Villaviciosa, José de. Sigüenza (Guadalajara), 1.IV.1589 baut. – Cuenca, 28.X.1658. Poeta.
Aunque se ignora la fecha exacta de su nacimiento, consta que fue bautizado en Sigüenza, en la parroquia de San Pedro, el 1 de abril de 1589. Sus padres fueron Bartolomé de Villaviciosa, que procedía de una familia ilustre de Cardenete (Cuenca), y María Martínez de Azañón. Realizó los primeros estudios en su ciudad natal y, según parece, logró el título de bachiller en Artes en la Universidad de Alcalá de Henares. En torno a 1606, su padre, ya viudo, se traslada a Cuenca para hacerse cargo de un mayorazgo fundado por el clérigo Francisco de Villaviciosa, primo del abuelo de José. El afincamiento de José de Villaviciosa en Cuenca —ciudad que consideraría como su verdadera patria— data de 1608, fecha en que su padre le hace cesión del mayorazgo, cuya toma efectiva se vio complicada por una serie de pleitos a los que alude en la dedicatoria de La Moschea a Pedro de Rávago —regidor perpetuo de Cuenca—, para distraerse de los cuales pudo escribir esta fábula. La redacción de la obra debió de ocupar efectivamente estos años, ya que se edita en 1615 en Cuenca, en la imprenta de Domingo de la Iglesia, con el título de La Moschea. Poética inventiva en octava rima. En 1619 ya está ordenado sacerdote y al servicio del obispo de Cuenca, Andrés Pacheco, con los cargos de secretario y visitador del prelado. Nombrado Pacheco inquisidor general en 1622, consiguió para José de Villaviciosa, que para entonces era licenciado en Leyes, una relatoría del Consejo Supremo de la Inquisición, y ambos trasladan su residencia a Madrid. A partir de entonces, empieza su vinculación con el Santo Oficio, que duraría el resto de sus días, y con el que se siente totalmente identificado, según deja constancia en su testamento: “Y por cuanto yo y mis hermanos y toda nuestra familia nos hemos sustentado, autorizado y puesto en estado con las honras y mercedes que nos ha hecho el Santo Oficio de la Inquisición, a quien hemos servido como nuestros antepasados, encargo afectuosamente a todos mis sucesores les sean para siempre los más respetuosos servidores y criados, y viviendo en ocupación de su santo servicio, procurando adelantarse y señalarse en él cuanto les fuere posible, en cualquiera de su ministerio, pues todos son tan dignos de estimación y veneración”. A la vista de este dato, hay que matizar la afirmación de Cayetano Rosell de que el cargo inquisitorial resultara incompatible con “el carácter travieso y burlón que muestra el autor de La Moschea”, pues desde que Villaviciosa redacta su obra hasta que ocupa el primer cargo en la Inquisición pasan al menos siete años, intervalo en el que podía haber escrito alguna obra más; lo que demuestra que no fue el ingreso en el aparato de la Inquisición lo que puso fin a su carrera literaria, sino otra causa que no tiene que ver con motivos religiosos.
Es doctor en Leyes en 1629 cuando el Rey lo propone para una media ración en la iglesia metropolitana de Burgos. En 1634 es nombrado arcediano de Alcor, en la Catedral de Palencia, y en 1638 se convierte en inquisidor de Murcia. La compra del señorío de la Villa de Reíllo, lugar cercano a Cuenca, por parte de Villaviciosa se hace efectiva en 1639, aunque los trámites habían empezado años antes. Allí fundó una casa señorial y construyó una fuente pública para los habitantes con los que actuó con bastante generosidad, otorgándoles toda clase de beneficios. En 1641 se le adjudica una canonjía en la Catedral de Cuenca y pide, en consecuencia, la exoneración del cargo de inquisidor de Murcia en 1644, cargo que ocuparía posteriormente en Cuenca. Al final de ese año, el cabildo catedralicio lo nombra visitador de la limosna y de las capillas de San Miguel y del inquisidor Mariana, y le hace encargado de las llaves del archivo de documentos y del archivo bajo del dinero, además de examinador de ceremonias. Cuando fue nombrado arcediano de Moya (Cuenca) en 1648, renunció a la canonjía en favor de su sobrino Bartolomé José de Villaviciosa. Murió en Cuenca el 28 de octubre de 1658 y fue enterrado en la catedral de esta ciudad. Posteriormente sus restos fueron trasladados, por disposición testamentaria, a la iglesia de Reíllo, donde él mismo había puesto años antes su inscripción funeraria, que todavía se conserva. En ella, aparte de sus cargos eclesiásticos, hace destacar su dedicación como inquisidor a velar por la ortodoxia y combatir la herejía.
