García de Paredes, Diego. Trujillo (Cáceres), 1506 – Venezuela, 1563. Militar, conquistador, fundador y gobernador.
De ilustre ascendencia, hijo natural del coronel del mismo nombre que combatió en las guerras de Italia y fue conocido por su extraordinaria fuerza física y vigor con el sobrenombre de El Sansón de España.
Los Paredes eran originarios de la villa palentina de Paredes de Nava, de donde tomaron su apellido. Una rama de la familia se había establecido en Extremadura en el siglo XIII y había emparentado con las principales familias de Trujillo. También la madre, Mencía de Vargas, era de ilustre linaje; estaba emparentada con la familia Pizarro.
Nació en los primeros meses del año 1506, sin que se sepa la fecha exacta, y enseguida pasó al cuidado del padre. Cuando el niño contaba con escasos meses de edad, el coronel García de Paredes tuvo que ausentarse por razones de su cargo militar, dejándole al cuidado de un primo suyo, Hernando Corajo, que murió cuando el niño tenía siete años, por lo que éste pasó a depender de los cuidados de otro primo de su padre, Sancho de Paredes. Su educación fue la que correspondía a un hidalgo. Tuvo un instructor que le enseñó Matemáticas, Cosmografía y Geografía, al tiempo que recibía un activo entrenamiento físico, destacando enseguida como hábil jinete y diestro en el manejo de las armas. Creció en un ambiente épico de guerras y conquistas, influenciado por las hazañas militares que se contaban de su padre, quien estaba considerado como uno de los más aguerridos militares de la época, por lo que sin duda se vio influenciado, decidiéndose ya en los primeros años de su juventud a seguir la carrera militar y alcanzar el éxito y la fama del padre.
A la edad de dieciocho años, en 1524, embarcó para América en el sexto viaje de Francisco de Lizaur, secretario del gobernador de Panamá, Nicolás de Ovando. Después de una breve estancia en Panamá, marchó a Nicaragua y posteriormente a Honduras, donde por entonces se encontraba Hernán Cortés. Allí estableció relación con Pedro Dávila, Hernando de Córdoba, Gabriel de Rojas, Benito Hurtado y otros capitanes, aunque sin tomar por el momento parte activa en ninguna expedición. Entre los capitanes españoles que se encontraban en Nicaragua se hablaba de una gran expedición sobre el Perú, de donde se tenían noticias de la existencia de un poderoso y rico imperio, el incaico, cuya localización no se precisaba. Esta expedición era la segunda que organizaba Francisco Pizarro a las tierras peruanas y de la que regresaría a finales de 1528 sin alcanzar el objetivo perseguido, pero habiendo llegado hasta la ciudad costera de Túmbez, de donde había traído objetos de oro, ricas mantas tejidas por los indígenas y otras manufacturas.
De regreso en Panamá, base geográfica de la empresa de descubrimiento y conquista del Perú, García de Paredes se encontró con su primo hermano Francisco Pizarro, que estaba ultimando los preparativos de su tercera —y definitiva— expedición a la tierra de los incas, en la que se alistó inmediatamente, marchando entre la tropa como oficial de Infantería. La expedición, compuesta por aproximadamente doscientos hombres repartidos en tres navíos, partió en enero de 1531. En la costa peruana fundaron la ciudad de San Miguel, para que les sirviera de base para la conquista del imperio incaico. El 24 de septiembre de 1532 se puso en marcha la expedición terrestre hacia Cajamarca, donde el soberano del imperio, Atahualpa, había instalado su residencia. Llegaron allí, tras cruzar la cordillera de los Andes, el 14 de noviembre de 1532. Al día siguiente, mientras la caballería atacaba el campamento indígena, un grupo de infantes, entre los que se encontraba García de Paredes, consiguió capturar a Atahualpa sin que éste sufriera ningún daño, tal como había ordenado Pizarro.
Después de estos sucesos, tomará parte en todas las acciones militares en tierras incaicas, como la batalla de Jauja, en septiembre de 1533, y el sitio de Cuzco, la capital del imperio, que será tomada el 15 de noviembre de 1533.
Una vez concluida la conquista del Perú, fue comisionado para acompañar a Hernando Pizarro a España para rendir cuentas a Carlos V y hacerle entrega del quinto real de la plata y el oro arrebatado a los incas. Primero se dirigieron a La Española (Santo Domingo) y desde allí, embarcados en una frágil carabela, la Santa María del Campo, pusieron rumbo a España, llegando a Sevilla el 14 de enero de 1534.
Después se dirigieron a Barcelona, donde se encontraba el Emperador. Tras la audiencia, García de Paredes decidió ponerse al servicio de Carlos V para combatir en las luchas que España sostenía en los diferentes reinos europeos y territorios del norte de África, principalmente Túnez, Italia y Alemania. A pesar de los requerimientos de los hermanos Pizarro para que volviera con ellos a Perú, nunca volvió a pisar aquellas tierras.
