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Miguel José Azanza de Alegría

Biografía

Azanza de Alegría, Miguel JoséDuque de Santa Fe. Aoiz (Navarra), 20.XII.1746 – Burdeos (Francia), 20.VI.1826. Militar, diplomático y político español, secretario del Despacho de la Guerra y virrey de Nueva España, ministro de Indias y de Asuntos Eclesiásticos.

Fueron sus padres Pedro Azanza Narbalaz y Juana Alegría Agüés. Poco se sabe de sus primeros años en Navarra, pero su familia, que se había extendido por América al servicio de la Monarquía y en negocios particulares, estaba presente en Cuba, Nueva España, Nueva Granada y Perú. Pasó a América a los diecisiete años, acompañando a su tío y protector José Martín de Alegría y Agués, que había sido apoderado y administrador de la Real Compañía de La Habana antes de su conquista por Inglaterra, que ocupaba el cargo de contador mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas en México y quien le consiguió el cargo de oficial mayor en la Dirección de Temporalidades.

En 1768 fue elegido secretario del visitador José de Gálvez y con él recorrió el noroeste de la Nueva España.

Durante su visita Gálvez sufrió un ataque de locura, Azanza y otros colaboradores informaron al virrey y durante la evacuación de Gálvez a la ciudad de México en mayo de 1770 fueron detenidos e incomunicados durante ocho meses sin que se les formulase los cargos que se les hacían y sin ser sometidos a juicio, finalmente se les acusó de deslealtad y fueron trasladados a Veracruz, donde se les obligó a embarcarse y abandonar Nueva España. A finales de 1770, probablemente como represalia, su tío José Martín de Alegría, fue cesado de su nuevo cargo de administrador de la Real Hacienda en Veracruz. De allí pasó a La Habana, probablemente a casa de su tío Pedro Tomás de Azanza, que era oficial primero de las oficinas de la Real Hacienda de Cuba. Probablemente ante las dificultades de seguir su carrera en la Administración civil, solicitó su ingreso en el Ejército y obtuvo plaza en clase de cadete el 1 de abril de 1771 a la inusual edad de veintisiete años en el Regimiento de Infantería de Lombardía recién llegado a Cuba procedente de la Península. El 20 de marzo de 1772 fue ascendido a subteniente de Infantería, quedando destinado en el mismo Regimiento.

Ascendió a teniente de Infantería en mayo de 1774 y al poco tiempo pasó destinado al Regimiento de Infantería Fijo de La Habana donde recibió el grado de capitán de Infantería. Ese mismo año, el capitán general de la isla de Cuba, Felipe Fonsdeviela y Ondeano, marqués de la Torre, recién llegado en 1774 y procedente de Caracas, donde había ejercido el cargo de gobernador, aprovechó sus amplios conocimientos de la administración y le nombró su secretario personal, cargo que ejerció cuatro años hasta que con este general regresó destinado a la Península en vacante de teniente al Regimiento de Infantería de Córdoba, con el que asistió al bloqueo de Gibraltar (1779-1782), en el que permaneció dieciocho meses y obtuvo la anotación de valor reconocido en su hoja de servicios.

En 1780 el marqués de la Torre, que también había estado en el Sitio de Gibraltar, fue nombrado ministro plenipotenciario en la Corte de Rusia y solicitó y obtuvo permiso del ministro de la Guerra, conde de Floridablanca, para llevar en su compañía al capitán graduado Azanza sin cargo alguno por haber en Rusia secretario. En enero de 1783 se le nombró secretario del Ministerio en San Petersburgo y el 6 de junio quedó de encargado de negocios de la misma, siendo presentado a la Emperatriz. El 13 de junio fue nombrado secretario del ministro plenipotenciario y comenzó a cobrar del Ministerio de Estado terminando a fines de julio de ese año su vida militar tras once años y cuatro meses de servicio, para volver a la administración primero como diplomático, más adelante como intendente y después como político. En diciembre de 1784 fue trasladado como encargado de Negocios del ministro plenipotenciario en Prusia (Berlín), donde permaneció al menos hasta diciembre de 1785.