De la descripción física de José de Villaviciosa dice el anónimo responsable de la edición de Sancha: “Fue el Dr. D. Joseph de Villaviciosa alto y grueso de cuerpo, bien proporcionado, el rostro sereno y despejado, los ojos vivos y negros y la nariz mediana y algo redonda”. El único retrato que se conserva es el que aparece en la referida edición de Sancha, dibujado por Antonio Carnicero, y que se afirma tomado fielmente de un retrato original del autor de cuerpo entero, que hoy debe de estar perdido.
La única obra que se conoce del autor, La Moschea, es un poema épico burlesco basado en el poema macarrónico La Moschaea del autor italiano Merlín Cocayo —seudónimo de Teófilo Folengo—, pero más amplio (8112 versos repartidos en doce cantos) y con claras influencias de la Eneida. En él se cuenta la guerra entre moscas y hormigas, lo que da la ocasión para parodiar a través de minúsculos insectos las actitudes de los héroes de la épica culta. El poema tuvo gran aceptación en su tiempo, estimándose por encima de La Gatomaquia de Lope de Vega, y cobró gran reconocimiento en el siglo xviii hasta el punto de que la Real Academia Española lo editó en 1732, y muchas de las voces del Diccionario de Autoridades vienen ilustradas por pasajes de la obra de Villaviciosa, conservándose hasta la actualidad en el Diccionario de la Real Academia Española una de las acuñaciones burlescas del autor: “procipelo” (cerda de jabalí). En el siglo xix descendió la estimación de la obra debido al poco aprecio por el género burlesco y a la incapacidad de apreciar la pericia técnica y retórica que caracteriza a La Moschea. Finalmente, en el siglo xx La Moschea resulta eclipsada por la consideración de La Gatomaquia de Lope de Vega como la obra canónica de la épica burlesca barroca.
Obras de ~: La Moschea poética inventiva en Octava Rima, Cuenca, Imp. de Domingo de la Iglesia, 1615 (ed. de A. L. Luján, Cuenca, Diputación, 2002).
Bibl.: Prólogo a J. de Villaviciosa, La Mosquea. Poética inventiva en octava rima compuesta por Don Joseph de Villaviciosa. Tercera impresión, Madrid, Antonio de Sancha, 1777; A. González Palencia, “José de Villaviciosa y ‘La Mosquea’”, en Historias y Leyendas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942, págs. 483-627; J. M. Balcells, “Introducción” a J. de Villaviciosa, La Moschea, Carboneras de Cuenca, 1983; “José de Villaviciosa: un hito en las letras españolas”, en Tres centenarios: Villaviciosa, Astrana Marín, González Palencia, Cuenca, 1992, págs. 7-31; A. L. Luján, “Introducción” a J. de Villaviciosa, La Moschea. Poética inventiva en octava rima, op. cit., 2002; “Poética retórica: la construcción del discurso en La Moschea de José de Villaviciosa”, en Studi Ispanici, 2002, págs. 81-94; A. Madroñal, “A propósito de La Mosquea, de José de Villaviciosa”, en Ínsula, 666 (2002), págs. 18-20; H. Priego y J. A. Silva, “Villaviciosa, José de”, en Diccionario de personajes conquenses (nacidos antes del año 1900), Cuenca, Diputación, 2002, págs. 391-392.
Ángel Luis Luján