Bagdad, Gualberto Fabricio de. Zaragoza, s. XV – Monasterio de Santa Fe (Zaragoza), c. 1500. Cisterciense (OCist.), historiador y “primer” cronista del reino de Aragón.
Son muy incompletas las noticias que se conservan de él, pero las suficientes para colocar su nombre entre los monjes españoles de mayor celebridad. Se sabe que, habiendo sentido inclinación a la vida religiosa, ingresó en el monasterio cisterciense de Santa Fe (Zaragoza).
Se ignora si su profundización en la historia la adquirió a raíz de su ingreso en el Císter, o bien la llevaba del mundo al tiempo de ingresar. “Dedicado a los estudios históricos con predilección —escribe un biógrafo suyo—, alcanzó fama en ellos en su orden y en el público, y es el primero entre los escritores aragoneses que tiene el título de historiador de este reino, como refiere el cronista general del Carmen reformado fray Jerónimo de San José”. Efectivamente, obtuvo título oficial de cronista mayor del rey don Fernando, habiendo sido antes alférez de su hermano don Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón. Escribió la historia del reino a petición de varios diputados y por tal motivo tiene el mérito de ser reconocido como primer historiador de Aragón, según explica en el prólogo de la misma.
Para ello le fue preciso recorrer varios archivos importantes, los de San Juan de la Peña, San Victorián, Poblet, Montearagón, Barcelona y otros de la Corona de Aragón, recogiendo por todas partes preciosos materiales, bien de primera mano, bien de cronistas particulares, y con ellos logró elaborar la obra sensacional que inmortalizaría su nombre. Al frente de la misma colocó el siguiente lema: “A honor y gloria de Dios nuestro Señor y a ensalzamiento de su fe, y a mayor timbre y ejemplo de virtud de los príncipes. Comienza la esclarecida Corónia de los muy altos y muy poderosos príncipes y reyes cristianísimos, de los siempre y reyes cristianísimos, de los siempre constantes y fidelísimos reinos de Sobrarbe de Aragón, de Valencia y los otros, por el reberendo padre fray Gualberto de Vagdad, monje de San Bernardo, y expresamente profeso en el santo y devoto monasterio de Santa María de Santa Fe y antes desto cronista mayor del Rey nuestro Señor y alférez de su hermano el muy ilustre Señor don Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza”.
A continuación explica las fuentes de que se sirvió, los archivos recorridos, enumerados antes, de donde tomó noticias fielmente copiadas, sigue luego la tabla de los reyes, y seguidamente unos versos no muy profundos ni complicados, pero sí algo ingeniosos, que recapitulan perfectamente cuantos reyes se sentaron en el trono aragonés: “Cuatro fueron los García, / Y cuatro los Pedros fueron. / Cuatro Sanchos que en sus días / Crecieron sus señorías. / Cinco Alfonsos más subieron, / Dos Jaimes mucho aumentaron. / Fortuño y Ramón vencieron. / Íñigo y Martín sonaron / Fernando y don Johan ganaron”.
Enriqueció la crónica con tres prólogos, el primero dedicado a tantas noblezas y excelencias de España, el segundo es un canto de alabanza al reino de Aragón, “donde se explica y escribe como celoso patricio suyo”. El contenido del tercero es una “breve y llana entrada y deleitable aparejo para más claro sentir la excelencia de la Historia de Aragón”. Se trata de un tomo en folio “de letra esquinada, que sin los tres dilatados prólogos que pueden contarse y reputarse por opúsculos separados, consta de 180 páginas sencillas”. La impresión es a columnas, y finaliza la obra en el rey don Alonso V. En la portada lleva el escudo de Aragón, compuesto por la encina verde y sobre ella una cruz llama roja en campo de oro. De las cuatro cabezas de reyes moros, puestas en los cuatro ángulos de la cruz roja de san Jorge en oro, y de los cuatro bastones rojos también en oro; sirviendo de porta escudo un ángel con las alas extendidas, cabellera larga y una cruz sobre la frente. El citado carmelita fray Jerónimo de San José, haciéndose eco de otros escritores, no obstante lo que dijeron algunos poniendo reparos a la obra, opina que está trabajada “con harto cuidado y crédito por su mucha antigüedad, originales noticias y muchos trozos excelentes que se hallan en ella. En efecto, su mérito fue bastante para obligar a verterla en latín al referido Micer García de Santa María, célebre literato, por cuyo trabajo se hizo digno de la recomendación de Zurita en los Anales de Aragón”.
Por más que Lanuza, Carrillo y Juan de Molina pretendieran rebajar el mérito de la obra de fray Gualberto de Bagdad, jamás podrán arrebatarle la gloria de haber sido el primer historiador serio del reino de Aragón, según le reconocen otros autores, a pesar de los fallos inevitables en otras de tal calidad, cuando no se tienen delante otras en que poder apoyarse y obtener fama de sabios, aunque sólo sea rebatiendo los errores.
Obras de ~: La Historia de los Reyes de Aragón, Valencia, 1524; La esclarecida Corónica de los muy altos y muy poderosos Príncipes y Reyes Cristianísimos de los siempre constantes y fidelísimos Reynos de Sobrarve, de Valencia, y otros, s. l., s. f. [en la última hoja después del título de la obra se dice: “Fue emprentado en Zaragoza por el magnífico Maestre Paulo Florus, ciudadano de la imperial ciudad de Constancia, ciudad de Alemania la Alta, y acabada a XII días del mes de septiembre, año de CCCCXIX”]; Razonamiento de fray Gualberto del Monge con el Caballero sobre la Vida venidera, s. l., s. f.; Historia de la imagen de Santa María del Pilar y Genio de la Historia, s. l., s. f. (atribs. por N. Antonio).
Bibl.: C. Henriquez, Phoenix reviviscens, Bruxellae, Typis Ioannis Meerbecii, 1626, págs. 362-364; C. de Visch, Bibliotheca scriptorum sacri Ordinis Cisterciensis, Coloniae Agrippinae, Joannem Busuaeum Bibliopolam, 1656, pág. 119; N. Antonio, Bibliotheca hispana vetus [...], Romae, ex Typographia Antonii de Rubeis, 1696, págs. 222-223, n.os 849 y ss.; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 118-119; VV. AA., Biografía eclesiástica universal, t. XXIX, Madrid, Eusebio Aguado, 1868, págs. 821-824; F. de Latassa, Biblioteca antigua y nueva de Escritores aragoneses [...] Aumentada por don Miguel Gómez Uriel, Zaragoza, Imprenta de Calisto Ariño, 1885, págs. 345-351; E. Brouette, A. Dimier y E. Manning (dirs.), Dictionnaire des auteurs cisterciennes, Rochefort, Abbaye Notre-Dame de Saint-Rémy, 1975, págs. 79; D. Yáñez, “Presencia del Císter en Aragón a través de sus monjes ilustres”, en El Císter. Órdenes religiosas zaragozanas, Zaragoza, Instituto Fernando el Católico, 1987, págs. 256-258.
Damián Yáñez Neira, OCSO