Beigbeder Atienza, Juan. Cartagena (Murcia), 31.III.1888 – Madrid, 5.VI.1957. General de Estado Mayor, ministro de Asuntos Exteriores y alto comisario en Marruecos.
Hijo del teniente de navío Juan Beigbeder y de Juana Atienza, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara el 1 de septiembre de 1902 y, como trámite ordinario, fue nombrado segundo teniente alumno de Ingenieros el 10 de julio 1905. Terminados sus estudios, el 7 de julio de 1907 ascendió a primer teniente y marchó al 4.º Regimiento Mixto de Ingenieros, en Barcelona, donde prestó servicios en las compañías de Zapadores y de Telégrafos.
Al estallar la crisis de Melilla de 1909, marchó a este destino el 1 de julio, participando en las operaciones en una brigada mixta, hasta que aprobó las oposiciones para la Escuela Superior de Guerra, cuyo primer curso inició el 11 de enero de 1910. Durante sus estudios ascendió por antigüedad a capitán de Ingenieros, el 30 de enero de 1912. Concluyó su formación el 1 de septiembre de 1914 y fue nombrado capitán de Estado Mayor y destinado a las órdenes del general Dámaso Berenguer en Tetuán, donde recibió varias condecoraciones por su participación en los combates.
Al año siguiente se casó, y continuó en Marruecos hasta que, en junio, pasó a la Capitanía General de Zaragoza. El 3 de agosto de 1918 se incorporó al Estado Mayor Central, donde participó en la reorganización del Ejército, motivada por el impacto de la Gran Guerra y, sobre todo, por las Juntas de Defensa, que llevaron al Ministerio de la Guerra a Juan de la Cierva, impulsor de la Ley de Bases de Organización Militar, que luego aprobó el Gobierno liberal de García Prieto.
Ascendido a comandante de Estado Mayor, con antigüedad de 14 noviembre de 1918, ocupó la plaza de ayudante del ministro de la Guerra, su antiguo jefe, el general Dámaso Berenguer, con quien continuó al ser nombrado alto comisario en Marruecos. Llegó a Tetuán el 2 de febrero de 1919 y seguía en el destino en el verano de 1921, al ocurrir el Desastre de Annual.
La tormenta política señaló a Berenguer como uno de los máximos responsables y, cuando fue cesado en el verano de 1922, Beigbeder pasó a la Comandancia General de Ceuta y luego quedó disponible en Alcalá de Henares.
En Marruecos se había interesado por la cultura islámica y mantenido buenas relaciones con la población, incluso inició estudios de árabe. En su nueva situación solicitó ampliar estudios en Siria, entonces colonia francesa que comprendía el Líbano, de modo que marchó a Beirut a fin de estudiar árabe en el Colegio de los Padres Maronitas. Vuelto a España, el 26 de enero de 1923, pasó a la Capitanía General de Canarias, hasta que, en junio, marchó a la Escuela Superior de Guerra de París, donde terminó sus estudios en 1925. Sin embargo, continuó perfeccionando el árabe en la Escuela de Lenguas Orientales de la capital francesa, hasta que en junio de 1936 regresó a Madrid y fue nombrado, en octubre, agregado militar de la embajada española en París, con delegaciones en Viena, Budapest y Praga.
Los Tratados de Versalles habían sustituido el Ejército alemán por una reducida Reichswehr. Sin embargo, los antiguos oficiales se agrupaban en asociaciones para conservar su espíritu de cuerpo. Beigbeder había hecho amistad con algunos militares alemanes y tomó la costumbre de acudir a sus fiestas. En 1927 marchó a Magdenburgo para la celebración anual de los antiguos mandos del disuelto Regimiento Prusiano de Infantería n.º 66, cuyo coronel honorario había sido el rey Alfonso XIII. El mismo año asistió oficialmente a las maniobras del Grupo de Divisiones de Cassel en Hannover y Wesfalia. Poco después asistió en Leipzig a la fiesta de los antiguos oficiales del Regimiento Sajón de Caballería número 18 (2.º de Ulanos).
El 7 de enero de 1928 ascendió a teniente coronel de Estado Mayor, por elección. Luego asistió a la fiesta del disuelto Regimiento número 66, del bávaro Regimiento de Artillería número 5 y, por segunda vez, a la fiesta de ulanos sajones del Regimiento de Caballería número 18. Desarrolló comisiones en Alemania, visitó la Academia Militar de Budapest y, el 7 de septiembre de 1929, le fue concedida una nueva antigüedad como teniente coronel.
Al proclamarse la Segunda República en 1931, firmó la promesa de adhesión establecida para los militares y, como su ascenso por elección de 1928 no cumplía las condiciones de la Ley de Bases de Organización Militar de 1918, vio rectificada su antigüedad, aunque conservó su graduación y fue compensado con la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco. Se encontraba en Berlín el 19 de julio de 1934 cuando, en cumplimiento a lo decretado por el Gobierno español, declaró por escrito no pertenecer a partido político, agrupación ni organización. El 7 de diciembre cesó como agregado militar, por haber agotado su plazo legal, y fue destinado a las órdenes del Alto Comisario en Marruecos.
