Bienvenida, Lorenzo. ?, p. s. xvi – Costa Rica, c. 1577. Misionero franciscano (OFM), padre superior en Izmal, México, y en Cartago, Costa Rica.
Los primeros misioneros franciscanos llegaron junto a Cristóbal Colón en el segundo viaje a América, en 1493. El 25 de abril de 1521 fueron autorizados por el papa León X para que evangelizaran en la Nueva España. Fray Lorenzo de Bienvenida perteneció a esta orden religiosa y fue reconocido en toda América por su gran labor evangelizadora. Llegó a Tierra Firme hacia el año de 1542 y sus primeras acciones evangelizadoras se abocaron a Yucatán y Guatemala.
Junto a fray Jacobo de Testera y fray Luis de Villalpando trazaron la estrategia de penetración misionera en Yucatán, acompañados por indígenas de la zona central de México y Michoacán. Pronto la obra fructificó en la zona de Campeche y Mérida donde se fundaron los conventos de Izmal, Conkel y Maní. Fray Lorenzo de Bienvenida en 1550 fue el primer padre custodio del convento de Izmal. En la construcción del convento y la iglesia también tuvo una destacada participación fray Diego de Landa. En 1559 viajó a España, donde fue comisionado por el padre superior de su Orden, fray Francisco de Cámara, para venir a Costa Rica, a la vez que fue nombrado comisario general de Yucatán y Guatemala, puesto que desempeñó entre 1560 y 1564.
En 1561 el convento fue dedicado a San Antonio de Padua y la iglesia fue consagrada a la Purísima Concepción. En el convento funcionó la escuela para los indígenas y un centro de formación franciscana en lengua maya. A pesar de estos grandes logros los franciscanos enfrentaron muchas limitaciones. En 1548 Bienvenida afirmó: “no hay oro ni plata en esta tierra, sino solo mantas y ceras”. Con estas palabras, describía al Rey la precaria situación de la zona que obligó al clérigo a abandonar la región en 1564.
Fray Lorenzo de Bienvenida llegó a Costa Rica en tiempos del gobernador Juan Vásquez de Coronado, quien brindó gran apoyo a sus actividades. En 1564, junto a otros cuatro frailes franciscanos: Pedro Betanzos, Diego de Salinas, Martín Salazar y Juan Estrada Rávago —primer misionero franciscano en Costa Rica— iniciaron la actividad evangelizadora de los naturales de esta provincia. En cabildo abierto celebrado en Cartago en 1564 decidieron enviar a fray Lorenzo de Bienvenida a España para que manifestara al rey Felipe II la pobreza de la situación espiritual y material de los misioneros en Costa Rica. También se afirma que esta visita tenía como objetivo la realización de gestiones para la fundación de la provincia de San Jorge, debido a las dificultades que enfrentaron los franciscanos en el reino de Guatemala con monseñor Villalpando. Finalmente se hicieron diligencias para traer a Costa Rica trece religiosos que ayudaran en las tareas de evangelización, pero por diversos motivos el grupo se redujo a tres.
La misión de Bienvenida a España fue en extremo exitosa. El 29 de julio de 1565 el rey Felipe II emitió dos cédulas reales favorables a los propósitos del fraile. En una establecía en forma oficial y con ayuda de la Corona la Orden de San Francisco en Costa Rica. En la otra, el rey Felipe II otorgó quinientos ducados para la compra de cálices, ornamentos de la iglesia y campanas de los conventos que se proponía fundar en Costa Rica. Además, a Bienvenida se le obsequió una imagen.
En mayo de 1571, luego de la creación de las custodias en Nicaragua y Costa Rica, los padres residentes en Cartago se reunieron y celebraron el Capítulo de custodia donde eligieron a fray Lorenzo de Bienvenida como custodio y enviaron a España a fray Diego de Guillén como procurador de la fundación, que entonces tenía el camino abierto para constituirse en provincia independiente. El 23 de febrero de ese mismo año el rey Felipe II dio las gracias a fray Lorenzo por los buenos servicios que había prestado en la reducción de los indios en Costa Rica. En 1572 era guardián del convento de Cartago, donde permaneció hasta 1577.
Bibl.: R. Fernández Guardia, Diccionario biográfico de Costa Rica, San José, 1941; R. Blanco Segura, Historia eclesiástica de Costa Rica, 1502-1850, San José, Euned, 1983.
Margarita Silva Hernández
