Guerrero, Francisco. Sevilla, 1528 – 8.XI.1599. Maestro de capilla y compositor.
Es uno de los polifonistas que integran la tríada estelar de la música española del siglo XVI con Cristóbal de Morales y Tomás Luis de Victoria. Hijo de Gonzalo Sánchez Guerrero, de profesión pintor, identificado como marido de Leonor de Burgos, vecinos de San Isidoro de Sevilla. Del resto de la familia, al parecer acomodada, sólo se sabe de la existencia de un hermano diez años mayor llamado Pedro, también músico autor de composiciones cívicas y religiosas que enaltecen su talento musical.
A tenor de cuanto escribe en su autobiografía, Francisco Guerrero fue discípulo, en primer lugar, de su hermano Pedro. Posiblemente seise en la catedral de Sevilla, sería alumno de Fernández de Castilleja, maestro de la capilla, y de su asistente Bernaldo de Villalba.
A sus catorce años (1542), Guerrero era cantor contratado por el tiempo de casi un lustro. En ausencia de su hermano Pedro que se había ido a Italia, Guerrero continuó perfeccionándose en la composición bajo el magisterio del famoso polifonista Cristóbal de Morales, el cual le “encaminó en la compostura de la música abastantemente para poder pretender cualquier magisterio”, como afirma en su autobiografía.
Afirmación que repite en otros de sus escritos y dedicatorias.
El lugar y los años más intensos de su perfeccionamiento musical fue Toledo entre septiembre de 1545 y agosto de 1546, aprovechando la estancia de Morales como maestro de capilla de aquella catedral, recientemente llegado de Roma, cantor de la Capilla pontificia: año además, que culminó con la toma de posesión del magisterio de Jaén, magisterio que regentó por un trienio a fin de trasladarse a Sevilla como cantor de aquella catedral. Insatisfecho, sin embargo, por no poder ocupar la plaza de maestro asistida “a perpetuidad” por Fernández de Castilleja, acudió con resultado satisfactorio a las oposiciones abiertas en la catedral de Málaga, plaza que desestimó al enterarse que la pretendía su maestro Cristóbal de Morales. El Cabildo hispalense, por su parte, consciente de la valía de Guerrero no cesaba de requerirle hasta proponerle el cargo de segundo director, ofrecimiento que rechazó por no ser vinculante a la sucesión. En consecuencia, el 7 de octubre de 1553 optó por concurrir nuevamente para el magisterio de Málaga, vacante por defunción de Cristóbal de Morales.
De aquella contienda Guerrero salió victorioso con muchos puntos de ventaja sobre los más preclaros polifonistas del momento. Era el 13 de febrero de 1554, y como le correspondía legalmente ocupó la plaza. Con todo Guerrero tampoco esta vez llegó a regentarla por presión del Cabildo sevillano que dispuesto a retenerle le ofreció condiciones más ventajosas y la garantía de mantenerle en el cargo a perpetuidad, acreditado por la bula pontificia Pastoralis Officii de Julio III, de 1 de junio de 1554. Asentado finalmente, en el desempeño de su cargo a perpetuidad en la catedral de Sevilla, Guerrero inició una importante labor que significó para esta iglesia la época más brillante de su historia musical. Ciertamente, en esta ciudad vivió durante la mayor parte de su vida en un ambiente musical propicio de gran importancia, relacionado con los grandes vihuelistas así como participante de los cenáculos a academias interdisciplinares de su ciudad, como la de Mal Lara, de la que formaba parte Francisco Pacheco o la del marqués de Tarifa, a la que pertenecieron poetas como Gutierre de Cetina o Baltasar del Alcázar, de quienes Francisco Guerrero tomó textos para composiciones suyas.