En 1536 se enroló, a las órdenes del marqués del Vasto, para combatir contra los franceses en las campañas del Piamonte. En la tregua acordada entre franceses y españoles, asistió a la entrevista celebrada entre Francisco I y el marqués del Vasto. Pasó después a combatir en Milán y posteriormente lo hizo en la campaña del Mosa. En tierras de Flandes formó parte de los famosos Tercios. Por todas estas acciones militares obtuvo el grado de capitán.
En 1544 volvió a España y permaneció durante algún tiempo en Trujillo. Allí le llegaron noticias de que su paisano y pariente, Francisco de Orellana, había regresado después de descubrir el río Amazonas y, tras recibir los nombramientos de adelantado y gobernador de los territorios descubiertos, se encontraba en Andalucía realizando preparativos para una segunda expedición a aquella zona. García de Paredes se puso rápidamente en camino hacia Sanlúcar de Barrameda, donde, para marzo de 1545, Orellana ya tenía sus naves equipadas y listas para partir y estaba reuniendo gente para el viaje. García de Paredes se sumó a la expedición, compuesta por cuatro grandes navíos y unos cuatrocientos hombres, que zarpó el 11 de mayo. Este viaje se convirtió en una suma de contratiempos y desdichas. Ya a la altura de las islas Canarias, perdieron un barco con los más de cien tripulantes que iban a bordo. Después naufragó otro, hasta que, tras siete meses de viaje, el 20 de diciembre de 1545, la expedición, reducida a dos barcos y unos doscientos hombres, se internó en el Amazonas, por el que navegaron durante casi un año y donde sufrieron toda clase de penalidades: las fuertes corriente del río, el malsano clima de la selva ecuatorial, el hambre y las enfermedades infecciosas, a consecuencia de las cuales fue muriendo un hombre tras otro. A mitad de su recorrido, la corriente y los obstáculos del río dieron al traste con una de las dos embarcaciones, muriendo en el naufragio la mitad de sus ocupantes.
Poco después, le llegó el turno a Francisco de Orellana, quien en noviembre de 1546 dejó su vida en las orillas del río. Los pocos supervivientes, con García de Paredes al frente, siguieron navegando hasta conseguir salir del río y poner rumbo a isla Margarita (Venezuela), a donde arribaron a finales del año 1546, con el barco prácticamente destrozado y en un penoso estado de agotamiento y desnutrición. Desde allí se dirigió a La Española, donde le llegaron noticias sobre las riquezas del territorio de los chibchas del Nuevo Reino de Granada (actual Colombia). Decidió entonces emprender viaje hacia Bogotá siguiendo la costa atlántica. Ya en las sabanas de Bogotá, tomó parte activa en la pacificación de los indios musos y posteriormente, con el conquistador Pedro de Ursúa, formó filas en la expedición que culminó con la fundación de Tudela de Navarra.
En 1547 se encontraba en Cartagena de Indias. En 1550 llegó a Coro y poco después se estableció en El Tocuyo, cabecera de la gobernación de Venezuela.
Entre mayo y septiembre de 1552, participó, a las órdenes de Juan de Villegas, en la fundación de la ciudad de Barquisimeto, que se pobló con vecinos de El Tocuyo, de cuyo traslado se encargó García de Paredes.
Fue nombrado regidor de su Ayuntamiento y se le concedieron cuatro encomiendas.
En 1553 combatió contra los negros del Real de Minas de Buría que se habían sublevado contra las autoridades españolas por los abusos cometidos por los encomenderos, abandonando las minas y haciéndose fuertes en los montes, desde donde amenazaban con asaltar y arrasar Barquisimeto. Una vez muerto el dirigente de la sublevación, conocido como el Negro Miguel o Miguel I, los sublevados hubieron de rendirse.
En febrero de 1556 moría el gobernador de la provincia de Venezuela, Arias de Villasinda, y pasaban a hacerse cargo de dicha gobernación, de manera interina, los alcaldes de El Tocuyo, Gutierre de la Peña y Melchor Grubel, quienes promovieron la colonización de la zona occidental de la provincia de Venezuela y comisionaron a García de Paredes para llevarla a cabo. Se trataba de un territorio hasta entonces inexplorado, de más de 2.000 km, que llegaba hasta el sureste del lago Maracaibo y donde habitaban los indios cuicas. En 1557 inició la exploración de la región y los preparativos para la fundación de una ciudad, que quedó constituida en los primeros días de 1558, con españoles provenientes de Barquisimeto y El Tocuyo, principalmente. Impuso a la ciudad el nombre de Nueva Trujillo, en recuerdo de su villa natal. Cuando ya estaban extendidas las cartas de vecindad a los pobladores y formado el Ayuntamiento y García de Paredes se dispuso a viajar a El Tocuyo para rendir cuentas de su fundación, un grupo de pobladores saqueó las propiedades de los cuicas y raptó a algunas de sus mujeres. Estos abusos hicieron que los hasta entonces amigables indios se levantaran en pie de guerra y pusieran sitio a la ciudad. En el primer ataque murieron 20 españoles y la mayoría de los caballos, ante lo cual, García de Paredes decidieron evacuar la ciudad durante la noche, dejando hogueras y antorchas encendidas en su interior. Cuando los indios se percataron de la estratagema, los españoles ya habían regresado a El Tocuyo. La Nueva Trujillo quedó abandonada y García de Paredes trasladó el asentamiento a la cabecera de un ancho valle próximo al río Bocaná. La nueva ciudad, a la que impuso el nombre de Trujillo de Salamanca, quedó instalada a finales de 1559. Con el nombramiento de teniente de gobernador, permaneció en ella hasta septiembre de 1561, en que dejó la ciudad a cargo del capitán Francisco de la Bastida por haber recibido aviso urgente del gobernador Pablo Collado para reunir tropas y marchar contra Lope de Aguirre. Con el grado de maestre de campo, se puso al frente de ciento cincuenta soldados y emprendió viaje hacia Barquisimeto.
