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Emilio Thuillier y Marín

Biografía

Thuillier y Marín, Emilio. Málaga, 8.VIII.1868 – Madrid, 12.VI.1940. Actor.

Nació en Málaga, donde su padre, francés, era ingeniero de Minas y obligó a su hijo a estudiar una carrera, por lo que estudió para perito mercantil. Cierto día tras acudir a una función teatral que representaba Antonio Vico, Locura o santidad, se despertaron en él las ganas de ser actor, sin embargo, hasta que no falleció su progenitor no cumplió aquellos deseos, para no contrariarlo.

Contaba, divertido, que de chico se gastaba todos los ahorros que reunía en ir a los teatros. Volvía a casa sin nada en los bolsillos y declamando, a voz en grito, los versos que lograba retener en su memoria.

Estudió declamación en el Conservatorio de Madrid.

Debutó en el madrileño Teatro Novedades con una obra de Pina Domínguez llamada La taberna, adaptación de la obra L’Assommoir, de Emilio Zola, que permaneció medio año en cartel. Hizo una gira por provincias, y al volver a la capital española lo contrató Antonio Vico para su compañía del Teatro de la Comedia. Estuvo unas temporadas en la compañía de Emilio Mario, al que admiraba mucho, hasta el punto de que se le considera intérprete de su misma escuela y estilo y también con la compañía de Miguel Cepillo, otro de sus maestros. También pasó por el Teatro de la Princesa, contratado por María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, pero, tras pertenecer varias temporadas a su compañía, se despidió del matrimonio, porque no le ofrecían apenas papeles en las obras que programaban.

En la compañía del Teatro de la Comedia estuvo seis años como actor y después pasó a dirigirlo. Cuando se incendió ese local, que fue en el que Thuillier trabajó más a gusto, sufrió uno de los sinsabores más grandes de su vida profesional.

Despertaba una gran admiración entre el público femenino, y ejercía de auténtico galán. De Pérez Galdós estrenó varias obras; la primera, Realidad, que el actor consideró siempre decisiva en su carrera.

También del mismo autor, estrenó Mariana y Doña Perfecta. Tres éxitos sensacionales del autor canario y un fracaso, el peor de su vida de actor, también con un drama del mismo dramaturgo y novelista: Los condenados. Los espectadores mostraron su desagrado el día del estreno y los siguientes también.

Thuillier lucía un gran y cuidado bigote, que sólo una vez se vio obligado a rasurar, cuando tuvo que representar la figura de un torero en la comedia de ambiente andaluz Juan León, de Eusebio Blasco.

Uno de sus más sonados triunfos escénicos fue con un drama rural que, en un principio, parecía que no iba a ser del gusto del público, que estaba acostumbrado a sus papeles de galán bien vestido. Fue en Juan José, de Joaquín Dicenta, cuyo estreno tuvo lugar el 27 de octubre de 1895 en el Teatro de la Comedia de Madrid.

Estrenó más de cien obras teatrales a lo largo de su fructífera carrera, entre ellas: Falstaff, considerada por los historiadores su mejor creación, con una caracterización extraordinaria y otras como En Flandes se ha puesto el sol, La fierecilla domada, Hamlet, Otelo, Cyrano de Bergerac, El Cardenal, etc.

Tuvo la fortuna de estrenar la primera obra que se representó de Jacinto Benavente, El nido ajeno. Y se consideró muy feliz cuando estrenó más tarde La ciudad alegre y confiada, donde puso todo su amor propio en el escenario, y Los intereses creados, donde creó un magnífico Crispín.

Entre comedias y dramas tuvo una vez que aceptar un compromiso: interpretar un fragmento de la zarzuela de Ricardo de la Vega, Chueca y Valverde La canción de la Lola. Aun sabiendo que no poseía condiciones para ello, trató de salir airoso del envite, pero no llegó a emitir ni la primera estrofa entre gestos de impotencia. El público creyó que era una pantomima a propósito y lo aplaudió con calor.

Tuvo como compañeras de escena a las más grandes actrices de su tiempo: María Guerrero, Rosario Pino, María Tubau y Margarita Xirgu, y, entre las más jóvenes, a Catalina Bárcena. Con Rosario Pino formó una pareja extraordinaria, aclamada por el público. Realizaron una gira por Hispanoamérica y ganaron una gran cantidad de dinero, al ser también empresarios de la gira. Pero debido a problemas entre ellos no volvieron nunca a trabajar juntos; ni siquiera a hablarse.

La cubana Hortensia Gelabert, otra destacada actriz, fue su segunda esposa.

En el cine, Thuillier no se encontró a gusto, razón por la que sólo rodó dos películas: La madonna de las rosas (1919), dirigida por Jacinto Benavente y Fernando Delgado, y La mala ley (1924), bajo las órdenes de Manuel Noriega.

Al retirarse de los escenarios se dedicó a dar clases en el Conservatorio de Madrid. Sus últimos años los vivió de modo dramático al sufrir una hemiplejia que lo dejó parcialmente inmovilizado, perdiendo su capacidad de dicción, y que para un primer actor como él, era el final. Pero sus amigos no lo abandonaron, proporcionándole la dirección artística y el asesoramiento de las compañías de dos grandes teatros madrileños: el Español y el Lara.

 

Bibl.: El Caballero Audaz (seud. J. M. Carretero Novillo), Galería. Más de cien vidas extra ordinarias contadas por sus protagonistas, vol. II, Madrid, Ediciones Caballero Audaz, 1946, págs. 85-99; F. Vega, Quién es quién, Barcelona, Cileh, 1991, pág. 859; M. Román, Los cómicos, vol. I, Barcelona, Royal Books, 1995, págs. 69-72; J. Huerta et al., Teatro español, Madrid, Espasa Calpe, 2005, pág. 687.

 

Manuel Román Fernández