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Melchor Robledo

Biografía

Robledo, Melchor. Castilla, c. 1510 – Zaragoza, 23.XI.1586. Compositor.

Polifonista destacado en la época inicial renacentista de la música: en activo, documentalmente, como maestro de Capilla en la Iglesia del Pilar de Zaragoza (1531-?), en la Catedral de Tarragona (1549-1562) y en La Seo de Zaragoza (1566-1586).

Algunos indicios inclinan a situar su origen en Castilla.

En su primera estancia en Zaragoza se habla del mismo como del “cantor castellano Robredo”. Y en su segunda estancia en esta ciudad, con motivo de la dispensa de ilegitimidad para poder recibir en 1576 las órdenes menores, se le denomina clérigo de la diócesis de Segovia, lugar donde habría recibido la clerical tonsura, posiblemente en edad temprana. Su irregular procedencia obstaculiza poder conocer y determinar los datos básicos de su nacimiento, lugar del mismo y fecha.

La primera noticia de su actividad la tenemos en la mencionada recepción suya en la Iglesia del Pilar de Zaragoza en 1531 “por maestro de capilla”. La siguiente documentación sitúa a Melchor Robledo en 1549 como Maestro de Capilla de la Catedral de Tarragona; con la particularidad de que en 1566 es admitido de nuevo como Maestro de Capilla de dicha Catedral de Tarragona. Esta fecha sería la de su vuelta de un viaje a Italia, que duraría unos cuatro años, probablemente, como insinúa Ángel Canellas, formando parte del séquito de su prelado el arzobispo de Tarragona Fernando de Loazes, patriarca de Antioquia. Por esta ausencia se comprende que el Cabildo de Tarragona determinara recibirlo de nuevo en el magisterio de la capilla de su catedral. La estimación de dicho cabildo por su maestro de Capilla era tal que en 1572, ya definitivamente consolidado Robledo desde 1569 como maestro de la Catedral de La Seo de Zaragoza, el cabildo tarraconense le invita a hacerse cargo de nuevo del magisterio de su capilla.

El 2 de julio de 1569 “los señores del Cabildo [del cabildo de La Seo de Zaragoza] nombraron en Maestro de Capilla a Melchor Robledo”. Y en este cargo permaneció hasta su muerte acaecida el 23 de noviembre de 1586, no obstante haber sido invitado a ocupar el magisterio de capilla, primero de nuevo, como hemos visto, de la Catedral de Tarragona, en 1576 de la Catedral de Segovia, y en 1580 de la de Palencia.

Su testamento no aporta dato alguno referente a la música o a sus propias composiciones.

Se completan los datos de su biografía y de su actividad magisterial con los de su estancia en Roma, por todos admitida sin tener una documentación que la determine detalladamente. Pascual de Mandura la insinúa diciendo que Robledo era “famoso y conocido en toda España e Italia”. Importante a este respecto es la carta dirigida en 1574 por Antonio Boccapaduli, maestro de la Capilla Sixtina, a un alto personaje eclesiástico de la curia vaticana, y que Rafael Cassimiri, que es quien publica esta carta, supone que sea el Cardenal Secretario, para que se dirija a los Nuncios de España y de Francia, y éstos, a su vez, a los maestros músicos que Boccapaduli concreta, a saber en nuestro caso, a “Robledo, Maestro di Capella in Seragozza”, para que éstos busquen cantores aptos por la excelencia de su voz para la Capilla Papal, de la que Boccapadulli dice que los maestros mencionados son “pratichi”. Es el mismo Cassimiri quien, uniendo a este documento la noticia dada por F. J. Fétis de que Robledo estuvo en Roma hacia la mitad del siglo xvi, saca la conclusión de que, si bien la presencia de Melchor Robledo en Roma no está confirmada por documentación alguna, tiene gran fuerza el figurar como “pratichi” de la Capilla Sixtina que le da Boccapaduli; esto es, debió de estar y ser conocido en Roma, si bien no se tiene noticia de que formara parte de capilla musical alguna romana. Las fechas de la estancia en Roma debieron de ser los años en que deja de aparecer en la lista de los maestros de capilla de la Catedral de Tarragona de la que era maestro desde 1549: Antonio Betrán figura como maestro de la capilla tarraconense en 1562; en el bienio 1562-1564 el maestro es Juan Gastuelles, y en 1566 lo es Juan Lloréns. En 1566 figura de nuevo en esta lista Melchor Robledo.

