Martínez, Juan. Juan de los Ángeles. Lagartera (Toledo), 1548 – Madrid, 1609. Escritor y religioso franciscano (OFM).
Juan Martínez, como se llamó en sus orígenes el místico español, nació en Lagartera (Toledo) en 1548, tal y como demuestra la partida de bautismo hallada entre los papeles de la parroquia del Salvador de dicha villa. Su trayectoria académica comenzó en el colegio franciscano de Oropesa, donde estudió cuatro años de Latín y Humanidades. Allí conoció a fray Pedro de Alcántara, cuyo recogimiento recordaría más tarde en los Diálogos de la conquista del reino de Dios (1595).
Pasó más adelante a Salamanca, donde ejerció como lector en Teología (1565). Tras haber completado su formación en Letras Clásicas, a comienzos de la década de 1570 fray Juan se inició en la predicación a la sombra del beato Nicolás Factor, quien ejercía su labor pastoral en Madrid por aquellos años.
Desde 1572 ésta sería la vocación principal de fray Juan de los Ángeles, como se hizo llamar el religioso toledano desde que confirmara su profesión de fe en la Orden de los Frailes Menores. De púlpito en púlpito, recorrió innumerables ciudades españolas y europeas, y participó en el impulso misionero que llevó hasta Filipinas a los franciscanos. En 1585 fue designado custodio y guardián en el convento de Guadalajara y cuatro años más tarde fundó en Sevilla el Convento de San Diego. Al frente del mismo permaneció durante el trienio siguiente, período en el cual escribió los Diálogos de la conquista del reino de Dios. Antes de concluir la obra fue llamado a Lisboa, donde se ganó la amistad del archiduque de Austria, cardenal Alberto. Tras una corta etapa de permanencia en la capital portuguesa, en 1593 fue reclamado en Madrid por el ministro provincial de la Orden para trabajar junto a él. Tras cumplir con sus obligaciones, por fin en 1595 entregó los Diálogos a la imprenta madrileña regentada por la viuda de Pedro de Madrigal. La edición príncipe no pasó desapercibida y cosechó un gran éxito entre los lectores de su época.
Desde ese momento, no cesaron los compromisos de fray Juan, que apenas tuvo tiempo para sus tareas creativas. Entre otros cargos, desempeñó los de visitador de las provincias de Valencia y Andalucía, y el de custodio de la provincia de San José. A finales del siglo xvi, publicó la Lucha espiritual y amorosa entre Dios y el alma (1600), cuya impresión coincidió con su partida hacia Italia, donde participó en el Capítulo General de la Orden. De regreso a España, y a pesar de sus deseos, le fueron asignadas nuevas responsabilidades a las que debió responder. Provincial, predicador, definidor y guardián del convento de San Bernardino en un principio, fue también confesor en las Descalzas Reales de Madrid —con especial dedicación a la infanta Margarita de la Cruz— y predicador de la capilla real de María de Austria, quien lo convenció para servir en su casa tras su regreso del Imperio. Abrumado por el peso de tantas obligaciones, desde 1602 renunció a muchos de aquellos oficios empleando su quebrantada salud como eximente.
Desde esa fecha y hasta su muerte, la relativa tranquilidad de que gozó le permitió componer la mayor parte de su obra, que salió a la luz en la Villa y Corte en el breve espacio de siete años. Fray Juan de los Ángeles murió finalmente en Madrid en 1609.
Para la literatura quedaron sus hondas composiciones, entre místicas y psicológicas, que responden al espíritu descalzo de su tiempo, aquel que rechazaba con fervor la religiosidad formalista impuesta por el confesionalismo católico de Felipe II. En sus obras el hombre busca a Dios a través de la introspección y la indagación en las pasiones y afectos del alma. Vuelto hacia sí y desligado del mundo exterior, fray Juan describe en sus escritos la vivencia mística del espíritu a través de un equilibrado estilo donde el teórico sutil interviene hasta en los pasajes más ardientes. Fue quizás esa serenidad, tan diferente a los deliquios íntimos de los mejores místicos españoles, lo que impidió a fray Juan de los Ángeles alcanzar la intensidad expresiva y la repercusión de otras figuras como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, que componían desde la experiencia, no desde el conocimiento teológico.
Obras de ~: Triunfos del amor de Dios, Medina del Campo, 1590, refundido en Lucha espiritual y amorosa entre Dios y el alma, Madrid, 1600 (Madrid, Razón y Fe, 1930-1940); Diálogos de la conquista del espiritual y secreto reino de Dios, Madrid [Viuda de Pedro de Madrigal], 1595 (ed. de Á. González- Palencia, Madrid, Imprenta de S. Aguirre, 1946; ed. de T. H. Martín, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1998); Tratado espiritual del divino sacrificio de la misa, Madrid, Imprenta Real, 1604; Consideraciones espirituales sobre el Cantar de los Cantares de Salomón, Madrid, Typ. Regia, 1607; Tratado de la presencia de Dios, Madrid, 1607; Segunda parte de la conquista o manual de vida perfecta, Madrid [Imprenta Real], 1608; Vergel espiritual del ánima religiosa, Madrid [Juan Flamenco], 1609.
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Eduardo Torres Corominas
