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Enrique de Nassau

Biografía

Nassau, Enrique de. Conde de Nassau-Dillenburg (III), en el Sacro Imperio Romano Germánico. ?, 12.I.1483 – Breda (Países Bajos), 13.IX.1538. Político y consejero de Estado.

Sus padres fueron Juan V y Elizabeth von Hessen-Katzenelnbogen, aunque heredó los estados de su tío, Engelbrecht III de Nassau, que había quedado sin descendencia. Este poderoso noble gozaba de la confianza de los Habsburgo, ocupando un lugar preeminente, ya que fue primer chambelán del emperador Maximiliano, y sirvió la misma dignidad entre 1502 y su fallecimiento en 1504 en la casa de Felipe el Hermoso; también fue distinguido con la presidencia del Consejo de Regencia en Flandes durante el primer viaje a España del príncipe Felipe. Era, pues, un buen protector para los inicios de la carrera de su sobrino Enrique, y le llamó desde Alemania en 1499 para que se integrara en la corte archiducal de Flandes. De modo que el joven noble teutón vivió de cerca las numerosas intrigas que giraron en torno al ambicioso príncipe, en especial en su relación con los reinos hispanos, y formó parte del séquito de Felipe en su primer viaje a España. A la vuelta, en Saboya, contrajo matrimonio por vez primera con Louise-Françoise de Saboya, que falleció el 17 de septiembre de 1511.

A pesar de su juventud, Nassau continuó progresando en el aprecio de su señor, y en 1505, antes de partir nuevamente a Castilla para tomar posesión de la herencia de su esposa, le hizo caballero de la Orden del Toisón de Oro junto a Don Juan Manuel, Felipe de Borgoña, al señor de Veyré, y a Juan de Luxemburgo, señor de Ville, primer chambelán de Felipe el Hermoso. En la confusión que siguió a la desgraciada muerte de Felipe en Burgos el 25 de septiembre de 1506, se encargó personalmente de poner a salvo junto al almirante de Flandes, desde el puerto de Bilbao, gran parte de sus pertenencias, y llevarlas de regreso a los Países Bajos. En la corte borgoñona, con el patronazgo del emperador Maximiliano, y con los títulos y riqueza heredados tras la muerte de su tío, entró en el Consejo de la Regente, Margarita de Austria, del que eran miembros, entre otros, Juan de Luxemburgo, Juan de Bergen, primer chambelán de Maximiliano, y Chièvres; iniciando además un fructífero contacto con el primogénito de su malogrado señor, Carlos de Gante, en cuya casa recibió asiento como chambelán. En 1510 entró en compañía de Bergen en el Consejo de Finanzas. Su posición en el complicado panorama político del momento parece ser de equidistancia entre las diferentes facciones cortesanas, aunque al final se inclinó por la política pro-francesa de Chièvres, que era apoyada por el señor de Veyré, Philibert Naturel, canciller de la Orden del Toisón, Charles de Poupet, señor de La Chaulx, el canciller Thomas de Plaine y Felipe Haneton.

En 1515, con la mayoría de edad de Carlos, entró en su Consejo Secreto, y poco después fue nombrado gobernador de Holanda, Zelanda y Frisia Occidental; ese mismo año contraía matrimonio en segundas nupcias con Claudia, hija del príncipe de Orange (fallecida en 1521), quien, tras la muerte de su hermano Filiberto, aportó a su linaje el prestigioso apellido, además de un hijo, René, heredero de los estados de Enrique en Flandes y Alemania.

Los encargos militares y diplomáticos que Carlos comenzó a confiar al conde de Nassau se sucedieron. A comienzos de 1515 encabezó la embajada enviada a Francia para tratar las paces con Francisco I, que cristalizó en el Tratado de Noyón de 24 de marzo, mientras que en 1519 formó parte de la misión despachada por Carlos para asegurarse la elección imperial. En 1517 había sido nombrado capitán general del Ejército, dignidad que ostentó en la guerra contra los franceses, en 1521, cuando el Rey le ordenó realizar una entrada en el reino enemigo desde el norte. Pero también avanzó en su carrera cortesana. Tras la muerte de Guillaume de Croy, señor de Chièvres, en 1521, Enrique fue nombrado primer chambelán del Emperador, de cuyo séquito formó parte en su viaje a España en 1522.

Durante los largos años que Carlos V se mantuvo en España, asentando las bases de su estabilidad política y social tras las perturbaciones habidas al principio de la década, Nassau creció en la estima de su señor. Gattinara sugirió su nombramiento como capitán general de las Guardas de Castilla, recomendación que no tuvo efecto, pues al poco se confirmó a Antonio de Fonseca en el cargo, aunque entró poco después, junto al napolitano César Ferramosca y Carlos de Poupet, señor de La Chaulx, en los Consejos de Estado y Guerra; nombramientos, muy probablemente, enmarcados en el deseo del Emperador de rodearse de personajes que tuviesen una visión más amplia de la situación europea en el momento en que, finalizada la toma de Fuenterrabía, el peso de la guerra contra Francia se trasladaba a los escenarios continentales; asimismo, asumió la presidencia del Consejo de Hacienda en las sucesivas instrucciones de febrero de 1523, marzo de 1524 y enero de 1525, recuerdo quizás de su paso por el Consejo de Finanzas en Flandes. De manera que, en 1524, era tenido “por el más acepto y privado suyo [del Emperador] de quantos andavan a su servicio”. En junio de 1526, durante la reforma en profundidad del Consejo de Estado tras la reanudación del conflicto con Francia, que supuso la incorporación del conde de Miranda y del arzobispo de Toledo, continuó asistiendo de manera regular a sus sesiones para tratar los aspectos defensivos de la Península. No obstante, sus enemigos le acusaban de no ser precisamente aficionado a las tediosas sesiones en las que los consejeros discutían los detalles del gobierno; aunque también tenía sólidos apoyos entre los ministros hispanos, como lo demuestra el hecho de que los albaceas de su testamento, firmado el 23 de julio de 1529 con ocasión de la jornada a Italia, fueran Francisco de Zúñiga y Avellaneda, III conde de Miranda, Don Juan Manuel y el doctor Vázquez, del Consejo Real.