A su regreso a España, en noviembre de 1786, se le confirió la Intendencia de la provincia de Toro, en noviembre de 1787 la de la ciudad de Salamanca y en mayo de 1789 la Intendencia del Ejército y reino de Valencia. En 1793 al iniciarse la guerra contra la Convención fue nombrado intendente del Cuerpo de Ejército del Rosellón manteniendo la Intendencia del reino de Valencia. La guerra contra la Convención se fue preparando desde largo tiempo y se declaró el 7 de marzo de 1793 por Francia y el 23 por España. Azanza, debido a su cargo, conocía todos los preparativos que de forma secreta se fueron haciendo.

Durante la guerra se desplazó a Barcelona, donde conoció al músico francés Francisco de Fossa, convirtiéndose en su protector (se lo llevó a México cuando lo nombraron virrey) y al marqués de Benavent, gran aficionado a la música, y que fue posteriormente, en Madrid, protector del músico Bocherinni.

En diciembre de 1793 fue nombrado secretario del Despacho Universal de la Guerra, permaneció en ese cargo durante el resto de la guerra contra la Convención francesa. Debio de tener algunas diferencias con Godoy sobre las condiciones del Tratado de San Ildefonso (18 de agosto de 1796) con la República de Francia, que llevó a la guerra contra Inglaterra, cuya declaración del 7 de octubre de 1796 lleva su firma.

Ese año se le concedió la merced del hábito de caballero de la Orden de Santiago y el 25 de octubre 1796 fue nombrado virrey, capitán general, gobernador del reino de Nueva España y presidente de la Audiencia de la ciudad de México (lo que algún autor ha interpretado como una manera de alejarlo de la Corte), siendo sustituido por el teniente general Juan Manuel Álvarez de Faria, tío de Godoy. A pesar de su nuevo nombramiento, Azanza permaneció en España largo tiempo, todavía en 1797 formó parte de una Junta de Constitución del Ejército para reorganizarlo, reformarlo y modernizarlo. Su embarque a Nueva España se retrasó por lo peligroso de la travesía debido a la guerra con Inglaterra, aunque finalmente lo hizo en Cádiz, en el navío El Monarca el día 10 de abril de 1798, formando parte de una gran expedición destinada a recuperar la isla de La Trinidad, arribando a Veracruz el 19 de mayo, tras treinta y nueve días de navegación. Tomó el relevo del marqués de Branciforte (cuñado de Godoy) el 31 de mayo en Orizaba, convirtiéndose en el quincuagésimo cuarto virrey de Nueva España. El virrey Branciforte había hecho una gran concentración de tropas en Xalapa, por la guerra contra Inglaterra, lo que costaba mucho dinero a la hacienda de Nueva España, por lo que Azanza fue retirándolas poco a poco, sobre todo a los Regimientos de Milicias Provinciales que marcharon a sus lugares de origen. Todo esto retrasó su llegada a la ciudad de México hasta el 27 de julio. Allí, el Real Acuerdo, de forma un tanto destemplada, le exigió que prestara juramento de sus cargos. Azanza se negó explicando que por causas extraordinarias ya se había hecho cargo del virreinato, que llevaba dos meses ejerciendo su cargo y que sus Reales Despachos eran todo el aval que necesitaba para ejercerlo. Debido a esta negativa, recibió una dura Real Orden por vía del ministro de Gracia y Justicia, José Antonio Caballero, conminándole a hacerlo inmediatamente y recriminando su actitud con duras palabras. En junio de 1799 remitió un escrito, a través del ministro de la Guerra, en la que explicaba los motivos que le llevaron a ello y ofrecía su dimisión. El 8 de noviembre de 1799 fue aceptada y se le nombró consejero de Estado con el sueldo, gajes, casa de aposento y los emolumentos correspondientes, pero debido a la guerra con Inglaterra y la dificultad de las comunicaciones no recibió hasta casi dos años después. Entretanto, Azanza juró finalmente, pero los efectos de esa orden se dejaron sentir mermando su autoridad y prolongando el conflicto especialmente con el fiscal de lo Civil de la Audiencia de México Francisco Javier de Borbón. En noviembre de 1799, a los cincuenta y cinco años de edad, recibió Real Licencia, con dispensa de lo que prevenían las Leyes de Indias para que los virreyes no se casen en los distritos de su jurisdicción, para contraer matrimonio con su prima María Josefa de Alegría Yoldi (Veracruz, México, 29 de mayo de 1760), condesa viuda de la Contramina, hija de su protector José Martín de Alegría, con la que no tuvo descendencia.

