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Abraham Ben Sem Tob Bibago

Biografía

Ben Šem £ob Bibago, Abraham. Abraham Bivach. ?, p. s. XV – Zaragoza, s. m. s XV. Filósofo.

En 1446 se sabe que residía en Huesca, que entonces tenía esposa e hijos y que en esta ciudad fundó una escuela de cultura hebrea. En 1470 vive en Zaragoza, donde preside una academia rabínica. Mantuvo numerosas discusiones con los cristianos sobre el tema de la Trinidad, solía predicar en la sinagoga en los días festivos y se entregó a confirmar en su fe a los judíos que estaban tentados de convertirse al cristianismo.

Conocía muy bien el hebreo, el árabe y el latín, y estaba al día de la teología cristiana y musulmana. Utilizó, además, textos de los Evangelios, de Tomás de Aquino, de Averroes e Ibn £ufayl, entre otros.

La mayor parte de sus obras han desaparecido. Son, sobre todo, tratados de medicina y de astronomía y comentarios a Aristóteles, Averroes y otros. Sólo se conservan: Comentarios a los Comentarios Medios de Averroes, comentarios a los Analíticos Posteriores, a la Física y a la Metafísica de Aristóteles. Pero sus dos obras tal vez más importantes son: ‘Eî Êayyim (El árbol de la vida), que trata de la creación del mundo y que va dirigida contra los argumentos de Aristóteles sobre la eternidad del mismo, y Derek ’emunah (El camino de la fe).

Según Šem £ob Bibago, nuestro conocimiento de Dios es limitado. Primero, porque nosotros sólo conocemos las cosas finitas y compuestas y Dios es infinito, uno y simple. A él sólo podemos aplicarle los atributos afirmando cualquier cosa de su esencia pero negándole la finitud.

Entre los atributos de Dios Šem £ob Bibago pone especial énfasis en la Voluntad, la cual da la existencia a todo lo creado, la mantiene en todo momento en cada cosa y está presente en todos los seres para que sigan existiendo. A este propósito, hace un análisis muy detallado de los milagros para resaltar la voluntad, libertad y omnipotencia de Dios.

El fin del hombre consiste en la imitación de Dios en su doble vertiente, corporal e intelectual. Debe cultivar la ciencia y el conocimiento. Pero incluso debe superar este nivel mediante la sabiduría, la mística y la profecía. La profecía está fuera del orden natural y sólo depende de la inspiración divina, siendo un don especial que Dios ha volcado en Israel y, sobre todo, en Moisés, el mayor Profeta y Filósofo, como afirmó Maimónides. Por eso, la providencia divina ha elevado al pueblo de Israel sobre todos los demás, dándole la Torah y una fe que contiene unas verdades que la ciencia humana no puede alcanzar por sí sola. La razón logra la verdad por demostraciones necesarias; la fe, por la aceptación libre de la voluntad de unas verdades seguras y superiores a cualquier razonamiento.

 

Obras de ~: Derek ’emunah, Salónica, 1522.

 

Bibl.: M. Steinschneider, Die hebralischen Übersetzungen des Mittelalters und die Juden als Dolmestscher, Berlin, H. Itzkowski, 1893 (reimpr. Graz, 1956), págs. 89, 124, 168; A. Lazaroff, The Theology of Abraham Bibago. A Defense of the Divine Will, Knowledge, and Providence in Fifteenth-Century Spanish-Jewish Philosophy, Alabama, The University of Alabama Press, 1981; Y. Baer, Historia de los judíos en la España Cristiana, trad. de J. L. Lacave, Madrid, Altalena, 1981, 2 vols., págs. 543-544; C. Sirat, La philosophie Juive Medievales en pays de chrétienté, Paris, Centre National de Recherche Scientifique, 1983, págs. 203-209.

 

Joaquín Lomba Fuentes

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