‘Aramah, YiîÊaq ben Mošeh. ¿Calatayud? (Zaragoza), c. 1420 – Nápoles (Italia), 1494. Filósofo, exégeta.
Se educó en Zamora y desarrolló toda su vida en Tarragona, Fraga y Calatayud, siendo nombrado rabino de esta ciudad. En 1492 marcha exiliado a Nápoles, con su hijo Me’ir ben YiîÊaq ‘Aramah, donde se encuentra con YiîÊaq ben Yěhufah ’Abravanel.
Escribe comentarios al Cantar de los Catares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Proverbios y tal vez a la Ética de Aristóteles, que no se conserva. Otra obra suya es azut qodeš (Revelación santa), en que trata de las relaciones entre filosofía y religión. Pero su obra más conocida es ‘Aqedat YiîÊaq (El sacrificio de Isaac), que ha conocido más de doce ediciones y en la que hace un análisis filosófico de la Biblia.
YiîÊaq ben Mošeh ‘Aramah se centra en las relaciones entre filosofía y religión y en el estudio de las Escrituras, sosteniendo que la fe ocupa un lugar superior a la razón. Ésta es necesaria pero insuficiente y logra verdades parciales incluso tratándose de temas puramente naturales y de este mundo; pero mucho más cuando se adentra en la última verdad, la de Dios, en el destino final del hombre y, en general, en todo el mundo sobrenatural. En ese sentido, ataca a los intelectuales de su momento que basan la religión en la razón o que quieren armonizar a ambas, como hizo Maimónides. La fe es algo ciego, voluntario, de entrega absoluta, sin condiciones, como la de Abraham.
Ahora bien, siendo la fe superior a la razón no quiere decir que la contradiga. Por eso admite que ciertos pasajes de la Biblia se hayan de interpretar literalmente y otros, de modo alegórico, racionalmente, si bien dentro de ciertos límites. Sin embargo, en este punto, el autor es un tanto ambiguo pues no fija con exactitud esos límites.
Sostiene seis principios que ni son de la religión en general ni de la filosofía, sino sólo de la religión de Israel, que son: la creación del mundo, la Omnipotencia de Dios, la Profecía y la Revelación de la misma en la Torah, la Providencia, la Penitencia y la inmortalidad del alma. Entre estos seis principios insiste en el de la Omnipotencia de Dios, con el fin de explicar la creación del mundo y la existencia de los milagros.
Para ‘Aramah el hombre es totalmente libre y debe seguir las normas morales que le indica la filosofía, las cuales coinciden con las de la revelación, sólo que estas últimas añaden nuevas dimensiones a las racionales y dan al hombre su auténtica felicidad en esta vida y en la otra.
El pensamiento de ‘Aramah tuvo un influjo extraordinario no sólo en el mundo judío sino también en el pensamiento cristiano posterior.
Obras de ~: ‘Aqedat YiîÊaq, Salónica, 1522; Yad Abšalom, Constantinopla, c. 1565.
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Joaquín Lomba Fuentes