Fernández, Mariano. Madrid, 1815 – 1890. Actor.
Se caracterizó por su facilidad para interpretar personajes cómicos, siguiendo las huellas de un gran actor de su época, Antonio Guzmán, con quien llegaron a compararlo.
Debutó en 1833 con la comedia bufonesca La mojigata, en la que interpretó con acierto el personaje de Perico; tan bien lo hizo que el empresario Grimaldi lo contrató para la siguiente temporada, como segundo actor de su compañía, que encabezaba el citado Antonio Guzmán.
Estuvo viviendo cuatro años en Cádiz. Allí estrenó dos obras tituladas Los polvos de la madre Celestina y La pata de cabra.
Utilizaba muchos recursos cómicos para crear mayor hilaridad con sus disparatados personajes, sirviéndose de una indumentaria que él buscaba pacientemente para cada obra. Así, se servía de sombreros llamativos y chalecos pintorescos, con los que, nada más salir a escena y sin ni siquiera iniciar sus parlamentos, se ganaba la complicidad con su público.
En 1840, tras su estancia gaditana, volvió a Madrid, y estuvo contratado por Julián Romea en el teatro del Príncipe. Cuatro temporadas permaneció en este coliseo, haciendo reír al respetable con sus bufonadas.
Entre sus sainetes más celebrados se encontraron El payo de la carta, Los cucuruchos, El sopista mendrugo, ¡Fuera!, Las citas a medianoche, La casa de tócame Roque...
De nuevo, regresó a Andalucía y a su veteranía como cómico de sainetes añadió otra faceta: la de cantante de zarzuela. Incluso él mismo escribía canciones aludiendo a sucesos de actualidad, siempre en tono de humor. Esas comedias con música fueron etiquetadas como “de magia”, y así lo hacían constar los comentaristas teatrales.
Tras otras temporadas de éxito en sus representaciones en teatros andaluces, se presentó otra vez en Madrid, para continuar actuando en comedias regocijantes, como Venganza catalana, en donde personificó a Perich de Naclara.
También logró una magnífica interpretación en Don Álvaro o la fuerza del sino, en el papel del hermano Melitón.
A su gracia natural, añadía un físico característico: era de baja estatura y sobrado de peso, lo que le facultaba para personajes de los que exageraba al máximo sus frases, muecas y movimientos en escena.
Escribió también algunas obras, desde luego siguiendo las pautas del género cómico en el que se había especializado.
El escritor Eusebio Blasco, estudioso del teatro del siglo xix, escribía en su libro Malas costumbres. Apuntes de mi tiempo, lo siguiente, acerca de Mariano Fernández: “[...] da un colorido especial a sus papeles, los borda, como suele decirse en la jerga de telón adentro, y los declama con entonación sui generis, que ningún otro ha creado”.
Obras de ~: Geroma la castañera: zarzuela andaluza, original y en verso, música de M. Soriano Fuertes, Madrid, Vicente Lalama, 1852; La venta del puerto o Juanillo el contrabandista: zarzuela en un acto y en verso, música de C. Pudrid, Madrid, Vicente de Lalama, 1853; El califa de la calle Mayor: Juguete cómico-lírico en un acto, arreglado del fr. por ~, música de M. Tubau, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1861; Las tramas de Garulla: pieza de caracteres, refundida por ~, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1863; Los tunos castigados, ó La zambra en el molino: zarzuela en un acto, Madrid, Vicente de Lalama, 1864.
Bibl.: M. Gomez García, Diccionario del Teatro, Madrid, Ediciones Akal, 1997, pág. 310; J. Huerta Calvo, E. Peral Vega y H. Urzáiz Tortajada, Teatro Español (De la A a la Z), Madrid, Espasa Calpe, 2005, pág. 271.
Manuel Román Fernández