Las tropas de Lope de Aguirre, en rebeldía contra la Corona de España, habían desembarcado en la isla Margarita en junio de 1561 y en unas pocas horas se habían hecho los dueños absolutos de ella, tras capturar al gobernador y demás autoridades y apoderarse de todas las armas que encontraron, con las que Aguirre pensaba armar a los voluntarios que se le unieran en tierra firme. Desde allí, se habían dirigido a la localidad de Borburata, en donde habían reorganizado su caballería. Poco después, desde el vecino pueblo de Valencia, Aguirre había escrito una carta a Felipe II en la que se declaraba en rebeldía contra la autoridad real y explicaba los motivos que le habían llevado a ello. Tras despachar la carta, había iniciado el avance hacia Barquisimeto. En cuanto los vecinos tuvieron noticias de que las tropas de Aguirre se dirigían hacia allí, abandonaron la ciudad. García de Paredes llegó a Barquisimeto el 7 de octubre de 1561, poco antes de la entrada de Aguirre, lo que le dio tiempo para dejar en todas las casas de la desierta ciudad las cédulas de perdón que llevaba, firmadas por el gobernador de Venezuela, Pablo Collado, y por el presidente de la Audiencia de Santo Domingo, por medio de las cuales Felipe II se comprometía a perdonar a todos aquellos que abandonasen a Aguirre e ingresaran en el ejército realista. Después, organizó su campamento a las afueras de la ciudad y se dispuso a esperar la llegada de las tropas rebeldes. Las cédulas de perdón consiguieron el efecto esperado.
Se sucedieron varios combates que fueron aprovechados por los rebeldes para desertar y sumarse al ejército de García de Paredes, hasta que Aguirre se quedó prácticamente solo en el pequeño fuerte en el que se había instalado. El 27 de octubre, cuando García de Paredes se disponía a apresarlo, Aguirre fue muerto a tiros de arcabuz por sus propios soldados.
Tras estos sucesos, regresó a El Tocuyo para hacer entrega al gobernador Collado de las banderas tomadas al ejército rebelde. La apropiación del triunfo por Collado dio lugar a un pleito entre éste, García de Paredes y el alcalde Gutierre de la Peña, quien acusaba al gobernador Collado de haber permitido, por cobardía, el avance de las tropas de Lope de Aguirre hasta el interior de Venezuela, apropiándose después de un triunfo que no le correspondía. El pleito hubo de ser dirimido en España, a donde concurrieron los tres en 1562. Tras presentar su probanza de méritos y servicios, permaneció durante algún tiempo en su Trujillo natal a la espera de la resolución del pleito. Por Real Cédula de 28 de junio de 1562 fue nombrado gobernador y capitán general de la provincia de Popayán (actual Colombia). En junio de 1563, partió hacia América para tomar posesión de su nuevo cargo. En el mes de agosto, arribó a La Española (Santo Domingo), donde embarcó con su séquito de colaboradores en la goleta San Juan Bautista, con rumbo a las costas de Venezuela, para dirigirse desde allí a su gobernación. Tras recalar en una playa en las proximidades de Cabo Blanco y desembarcar junto con sus colaboradores, fue muerto por los indios en un sorpresivo ataque, del que sólo se salvaron tres marineros que consiguieron reembarcar en el San Juan Bautista y llegaron el 5 de septiembre de 1563 a Borburata para notificar el trágico suceso.
Bibl.: R. Urdaneta, Diego García de Paredes, conquistador de América, Madrid, Editorial Victoriano Suárez, 1956; M. Muñoz de San Pedro, El gobernador y maestre de campo Diego García de Paredes, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1957; J. A. Cova, Descubridores, conquistadores y colonizadores de Venezuela, Madrid-Caracas, Sociedad Hispano-venezolana de ediciones, 1961, págs. 143-151; G. Morón, Historia de Venezuela, Caracas, Italgráfica, 1971, 4 vols.; VV. AA., Diccionario de historia de Venezuela, Caracas, Ex Libris, 1992.
Cristina González Hernández