Ponce de León, Juan. Conde de Arcos (II) y señor de Marchena (V). ¿Sevilla?, c. 1400 – Marchena (Sevilla), I.1471. Noble.
Hijo de Pedro Ponce de León, I conde de Arcos, y de María de Ayala, Juan accedió al gobierno de su casa en 1448. Heredaba un floreciente mayorazgo compuesto por el condado de Arcos, las villas de Marchena, Mairena, Rota con sus almadrabas y Bailén, así como Paradas, Los Palacios, Chipiona, Guadajoz, casas principales en Sevilla y otros muchos bienes patrimoniales.
La conservación de este mayorazgo fue la principal preocupación del conde, ya que no tuvo hijos de su matrimonio con Leonor de Guzmán, de la casa de los señores de Orgaz. Este matrimonio fracasó ruidosamente por el enamoramiento de Juan de una de las criadas de su esposa, casada a su vez, lo que forzó la separación de los cónyuges hasta la muerte de la condesa en 1441. En su amante, llamada Leonor Núñez, con la que casó en 1448, Juan tuvo ocho hijos. Además, en otras mujeres con las que convivió, a veces simultáneamente, tuvo otros muchos, hasta un total de veintiséis. A través de ellos, el conde de Arcos desarrolló una intensa política de alianzas con otros linajes que aumentó el poder y el peso social de su casa. La muerte en 1459 del primogénito, Pedro, llevó la sucesión a Rodrigo, futuro marqués-duque de Cádiz, legitimado en 1469, dos años antes de la muerte de su padre. El acuerdo en el seno de la familia se produjo no sin tensiones y compensaciones que provocaron el nulo crecimiento del mayorazgo en esa etapa.
Al margen de esta cuestión, el conde de Arcos hubo de hacer frente a la compleja situación política del reinado de Enrique IV y a la hegemonía de la rival casa de Niebla en el Reino de Sevilla. Igualmente, a la situación de la frontera con los moros, en guerra abierta entre 1448 y 1454, donde él era uno de los grandes puntales de la defensa de Andalucía. Además, Juan Ponce de León acudió a las campañas desarrolladas por Enrique IV contra Granada entre 1455 y 1458.
La tensión acumulada entre Ponces y Guzmanes se puso de manifiesto en 1462, con motivo de la conquista de Gibraltar. En ella participaron las huestes de ambas casas, además de otras fuerzas, pero el duque de Medina Sidonia intentó atribuirse y aprovechar el éxito, en contra de la igualdad pactada. Muchos autores vieron en aquella ruptura la clave de los sangrientos bandos posteriores, pero otros acontecimientos aplazaron ese desenlace. Entre 1463 y 1467 las dos casas actuaron como aliadas, primero, hasta junio de 1465, apoyando a Enrique IV frente a Juan Pacheco; después de la “farsa de Ávila”, favoreciendo al partido del infante-rey don Alfonso contra Enrique IV. El conde de Arcos trató de mantener cierta equidistancia y aprovechar las aguas revueltas para obtener importantes mercedes y, sobre todo, afirmar su poder en Sevilla, hegemonizada por los Guzmán. Lo más ventajoso fue la ocupación de Cádiz, a fines de 1466, justificada en una concesión condicionada de don Alfonso al conde por sus servicios. A partir de 1467 se rompió el entendimiento con el duque de Medina Sidonia y los bandos estallaron en Sevilla y Jerez de la Frontera.
La muerte repentina de don Alfonso en julio de 1468 obligó a una avenencia que permitiese una nueva acomodación política. Juan Ponce de León no dudó en volver a la fidelidad de Enrique IV, quien en julio de 1469 reconoció su dominio sobre Cádiz; además, se aproximó a Juan Pacheco, gran enemigo del duque de Medina Sidonia. En noviembre de 1470 se firmaron las capitulaciones entre su hijo Rodrigo y Beatriz, hija de Pacheco.
Poco después, en enero de 1471, fallecía Juan Ponce de León y era enterrado en el panteón familiar del Monasterio de San Agustín de Sevilla. Con él desaparecía un notable frontero contra moros y un astuto político que consiguió incrementar sus estados y mejorar la posición relativa de su casa en Sevilla en tiempos muy difíciles y complicados.
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Rafael Sánchez Saus