Esquivel (de) Barahona, Juan. Ciudad Rodrigo (Salamanca), c. 1560 – 1623-1624. Maestro de capilla.
Pocos datos se tienen acerca de los primeros años de Esquivel, aunque se puede confirmar con seguridad el lugar de nacimiento: Ciudad Rodrigo, Salamanca (Sánchez Cabañas en su Historia civitatense dice que Esquivel era natural de allí). No obstante, la fecha de su nacimiento se presenta todavía como dudosa, aunque el año 1560 parece bastante fiable si se tiene en cuenta que el 22 de octubre de 1568 fue recibido como mozo de coro en la capilla de música de la catedral de Ciudad Rodrigo. Una capilla musical de rica tradición y experimentados maestros ya desde finales del siglo xv, cuando fue nombrado cantor y maestro de capilla el gascón Giraldin Bucher en 1594. Y lo confirma el elenco de maestros que lo sucedieron: Juan Altamirano (hasta 1522), Diego Bujel (I) (1522 hasta antes de 1547), Juan Cepa (antes de 1547 hasta 1550), Diego Bujel (II) (desde 1550 hasta después de 1571). Con este último maestro, Esquivel se formó en los inicios del arte musical. A Diego Bujel (II) lo sucedió Pedro de Zuñeda (después de 1571 hasta 1574). Pero el maestro que debió de resultar decisivo en la formación del joven Esquivel fue Juan Navarro, según hace constar Sánchez Cabañas. Navarro provenía de la Catedral de Salamanca y su permanencia en la seo mirobrigense se prolongó por un período de cuatro años: entre los primeros días del mes de enero de 1574 y mediados de octubre de 1578.
No se sabe si el siguiente maestro de capilla de la Catedral de Ciudad Rodrigo, Francisco de Velasco —que ejerció su magisterio entre 1578 y 1580—, llegó a tener un contacto directo con Esquivel y si éste se hallaba todavía en Ciudad Rodrigo en ese período. Lo cierto es que la siguiente noticia documentada acerca del mirobrigense procede ya de la Catedral de Oviedo. Se trata de una carta, leída el 6 de mayo de 1581 en el cabildo de la catedral ovetense y remitida desde Madrid, en la que el maestrescuela y Gonzalo de Solís (ambos canónigos de la catedral ovetense) reclaman para Esquivel la plaza de maestro de capilla sin oposición, según el encargo que les había encomendado el cabildo. Sin embargo, ya se encontraba allí otro maestro, Alonso Puro, solicitando al cabildo la convocatoria y la realización de la oposición. Ante la reclamación de la plaza por parte de Esquivel realizada el 10 de mayo, el cabildo convoca la oposición para el día siguiente. Ésta debió de celebrarse precipitadamente y de manera un tanto “irregular”, porque en ese mismo día ya se da lectura en el cabildo de los informes de los comisionados. Éstos recomendaron el nombramiento de Puro, por lo que —realizada la votación— fue elegido maestro de capilla.
A primeros de junio se reconoce en el cabildo ovetense el litigio que tiene planteado Esquivel. En los meses siguientes, el mirobrigense aporta dos documentos decisivos. El primero fue una provisión real leída en el cabildo el 7 de julio en la que figuraba la destitución de Puro y el nombramiento de Esquivel (ésta no se llevó a efecto en todos sus términos, sino que tan sólo consiguió que el cabildo cesara a Puro en su magisterio). El segundo fue un mandamiento presentado en el cabildo a mediados de noviembre firmado por el prior Bandera (provisor de León como juez apostólico) en el que se determinaba que, bajo pena de excomunión, en un plazo de tres días se diera a Esquivel la posesión de la prebenda. Así las cosas, el 18 de noviembre de 1581, Esquivel es nombrado finalmente maestro de capilla de la catedral de Oviedo. Los compromisos como maestro de capilla fueron asumidos por Esquivel de manera inmediata, de modo que no sólo se encargó de la composición de los correspondientes villancicos, Sibila, autos del Corpus, de su octava, por el jubileo de la Santa Cruz, algunos motetes, etc., sino que también examinó la música de otros compositores para ser interpretada en la catedral. Así, hubo de revisar tanto las obras de compositores que ya se hallaban en el archivo, Morales o Guerrero —por ejemplo—, como un volumen de Tomás Luis de Victoria que recibió en febrero de 1582. A mediados de julio de 1583, Esquivel obtuvo licencia del cabildo por un mes para ir a Ciudad Rodrigo con el objeto de recibir las órdenes sagradas. Esta estancia se prolongó durante más tiempo (hasta los primeros días de octubre) no sólo por lo anteriormente dicho, sino también, quizá, para tener un contacto más sosegado con el entonces maestro de capilla de la catedral mirobrigense, Alonso de Tejeda, quien se encontraba allí desde 1581. De vuelta a Oviedo, el compositor siguió ejerciendo su cargo hasta primeros de noviembre de 1585, ya que a mediados de este mismo mes en el cabildo ovetense se discutía sobre las medidas que se habrían de tomar ante la marcha sin licencia del maestro Esquivel.