La fama de Guerrero no era infundada. Fue el primero en publicar una colección de motetes (Sevilla, 1555), a los que configuró una ordenación tan sugestiva y estructura tan singular que sirvió de paradigma a otros compositores como Rodrigo de Ceballos, Tomás Luis de Victoria, Alonso Lobo, Juan Esquivel y Nicasio Zurita. El encargo, composición y realización recayó en el célebre tipógrafo hispalense Martín de Montesdoca que cumplió con una excelente y primorosa labor tipográfica con el título Sacrarum Cantionum.
Una edición muy singular que dedicó al príncipe Luis Cristóbal Ponce de León, duque de Arcos de Marchena. A la dedicatoria le sigue un epigrama del Tipógrafo en alabanza a la música y otro de Francisco Infante de loor al preclaro autor, más un tercero de Fernando de San Pedro también de exultación por la música de Guerrero que se edita. El contenido del libro es de catorce motetes a cuatro voces más dieciocho a cinco voces y un Pater noster a ocho voces. De ellos, doce son de Tempore, diez marianos, cinco del santoral, dos penitenciales y uno cristológico. En tales composiciones se observa el influjo del maestro Morales, particularmente en los ocho motetes canónicos y en el Pater noster a ocho voces en el que muestra el esfuerzo genial que supone mover cuatro voces con otras tantas canónicas sin traicionar la inspiración.
Guerrero se mostró muy generoso en ofrecer sus composiciones y libros a numerosos Cabildos catedralicios, destacándose Toledo y Málaga. En el curso de su vida manifestó singular afecto por aquella catedral primada, así en agosto de 1561 entregó personalmente dos códices de composiciones suyas, uno de pergamino bellamente adornado con el contenido de dieciséis Magnificat, encabezado por una emotiva dedicatoria al Capítulo toledano. Este ejemplar coincide plenamente con la edición impresa en Lovaina dos años después, dedicado al rey Felipe II. El móvil principal que justifica el duplicado de un repertorio idéntico, incluso en sus pormenores radica únicamente en el diferente destinatario a los que va dirigido: al Cabildo de Toledo y al rey Felipe II el impreso. El ejemplar impreso fue editado en la tipografía de Pierre Phalèse, Lovaina 1563. En la dedicatoria se aclama a Felipe II como el “Rey más supremo y a la vez más agraciado de los reyes” garante de la paz y seguridad de los ciudadanos, culminando con la exclamación “Salve, oh Rey que eres el orgullo y la salvaguardia de los tuyos”. El contenido es de dieciséis Magnificat, dos para cada uno de los ocho modos gregorianos, a cuatro voces.
Era el año 1557, cuando Guerrero fue recibido en audiencia por el emperador Carlos I en su retiro de Yuste. El maestro aprovechó aquel encuentro para obsequiarle con el libro de motetes impreso mencionado y una colección de misas. Otra audiencia le fue concedida por Felipe II en Madrid, el 1561 para hablar sobre la edición del libro Canticum Mariae Virginis, ya aludido. El 2 de enero de 1566 obtuvo permiso del Cabildo para viajar a Lisboa a fin de ofrecer al joven rey Sebastián de Portugal el Liber primus missarum y recabar en lo posible ayuda económica del cardenal regente Enrique, infante de Portugal, tío abuelo del Monarca. Se trata del libro de misas editado en París por Nicolai du Chemin en 1566. Contiene cuatro misas a cinco voces, Sancta et immaculata, In te domine speravi, Congratulamini mihi, Super flumina Babilonis y cinco a cuatro voces, De beata virgine, Dormendo un giorno, Inter vestibulum, Beata mater y Pro defunctis, como apéndice se añaden tres motetes.
En 1570, al frente de sus músicos y de un grupo de cantores formó parte del séquito acompañante de su arzobispo Gaspar, cardenal Zúñiga camino de Santander para recibir a la princesa Ana, hija del emperador Maximiliano de Austria y prometida esposa del rey Felipe II. Con tal motivo estuvo en Segovia, donde se celebró el matrimonio con grandes festejos.
En este año, 1570 aparece otro libro de motetes editado en Venecia en los talleres de Antonio Gardano.