Durante su virreinato (1798-1800) mejoró el comercio y la industria, especialmente las manufacturas de la seda, algodón y lana, a pesar de las calamidades públicas, como el huracán de julio de 1799 que prácticamente destruyó la ciudad de Acapulco, y el terremoto de marzo de 1800. En 1799 sofocó la Conspiración de los Machetes, que pretendía la independencia de México. Bajo su mandato continuó la situación crítica por la guerra contra Inglaterra, se vio obligado a tomar medidas de presión fiscal y a dar permiso para el comercio de neutrales que sirvieron para aliviar la situación económica. Aun así y a pesar de que la guerra afectó a los suministros de azogues para la minería y los de papel para las rentas del tabaco, en 1798 se acuñaron 24 millones de pesos y en 1799 otros 22 y consiguió que llegaran a España 14 millones, además del envío de socorros a distintos puntos de América durante la guerra contra los ingleses. Finalmente el 15 de mayo de 1800 hizo su entrada en la ciudad de México su sucesor el teniente general de la Armada Félix Berenguer y de Marquina.

La mayor parte de los historiadores reconocen su honradez y buena gestión durante su virreinato. El Ayuntamiento de México remitió al Rey una elogiosa petición para que Azanza continuase de virrey.

Al no haber perspectiva de que saliese de Veracruz barco alguno de guerra con destino a la Península por haberse iniciado nuevamente la guerra contra Inglaterra, se embarcó en la corbeta mercante norteamericana Janner, que era neutral, con destino a Jamaica, el 30 de mayo de 1800. A pesar de la neutralidad, el 20 de junio fueron apresados por la fragata de guerra inglesa Juno y conducidos su equipaje a Jamaica y él a La Habana. Desde allí pudo continuar su navegación a España desembarcando en Cádiz el 23 de diciembre de 1800, ese mismo día escribe solicitando audiencia con el Rey, pero debido a la epidemia de fiebre amarilla que allí había, debió permanecer en la ciudad hasta que se levantó el cordón sanitario sobre la ciudad en abril de 1801; entonces, probablemente por haber vuelto al favor real Godoy, vuelve a escribir aplazando la audiencia “debido a las circunstancias sanitarias” pero solicitando permiso para pasar a Granada con su “dilatada familia” que le es concedido, por lo que en junio de 1801 comunica su llegada a esa capital.

En Granada permanece apartado y condenado al ostracismo por Godoy aunque manteniendo el cargo de consejero de Estado. No vería el futuro muy claro cuando en abril de 1802 remitió una instancia en la que solicitó se le cobrase la contribución correspondiente por el tiempo que no se le descontó el Monte Pío de su sueldo, con objeto de que su mujer, en caso de sobrevivirle, obtuviese los beneficios correspondientes e hizo su primer testamento en 1806. Durante su estancia en Granada adquirió una casa que fue secuestrada por la Real Hacienda en agosto de 1808, en octubre de 1809 hubo un plan para instalar en ella la Academia de Ingenieros del Ejército que se llegó a aprobar por Real Orden pero que no se pudo ejecutar por la invasión francesa de Andalucía en 1810.

Tras el motín de Aranjuez, el 29 de marzo de 1808, caído definitivamente Godoy siendo ya rey Fernando VII, le nombró secretario de Estado y del Despacho de Hacienda en sustitución de Miguel Soler.

