o la popularidad de los cómicos”, en Madrid, año VII, nº 2.064 (jueves 22 de noviembre de 1945), pág. 3; F. Vega, Quién es quién, Barcelona, C.I.L.E.H., pág. 791; J. Huerta Calvo, E. Peral Vega y H. Urzáiz Tortajada, Teatro español (de la A a la Z), Madrid, Espasa-Calpe, 2005, pág. 627.

Manuel Román Fernández

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