En efecto, desde mayo de 1585, la Catedral de Calahorra se encontraba sin maestro de capilla, por la muerte de Francisco Garro. Después de sacar los edictos, concurrieron a la oposición, convocada para el día 12 de noviembre, además de Esquivel, el maestro de Pamplona (Miguel Navarro), el de Bilbao y el de Palacio de Logroño. A finales de noviembre, Esquivel ya consta como medio racionero en la Catedral de Calahorra donde, como era obligado, se encargó de la composición de obras para la catedral, así como de interpretar la música de otros autores: Josquin, Morales —la compra de algunas obras de este compositor fue concertada por Esquivel en Medina del Campo en marzo de 1589—, Palestrina, Victoria, etc. Desde 1586 la plaza de organista de la catedral calagurritana se hallaba vacante por la muerte de Domingo Garro. Después de diversos y estériles nombramientos, el cabildo comisionó a Esquivel para que a mediados de octubre de 1589 se desplazara a Ávila en busca del organista de la catedral, Alonso Gómez, a quien el maestro de capilla conocía, sin duda, por ser también mirobrigense. Este viaje es de capital importancia si se tiene en cuenta que en aquel momento tuvo contacto directo con el maestro de capilla de la catedral abulense, Sebastián de Vivanco. La relación se mantendría en el futuro, cuando ambos maestros ejercieran el magisterio en dos catedrales próximas (las de Ciudad Rodrigo y Salamanca) y editaran sus obras en la misma imprenta salmantina. Aunque algunos investigadores han venido insistiendo en que el siguiente magisterio de Esquivel tuvo lugar en la Catedral de Ávila, lo cierto es que éste nunca se produjo, ya que desde abril de 1591 el compositor se encuentra en la catedral de Ciudad Rodrigo. Ante la vacante producida por la marcha de Alonso de Tejeda, es seguro que el cabildo mirobrigense ofreció el magisterio de capilla a Esquivel y que éste aceptó de manera inmediata. Así lo confirma Sánchez Cabañas: “A este gran maestro Texeda suçediole Juan d’Esquivel, natural desta çiudad”. En la catedral de Ciudad Rodrigo permaneció hasta su muerte, aunque tuvo la posibilidad de trasladarse a otras catedrales mucho más importantes: en 1600, cuando en la catedral de Burgos quedó vacante la plaza de maestro de capilla por el fallecimiento de Pedro de Alba (y Esquivel escribió al cabildo burgalés para “hacer demostración de su habilidad”), y en 1602, en esta ocasión, a la Catedral de Salamanca, para suceder al ya citado Alonso de Tejeda. En este segundo momento, el interés de Esquivel por marcharse fuera de Ciudad Rodrigo fue menor. De hecho, ante la propuesta del racionero de la catedral salmantina (Zárate) y el apoyo del organista (Bernardo Clavijo del Castillo) de recibirlo en Salamanca, Esquivel nunca llegó a trasladarse a la catedral salmantina.