El 8 de abril de 1808, dos días antes de la partida del Rey con dirección a Burgos para encontrarse con el emperador Napoleón, fue nombrado responsable de Hacienda de la Junta Suprema de Gobierno presidida por el infante Antonio con facultades en todo lo gubernativo y urgente, consultando todo lo demás con el Rey. Esta Junta permitió sucesivamente el traslado a Francia de Godoy el día 21 de abril, de Carlos IV y su esposa María Luisa el día 23 de abril y a pesar de las deliberaciones no fueron capaces de oponerse al traslado del infante Francisco de Paula ordenado por Murat. Azanza mantuvo la opinión contraria a otros miembros de la Junta que pretendían organizar una resistencia a ultranza. Debido a la posición que adoptó la Junta, el célebre 2 de mayo de 1808 quedó el pueblo de Madrid solo ante el Ejército francés. La Junta encomendó a Azanza y al general O'Farril negociar la paz con el gran duque de Berg, éste accedió y los comisionados recorrieron las calles de Madrid para calmar los ánimos. A pesar de las promesas, Murat organizó la feroz represión que culminó en los fusilamientos del 3 de mayo.

El 15 de mayo Murat reunió a la Junta de Gobierno y dio a conocer los deseos de Napoleón de reunir en Bayona a una asamblea o Junta Nacional de ciento cincuenta diputados procedentes de los tres brazos (nobleza, clero y estado llano), así como de provincias aforadas, de ciertas universidades, etc., propuesta que fue aceptada. Trasladado Azanza a Bayona presidió la Asamblea de Notables que se constituyó el 15 de junio y que se clausuró el 30 tras la aprobación del Estatuto y su jura por el rey José. El 4 de julio Azanza fue nombrado ministro de Indias de José Bonaparte y el día 6 la Junta de Notables, el Gobierno y el rey José partieron de Bayona llegando el día 20 a Madrid.

Azanza, como se ha visto, contaba con una gran experiencia en Indias tras su estancia en Nueva España y Cuba, pero nada pudo hacer por mantener el control sobre las colonias con las que la comunicación fue prácticamente imposible debido al dominio de la flota inglesa.

El 1 de agosto tras la derrota de Bailén, el rey José y su Gobierno abandonaron Madrid y se trasladaron sucesivamente a Buitrago, Burgos, Miranda de Ebro y Vitoria. Desde Buitrago envió a sus ministros Azanza y Urquijo a Francia a entrevistarse con su hermano el Emperador para exponerle la verdadera situación de España y la necesidad de negociar con las Juntas rebeldes.

Napoleón, que estaba ya preparando su intervención personal en España con la Grande Armée, se negó a cualquier negociación y el 19 de octubre, tras entrevistarse con el zar Alejandro, anunció a su hermano esta decisión. Azanza, junto con otros ministros, inició una política de conciliación tratando de atraer a la causa josefista, sin conseguirlo, a diferentes personalidades de la España sublevada; así, en octubre se dirige al general Cuesta y en noviembre, antes de la entrada del Ejército Imperial, a Floridablanca, al decano del Consejo Real y al corregidor de Madrid.

El 7 de noviembre se iniciaron las operaciones contra el ejército español de la izquierda y el 27 de enero de 1809 entró de nuevo José en Madrid. En su segunda etapa comenzó una fiebre de reformas y encargó a Azanza, el 25 de enero de 1809, de un nuevo ministerio, el de Asuntos Eclesiásticos. Por Real Decreto de 22 de septiembre se le nombró caballero Gran Banda de la Real Orden Española.