En el frontispicio como galardón figura el escudo de Pío V a quien va dirigido con una sincera y cordial dedicatoria. Por su parte, proclamado pontífice Pío V le correspondió, el 22 de junio de 1566, con un escrito de agradecimiento por el obsequio de un ejemplar de su Liber primus missarum bellamente encuadernado.
Dicho ejemplar fue entregado por el Papa a la Capilla pontificia, ejemplar que todavía se conserva con señales evidentes de haber sido muy usado. El segundo libro de motetes mencionado es el editado en Venecia, 1570, dedicado al papa Pío V con el contenido de veintinueve motetes a cuatro voces, y trece a cinco voces, seis a seis voces y dos a ocho voces.
Fue en 1574, cuando a raíz de la muerte de Fernández de Castilleja, Guerrero ocupó a perpetuidad el magisterio con prebenda entera.
Después de muchas tentativas frustradas, Guerrero en la madurez de su vida y de su profesión logró satisfacer el anhelado deseo de visitar Roma. Aquella alma máter emporio de artistas seducía a los músicos más eximios del orbe. Además, Roma contaba con prestigiosas editoriales de música. Lógica, pues, era la aspiración del maestro de poder establecer un día contacto personal con aquellos valores espirituales y artísticos. Después de un malogrado intento en 1578, tuvo la dicha completa en abril de 1581. Llegado a la ciudad y asentado en ella empezó a negociar la publicación de dos libros suyos: “un segundo de misas y otro de vísperas”. Como el año de permiso se consumía sin poder acelerar más sus actividades pidió al Cabildo de su catedral unos meses más de estancia y algo de dinero de su prebenda para compensar gastos editoriales, peticiones que le fueron concedidas.
Con ello apareció el Liber secundus missarum, en febrero de 1582, edición muy lujosa digna de la tipografía Domenico Basa. Su primer apremio fue enviar un ejemplar al Cabildo de Sevilla acompañándolo de una expresiva carta de agradecimiento por las atenciones y generosidades recibidas. Simultáneamente, obtuvo el privilegio de ser recibido en privado por el pontífice Gregorio XIII, cardenal Buoncompagni, legado que fue de Pío IV en España el 1566. El motivo de su audiencia era ofrecer al Pontífice un ejemplar del mismo. Guerrero para la publicación del Liber secundus missarum se confió a la prestación de “buenas gentes” y al “fiado de Sevilla”, de ahí que libre de compromisos lo dedicara a Nuestra Señora, y la misa Ecce sacerdos magnus al papa Gregorio XIII. Contiene la misa Surge, propera amica mea a seis voces, Ecce sacerdos magnus y Della batalla escoutez, a cinco voces, Puer qui natus est nobis, Iste sanctus, Simile est regnum caelorum, De beata virgine y Pro defunctis, a cuatro voces. El otro libro del que hace mención es el Liber Vesperarum, libro muy solicitado por la calidad musical de su contenido y por el servicio que prestaba al culto litúrgico de la hora vespertina, la más solemne y de mayor afluencia de fieles, las Vísperas. Publicado en Roma el 1584, al grupo de siete salmos y de veintiséis himnos, le siguen los dieciséis Magnificat ya publicados anteriormente para finalizar con tres antífonas marianas.
De muy joven, Guerrero deseó visitar Tierra Santa, anhelo que con el tiempo y con el ejercicio de su cargo se acrecentó hasta convertirse en realidad, tal como explica detalladamente en el libro Viage de Hierusalem, editado en Sevilla por Juan de León el 1592 a solicitad de muchos curiosos y devotos. No se conoce ningún ejemplar de la generalmente tenida por edición príncipe. El relato responde a los objetivos que se había planteado; animar a hacer el viaje y ayudar al peregrino en su realización. El libro resultó interesante y muy apreciado por su utilidad, a tenor de su extraordinaria acogida. Una narración que han editado hasta treinta editoriales, por última vez el año 2000 en Sevilla.