Su largo magisterio en la catedral mirobrigense fue muy fructífero desde el punto de vista de su producción musical y de la difusión de la misma, ya que no sólo pudo imprimir sus obras en la vecina ciudad de Salamanca —un libro de misas y otro de motetes en 1608 en la imprenta de Artus Taberniel y un voluminoso libro de polifonía de casi seiscientas páginas, en este caso, en la imprenta de Francisco Cea Tesa en 1613—, sino también ofrecerlos para su uso en no pocas catedrales españolas: las de Ávila, Badajoz, El Burgo de Osma, Calahorra, Coria, Oviedo, Plasencia, Salamanca, Sigüenza, Zamora, etc. Éstas son sólo algunas de las catedrales en cuyos fondos documentales se hallan noticias acerca del ofrecimiento de sus libros e, incluso, de su adquisición. Su música llegó también a Portugal (Coímbra, Vila Viçosa) y al continente americano, a México, donde se conserva una misa manuscrita de la edición de 1608.
De todos los obispos que pasaron por la sede mirobrigense, uno de ellos hubo de ser determinante para el compositor: el dominico fray Pedro Ponce de León, obispo de Ciudad Rodrigo entre 1605 y 1609. Hasta tal punto que llegó a dedicarle la edición de 1613, quizá porque hubiera costeado ésta o alguna de las ediciones de 1608 o, como dice Esquivel, por la “antigüedad y las hazañas de su ilustre familia” y la humildad de él mismo al haber aceptado la vida religiosa de la Orden dominicana.
Según Sánchez Cabañas, Esquivel llegó a sacar en 1623 un último libro impreso en Salamanca, esta vez compuesto por Cançiones para ministriles, fabordones, himnos y motetes. Desgraciadamente no se halla documentada su entrada en ninguna catedral. Quizá este ejemplar pudiera haber llegado hasta el archivo de música de la Catedral de Zamora, donde en 1627 se conservaban “cuatro libros de Esquivel de canto de órgano grandes”.
Nada se sabía acerca del año de su muerte, que algunos situaban en 1615. Sánchez Cabañas proporciona la única referencia sobre su fallecimiento que hasta el momento se tiene: en la catedral de Ciudad Rodrigo había un altar privilegiado, el de San Ildefonso —situado en la nave colateral del Evangelio—, donde se hallaba la sepultura de Esquivel y donde se decía “todos los lunes del año una misa de rrequien por el maestro de capilla Juan d’Esquivel y por la animas de sus padres”. En el siglo xviii, este altar fue sustituido por uno de trazas barrocas dedicado a la Virgen del Carmen. El enterramiento de Esquivel parece reciente en lo que respecta al relato de Sánchez Cabañas, por lo que se puede situar el año de su muerte en torno a 1623-1624, momento en el que Cabañas escribió los últimos sucesos de esta parte de su Historia.
El juicio que por el momento puede hacerse de la figura de Esquivel no puede ser sino provisional, por la gran cantidad de su música que todavía permanece inédita. En todo caso, llegó a ser un compositor bien considerado por sus contemporáneos, incluso por personalidades como Vicente Espinel, para quien su edición de 1613 “es musica de muy buena casta”. Al margen de juicios que pudieran resultar subjetivos desde una perspectiva artística, lo cierto es que la música de Esquivel es un punto de referencia importante dentro del panorama musical español del primer cuarto del siglo xvii, tanto por la calidad y variedad de su música, como por ser una de las últimas grandes contribuciones al género polifónico.
Obras de ~: Missarum Ioannis Esquivelis in alma Ecclesia Civitatensi Portionarii, et cantorum Praefecti, Liber primus. Superiorum permissu, Salmanticae, ex officina typographica Arti Taberniel Antverpani, anno a Christo nato M.DC.VIII [1608]; Motecta Festorum et Dominicarum cum Communi Sanctorum IV, V, VI, et VIII vocibus concinenda [1608]; Ioannis, Esquivel. Civitatensis, et eiusdem Sanctae Ecclesiae Portionarii Psalmorum, Hymnorum, Magnificarum, et Mariae Quatuor Antiphonarum de Tempore, necnon et Missarum Tomus Secundus [...] Superiorum Permissu. Excudebat Franciscus Cea Tesa Cordubensis Anno M. DC. XIII [1613]; Cançiones para ministriles, fabordones, himnos y motetes, Salamanca, 1623 (desapar.).
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Francisco J. Rodilla León