Santamaría Martínez, Emigdio. Elche (Alicante), 15.VIII.1829 – Vallecas (Madrid), 27.VII.1882. Escritor y político republicano.
Hijo de una familia acomodada, estudió la Filosofía en su ciudad natal, donde publicó en 1850 sus primeros poemas: A una flor marchita, Locura de amor y el cántico fúnebre Las siete palabras. Durante el Bienio Progresista perteneció a la Milicia Nacional ilicitana. Residiendo en Alicante, fundó y dirigió la revista El Duende en 1858, en la que publicó nuevas poesías.
Trasladado a Madrid para estudiar en la Escuela de Ingenieros, tuvo que abandonar la carrera a poco de empezarla por ser requerido por sus padres, que le impidieron también realizar la carrera militar, por la que sentía especial inclinación. Militando en el Partido Demócrata y viviendo en Elche de sus propiedades, emprendió una lucha contra los caciques locales por el control del Ayuntamiento. En 1860 se ofreció a la Reina para luchar contra los carlistas y fue elegido concejal encabezando una candidatura demócrata. El Gobierno respondió nombrando un alcalde-corregidor para impedir la toma de posesión de los nuevos ediles; fue encarcelado junto a otros doce concejales, y al ser puesto en libertad por falta de pruebas, el Ayuntamiento electo fue destituido y sustituido por otro nombrado por Real Orden. En 1864 se creó por iniciativa de Cánovas del Castillo el Subgobierno de Elche, que mantuvo la persecución a los liberales de Santamaría.
Habiendo subido al poder los unionistas de O’Donnell y estando asolada la población ilicitana por la epidemia de cólera, fue llamado a ocupar una de las alcaldías en 1865, que desempeñó hasta la vuelta al poder de los moderados de Narváez. El 9 de agosto de 1866 fue destituido de su cargo municipal, sufriendo un atentado frustrado, en el que salvó la vida al ser confundido con un amigo que salía de su casa y que fue asesinado de cinco balazos. Unos días después, el 27 de agosto, fue encarcelado y trasladado a la prisión del castillo de Santa Bárbara de Alicante, del que salió el 15 de octubre para ir al penal de Cartagena, siendo llevado el día 30 a Ceuta y el 16 de diciembre al castillo de San Sebastián de Cádiz, donde se reunió con otros trescientos deportados, fruto de la represión desencadenada por los sucesos del Cuartel de San Gil. El 25 de enero de 1867 salió, por fin, deportado para Canarias, permaneciendo tres meses en el castillo de Paso Alto de Santa Cruz de Tenerife, hasta que fijaron su residencia en Las Palmas de Gran Canaria, donde recobró la libertad el 27 de noviembre de 1867, después de sufrir dieciocho meses de humillaciones y penalidades. De regreso a Elche, las nuevas persecuciones de que era objeto le animaron a irse a Madrid, donde se integró en las organizaciones revolucionarias demócratas desde julio de 1868.
Al pronunciarse Cádiz en septiembre de 1868, fue a Alicante y, tras participar en el fracasado alzamiento de la capital, marchó a los campos de Elche, donde levantó una partida republicana que sublevó Crevillente, Callosa de Segura y Almoradí, saliendo victoriosa de un encuentro con las fuerzas del Gobierno en Dolores el día 27. Desde aquí se dirigió por Orihuela al territorio rebelde, escoltando al general Prim en su entrada a Murcia el día 30. Triunfante la revolución, presidió la Junta revolucionaria ilicitana, fue nombrado diputado provincial (colaboró en el periódico La Revolución, de la capital alicantina) y, tras las elecciones municipales de diciembre, elegido alcalde de Elche a primeros de año. En enero de 1869 fue elegido diputado por Alicante de las Cortes Constituyentes por el Partido Republicano Democrático Federal.