El relato del viaje va precedido de un “Prólogo” que expone a grandes rasgos la vida de Guerrero hasta que hizo realidad su ilusión de viajar a Tierra Santa. Un relato de peregrinación bien planteado y escrito. Es una narración autobiográfica de viaje, escrita una vez finalizado éste con la intención de interesar al lector piadoso a repetirlo. Logro del relato de Guerrero es la combinación equilibrada de narración de la experiencia propia con información y avisos útiles para el futuro peregrino con indicación de los lugares en el itinerario expuesto, su descripción y la historia a ellos referida.
El viaje de Guerrero es distinto de los viajes medievales, tampoco responde a fines penitenciales o expiatorios; se limita a narrar una peregrinación devota.
En contacto con los lugares sacros, el autor vive los sentimientos que le embargaban al ejercer su oficio de compositor. El entusiasmo sentido de sus composiciones navideñas se renueva al encontrarse en la cueva de Belén, el centro más importante de toda la narración.
En resumen Guerrero escribió un relato sencillo, sobrio y con la máxima naturalidad.
El punto ideal de partida para Tierra Santa en aquel tiempo era Venecia. El año afortunado para el maestro fue 1588. En efecto, con licencia y dinero del cardenal Rodrigo de Castro, viajó primero a Madrid y luego a Cartagena, de donde embarcó rumbo a Génova; de allí pasó a Venecia con la idea de publicar una colección de motetes y otra de villanescas. Encargó este asunto a Giuseppe Zarlino, maestro de capilla de San Marco “varón doctísimo en la música y artes literales”. Después, en compañía de su fiel discípulo Francisco Suárez reanudó la peregrinación. Llegaron a Palestina “a los treinta y dos días de navegación”, 14 de agosto de 1588. Entre las numerosas consideraciones piadosas que relata aparecen algunas de asunto musical como cuando visitó Belén. Guerrero concentró toda la fuerza de su fe en este santo lugar por el que siempre tuvo una fijación especial, fruto de su devoción mariana y del Nazareno.
Concluido el viaje de regreso a Italia, estuvo nuevamente en Venecia para dar el último repaso a las pruebas de imprenta de los libros aludidos. Y de allí, cruzando varios puertos del mar Mediterráneo, no sin vencer graves peligros, llegó a Sevilla, el 9 de agosto de 1589. El primero de los libros aparecidos en este año es otro de motetes dedicados a Jesucristo crucificado.
Su contenido es de diecisiete motetes a cuatro voces, once a cinco voces, seis a seis voces, dos a ocho voces, uno a doce voces, más dos himnos y una antífona a cuatro voces.
Ya asentado en Sevilla, el 1589 apareció publicado en Venecia el segundo libro aludido por Guerrero durante su estancia en aquella ciudad. Es una colección antológica muy importante en número y de extraordinaria originalidad con el título Canciones y villanescas espirituales.
En ellas Guerrero supera notablemente a Morales y Victoria que no fueron pródigos en este género de composiciones. Es más, según los expertos en el tema, Guerrero excede a todos los polifonistas del siglo que se han dedicado a componer música de este género. Esta antología impresa consta de sesenta y una piezas en castellano; son mojones que marcan la singladura humana y artística del maestro. Piezas que llenan el curso de su vida y que por su género se reparten entre villanescas, madrigales y villancicos. Con la adjetivación de espirituales se explica el móvil de un procedimiento que no es el propio de la centonización, sino el resultado de la acción de convertir una poesía profana en religiosa “a lo divino”. Esta labor le implicó introducir determinadas modificaciones en el texto original a fin de cambiar su sentido mundano en espiritual. Tal procedimiento no era ninguna novedad por ser uso frecuente entre poetas y compositores del siglo. Guerrero seleccionó con mucho esmero los madrigales y las canciones que le parecieron más ricas de sentimiento y de técnica más depurada. Los villancicos, sin embargo, no precisaron retoque alguno por pertenecer ya al género de textos religiosos. En particular los dedicados a la Navidad del Señor son los que hacen gala de mayor inspiración y técnica compositiva.
