Montejo y Rica, Tomás. Baeza (Jaén), 13.XII.1856 – Madrid, 29.IV.1933. Abogado, catedrático y político.
Provenía de una familia de tradición política y sus primeros pasos se dirigieron hacia los altos estratos de la administración judicial. Cursó sus estudios de Derecho en las Universidades de Granada y Madrid y en 1877 accedió, con el número 1 de su oposición, al cuerpo de letrados del Consejo de Estado. Desde muy joven participó, como secretario y vicepresidente, en las actividades de la recién creada Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Ejerció la abogacía y desempeñó durante nueve años, por elección de sus compañeros, la secretaría del Colegio de Abogados de Madrid. Desarrolló su vocación legal, no sólo en el ejercicio privado de la profesión, sino también como vocal de numerosas comisiones —Junta Superior de Prisiones, Comisión General de Codificación, Comisaría General de Seguros, Comisión de Reforma Tutelar de los Penados—, como asesor de otras en ocasiones puntuales —por ejemplo, la ponencia sobre jurados mixtos que figuró en la información abierta por la Comisión de Reformas Sociales—, como orador y ponente en diversos congresos jurídicos y como autor o prologuista de varias obras relativas a la práctica forense y a la redacción de instrumentos públicos.
Muy pronto comenzó a compaginar la práctica del Derecho con su enseñanza, al obtener en 1882, mediante oposición, una plaza de catedrático de Derecho Mercantil y Penal y Procedimientos Judiciales, que desempeñó primero en la Universidad de Valladolid y luego en la Facultad de Derecho de Madrid.
Su actividad académica trascendió las labores de la cátedra, pues fue encargado de pronunciar el discurso inaugural del curso académico de 1911 a 1912, que versó sobre las soluciones ensayadas en Europa para disminuir los conflictos laborales. En 1916 ocupaba el cargo de vicerrector de la Universidad Central y, cuando se jubiló en 1928, por razones de edad, se le nombró rector honorario de la misma.
Destacó como orador en los foros culturales y académicos madrileños. Activo ateneísta en las últimas décadas del siglo xix, intervino en un conocido ciclo de conferencias sobre los avances sociales en esa centuria con el estudio de la figura del abogado Manuel Cortina, cuya biografía —que guardaba muchos paralelismos con la suya propia— le sirvió de pretexto para resaltar la participación de los juristas en el desarrollo de la sociedad decimonónica española. Elegido el 22 de julio de 1914 miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, su discurso de ingreso versó sobre la definición del poder judicial frente al legislativo y al ejecutivo, reflexionando sobre la necesidad de que el primero, por su enorme importancia, resultase independiente, idóneo y propiamente constituido e ilustrando esta disertación con un ejemplo de la relación entre las funciones judicial y legislativa, aquel en el que la primera se veía obligada a intervenir para declarar “la inconstitucionalidad de las llamadas leyes ordinarias —por oposición a las Constituciones—”.
Participó desde muy tempranas fechas en la actividad legisladora de las Cámaras, siendo elegido diputado a Cortes, por primera vez, en la legislatura de 1886-1887, y continuando en las de 1891 y 1898.
Posteriormente pasó a representar a la provincia de Cuenca en el Senado, durante las legislaturas de 1903-1904, 1905-1907, 1907-1908, 1910-1911, 1914-1915 y 1916-1917, hasta que, por R. D. de 22 de agosto de 1919, se le nombró senador vitalicio y lo fue hasta la desaparición de la Cámara Alta durante el directorio militar. Su actividad parlamentaria puede caracterizarse de continuada y variada, pues, además de intervenir en la Comisión de Presupuestos, su voz se hizo oír en numerosos debates, tales como: leyes del jurado, emigración, prisión condicional, justicia municipal, casas baratas para obreros, reconstrucción de la escuadra, reforma de la Administración local, secretariado judicial, etc.
Ocupó, por primera vez, la cartera ministerial de Instrucción Pública y Bellas Artes desde el 29 de diciembre de 1920 al 13 de marzo de 1921, en el Gobierno conservador presidido por Eduardo Dato Iradier hasta su asesinato. Mantuvo con este político “frecuente trato y cariñosa y firme amistad” desde su juventud, hasta el punto de que, dentro de los homenajes que se organizaron tras su muerte, se encargó a Montejo la elaboración de la oración fúnebre que le dedicó la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que ambos eran académicos de número.