Ese mismo año se adhirió, junto a otros diputados republicanos, al Pacto federal de Tortosa y colaboró en el periódico madrileño La República Ibérica, de Miguel Morayta.
Estando en Madrid, apadrinó al infante Enrique de Borbón en el duelo que le costó la vida, contra el duque de Montpensier, en marzo de 1870. Al condenar el Directorio del partido la Declaración de la prensa republicana del 7 de mayo, que había impulsado Morayta y otros intelectuales para condenar las ideas pactistas de Pi y Margall, que consideraban un peligro para la integridad de la patria, apoyó a los declaracionistas y no firmó el manifiesto pro-directorio de los diputados republicanos. En noviembre de 1870, al elegirse el nuevo monarca, votó en las Cortes a favor de la República Federal. Durante el reinado de Amadeo I resultó derrotado en las elecciones a Cortes y tomó parte en las asambleas federales celebradas en Madrid en 1871 y 1872. Representó a Cádiz en la Asamblea Nacional que proclamó la República el 11 de febrero de 1873. Tres días después, el presidente Figueras le nombró gobernador civil de Málaga, pero dimitió a los pocos días, cesando en el cargo el 6 de marzo. Desde finales de ese mes fue vocal de la Junta directiva del Centro Político Electoral Federal, luego Centro Federal de Elecciones, de la plaza del Carmen de la capital, que presidía Francisco Rispa y Perpiñá.
En mayo fue elegido por el distrito de Elche diputado de las Cortes Constituyentes que proclamaron la República Federal el 7 de junio. El 3 de enero de 1874 votó contra Castelar, momentos antes de ser disueltas las Constituyentes por las fuerzas del general Pavía. Tras el golpe de Estado, permaneció encarcelado en Madrid hasta el 9 de mayo siguiente. Retirado a la vida privada con la Restauración, se dedicó a sus negocios relacionados con la construcción, aunque no todos le salieron bien. En julio de 1872 había recibido una concesión para construir un canal de riego, derivado del río Duero, en la provincia de Burgos, que transfirió a la Sociedad de Riegos de Castilla en 1875, pero la misma fue declarada caducada por el ministro Albareda, por no haber ejecutado las obras, en 1881, perdiendo la fianza de doce obligaciones del Estado para ferrocarriles, por un valor de 6000 pesetas nominales. También estableció unas yeserías en Vallecas. Murió asesinado por unos ladrones en el camino de Madrid, cuando se dirigía a su negocio del sur de la capital con la nómina de sus trabajadores.
Tras su fallecimiento, dicho ministro desestimó en diciembre de 1882 otra instancia suya, promovida junto a José Regoly de Márquez, en la que solicitaban que se les concediese ejecutar en el plazo de diez años los trabajos catastrales de la Península e islas adyacentes, depositando como garantía un millón de pesetas.
Obras de ~: con F. A. Botella, Las siete palabras del Redentor en la Cruz, Elche, 1850; Elche y la Tempestad. Triste memoria de los desastres que ocasionó en esta villa la tormenta de la noche del 6 al 7 de diciembre de 1853, Elche, 1853; Demetria o el sistema métrico al alcance de la mujer. Lectura para niñas, Madrid, Imprenta y Librería de Moya y Plaza, 1881.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 60 n.º 3 y 74 n.º 3.
VV. AA., Los diputados pintados por sus hechos. Colección de estudios biográficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869, t. I, Madrid, R. Labajos y Cía., 1869-1870, págs. 408-409; E. Rodríguez-Solís, Historia del Partido Republicano español, t. II, Madrid, Imprenta de F. Cao y D. del Val, 1893, págs. 641-642; V. Ramos, Historia parlamentaria, política y obrera de la provincia de Alicante, ts. I-II, Alicante, Gráficas Vidal-Leuka, 1988; G. de la Fuente Monge, Los revolucionarios de 1868, Madrid, Marcial Pons Historia, 2000, págs. 40-53.
Gregorio de la Fuente Monge