Ruiz Giménez, Joaquín. Jaén, 1854 – Madrid, 16.VI.1934. Político y jurisconsulto.
Hijo de familia acomodada, hizo en Granada sus estudios de Derecho y se inició en tareas periodísticas en La Regencia, militando siempre en el Partido Liberal a las órdenes del conde de Romanones.
Comenzó su vida pública con la organización de una exposición provincial en su ciudad natal que alcanzó premios de la Diputación Provincial. En 1813 era concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, comenzando así lo que sería una actividad a la que dedicó muchos esfuerzos, la municipalista.
Diputado a Cortes en 1898, continuó siendo elegido como tal hasta 1911 en que fue designado senador vitalicio. Desde 1900 formó parte del Consejo de Instrucción Pública y fue delegado regio de Primera Enseñanza en Madrid en 1902, promoviendo la construcción de magníficos edificios de grupos escolares, algunos todavía en funcionamiento. En 1910 fue nombrado fiscal del Tribunal Supremo por un gobierno presidido por Canalejas, y en 1912 alcalde por el conde de Romanones el 6 de febrero, sustituyendo a Francos Rodríguez, cargo en el que permaneció un año y cuatro meses, cesando el 19 de junio de 1913, sustituido por Eduardo Vicenti, para ocupar el cargo de ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, en un gobierno de Eduardo Dato, que cesó en octubre de ese mismo año. En 1915, el 13 de diciembre, volvió a ser designado alcalde de Madrid, sustituyendo a Prado Palacios, por un gobierno presidido por el conde de Romanones y permaneció en el cargo cinco meses hasta el 8 de mayo de 1916, en que fue sustituido por el duque de Almodóvar del Valle. Volvió a ocupar cargo en 1916 en el gobierno del conde de Romanones que duró un año. Por tercera vez designado alcalde de Madrid, el 18 de diciembre de 1922 sustituyó al conde del Valle de Súchil, tras el choque del Ayuntamiento con la Compañía Metropolitana, y permaneció en el cargo ocho meses hasta que el 5 de agosto de 1923 le sustituyó Nicoli, nombramiento que se produjo por un gobierno de García Prieto. Por último, todavía una vez más, fue por cuarta vez alcalde de Madrid en 1931, tomando posesión el 19 de febrero y cesando el 14 de abril por la proclamación de la República.
Es el político que más veces ha sido alcalde de Madrid hasta la fecha, pero su estancia en el cargo duró, sumados todos los mandatos, poco más de dos años, siendo el primero el más prolongado.
Dada la brevedad de los mandatos, analizados aisladamente, no ofrecen un especial relieve. En el primer mandato (1912) ordenó las nuevas estatuas al Cabo Noval de Mariano Benlliure y el monumento a los saineteros, de Coullaut Varela, que tuvieron su primer emplazamiento en la plaza de Oriente y en la glorieta de San Vicente; el comienzo de servicios del Hotel Palace, cuyo primer cliente pagó 8 pesetas diarias en habitación con baño; y la inauguración como cine del Salón “Doré” así como la del primer campo de fútbol del Atlético, en la calle de Narváez; una lápida al escritor Valera en la casa en que murió y, como símbolo de una Gran Vía que comenzaba a ser realidad, el fin de la construcción de la Casa de la Iglesia de San José, en la esquina de Alcalá, sobre el solar de la antigua Casa del Cura, donde habían comenzado simbólicamente las obras. Pero, sobre todo, debe destacarse por su trascendencia, la concesión de un importante concurso de obras de alcantarillado que se realizaría a través de los siguientes diez años.
Su segundo mandato (1915) comenzó cuando Madrid tenía poco más de medio millón de habitantes y la matriculación de automóviles había llegado al número 2346. Se coloca en el Retiro la estufa-invernadero que había sido de los jardines del hotel del marqués de Salamanca, en la cual y a sus alrededores se labró la primera rosaleda del parque; se terminó el edificio del Colegio marianista del Pilar, en Príncipe de Vergara, y el Hospital de Jornaleros de la calle Maudes y se eligió el proyecto de Coullaut Varela para levantar en la plaza de España el Monumento a Cervantes.
El inicio de su tercer mandato (1922) coincidiendo con la inauguración del Palacio del Hielo, en la calle Duque de Medinaceli, ambicioso centro de recreo que, alrededor de una pista de hielo, reunía restoran, cabaret, venta de autos y sobre todo sala de juegos, por eso al ser prohibidos éstos, acabó con la base del negocio (hoy edificio de Humanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas); se acabaron las obras del Hotel Victoria, construido sobre el antiguo Palacio de Ariza, que había sido residencia de la marquesa de Montijo, y se abrió y desarrolló gran actividad artística el desaparecido kiosko de música del paseo de Rosales, que fue uno de los centros de la todavía joven Banda Municipal; efectuó la primera prohibición de la circulación por las calles de carros de dos ruedas, entre innumerables protestas, y hay que recordar que fue personal iniciativa de Ruiz Jiménez el que se hicieran paseos laterales en la entonces naciente canalización del Manzanares; debe anotarse la convocatoria de una sesión especial del Ayuntamiento dedicada al recuerdo y obra del gran impresor Ibarra.
Por último, su cuarto y último mandato (1931), además de su brevedad, estuvo marcado por el momento político que se vivió y en el que resultaba difícil apartarse de esa lucha, sin embargo el Ayuntamiento, después del detenido y excelente estudio realizado por una Comisión Especial, acordó que el Teatro Español debía ser explotado por concesión del Ayuntamiento, por temporadas, a compañías teatrales de reconocido mérito y categoría, y el establecimiento de una Comisión del Control formada por Ayuntamiento, autores, y críticos que aprobara las obras que habrían de representarse. El cambio de régimen anuló este acuerdo municipal.
Sin embargo, su labor al frente del Ayuntamiento destaca por lograr varias realizaciones importantes, como lo fue el ensanche de la calle de Peligros y la terminación de un tramo de la Gran Vía. Además, durante toda su vida se advierte una clara vocación municipalista y realizó trabajos importantes sobre temas referidos al municipio madrileño, como lo son la serie de artículos que publicó en El Imparcial desde febrero de 1901 hasta marzo del mismo año, bajo la rúbrica general de “La cenicienta de la casa”, y de los que alguno de los temas tratados continúa teniendo actualidad un siglo después. Merece recuerdo el largo trabajo publicado en el Heraldo de Madrid, el 20 de julio de 1899, sobre el canal de Isabel II, trabajo muy documentado sobre fondos del Archivo de la Villa.
En el Congreso pronunció también muchos discursos de tema municipalista y referidos a Madrid, en distintas ocasiones de su larga vida política como diputado por esta circunscripción. Fue senador y ocupó la medalla número 30 de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Obras de ~: Aspecto histórico de la provincia de Jaén, 1879; Bocetos históricos, 1880; Por Madrid, trabajos parlamentarios, 1901; Nacionalización y municipalización de los servicios colectivos (discurso de ingreso), Madrid, Real Academia de Ciencias Políticas y Morales, 1921; Pretérito y presente, s. f.; De mi archivo, 1925.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 90 n.º 11, 111 n.º 22, 113 n.º 29, 115 n.º 29, 117 n.º 29, 119 n.º 24, 121 n.º 24 y 123 n.º 24; Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0397-03.
J. M. Cuenca Toribio, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; Anuario, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 2002.
José del Corral Raya