También mantenía una cierta amistad personal y política con José Sánchez-Guerra Martínez, quien le llevó de nuevo al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes desde el 1 de abril al 4 de diciembre de 1922. Por sus servicios al Estado español se le concedió la Banda y placa de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Entre los aspectos más conocidos de su gestión ministerial destacan la creación, con el R. D. de 2 de junio de 1922, de Escuelas Maternales modelo que se organizaron, con carácter de ensayo, en centros de Madrid, Zaragoza, Córdoba, Granada, Valencia y Jerez de la Frontera; la constitución, por R. D. de 31 de agosto de 1922, de una Comisión Central contra el Analfabetismo —de la que formaron parte personalidades tan relevantes como Rufino Blanco, Domingo Barnés o Pedro Poveda— y la coordinación de un plan de actividades en las comarcas más deprimidas (Almería, Málaga, Jaén, Las Hurdes y Madrid), que puede considerarse como la primera campaña general de alfabetización realizada en España; la organización, a través de la R. O. de 11 de septiembre de 1922, de secciones especiales para niños y niñas ciegos en cada una de las Escuelas graduadas anejas a las Normales de Madrid, que posiblemente sea el ensayo pionero de integración escolar de minusválidos físicos en nuestro país; el establecimiento en Melilla de una Escuela General y Técnica; la fundación del Comité de Geodesia y Geofísica; la reordenación de los estudios de Comercio; el diseño y organización, mediante el R. D. de 25 de septiembre y la R. O. de 30 de noviembre de 1922, de un programa de cursos y clases complementarios de extensión cultural y formación profesional para las escuelas primarias; y la suspensión, por R. D. de 31 de julio de 1922, del régimen de autonomía para las universidades españolas concedido en 1919 por su antecesor César Silió.
Obras de ~: [Discurso leído ante el Congreso de Americanistas proponiendo que “los Gobiernos de todos los pueblos cultos declaran fiesta universal el 12 de Octubre de 1892 por corresponder á el día el Cuarto Centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo”... etc. etc.], Madrid, septiembre de 1881; “D. Manuel Cortina. Estudios sobre el foro y los tribunales españoles”, en Ateneo de Madrid, La España del siglo XIX, colección de conferencias históricas celebradas durante el curso de 1885-1886, t. III, Madrid, Imprenta de El Liberal, 1887, págs. 289-319; Procedimientos judiciales, curso de 1892 a 1893, Madrid, 1893; “Prólogo”, en C. de Lecea, Apuntes para la historia jurídica de Segovia, Segovia, Tipografía Ondero, 1897; “Prólogo”, en J. Silvela Loring y J. Barriobero y Armas, Manual de práctica forense: colección ordenada de escritos e informes orales, Madrid, Hijos de Reus, 1904; Las instituciones modernas para prevenir o resolver los conflictos entre patronos y obreros, discurso leído en la solemne inauguración del curso académico de 1911 a 1912 en la Universidad Central, Madrid, Imprenta Colonial, 1911; “Prólogo”, en V. Sancho-Tello y Burguete, Redacción de instrumentos públicos, Valencia, Antonio López y Cía., 1914; La función judicial: Indicaciones referentes al concepto de la misma, a los derechos que debe amparar, y al modo como debe ser ejercida. Discurso leído por ~, en el solemne acto de su recepción en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el día 27 de febrero de 1916 y Contestación del Excmo. Sr. D. Javier Ugarte, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1916; Programa para un curso de Práctica forense, Madrid, Victoriano Suárez, 1920; Necrología del Excmo. Sr. Don Eduardo Dato e Iradier, individuo de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas leído ante la misma en la sesión del 24 de enero de 1923 por el Excmo. Sr. ~, Académico de Número, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Jaime Ratés, 1923; con J. Sánchez Guerra, La crisis del régimen parlamentario en España: la opinión y los partidos. Discurso leído por ~, en el solemne acto de su recepción en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y Contestación del Excmo. Sr. D. Tomás Montejo Rica, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1923.
Fuentes: Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0295- 06; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 104 n.º 1, 105 n.º 43 y 111 n.º 12.
María del Mar del Pozo Andrés