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Juan Bautista de Madrigal

Biografía

Madrigal, Juan Bautista de. Madrigal de las Altas Torres (Ávila), 1560 – Madrid, 24.VI.1607. Franciscano (OFM), predicador, escritor.

Juan Bautista de Madrigal nació en esta villa abulense. Estudió Arte y Teología en Salamanca. Ya ordenado sacerdote, vivió en Ávila y se asoció con otros sacerdotes en un grupo o congregación, a la que presidió algún tiempo. Arrastrado por las predicaciones del famoso predicador, franciscano alcantarino, padre Lobo en Ávila, se hizo también franciscano descalzo en Oropesa.

Fue en aquel clima sacerdotal de Ávila donde se inició y maduró en su vida de predicador y escritor.

Las obras escritas y publicadas por fray Juan Bautista fueron las siguientes: Tratado breve sobre los misterios de la misa (Cuenca, 1600); Homiliario Evangélico (Madrid, 1602); Introducción espiritual y tesoro del alma (Madrid, 1603), obra extensa; Discursos predicables (Madrid, 1605). Acerca del contenido de sus escritos, el propio padre Madrigal escribió: “Puedo afirmar que en mis escritos hallarán poca paja y mucho grano” (Homiliario, prólogo). La edición del Homiliario lleva tres “aprobaciones”. En la primera el doctor Martín Sánchez dijo: “Es doctrina católica y de mucha erudición en la Sagrada Escritura y doctrina de los Santos Doctores, y muy útil y provechosa para los fieles”. En la segunda, del doctor González de Castilla, confirmaba lo mismo. La tercera es nada menos que de fray Juan de los Ángeles y dice: “Fuera de que no hay en él cosa malsonante y que contradiga a la doctrina que enseña y sigue la Iglesia católica, hallo en él cosas muy sustanciales y de gran importancia para la reformación de las costumbres tan depravadas que vemos en el mundo mundano”.

Las huellas de sus pasos apostólicos y de sus virtudes fueron tan notoriamente santas, que le recuerda el Martirologio franciscano moderno con estas palabras elogiosas: “Día 24 de junio, en Madrid (España), el siervo de Dios Juan Bautista de Madrigal, sacerdote y confesor, ilustre por la predicación de la palabra de Dios, humildad, paciencia, oración y gran celo por la salud de las almas”. También le recuerda honrosamente fray Tiburcio Navarro en su obra sobre los “frutos póstumos de San Pedro de Alcántara”. En la ya citada Crónica franciscana se recogen, entre otras, las siguientes palabras de fray Martín de San José sobre el padre Madrigal: “Salió tan insigne en Arte, que suspendía a los oyentes como otro Orfeo con su música; pues tal y tan acordada era para el alma, la que él daba en sus sermones [...] Heredó el espíritu de su maestro, aquel celo y fuerza de palabras, que penetraban las almas, y ablandaban los corazones más duros a enmendar sus vidas. Iba dos y tres leguas en ayunas, con aguas, vientos y fríos; predicaba un sermón por la mañana y otro por la tarde, sudando de dentro y mojado de fuera. Y es indecible el provecho que hizo [...]”.

 

Obras de ~: Tratado breve sobre los misterios de la misa, Cuenca, 1600; Homiliario Evangélico, Madrid, 1602; Introducción espiritual y tesoro del alma, Madrid, 1603; Discursos Predicables, Madrid, 1605.

 

Bibl.: Fr. Martín de San José, Crónica franciscana de la Provincia de San José, libs. III y IV, s. f.; Fr. I. B. Gomis, Místicos franciscanos españoles, t. III, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1949; B. Jiménez Duque, La escuela sacerdotal de Ávila del s. xvi, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1981 (Colección Espirituales Españoles: Serie A Monografías, 11).

 

Francisco López Hernández

 

 

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