A continuación se sucedieron unos años apacibles, sin novedades en el magisterio salvo el fulminante auto de prisión de que fue víctima. Sucedía en agosto de 1591. El motivo era la deuda contraída a raíz precisamente de la edición del Liber Vesperarum dedicado a los capitulares hispalenses. No obstante tan grave contrariedad, se puso en evidencia la confianza y el extraordinario afecto que en tal ocasión le dispensó el Cabildo entero. El canónigo Pedro de Santander cuidó de efectuar el pago de los plazos de la cantidad adeudada por valor de doscientos ducados y 105.000 maravedís. Con tan generosa aportación el anciano maestro quedó libre de todo cargo y absuelto del arresto.
Durante este tiempo de impotencia física en el ejercicio de su cargo se llamó a Alonso Lobo, canónigo de Osuna, para suplirle en el cuidado de los niños y formación de los cantores. A pesar de ello, durante el último decenio de siglo, no cesó en su afán de componer y editar. Así, en 1592 mandó al Capítulo toledano, dos preciosos códices de atril con bellas pinturas y adornos, elaborados en Sevilla entre 1590 y 1591 con el contenido de diez misas que habían sido ya impresas.
Además no dejó de ser significativo el acuerdo tomado el 11 de noviembre de 1596 por el Capítulo hispalense de satisfacer doscientos ducados por la confección de un libro con el contenido de “cinco misas breves”. Se trata del M. 15 y las misas son Petre pro te rogavi, O rex gloriae, obras de Alonso Lobo y las otras: Saeculorum amen, Dormendo un giorno, Surge, propera amica, que pertenecen a Guerrero. Esta colección manuscrita respondería a la necesidad de contar en el coro con un libro de atril de uso permanente, como así fue hasta finales del siglo XVIII.
Su último libro impreso es una colección de motetes editados en Venecia, el 1597, repetición de otros muchos ya editados, salvo tres inéditos y la novedosa inclusión de la misa Saeculorum. Amen. En resumen, su contenido es de treinta y seis motetes a cuatro voces, veintiséis a cinco voces, cuatro a seis voces, dos a ocho voces, y uno a doce voces, la mencionada misa y los himnos: Te Deum, Ave maris stella y Pange lingua más un Magnificat primi toni, todos a cuatro voces.
Esta sorprendente ansia editorial posiblemente le incitaría a volver a Roma, cuando pide y obtiene licencia por un año entero sin pérdida de sueldo para viajar nuevamente a aquella venerada ciudad. Pero su destino era otro, después de cuarenta años dedicado únicamente al servicio de la que fue su iglesia, escuela, cenobio y cátedra, coronado de méritos le sobrevino su ocaso: quedó lastimado por la horrorosa epidemia que entonces asolaba la ciudad de Sevilla. El sepulcro de sus restos mortales está ubicado en la parte lateral derecha del ingreso a la capilla privilegiada de Nuestra Señora de la Antigua. Esta malograda desaparición ocurría en los albores de una nueva era: el Barroco.
Francisco Guerrero practicó todos los géneros de la música polifónica propios del siglo. Los motetes ocupan el primer lugar en número de ciento seis, le siguen las villanescas, sesenta y una impresas, más las manuscritas que quedan por precisar. De los ciento seis motetes, treinta y tres figuran en la edición única, cincuenta y nueve en doble, doce en triple y dos en cuádruple. No siempre se les asigna una festividad o función litúrgica concreta, pero en su mayor parte responden al uso cultural de tempore, a las fiestas cristológicas, marianas, del santoral, penitenciales y de exultación. Los textos proceden de la Sagrada Escritura, libros litúrgicos, misal y sobre todo de los evangeliarios.