Tras el éxito de la batalla de Ocaña, José preparó la expedición a Andalucía, a principios de 1810, en la que le acompañó Azanza, que continuó con su labor de preparar diversas publicaciones destinadas a granjearse la buena voluntad de las poblaciones andaluzas. La noticia del Decreto Imperial de 8 de febrero de 1810, por el que se segregaban las provincias españolas de la orilla izquierda del Ebro, fronterizas con Francia, desvinculándolas de la Corona josefista, desacreditaba toda la política española de José I, ya que suponía romper la unidad de España que él mismo juró defender ante un ejemplar de la Constitución de Bayona. Azanza reaccionó y desde Jerez el 26 de febrero y desde Málaga el 8 de marzo escribió al embajador francés pidiendo que se anulasen o al menos que se suspendiesen las medidas adoptadas tras el Decreto. Desde Granada el 17 de marzo volvió a comunicar al embajador la necesidad de un poder central bajo el mando único del rey José. Nada consiguió. El 3 de abril de 1810 fue nombrado en Granada miembro de la Orden del Toisón de Oro y duque de Santa Fe por José I. Pocos días después fue enviado a París de embajador extraordinario para tratar de convencer al Emperador que derogara el Decreto. Llegó a París a final de abril y comunicó, ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, su deseo de ser recibido en audiencia por el Emperador. Su petición se hizo esperar. A mediados de junio lo recibió el ministro Champagny, que sin dejarle exponer sus motivos le dirigió una larga invectiva contra la política del rey José. Azanza rebatió todos los argumentos del ministro e indicó que “la pretensión de instaurar una monarquía comprensiva y liberadora no podía, en modo alguno, ir precedida por la requisa y la apropiación de todo el país”. Pasó otro mes hasta que Azanza fue recibido por Champagny con resultados similares. José I dio por fracasada la misión de Azanza y envió a otro ministro, el marqués de Almenara, que consigue finalmente entrevistarse con el Emperador, pero este persiste en su actitud y para concretar su visión del problema español ordena a su ministro Champagny la elaboración de un memorial sobre el asunto que fue leído a los dos embajadores.

Azanza y Almenara respondieron proponiendo un recorte a las pretensiones de Napoleón.

Las negociaciones se vieron perturbadas gravemente al caer en manos de la guerrilla la correspondencia que Azanza mantenía con José y que fue publicada en numerosos opúsculos y periódicos, lo que provocó el regreso de Azanza a España el 21 de octubre, quedando Almenara a cargo de la embajada extraordinaria.

A su regreso a España debió hacerse cargo en varias ocasiones de otros ministerios de forma interina además de los dos de los que era titular.

Así fue ministro de Negocios Extranjeros Interino del 23 de abril de 1811 al 23 de junio de 1811; secretario de Estado Interino del 23 de abril de 1811 al 15 de agosto de 1811; ministro de Negocios Extranjeros Interino del 23 de agosto de 1811 al 27 de junio de 1813; ministro de Policía Interino del 27 de agosto de 1811 al 21 de enero de 1812.

El 23 de abril de 1811, tras la noticia del nacimiento del heredero imperial, el rey José decidió viajar a Francia para poder hablar directamente con su hermano.

Azanza permaneció en España como presidente del Consejo de Ministros ejerciendo una autoridad más nominal que efectiva debido a la falta absoluta de caudales.

El 15 de julio de 1811 regresó José a Madrid, donde fue recibido con gran aparato y agasajado con un banquete que pagó Azanza de su peculio. El 10 de agosto de 1812 Azanza, tras la batalla de los Arapiles, acompañó al rey José Bonaparte en su evacuación a Valencia regresando con el resto del Gobierno en febrero de 1813. El 17 de marzo José abandonó definitivamente Madrid y se trasladó a Valladolid. El 25 de mayo comenzó la retirada definitiva de los franceses y sus colaboradores hacia la frontera de Francia que culminó el 27 de junio, último día que el rey José y sus colaboradores pernoctaron en España, en el pueblo guipuzcoano de Vera de Bidasoa. Ya exiliado, Azanza, en calidad de ministro interino de Negocios Extranjeros de José I, preparó en septiembre de 1813 una “lista general de empleados civiles de España que han venido a Francia siguiendo los movimientos de los ejércitos imperiales, con expresión de sus sueldos y lugares en que residen” que se entregó a las autoridades francesas con objeto de socorrer a los exiliados.

En noviembre la apurada situación del imperio llevó a la evacuación de todos los refugiados al norte del Garona, las idas y venidas continuaron hasta junio de 1814, en que una vez acordada la paz entre Francia y las principales potencias europeas, llevó a un importante desplazamiento de refugiados hacia la frontera española.

