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Juan de Cenicero (o Zenicero)

Biografía

Cenicero (o Zenicero), Juan de. ?, c. 1450 – Monasterio de Herrera (Burgos), c. 1520. Monje cisterciense (OCist.), abad del monasterio de Herrera, teólogo, canonista.

En la documentación manejada no se ha encontrado el lugar ni fecha de su nacimiento, pero sí una serie de datos que le hacen digno de figurar en la historia, por sus grandes méritos. La primera noticia documental sobre este monje de Herrera tiene lugar en tiempos del abad Juan de Santa Gadea (1465- 1489), quien le nombró comisario del monasterio para tramitar en Roma un pleito contra un clérigo romano que se llamaba a la posesión de cierto beneficio correspondiente al monasterio, logrando cantar victoria y obligar al clérigo al pago de las costas del litigio, imponiéndole perpetuo silencio. Aprovechó fray Juan para traer de Roma, además de la sentencia favorable a la casa, una bula pontificia concediendo indulgencia plenaria a cuantos visitasen la iglesia de san Bartolomé de Oreca en ciertos días determinados, con tal que aportasen una limosna para la conservación del templo.

Al fallecer el abad fray Juan de Santa Gadea, los monjes se volcaron con sus votos en fray Juan de Cenicero, por el gran prestigio de que gozaba en la comunidad en cultura y santidad. En el monasterio, su vida era el espejo en el que podían mirarse todos aquéllos para mejor ajustar sus costumbres. En su tiempo, algunas mujeres de vida irreprochable, se unían espiritualmente a la comunidad ofreciendo sus votos en manos del abad, prestando un servicio inmejorable a los monjes, como prepararles la comida y el aseo de la ropa. Eran las llamadas “familiares”, muy frecuentes en todos los tiempos, personas que viviendo en el mundo deseaban vivir unidas a los monjes, sirviéndoles todo lo que podían.

De tantas cosas admirables como se pudiera decir de él, se cree que la mayor prueba de santidad auténtica está en el colofón que puso a su vida; después de gobernar la comunidad por espacio de veintiún años, de acuerdo con sus monjes, preparó el terreno para renunciar a la abadía a fin de que entrara en ella la reforma de Martín de Vargas o la Congregación de Castilla. Cuando en otros monasterios costaba un trabajo ímprobo hacer que los abades comendatarios renunciaran al puesto para entrar por el camino de la reforma, o si lo hacían era a costa de unas exigencias exorbitantes de dinero, fray Juan les abrió de par en par las puertas a los monjes reformadores, pasando por propia voluntad a un plano secundario.

Es indiscutible que fray Juan de Cenicero es una de las glorias más legítimas de Santa María de Herrera, tanto por el dinamismo desplegado en los negocios como por haber preparado el ambiente para que la casa se abriera a la reforma, es decir, a vivir los monjes una vida mucho más perfecta y acorde con su profesión de monjes contemplativos.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Tumbo pequeño del monasterio de Herrera, códice 375-B, leg. 1106, 3, passim.

D. Yáñez Neira, El Monasterio de Santa María de Herrera, Osera, 1972, págs. 86-87 y 93-95 (inéd.).

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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