Verdugo, Francisco. Carmona (Sevilla), 25.VI.1561 – México, 6.VIII.1636. Obispo de Huamanga y arzobispo electo de México.
Miembro de una acomodada familia carmonense, estudió en el colegio sevillano Maese Rodrigo de Sevilla.
En este centro destacó como estudiante, cobrando fama de “docto y excelente orador”. Fue nombrado como obispo de la diócesis de Huamanga a finales de 1623. Se trataba de un obispado relativamente nuevo, pues había sido erigido por bula papal en 1614, siendo su primer prelado fray Agustín de Carvajal.
Llama la atención la concesión exacta de esta mitra, pues en Huamanga se había concentrado un pequeño grupo de carmonenses a lo largo del siglo XVI. De hecho, desde 1570, otro carmonense, Alonso Barba estaba enviando cartas a su localidad natal para que alguno de sus hijos viajase a esa próspera tierra. Varios carmonenses más se animaron a emigrar a la zona, incluido un pariente del futuro obispo, Sancho Verdugo Barba, que emigró pocos años antes que él, con su mujer y sus cuatro hijos.
Se trataba de una diócesis difícil ya que en su jurisdicción se encontraban las tristemente famosas minas de mercurio de Huancavelica. Gran parte de los indios de su diócesis estuvieron sometidos al régimen de la mita. Verdugo luchó contra esta injusta explotación, denunciando el despoblamiento de la zona, debido “a la mita y a los mineros” que les hacían muy malos tratamientos.
Así lo escribió en una misiva al Rey, el 2 de febrero de 1626. La carta era valiente teniendo en cuenta que ponía en cuestión una institución que garantizaba los ingresos de la élite y de la propia Corona.
También se preocupó de construir la catedral ya que su antecesor había erigido un edificio liviano, con materiales vernáculos. La obra se proyectó por el jesuita Martín de Aipitarte. Aunque en el proyecto original se preveían tres naves, la escasez de fondos obligó a erigirla finalmente de una sola. El 26 de agosto de 1632 comenzaron las obras, colocándose la primera piedra el 4 de octubre del mismo año. La construcción se demoró más de lo esperado por lo que fueron los sucesores en la mitra de Huamanga los que la acabaron.
Por otro lado, Verdugo erigió el seminario de la diócesis, estableciendo unos estatutos inspirados en los de Cuzco. Habría doce becados que, curiosamente, vestirían el mismo uniforme que llevaban los alumnos del colegio Maese Rodrigo de Sevilla, del que él mismo había sido antiguo alumno. Igualmente, Verdugo convocó el primer sínodo de la diócesis, invitando a él tanto a eclesiásticos como a laicos.
Como colofón a su trayectoria fue presentado como quinto arzobispo de México, cargo que no llegó a ocupar porque le sorprendió la muerte en la ciudad de México, el 6 de agosto de 1636. Sus restos mortales se trasladaron a la Catedral de Huamanga, a cuyo sepelio acudieron cientos de fieles de todos los rincones de su diócesis.
Bibl.: A. de Egaña, Historia de la iglesia en la América española, t. II, Madrid, BAC, 1966; M. Méndez Bejarano, Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, Libros Padilla, 1989; E. Mira Caballos y F. de la Villa Nogales, Carmona en la Edad Moderna, Carmona, Muñoz Moya Editor, 1999.
Esteban Mira Caballos