Sería, pues, en estos cuatro años, 1562-1566, cuando Robledo estuvo en Roma, donde además dejaría pruebas de su presencia consiguiendo que dos de sus obras fueran copiadas en los códices polifónicos de la Capilla Sixtina: el motete Simile est en el códice 38, fechada su copia en 1563, y la Misa a 5, que trae en la O del Osanna (sic) la fecha de 1568, esto es, la de su copia en dicho manuscrito.

La reputación de gran personaje músico, fruto de la estimación de sus composiciones polifónicas y de su docencia diaria a los músicos, mozos e infantes de coro, a que estaba obligado por las constituciones capitulares, la disfrutó ya en vida de parte de sus contemporáneos. Su coetáneo el canónigo Pascual de Mandura, cronista de los eventos en la Catedral de la Seo en su Libro de memorias, refiriéndose a Robledo, dice que era “famoso y conocido en toda España e Italia, y tenido en gran reputación de los maestros y varones preeminentes en música”. La partida de defunción de Melchor Robledo recoge la estimación en que era tenido por el Cabildo de La Seo al indicar que “enterróle el Capítulo en la capilla donde está San Valero”; esto quiere decir que el Cabildo acudió y participó en el funeral corpore insepulto y posterior sepelio de su maestro de capilla, cosa que no hacía con ningún servidor del mismo racionero o beneficiado, y lo hizo “por ser el personaje tan preeminente [...] y el Prior Romero, por ser ejecutor suyo, lo pidió al Capítulo, representando la calidad de su persona”, según se expresa el citado canónigo cronista. El mismo proceso de su sucesión expresa la estimación en que se tenía a su maestro difunto, según lo expone dicho canónigo cronista: “Queriendo el Cabildo proveer otro en su lugar, estuvo suspenso y cuidadoso de quién podría echar mano para que hinchiese el lugar de tan gran maestro de capilla”. Y así se dirigieron por escrito a Tomás Luis de Victoria y a Francisco Garro, dos cumbres de la polifonía española, que expresaron su imposibilidad por diversos motivos a acceder a la invitación del Capítulo cesaraugustano. Entonces se dirigieron al cantor de la Capilla del Emperador, Miguel Monente, aragonés de origen, “porque teníase noticia de su mucha habilidad”, que tampoco pudo aceptar la invitación. Asimismo invitaron al maestro de la capilla de la Catedral de Tarazona, Juan Arnal (o Arnalte) porque tenían noticia “de sus buenas partes así en lo que toca a la música como a la autoridad de su persona”. Si bien contestó “que por justas causa y respetos no podía aceptar ni recibir la merced que se le hacía”. Su sucesor, oposiciones libradas, fue el maestro Jusepe Gay. Años más tarde de su muerte, el cabildo recordará elogiosamente a su extinto maestro Melchor Robledo en el memorándum que dirige en 1595 al entonces maestro de capilla Francisco de Silos: “En lo tocante a la plática [la lección pública y diaria de canto de órgano y de contrapunto] que [...] tal ha sido siempre la costumbre de todos los maestros de capilla y en particular de Melchor Robledo: siendo tan famoso maestro... dixo la haría y así la començó a hacer”. Esta cualificación de nuestro músico equiparándolo a la hora de sucederle a los más reputados polifonistas, se convirtió en una determinación estatuaria porque en los Estatutos del Cabildo de la catedral cesaraugustana aprobados en 1607, veintiún años después de la muerte de Melchor Robledo, se le equipara a los mejores compositores renacentistas cuyas músicas desean que interprete su Capilla de Música: “Cuando se hubiere de cantar canto de órgano, el Maestro de Capilla entre en el Coro con tiempo y prevenga la música que sea de los mejores autores y más grave, como Robledo, Morales, Guerrero, Roxier, Victoria y otros semejantes”. En otras ocasiones los elogios son motivados por sus composiciones musicales interpretadas en las ocasiones más solemnes.

