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Bárbara Hervella y Cano

Biografía

Hervella y Cano, Bárbara. Bárbara Lamadrid. Sevilla, 4.XII.1812 – Madrid, 21.IV.1893. Actriz.

Hija de Jerónimo Hervella Lamadrid, natural de Hermitas (Galicia), y de Juana María Cano, natural de Morón (Sevilla). Precisamente en la capital hispalense nació Bárbara Lamadrid, que usó el segundo apellido paterno para su carrera artística. Aunque debutó con apenas catorce años en el teatro de Pamplona como dama joven, realmente comenzó su andadura en los escenarios de su tierra andaluza, donde se hallaban los mejores actores de la época. Se formó al lado de Concepción Rodríguez y con Carlos Latorre y Joaquín Caprara llegó a segunda dama. Su constante estudio y entonación vigorosa hicieron de ella una gran actriz, especialmente en papeles del género trágico. En Sevilla obtuvo un gran éxito en el papel de Isabel de Inglaterra en el drama sobre María Estuardo que había traducido Manuel Bretón de los Herreros. Después, fue contratada en 1832 por el empresario Juan Grimaldi para representar la primera dama en su obra El abate l’Epée y el asesino o La huerfana de Bruselas en el teatro madrileño del Príncipe, del cual era director. Ante la gran acogida que tuvo en Madrid, pasó al teatro de la Cruz contratada por Lombia, donde alcanzó un gran éxito junto a Carlos Latorre en numerosos papeles dramáticos, como el de Catalina en la obra Angelo, el tirano de Padua, de Víctor Hugo; Azucena del drama romántico El trovador de Antonio García Gutiérrez, cuyo estreno el 1 de marzo de 1836 a la vuelta de la actriz al teatro del Príncipe fue de los más aplaudidos y aclamados en la historia del teatro español; Margarita de Borgoña, en la obra homónima de Larra; o, Isabel de Segura de la obra Los amantes de Teruel, que consagró a Juan Eugenio Hartzenbusch en su estreno de 19 de enero de 1837. Después, este dramaturgo escribió sus Doña Mencía (1939) y Don Alfonso el Casto (1841) expresamente para Bárbara Lamadrid. También Gertrudis Gómez de Avellaneda escribió El príncipe de Viana para ella, pero para que compitiera en una escena de dos damas con Matilde Díez, su contrincante en los escenarios de la época y mujer de Julián Romea, que cerraba el reparto que protagonizó la obra que se estrenó en el teatro de la Cruz, el 7 de octubre de 1844.

Al igual que Matilde Díez, Bárbara Lamadrid participó en la puesta en escena de algunos bocetos líricos que se estrenaron a mediados del siglo XIX. El 12 de marzo de 1839 se estrenó a beneficio de Juana Pérez en el teatro del Príncipe la comedia-zarzuela El novio y el concierto, a la que puso música su cuñado Basilio Basili según el libreto de Bretón de los Herreros, que influyó decisivamente en el giro que luego tomó la zarzuela. De hecho, tuvo extraordinario aplauso durante dos noches consecutivas, pero por indisposición de Juana Pérez dejó de representarse, sin embargo se hizo bastante popular cuando fue impresa por el editor de música Carrafa. También participó con un aria en el concierto de Nochebuena de 1841 del teatro de la Cruz que se anunciaba con el título de La zarzuela interrumpida o lo que fuere sonará, que compusieron Carlos Doncel y Luis Valladares Garriga. En el concierto de Nochebuena del año siguiente se atrevió Bárbara Lamadrid a cantar una ópera bufa de Donizetti, Il Campanello, junto a su marido, Francisco Lerroa y Salas, más conocido como Francisco Salas.

Por esta época, José de Zorrilla, que había alabado la representación de la Doña Mencía de Hartzenbusch, y siendo el dramaturgo que dominó la escena española a partir de 1840, ideó para Bárbara Lamadrid la dama de Cada cual con su razón y solicitó su presencia en el papel de condesa para su obra intitulada Sancho García, a la que luego siguieron sus éxitos del Rey loco, Caballo del rey don Sancho; Copa de marfil y de Don Juan Tenorio, que también estrenó. Fue el jueves 28 de marzo de 1844, pero Bárbara Lamadrid, por su edad y condiciones físicas, no estaba ya para representar papeles como el de doña Inés, que en la obra de Zorrilla apenas tiene diecinueve años, y los críticos no tuvieron misericordia con ella. Ante la poca afluencia de público, Zorrilla vendió los derechos al editor Manuel Delgado por 8.000 reales, convirtiéndose a partir de entonces en la obra más representada en los escenarios españoles y a la que cada compañía acudía para reponerse económicamente cuando estaba falta de fondos.