Participó en la conspiración militar y se pronunció, el 17 de julio de 1936, apoderándose de la delegación de asuntos indígenas, tras detener al comandante Castelló y otros militares. El general Franco lo nombró interinamente delegado de Asuntos Indígenas y Beigbeder medió con los jefes nativos, logrando su apoyo y haciendo detener a los caídes que se oponían. Impulsó el alistamiento de indígenas y ordenó a los interventores que residenciaran a los nacionalistas marroquíes, impidiéndoles cualquier movimiento. La Junta de Defensa de Burgos, el 5 agosto, lo nombró secretario general de la Alta Comisaría, y profundizó las relaciones con los notables y los líderes nacionalistas, hasta que sustituyó el 17 de abril de 1937 al general Orgaz como alto comisario, y el 18 marzo de 1938 ascendió a coronel de Estado Mayor. Pertenecía a la línea de pensamiento colonial que consideraba a los marroquíes miembros de una cultura diferente, cuyos valores convenía conocer y logró que Radio Sevilla emitiera un programa en árabe, destinado a las tropas de regulares, con noticias del mundo islámico, música y literatura norteafricanas. Mantuvo el Protectorado en calma durante toda la guerra, como retaguardia segura y cantera de reclutamiento. Por su habilidad y experiencia en París y, sobre todo, en Berlín, Franco lo nombró ministro de Asuntos Exteriores el 9 de agosto de 1939, contra la opinión de Serrano Suñer.
Decididamente antiliberal y germanófilo, pero no falangista, se opuso a la presiones de Serrano Suñer y la Falange, que pretendían integrar a España en el Eje, ocupar militarmente Gibraltar y anexionar varias colonias francesas norteafricanas. De hecho, ante las tensiones europeas, se mostró partidario de la neutralidad y apoyó el llamado “Plan P”, por el que España debía encabezar a los neutrales para lograr un acuerdo entre Alemania, Inglaterra y Francia contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), reforzado la postura de Madrid con el apoyo de los estados musulmanes, que esperaba impulsar gracias a su amistad personal con el Gran Muftí de Jerusalén.
Sin embargo, el fulminante ataque de los alemanes a Francia, inclinó a Franco hacia la línea que defendía Serrano Suñer. Entonces, Beigbeder se mostró partidario de establecer un Marruecos unificado e independiente bajo dominio español y, aunque conservó el Ministerio de Exteriores, Serrano Suñer se inmiscuyó en la política internacional, hasta el extremo de que visitó Berlín acompañado por un equipo de relevantes germanófilos, para entrevistarse con Hitler y Von Ribbentrop, y luego marchó a Roma para conferenciar con Mussolini y Ciano. A pesar de todo, se esforzó para suavizar el bloqueo de los aliados a España, cuya situación económica era desastrosa, y logró que Churchill prometiera mantener el comercio y que Estados Unidos suministraran trigo a través de la Cruz Roja.
Esta mejora de relaciones concitó contra él a Serrano Suñer y los alemanes, cuyo embajador Von Store informó a Franco de la falta de confianza de Alemania en su ministro. Los servicios secretos del Reich le acusaron de mantener conversaciones secretas con Samuel Hoare, el embajador británico, y airearon su relación con miss Fox, agente británica según ellos. El 15 de octubre de 1940, pese a que Franco lo felicitó por el éxito de su gestión ante Londres y Washington, Serrano Suñer filtró su cese a la prensa alemana y, dos días después, el diario ABC acusó de numerosas maldades a un ministro, cuyo nombre no citaba, pero que no tenía “apellido español”. Sin que saliera de su sorpresa, fue cesado el 18 de octubre y sustituido por Serrano Suñer, momento que empezó a apoyar la restauración de la Monarquía.
El 1 de febrero de 1943 fue enviado a Washington como miembro de una misión militar para tratar de suavizar las relaciones con los Estados Unidos.
En la capital norteamericana ascendió a general de brigada de Estado Mayor, en septiembre de 1943.
Regresó a España en 1946 y, al año siguiente, asistió al curso de aptitud para el mando de Cuerpo de Ejército. Desde entonces se encontró “a las órdenes del ministro”, sin cometido ni mando alguno y defendiendo secretamente los intereses de Don Juan de Borbón. En enero de 1947, el general Aranda fue encarcelado y Beigbeder se vio encabezando la opinión militar favorable a la Monarquía, que había quedado muy reducida, aunque contaba con notables personajes civiles. En abril de 1948 fue arrestado junto con los generales Kindelán y Ponte por asistir a una cena monárquica. Nunca volvería a tener un cargo y, el 20 abril 1950, pasó a la reserva por cumplir la edad reglamentaria. Tan sólo en 1955, el general García Valiño, alto comisario en Marruecos, de acuerdo con el jalifa, le concedió la Gran Cruz de la Medahuia en reconocimiento a su labor en Marruecos. Había cumplido sesenta y siete años y no era un peligro político; sin embargo, Franco manifestó su disgusto por la distinción.
Después vivió retirado en Madrid, hasta su fallecimiento el 5 de junio de 1957.
Obras de ~: Discursos pronunciados por los Excelentísimos Señores Don Ramón Serrano Suñer, Ministro del Interior, y Don Juan Beigbeder, Alto Comisario de España en Marruecos, en los actos conmemorativos del 17 de julio, fecha histórica del glorioso alzamiento del Ejército de África: Tetuán, III año triunfal, Ceuta, Servicio Nacional de Prensa, 1939; Discursos pronunciados por el Alto Comisario de España en Marruecos Coronel Beigbeder y por el eminente filósofo libanés prof. Amin er-Rihani, en el acto en que fue nombrado director honorario del Centro de Estudios Marroquíes de Tetuán, Tetuán, Instituto General Franco para la Investigación Hispano-Árabe, 1940.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de Servicios.
J. Tusell, Franco, España y la II Guerra Mundial, Madrid, Temas de Hoy, 1995; G. Cardona, Franco y sus generales, Madrid, Temas de Hoy, 2001; P. Preston, Franco, “Caudillo de España”, Barcelona, Random House Mondadori, 2002; F. Sánchez Ruano, Islam y guerra civil española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004; F. Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 2005; V. Morales Lezcano, Historia de Marruecos, Madrid, La Esfera de los Libros, 2007.
Gabriel Cardona Escanero