Zuazo, Andrés de. ?, c. 1500 – Monasterio de Herrera (Burgos), 2.VII.1558. Monje cisterciense (OCist.), abad, teólogo, canonista, procurador de la Congregación de Castilla en Roma.
Según fray Rosendo Calderón, historiador de Herrera, “fue natural de la provincia de Álava donde es bien conocida la familia de los Zuazo”, sin precisar el lugar ni fecha de su nacimiento, si bien se ha deducido basándose en la toma de hábito en Herrera el 6 de mayo de 1515. Ofició en la ceremonia fray Fernando de Baltanás, presidente de abad nombrado por el general reformador, por cuanto eran días en que Herrera se hallaba aún sometido al régimen comendatario, de funestos recuerdos en todos los monasterios. Profesó en 1516 en manos de fray Pacífico de Ovalle. En esos años de su ingreso, se estaba imponiendo en la Congregación de Castilla un sistema avanzado de enseñanza que culminaría en el establecimiento de colegios donde los alumnos más aventajados cursaran las carreras superiores y llegaran a colocarse a la cabeza de la Orden. Uno de los primeros en beneficiarse de sus frutos fue fray Andrés, cuyo nombre bien pronto comenzó a sonar entre los varones llamados a prestar importantes servicios a la Orden.
En el capítulo general celebrado en Montesión en 1540 fue designado el padre Zuazo para el destacado cargo de procurador en Roma. Desarrolló allí una actividad extraordinaria, obteniendo diversas bulas para los monasterios y logrando que algunos que gemían aún bajo el régimen comendatario pudieran unirse definitivamente a la congregación castellana, entre ellos el de Oseira, uno de los principales de España, unido en 1545 después de grandes conflictos con los abades comendatarios. En sus días, habiendo vacado la abadía gallega de Xunqueira de Espadañedo, por muerte del abad comendatario, el papa la confió al padre Zuazo, quien habiéndola aceptado, propuso al papa que pudiera unirla a la observancia española como en efecto se realizó en 1545.
Se interesó por el bien de todos los monasterios que necesitaron de su ayuda, de manera especial en favor de su monasterio de Herrera, por ser la casa de su profesión. Sólo se destacará lo que refiere el historiador de la casa, “de haber logrado incorporar el monasterio a las disposiciones de Pablo III, quien, para contrarrestar las doctrinas disidentes de los luteranos contra la divina Eucaristía, instituyó en el convento de la Minerva una cofradía concediendo grandes indulgencias a sus cofrades para que estos se ocupasen en el mayor culto y reverncia deste augusto sacramento. Nuestro monje alavés, queriendo que sus cohermanos de Herrera secundaran esos deseos del papa, en desagravio de la Eucaristía, obtuvo bula del cardenal protector de la archicofradía de la Minerva, para extenderla a los monjes a fin de obtener a la vez ellos las gracias vinculadas a la misma. No solamente se preocupó de obtener esta gracia, sino que en los cuatro años de estancia en Roma procuró conseguir multitud de reliquias para enriquecer con ellas su monasterio, engastándolas en preciosos relicarios”.
Al regresar de Roma y renunciada la abadía perpetua de Junqueira, como queda insinuado, fue sublimado a la sede abacial del propio monasterio de Herrera por primera vez en 1546, y al finalizar se le eligió nuevamente por tres años en 1550, que se convirtieron en cinco, por coincidir con una crisis habida en la congregación de Castilla. En esa ocasión, además de abad de Herrera, fue elegido fray Andrés definidor o consejero del general, junto a otros monjes prestigiosos, sobre cuyo definitorio escribió Manrique: “Jamás vio ni vería nunca la Congregación a su frente para regirla, un definitorio de personas más graves y cualificadas”, sobre cuyo extremo apostilla fray Rosendo Calderón: “En que se conoce la grande autoridad del padre fray Andrés de Zuazo que mereció entrar en un diffinotio tan grave siendo electo por dos presidentes de tan alto juicio y gravedad”.
Al finalizar su gobierno en Herrera en 1554, fue elegido fray Andrés por uno de los cuatro consiliarios de la Congregación, cargo reservado a los monjes más destacados. Al mismo tiempo se le confió la abadía de Benavides (Palencia), que rigió durante un trienio; finalizado éste, nuevamente pasó a ser definidor y a tomar posesión del gobierno de su propio monasterio. Algunos autores añaden que ostentó el mismo cargo abacial en el monasterio de Montederramo (Orense), noticia que no parece muy clara. Su último servicio prestado a la Orden fue otra vez en su propio monasterio de Herrera en 1557, pero duraría poco tiempo al frente de ella, pues se hallaba ya vacante el 12 de julio del año siguiente (1558) en que ostentaba el cargo de “presidente” de abad fray Juan de Bujedo. Fue elegido en el mismo mes y año como abad fray Sebastián de Villariga, de donde se infiere que fray Andrés vino a morir a principio del mes de julio del dicho año de 1558.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, doc. sobre el monasterio de Herrera, ms. del padre R. Calderón, leg. 1106.
A. Manrique, “Compendio de la Observancia de la Congregación de Castilla”, en Anales Cistercienses, t. IV Lugduni, Iacobi Cardon, 1659, passim; D. Yáñez Neira, El Monasterio de Santa María de Herrera, s. l., 1972 (inéd.), págs. 143-147.
Damián Yáñez Neira, OCSO