Ayuda

Miguel Cepillo

Biografía

Cepillo, Miguel. Granada, 1845 – Alicante, 18.XII.1902. Actor y empresario teatral.

Desde muy joven se dedicó al teatro. Fue galán joven en las compañías de Matilde Díez, Manuel Catalina y Antonio Vico.

Entre sus primeros éxitos figura el obtenido en el estreno de Un inglés y un vizcaíno, donde la crítica subrayó la naturalidad con la que encarnó su personaje, en un tiempo en el que era costumbre cierto envaramiento en el escenario.

En 1873, con la obra Entre el deber y el derecho, inauguró el teatro Apolo, coliseo que pronto alcanzó gran celebridad en Madrid, donde se representaron toda suerte de comedias, zarzuelas y género chico hasta la primera mitad del siglo XX. Al año siguiente debutó en el madrileño teatro del Príncipe, donde permaneció dos temporadas.

En 1884 actuó en el teatro de la Comedia con la compañía de uno de los más grandes actores de esos años, Emilio Mario.

Miguel Cepillo fue considerado un actor eminente que destacó en el campo de la comedia y el melodrama.

Sustituyó al extraordinario Antonio Vico en O locura o santidad, saliendo airoso del envite. Fue “el Pepet” de La loca de la casa; el general de Mariana; el perfecto Felipe Derblay, y el “don César” de La de San Quintín.

Con Los dos pilletes, que era un taquillero melodrama, había tenido éxito cuando lo representó, pero, aquejado de una grave enfermedad, hubo de retirarse como actor para embarcarse en la siempre difícil aventura de empresario. Dirigió en Barcelona el teatro Novedades y allí repuso Los dos pilletes, con una compañía a su cargo, con ella y la mencionada pieza, realizó una gira por provincias que resultó muy satisfactoria en los aspectos artístico y económico.

J. Antonio Bastinos, en su Arte Dramático español contemporáneo (1914), escribió de él que era “muy concienzudo y de una gran probidad artística, no defraudó nunca las esperanzas que autores como Galdós y Echegaray pusieran en sus grandes facultades para el estreno de obras suyas”.

Había sido en su juventud y madurez un hombre atractivo, alto, atlético. Enrique Chicote lo recordaba así en su libro de memorias: “Su figura la recuerdo, vestido con levita clara y sombrero de copa gris, prendas que entonces eran la última moda y que él lucía con gran prestancia”. Y añadía esto al final de su semblanza: “Durante su última enfermedad, este coloso quedó físicamente reducido a la más mínima expresión, hasta que una tarde primaveral, en Alicante, se le condujo a su última morada”.

 

Bibl.: E. Chicote, La Loreto y este humilde servidor, Madrid, M. Aguilar, editor, s. f., pág. 322; J. A. Bastinos, Arte Dramático español contemporáneo. Bosquejo de autores y artistas que han sobresalido en nuestro teatro, Barcelona, Imprenta Elzeviriana, 1914; F. Vega, Quién es quién, Barcelona, CILEH, 1991, pág. 229; J. H uerta Calvo, E. Peral Vega y H. Urzáiz Tortajada, Teatro español (de la A a la Z), Madrid, Espasa Calpe, 2005, pág. 156.

 

Manuel Román Fernández