Castilla, Catalina de. ?, 1420 – Toledo, c. 1480. Priora dominica (OP).
La figura de Catalina de Castilla está estrechamente vinculada al monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo. Se ignoran el lugar y la fecha de su nacimiento, si bien se estima que fuera en 1420. Descendiente del rey don Pedro, era hija de Diego de Castilla, hijo bastardo del Rey e Isabel de Salazar. Al estar su padre encerrado en el castillo de Curiel (Valladolid), sus hijos son enviados a educarse en el monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, de la Orden dominicana, donde ocupaba el cargo de priora una hermanastra de don Diego, María de Castilla o Ayala —hija de Teresa de Ayala y el rey don Pedro—. Formada junto a sus hermanos, queda dentro de la comunidad para convertirse en monja dominica.
La primera noticia que consta de ella la sitúa entre las monjas del consejo cuando era priora María Álvarez de Ayala —sobrina de Teresa de Ayala— en 1433. Transcurre más de una década para verla ocupando el oficio de priora en 1447, justamente sucediendo a María Álvarez de Ayala, con quien la unía cierto parentesco. El cargo de priora llegó a ocuparlo durante bastantes años, al menos hasta 1479, con breves etapas entre ellos.
Catalina fue la encargada de traer al monasterio los restos de su padre don Diego y su tío don Sancho. Llegó a encargar una lápida y fueron enterrados donde lo eran las prioras, en la mesa del coro; allí están ambos enterrados. Este traslado es una de las primeras actuaciones llevadas a cabo como priora y siempre con el beneplácito del rey Juan II, en 1447.
Centra muchos de sus esfuerzos en hacer un importante patrimonio para el monasterio, además de otra pequeña parte para sí. Su parentesco con los monarcas y los enfrentamientos en las disputas civiles entre Enrique IV y el príncipe Alfonso, hermano de Isabel la Católica, le permitieron obtener numerosos beneficios en rentas, tributos y privilegios. El proceso lo había iniciado ya el propio padre de los enfrentados, Juan II, quien le concedió dieciséis mil maravedís sobre las alcabalas de Sonseca, Olías, Bargas, Mazarambroz, Mascaraque y Casalgordo. El privilegio lo confirmaron Enrique IV y el príncipe Alfonso. Enrique IV confirmaba todos los privilegios otorgados por su padre, Juan II, el 20 de abril de 1455 a “su tía Catalina” — como afirmaba— y también incluía en el privilegio trescientas fanegas de trigo anuales en diversos lugares del arzobispado de Toledo. Todos aquellos privilegios son confirmados después por la reina Isabel.
De los beneficios concedidos por la Reina cabe recordar quince mil maravedís anuales en la alcabala de Ciudad Real en el año 1477; aquellas rentas pasarían a la muerte de Catalina a sus sobrinas: Isabel de Castilla, Juana de Contreras y Sancha Ponce de León, monjas en el monasterio, para terminar por formar parte del patrimonio del monasterio. No todo fue engrandecer económicamente el monasterio; también se encargó de las obras que en 1460 estaban haciéndose.
Sin embargo, el problema más acuciante con el que se encuentra es su enfrentamiento con su prima Constanza de Castilla, priora del monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid. Las causas, una deuda y los intentos de reforma por parte de Constanza entre las monjas de Toledo opuestas a ello en 1465. Catalina estuvo a cargo del monasterio hasta la década siguiente. Falleció en él hacia 1480, ya ausente en la documentación desde agosto por enfermedad. En 1484 los Reyes Católicos hacían al monasterio sucesor en la percepción de rentas concedidas a Catalina.
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Laura Canabal Rodríguez