Vuelto Fernando VII a España y comenzadas las negociaciones de paz con Francia, Azanza se dirigió a Tayllerand, ministro de Asuntos Exteriores, con el fin de solicitar su apoyo a los refugiados en las negociaciones, para ello adjuntó unas Observaciones sobre la conducta de los españoles que habiendo seguido el partido de José Napoleón Bonaparte, se han refugiado en Francia. Sin embargo, como ministro de José I, quedó sujeto al Real Decreto o Circular del 30 de mayo de 1814 que le prohibía regresar a España, por lo que permaneció en Francia instalándose en Burdeos.

Durante este tiempo recibió, como muchos otros refugiados, una pensión del Gobierno francés.

Allí, en 1815, escribió junto con el ex ministro de Guerra O’Farrill, la Memoria sobre los hechos que justifican su conducta política desde marzo de 1808 hasta abril de 1814 que adquirió celebridad. Sus bienes en España, e incluso los de su mujer en México, fueron secuestrados. Al comenzar el período constitucional tras el golpe de Riego, a finales de 1820, gracias a la amnistía de septiembre, pudo regresar a España, a Madrid. Su carácter moderado no le permitió unirse a los liberales exaltados, pero tampoco a los absolutistas; finalmente, desilusionado por las constantes acusaciones que lo desacreditaban, por las trabas para su integración e incluso por la marginación a la que le sometieron, regresó a Burdeos en 1822, bajo la excusa de que su mujer necesitaba un tratamiento termal para una afección reumática.

En noviembre de 1823 felicitó a Fernando VII por “verle restituido al pleno ejercicio de sus derechos Reales y a su Soberana Autoridad” y solicita al Rey “un destino compatible con su edad y fuerzas debilitadas en el transcurso de los muchos años empleados en el Real Servicio y sacarle así del estado de deshonor y estrechos medios de subsistencia a que se halla reducido”. Pero el Rey no le llamó. Murió en su casa de la calle de los Carmelitas número 9, el 20 de junio de 1826 a los ochenta años de edad. Declaró a su mujer su heredera universal excepto sus papeles que los heredó su sobrino Juan José Severino de Cia y Azanza, coronel de Caballería, que vivía con él en Burdeos. Fue enterrado en el cementerio de la Chartreuse de Burdeos. En una columna junto a su tumba su mujer mandó grabar lo siguiente: “Aquí reposa [...] por el bien de su país consagró su servicio al Rey. Fue virtuoso sin orgullo, docto con modestia, fue íntegro Ministro, respetuoso con las Leyes, despreciador de honores, vivió sin reproche y murió sin afrenta”.

 

Obras de ~: Cartas y documentos interceptados que remitía desde París, Azanza a Urquijo, sobre la renuncia que debe hacer José Napoleón de su supuesta corona de España, a favor del no menos supuesto emperador de los franceses, La Coruña, Imprenta de Vila, 1811; Memoria de D. Miguel Azanza y D. Gonzalo O’Farril, sobre los hechos que justifican su conducta política desde marzo de 1808 hasta abril de 1814, París, Imprenta de P. N. Rougeron, 1815; Instrucción reservada que dio el Virrey don Miguel José de Azanza a su sucesor don Félix Berenguer de Marquina, México, Editorial Jus, 1960.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Expediente personal de José Miguel Azanza de Alegría, secc. 1.ª, Célebres, caja 11, exp. 1.

F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía española (1521-1821), Madrid, Consejo de Estado, 1984; F. Abbad y D. Ozanam, Les intendants espagnols du XVIIIe siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1992; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle. Introduction et rèpertoire biographique (1700-1808), Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez-Maison des Pays Ibèriques, 1998; I. Río, “Autoritarísmo y locura en el Noroeste novohispano. Implicaciones políticas del enloquecimiento del Visitador General José de Gálvez”, en Estudios de historia novohispana, vol. 22, n.º 22 (www.ejournal.unam.mx/historia_novo/ehn22/ EHN02204.pdf); M. Moreno Alonso, Las grandes vicisitudes del caballero Azanza (1746-1826), Madrid, Sílex, 2023.

 

Ubaldo Martínez-Falero del Pozo

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