A la muerte de Felipe II en 1598 toda la ciudad se congregó en la Plaza del Mercado para el canto de las Vísperas de Difuntos: “Y comenzaron a entonar las antífonas y salmos, todo a canto llano, con mucha pausa y autoridad; la Magnificat se dijo en ver a canto llano y otro a canto de órgano y la música era la famosa de Melchor Robledo y pareció admirablemente dichas las Vísperas”. Más aún. Bastaba anunciar que la capilla de música de La Seo interpretaría obras de Robledo para que los zaragozanos acudiesen en gran número a escucharlas: “Miércoles [Santo] se dice muy bien [la Pasión] por los ‘pasos’ que hay particulares de la música de Robledo y acude mucha gente”; “El año 1598 se trató que se cantase la Pasión con los dichos que hizo Robledo y las siete palabras que es cosa admirable, y se consultó con el Arzobispo y dijo que le parecería bien; y entendiendo que se había de decir así, vino mucha gente”. Y esta fama de que tan justamente gozó en su tiempo ha perdurado hasta nuestros días, recogida en los diccionarios musicales e historias de la música tanto nacionales como extranjeros, que tratan siempre de subrayar la reputación y categoría del gran polifonista que fue Melchor Robledo.

Al hablar de la actividad de Melchor Robledo como compositor, destacamos en primer lugar que no nos ha llegado ninguna obra impresa de Melchor Robledo, frente a las numerosas ediciones impresas de otros importantes polifonistas coetáneos suyos, Guerrero, Victoria, Morales, por ejemplo, y de sus probables discípulos Pedro Ruimonte, conocido principalmente a través de su obra impresa, y Sebastián Aguilera de Heredia, preocupado éste de imprimir su colección de treinta y seis magníficats, con el título Canticum Beatissimae Virginis, como lo hizo en Zaragoza en 1618. Anotamos asimismo que no tenemos un archivo concreto en el que hallemos un corpus, más o menos numeroso, de obras del maestro Robledo, sino que la hallamos dispersa en múltiples y variados archivos, prueba a su vez de la gran aceptación y difusión que tuvieron sus obras; si bien tenemos que reconocer que el conjunto de su obra polifónica es más bien exiguo frente a lo que sería de esperar.

La variedad de formas litúrgicas que Robledo compone polifónicamente podemos observarla en la lista o catálogo de sus obras que exponemos en seguida.

El análisis de estas composiciones nos muestra la influencia en las mismas de los medios armónicos y estructurales del recién pasado período medieval: En la Misa a 5 “super voces musicales do la sol do re mi”, la simple melodía que reconstruyen estas notas se repite constantemente durante toda la misa, bien en boca del cantus I, o llevada momentáneamente por cualquier otra voz; obra que tuvo gran aceptación en su época como las diferentes copias de la misma en archivos muy diversos lo testifican, y en el motete en dos partes Simile / Inventa autem, mientras cuatro voces cantan el texto litúrgico enunciado en el título, un cantus canta solamente la melodía del enunciado de la antífona gregoriana Veni, Sponsa Christi, en un proceso imitativo de disminución de valores cada vez que lo repite. En el otro extremo, la expresión más perfecta y depurada de la música renacentista, que lo equipara a los más grandes compositores coetáneos nacionales y extranjeros de esta época; tal el motete a 4, Hoc Corpus o el ‘paso’ de la Pasión Domine Iesu Christe. La gran economía de medios que, por lo general, distingue a las composiciones de Robledo, no es obstáculo para la gran perfección que se observa en las mismas. Queremos subrayar, asimismo, la frecuente elección por parte de Robledo de temas gregorianos como cantus firmus gregorianus de sus composiciones, que influyen y se hacen sentir en el transcurso de la obra.

La enorme dispersión de la obra de Robledo en numerosos archivos musicales españoles, italianos y de la primera época de la Conquista en Hispanoamérica (que podemos advertir en el elenco de las obras de Robledo que damos en seguida), muestra la gran aceptación que tuvo su obra por doquier. La documentación nos habla de obras desaparecidas de Robledo, como el volumen de sus Himnos, reseñados en catálogos antiguos. Al conocimiento de obras perdidas se añaden las frecuentes y notorias, a veces inexplicables, diferencias en las copias de una misma obra, el estado de semirruina por su continuo uso, de códices con obras de nuestro autor, que dan razón de que las obras polifónicas de Melchor Robledo fueron muy bien aceptadas y comúnmente interpretadas.