Al ser tantos, en gracia a la brevedad, omitimos su enumeración remitiendo a las “Opera Omnia Francisco Guerrero” editado por Consejo Superior de Investigaciones Científicas, según se puntualiza en la Bibliografía. También aparecen listados en el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana y en La música española en la segunda mitad del siglo XVI publicado en Actas del Congreso Internacional España en la música de Occidente, Ministerio de Cultura, 1987.
Otro tanto cabe decir del repertorio de villanescas.
Cada motete tiene su peculiar característica tal como se advierte en el estudio particularizado que en su lugar se hace. Como complemento y dentro de la categoría del motete siguen las cuatro antífonas llamadas mayores o marianas, conclusivas de las Horas canónicas.
A ellas hay que añadir las que están vinculadas a un salmo o verso salmódico. Conviene destacar que Guerrero es el compositor que editó más número de ellas, de las cuales Salve Regina emerge por la variedad de estilo, y se reproduce en cuatro ediciones impresas.
Los himnos de Guerrero pueden ser considerados paradigma del himno polifónico español del siglo, según el cual las estrofas alternan indistintamente, la polifonía y el canto llano. Los veintiséis himnos se reparten entre los propios de tempore, fiestas del Señor, Virgen María, santos y común. Finaliza el grupo con el Te Deum, de ellos, Vexilia Regis y Pange lingua son los más significativos.
La salmodia polifónica del maestro está pensada para alternar con el canto gregoriano. Se distinguen por su brevedad y por su sencillez contrapuntística.
Son siete los salmos impresos de Guerrero. Para Francisco Pacheco, su primer panagerista y autor de su retrato, el salmo In exitu Israel de Aegipto es el más fascinante de todos, escrito en estado de contemplación.
Sobre las Pasiones de Semana Santa cabe decir que fueron pocos los compositores del momento que se prodigaron en este género de música durante el siglo.
Guerrero o su copista dejó escrito su nombre en el precioso códice manuscrito 3, año 1580, único en el género. Su contenido son las cuatro pasiones o relatos evangélicos propios de los días de Semana Santa, según los cuatro evangelistas. Las perícopas polifónicas que aparecen en el códice de Sevilla son en número de veinte en el de Mateo, catorce en el Marcos, quince en el de Lucas y catorce en el de Juan. De ellas dstacan Ave rex judeorum, Hic dixit, possum destruere templum y sobre todo Flevit amare conocido como “Lágrimas de San Pedro” por la finísima y penetrante sensibilidad que contienen.
Ante las ediciones tan espléndidas que recogen las obras musicales de Guerrero surge la sorpresa de cómo fue posible que el maestro hispalense que no era rico ni acaudalado (llegó a estar recluido en una mazmorra infecta por impago de deudas) pudiera imprimir con tal suntuosidad su copiosa producción. También sorprende porqué sólo la primera edición, año 1555, fue impresa en España (Sevilla) y en el extranjero las restantes. Guerrero tuvo ayudas económicas para ello, aunque no siempre fueron suficientes, complemento que recabó de su exiguo peculio y de la recaudación de la venta de ejemplares. En cuanto a los impresores, sólo satisficieron su sentido perfeccionista, Martín de Montesdoca (Sevilla) y los tipógrafos más cotizados de la época, entre los cuales destacan, los Gardane y Basa de Roma, Giacomo Vicenti por dos veces de Venecia, Nicolai du Chemin de París y Pierre Phalèse de Lovaina.
Francisco Guerrero es el compositor de temple hispano más acusado, el único del siglo que permaneciendo en la Península vio sus obras impresas en España, Francia, Italia y Flandes. Unidad, armonía y orden son la constante que conforman el contenido de su portentosa obra musical. Feliz consonancia de los principios éticos propios del misticismo en un momento histórico en que la polifonía española supo desarrollar en la más genuina simplicidad dos elementos de carácter expresivo: el sentimiento considerado bajo múltiples formas y la índole lírica de los textos. Como compone para el culto religioso pone todo su saber y arte en despertar y hacer duradero el sentimiento religioso a cuantos participan en los ritos sacros, en expresión de fe religiosa, sentida y sincera. Con identidad sobrada, Guerrero es el “Cantor mariano” y el “Cantor del Nazareno” por antonomasia.
