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Ricardo Calvo y Agostí

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Biografía

Calvo Agostí, Ricardo. Madrid, 19.IV.1875 – 13.VI.1966. Actor.

Su abuelo, José Calvo, fue un gran actor, rival de Julián Romea. También su padre, Rafael Calvo Revilla, alcanzó laureles teatrales. Del mismo modo, Ricardo Calvo Agostí seguía una saga gloriosa de la escena española. Tras estudiar dos años de bachillerato, comenzó su aprendizaje en la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, “sin hablar y con seis pesetas de sueldo”, recordaba él mismo. Era el año 1899 y le encomendaron dos pequeños papeles en el Cyrano de Bergerac, que se representaba en el teatro Español de Madrid.

En esos inicios teatrales, entre función y función, proseguía sus estudios. Cursó dos años de Filosofía y Letras. Pero, al quedar huérfano de padre y madre, por esa necesidad de ganarse la vida, decidió continuar la tradición familiar, convirtiéndose en actor profesional. Tuvo algunas dudas, pues pese a su indudable vocación teatral también pretendía destacar como poeta. Incluso, llegó a publicar un libro de versos: Evocaciones.

Tras una etapa como figurante en la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, contando veintiún años de edad, le llegó su primer éxito con la obra francesa, vertida al español, El cura de Longueval. El segundo éxito lo obtuvo interpretando el papel del poeta Lucano en la obra Nerón, de Cavestany.

Allí quedó consagrado ya como joven actor, lo que le permitió emanciparse del cuadro de actores de María Guerrero, incorporándose a otras compañías, ya desde luego con la categoría de primer actor.

Estuvo con la compañía de Carmen Cobeña, estrenando La de San Quintín, de Pérez Galdós. Declamando fue un consumado maestro con el paso de los años. Muchos aprendieron su manera de decir el verso. Cuando estrenó El gran galeoto, de Echegaray, el crítico Marsillach, del diario El Liberal, reseñó que el telón se alzó cuarenta y ocho veces al término de la representación, mientras el público aplaudía a toda la compañía, encabezada por Carmen Cobeña y Ricardo Calvo. Trabajó además con otras actrices, como Carmen Moragas, Matilde Moreno, Carmen Seco, Amparo Martí y Lola Velázquez. Con esta última contrajo matrimonio en 1910.

Ricardo Calvo quiso conocer también la faceta de actor cinematográfico, y se decidió a aparecer en varios mediometrajes, al igual que hicieron otros destacados actores teatrales. De este modo, protagonizó, en 1915, una serie de tres películas para la productora Falcó Films de Barcelona: La fuerza del mal, El fantasma negro y Pero yo te vengaré, que dirigió M. Catalán.

En las mismas, según advirtieron la mayoría de los críticos, se apreciaba un exceso de gesticulación, síntomas inequívocos de ampulosidad interpretativa, lo que podría justificarse porque el cine era aún silente.

Renunció por el momento al cine, y continuó con su presencia en los escenarios, donde su categoría de primer actor no era discutida ni dentro ni fuera de su profesión.

Con Jacinto Benavente formó empresa en el madrileño teatro Español desde 1919 hasta 1924, representando sobre todo a los clásicos: La vida es sueño, Reinar después de morir, Don Álvaro o la fuerza del sino, El condenado por desconfiado, El castigo sin venganza, Los amantes de Teruel, Traidor, inconfeso y mártir, El zapatero y el rey, El alcalde de Zalamea y Hamlet, entre otras obras.

Al comienzo de la Guerra Civil decidió marcharse a tierras hispanoamericanas, donde representó una selección del mejor teatro clásico español y contemporáneo.

Volvió a Madrid en 1942, reanudando sus temporadas de teatro. Para entonces, su opinión hacia el cine había cambiado y aunque el resto de su carrera artística siguió fundamentada en la escena, aceptó ciertas colaboraciones en la pantalla. Destacó su presencia, el año 1943, en El escándalo, que dirigió José Luis Sáenz de Heredia. En años sucesivos apareció en Lola Montes, de Antonio Román, y Eugenia de Montijo, de José López Rubio, ambas de 1944; a estas películas siguieron, en 1947, La dama del armiño, de Fernández-Ardavín, y La fe, de Rafael Gil, quien lo dirigió también en 1953 en La guerra de Dios, y en 1954, en Murió hace quince años, título con el que se cierra la filmografía del gran actor.

Ricardo Calvo, gloria del teatro español, que llevó a escenarios franceses e italianos lo mejor del Siglo de Oro de nuestra escena, fue espaciando sus trabajos conforme avanzaba la década de 1940, la misma de la que datan la mayoría de sus interpretaciones cinematográficas. En la década de 1950 su actividad teatral ya había menguado y optó por retirarse, dejando atrás un impecable historial. Sorprendió su deseo de representar Don Juan Tenorio, que tantas veces había llevado al teatro, siendo ya sexagenario, cuando sus fuerzas ya le flaqueaban, sobre todo en la escena que debía elevar en brazos a la actriz que representaba a doña Inés. Pero la veteranía de Ricardo Calvo superó esos momentos, que el respetable supo comprender.

Porque, en definitiva, más decisivo era que declamara los versos de Zorrilla con su impecable arte.

En Barcelona le dedicaron una calle a su nombre, mientras que en Madrid fue nombrado hijo predilecto.

Le concedieron la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes y la Encomienda de Alfonso X el Sabio.

En 1962 inauguraron un busto suyo en el vestíbulo del madrileño teatro Español. Como curiosidad, ostentaba el título honorífico de general de brigada del Ejército mexicano.

Su hija Pepita Calvo Velázquez siguió la carrera de actriz. Contrajo matrimonio con el primer actor Guillermo Marín, de cuya unión nació su hijo Fernando, que durante unas temporadas, en las décadas de 1960 y 1970, fue galán de cine y teatro. En los primeros años del siglo XXI, Fernando Marín se dedicó más activamente a la política.

 

Bibl.: L. Calvo Revilla, Actores célebres del Teatro del Príncipe o Español, Madrid, Imprenta Municipal, 1929; M. Fernández Almagro, “Los Calvo, familia de actores”, en ABC (Madrid), 12 de mayo de 1960; M. Román, Los cómicos, Barcelona, Royal Books, 1995, págs. 95-96; C. Aguilar y J. Genover, Las estrellas de nuestro cine, Madrid, Alianza Editorial, 1996, pág. 121; J. M.ª Folgar, “Calvo, Ricardo”, en J. L. Borau (dir.), Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial, 1998, págs. 174-175; A. J. Castro Jiménez, Sagas españolas del espectáculo, Madrid, Centro Cultural de la Villa, 2003, pág. 51.

 

Manuel Román Fernández