Tampoco tuvo buena acogida por parte de los críticos el estreno de Egilona de Gertrudis Gómez de Avellaneda, en junio de 1846, para el beneficio de Bárbara Lamadrid al final de la temporada del teatro de la Cruz; y el estreno, nada menos que en París, de Saúl de la misma autora tan sólo se mantuvo cinco días en cartel en octubre de 1846.

Creyéndose Bárbara Lamadrid desdeñada por el público, fue paulatinamente desapareciendo de la escena y cediendo a las influencias mercantiles de su marido. Volvió a las tablas para representar El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín en beneficio de su sobrina Carlota Lamadrid, y participó en el estreno, en el teatro Español, de la zarzuela La mensajera de Joaquín de Gaztambide, el 24 de diciembre de 1849. Precisamente, y visto el progreso que iba alcanzando el género zarzuelístico, el libretista Luis de Olona reunió en el verano de 1851 a Oudrid, Hernando, Gaztambide, Barbieri —que había compuesto una sinfonía ex profeso para Bárbara Lamadrid— e Inzenga y les propuso formar una sociedad que alquilaría el teatro del Circo, en la madrileña plaza del Rey, para ofrecer al público un repertorio variado y bien presentado de obras del nuevo género, para lo cual cada uno de los miembros de la sociedad debía comprometerse a escribir al menos tres zarzuelas anuales. Como capitalista de la llamada Sociedad Artística figuró Francisco Salas, que aportó 40.000 reales procedentes de los ahorros de su esposa. Los sueldos y ahorros de Bárbara Lamadrid se disiparon en las empresas de su marido, pero al menos consolidó la zarzuela como género lírico propio y español al margen de la ópera, tras el estreno de la obra Jugar con fuego de Francisco Asenjo Barbieri. Pese a lo cual, Bárbara Lamadrid falleció en Madrid, olvidada de todos, arruinada, ciega y casi paralítica, el 21 de abril de 1893.

 

Bibl.: “Lamadrid”, en VV. AA., Corona Artística del Gran Teatro del Liceo, Barcelona, Imprenta de Tomás Goncha, 1848, págs. 29-32; J. E. Hartzenbusch, La despedida a las Sras. D.ª Bárbara y D.ª Teodora Lamadrid, s. l., 1863; J. de Zorrilla, Recuerdos del tiempo viejo, Barcelona, Sucesores de Ramírez y Cía., 1880; E. Blasco y Soler, Obras completas. t. XXV. Olores patrios, Madrid, Leopoldo Martínez, 1906; J. Echegaray, Recuerdos, vol. II, Madrid, Ruiz Hermanos, 1917; L. Calvo Revilla, Actores célebres del teatro del Príncipe o Español. Siglo XIX, Madrid, Imprenta Municipal, 1920; N. Díaz de Escovar y F. Lasso de la Vega, Historia del teatro español, Barcelona, Montaner y Simón, 1924; J. Ezquerra del Bayo y L. Pérez Bueno, Mujeres españolas del siglo XIX, Madrid, Imprenta de Julio Cosano, 1924, págs. 218-219; E. Cotarelo y Mori, Historia de la zarzuela o sea el drama lírico en España, desde su origen a fines del siglo XIX, Madrid, Tipografía de Archivos, 1934; A. Espina, Romea o el comediante, Madrid, Espasa Calpe, 1935; E. Casares, Francisco Asenjo Barbieri: el hombre y el creador, vol. I, Madrid, Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 1994; M.ª Encina Cortizo, “Lamadrid, Bárbara”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. VI, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 2000, pág. 707; C. Fernández Soto, “Entre sedas y telones: la invisibilidad de la mujer dramaturga en el siglo XIX”, en M. Arriaga Flórez (ed.), Escritoras y pensadoras europeas, Sevilla, ArCiBel Editores, 2007, págs. 278 y ss.

 

María Luisa Rovira y Jiménez de la Serna, condesa de Corbul