Con todo, sin duda, Enrique de Nassau se encontraba más a gusto en las misiones militares y diplomáticas que en el quehacer diario de los consejos. En 1525 fue enviado a la Corte de Lisboa con Juan de Zúñiga para tratar con Antonio de Noroña, hermano del marqués de Villa Real, y Pedro Correa los acuerdos del contrato matrimonial entre el Emperador y la princesa Isabel de Avís; y un año más tarde participaba en los primeros pasos de las conversaciones con los franceses, que darían lugar a la Paz de Cambrai en 1529.

También en el plano personal sacó provecho, pues, guiado por su ya demostrado espíritu de buscar matrimonios ventajosos para su casa, había fijado sus ojos en una de las más ricas herederas de Castilla, Mencía de Mendoza, heredera del marquesado de Cenete. En este proyecto encontró el apoyo del Emperador, pero el enlace entre los representantes de dos poderosas casas nobiliarias se reveló materia complicada, que requirió arduas negociaciones y fue objeto de las habladurías de la corte durante muchos meses. Finalmente, el matrimonio se celebró el 27 de junio de 1524, y el día de la boda el propio Emperador hubo de intervenir para aclarar el orden de los títulos que en adelante ostentaría su primer chambelán: anteponiendo el de marqués de Cenete al de conde de Nassau; claro que el menoscabo de su linaje fue adecuadamente compensado al día siguiente, cuando Carlos V firmó un privilegio por el que concedía al recién casado la nada despreciable cifra de cinco cuentos de maravedís anuales de por vida. El nuevo marqués de Cenete se tomó muy a pecho la defensa de los intereses de sus nuevos blasones. Entre otros, inició y sostuvo un largo pleito por la posesión de las villas de Coca y Alaejos con otro anciano consejero del Emperador, Antonio de Fonseca.

En 1529, Nassau formó parte del séquito imperial que iría a la ciudad de Bolonia para celebrar la coronación de Carlos. A partir de entonces comenzó a mirar hacia sus posesiones alemanas y flamencas, largos años desatendidas, lo que implicó un cierto distanciamiento de la corte imperial. En 1532 fue nombrado cazador mayor de Brabante, y un año más tarde se encontraba en Breda. A finales de 1533, hallándose el Emperador en Monzón, regresó Nassau a España, aunque parece, según el embajador Martín de Salinas, que ya no se hallaba embarcado en los negocios oficiales, ocupado sobre todo en los pleitos que le generaba la posesión del marquesado de Cenete. A comienzos de verano de 1534 quedó tan descontento por la falta de respuesta a sus deseos, que tomó la resolución de abandonar la corte, lo que puso en efecto el 17 de agosto, hallándose Carlos V en Palencia; y lo hizo “no muy en la gracia de su Magestad ni el conde muy contento; y entre ellos hubo larga escaramuza y va muy determinado de arrancar para no volver más acá”. Sin embargo, poco después, el Emperador requirió de nuevo los servicios de Nassau, pues en el mes de octubre le envió a entrevistarse con Francisco I, con el fin de intentar separar a los franceses de la alianza que se estaba urdiendo con Inglaterra.

De nuevo en Flandes, Nassau se integró en el gobierno de la regente, la reina María de Hungría, que le confió la dirección del ejército levantado en 1536 para sofocar la rebelión de Roberto de la Marck. Sin embargo, tanto María como su hermano consideraban al conde demasiado ansioso de poder y frenaron sus aspiraciones. Los últimos meses de su vida los pasó retirado en su castillo de Breda, aunque María continuaba consultándole los asuntos de Estado. Falleció el 13 de septiembre de 1538, y con él desapareció la dignidad de primer chambelán de la casa de Borgoña de Carlos V. Fiel servidor del Emperador; sin embargo, un sobrino suyo, hijo de su hermano Guillermo, desafiaría con éxito, tres décadas más tarde, la autoridad de Felipe II, hijo y heredero de Carlos V.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Palacio Real, leg. 124 (Cenete), carilla 3.

F. J. Garma y Durán, Theatro Universal de España, vol. IV, Madrid, 1751, pág. 46; M. Lasso de la Vega y López de Tejada, Doña Mencía de Mendoza, marquesa del Cenete (1508-1554), Madrid, Viuda de Estanislao Maestre, 1942; P. Rosenfeld, The provincial governors in the Netherlands from the minority of Charles V to the revolt, New York, Columbia University, 1959, págs. 210-211; C. J. de Carlos Morales, “El Consejo de Hacienda de Castilla en el reinado de Carlos V (1523-1556)”, en Anuario de Historia del Derecho Español, LIX (1989), pág. 83; M. Gómez Lorente, El marquesado del Cenete (1490-1523), tesis doctoral, Granada, Universidad, 1990; S. Fernández Conti, “Nassau, Enrique de, III conde de Nassau, marqués de Cenete y señor de Breda”, en J. Martínez Millán, La corte de Carlos V, vol. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 292-294.

 

Santiago Fernández Conti y Félix Labrador Arroyo

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