Obras de ~: Sacrarum Cantionum quae vulgo motecta nuncupantur, quator vocum Francisci Guerrero (colofón), Excudebat Hispali Martinus Montesdoca, anno Domini 1555; Canticum Beatae Mariae quod Magnificat nuncupatur, per octo musicae modos variatum Francisco Guerrero musices and Hispalensem Eclesiam praefecto Authore, Lovanij apud Petrum Phalesium, 1563; Liber primus missarum Francisco Guerrero Hispalensis Odei phonasco authore, Parisiis, ex typographia Nicolai de Chemin, 1566; Motteta Francisci Guerreri in Hispalensi Ecclesia musicorum praefecti que partim quaternis, partimquinis, alia senis, alia octonis concinuntur vocibus. Superius, Venetiis apud Filios Antonij Gardani, 1570; Códice manuscrito M3, Año 1580. Sevilla, catedral: Passionarium secundum quator Evangelistas musicis modulis variatum secundum Mattaeum (fols. 1-22). Feria Tertia secundum Marcum (fols. 23-37), Feria Quarta secundum Lucam (fols. 38-53), Feria Sexta secundum Joannem (fols. 54-68). F. 68/v: Franciscus Guerrerus faciebat anno Domini 1580 (inéd.); Missarum liber secundus Francisci Guerreri, in alma ecclesia Hispalensis portionarii et cantorum praefecti, Romae, ex Typographia Dominici Basae, 1582 (colofón), Romae, apud Franciscum Zanettum, 1582; Liber vesperarum Francisco Guerrero Hispalensis Ecclesiae magistro auctore, Romae, ex officina Dominici Basae, 1584; Passio secundum Matthaeum et Joannem more hispano. Auctore Francisco Guerrero in alma hispalensi Ecclesia magistro. Permisu Superiorum, Romae apud Alexandrum Gardanum, 1585; Superius Mottecta Francisci Guerreri in Hispalensi Ecclesia musicorum praefecti que partim quaternis, partim quinis, alia senis, alia octonis concinuntur vocibus. Liber secundus, Venettis, apud Iacobum Vincentium, 1589; Canciones y villanescas espirituales de Francisco Guerrero, maestro de capilla y racionero de la sancta yglesia de Sevilla a tres y a quatro y a cinco bozes, En Venetia en la emprenta de Iago Vincentio, 1589; Motecta Francisci Guerreri in Hispalensi Ecclesia musicorum praefecti, quae partim quinis, alia senis, alia octonis et duodenis concinuntur vocibus, Venetiis, apud Iacobum Vincentium, 1597; Opera Omnia, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, vol. I, Canciones y villanescas Espirituales, 1.ª parte, transcripción por V. García, revisión y estudio por M. Querol, Barcelona, 1955; vol. II, 2.ª parte, Barcelona, 1957; vol. III: Motetes IXXII. Transcripción y estudio por J. M.ª Llorens Cisteró; Barcelona, 1978; vol. IV: Missarum liber primus. Transcripción y estudio por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1982; vol. V: Missarum liber secundus, introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1986; vol. VI: Motetes XXIII-XLV. Introducción y estudio por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1987; vol. VII: Missarum liber tertius. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1991; vol. VIII: Missarum liber quartus. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1996; vol. IX: Missarum liber quintus. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1997; vol. X: Magnificat per Omnes Tonos. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 1999; vol. XI: Salmos de Vísperas. Pasionarios. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 2001; vol. XII: Motetes del Santoral. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 2003; vol. XIV: Motetes de Tempore et alia. Introducción, estudio y transcripción por J. M.ª Llorens Cisteró, Barcelona, 2005.
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Josep Maria Llorens Cisteró