Todavía en el siglo XVIII se hacen numerosas copias de sus obras, especialmente de su colección de salmos, a 4, 5 y 6 voces, que hallamos por doquier en toda la Península. Cierto que el nuevo estilo italianizante y los gustos de cada época alejaron su obra hasta de la misma catedral zaragozana, otrora lugar del magisterio de Robledo, como sucedió con la de los más singulares polifonistas hispanos del Renacimiento; pero el valor mismo de las propias composiciones emergieron en la estimación de los músicos y musicólogos que las conocieron. Tal el caso de los citados salmos, que el eximio maestro de la Iglesia del Pilar de Zaragoza, Domingo Olleta, hizo copiar en el siglo xix en nuevo códice para que volvieran a interpretarse como se hizo hasta muy entrado ya el siglo xx. En el esfuerzo de recuperación de los valores musicales hispanos llevados en los siglos citados, la obra de Robledo estuvo presente, como lo refleja la inclusión por parte del maestro Hilarión Eslava en el volumen I de su Lira-Sacro-Hispana (Madrid 1869) del motete Domine Iesu, del himno Ave Maris Stella, y de un invitatorio. Y ya en el siglo XX, J. B. Elustiza y G. Castrillo incluyen en su Antología Musical. Siglos XV y XVI (Barcelona, 1933) el motete Hoc Corpus.

Esta revalorización de nuestro maestro llega a su cenit con el Concertus musicae et conventus musicorum, Mechior Robledo (1586) in memoriam protagonizado por el mundo de la musicología española y concretado en el desarrollo en Zaragoza del Congreso Internacional.

La Música Española del Renacimiento, los días 21-23 de noviembre de 1986, organizado por la Sección de Música Antigua de la Institución Fernando el Católico, Fundación Cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza, con la participación de eminentes musicólogos españoles, de Australia y de Estados Unidos, que culminó con la celebración en la Catedral de La Seo, en el día del aniversario de su muerte, de las Vesperae Beatae Mariae Virginis, en que se interpretaron las composiciones que para dichas víspera compusiera Melchor Robledo en el siglo XVI, con la actuación de clérigos, coro gregorianista, coro polifónico, grupo de ministriles y órgano, igual que en vida del maestro. De todo ello quedó documento sonoro en la grabación Melchor Robledo (c. 1511-1586) (Acento Records ACR 102-1986) interpretado por el grupo The Scholars, conteniendo misa, motetes, himno, magnificat y antífonas de Melchor Robledo.

Al dar el elenco de obras conocidas de Melchor Robledo, alejamos la pretensión de haber dado con la Opera Omnia del mismo. Al conocimiento de obras concretas perdidas, de partes que faltan en algunas obras, se añade la posibilidad de que todavía, dado el interés y esfuerzo común manifestado por doquier de catalogar las obras de los numerosísimos archivos musicales que se dan en nuestra península, podamos encontrar alguna obra más atribuible a Melchor Robledo. Todas las composiciones conocidas de Melchor Robledo han sido recogidas y transcritas en Melchor Robledo († 1586). Opera Poliphonica.

Junto a la obra colocamos el lugar donde hallamos dicha obra, referente, si no se indica otra cosa, al archivo musical de la catedral del mismo.

 

Obras de ~: Misas: Misa a 5 (Ávila, Capilla Sixtina de Roma, Tarazona, Colegio del Copus Christi de Valencia, Toledo); Misa a 4. De octavo tono (Calahorra); Misa de Beata Virgine, a 4 v. (Tarazona); Misa in Quadragessima, a 4 v. (Abadía de Montserrat).

Pasiones: Passio de Ramos (secundum Matthaeum, a 4 v. (Huesca); Passio in die veneris (secundum Johannem), a 4 v. (Huesca).

Motetes: Hoc Corpus, a 4v. (Biblioteca de Catalunya de Barcelona, Tarazona, Parroq. de Santiago de Valladolid); Domine Iesu Christe. In Passione D.N. Iesu Christi, a 4 v. (edit. H. Eslava, Lira-Sacro-Hispana); Et incarnatus, a 4 v. (Huesca, Calatayud, Daroca, Tarazona); Tulerunt Dominum (Colegio Corpus Christi de Valencia); Simile est / Inventa autem (Capilla Sixtina de Roma); Concussum est, tenor (Valladolid); Absolve, Domine, cantus I y II (Zaragoza).

Antífonas: Salve Regina, a 6 v. [Huesca, Puebla (Méjico), Tarazona].

Cánticos: Benedictus Dominus, a 4 v. (Huesca, Tarazona); Magníficat: Anima mea de, 6º tono”, a 4 v. (Huesca); Anima mea, de 7º tono, a 4 y 5 v. (Huesca); Anima mea, de 8º tono, a 4 v. (Huesca, La Seo de Zaragoza); Magnificat: Et exultavit, de tercer tono, a 4 v. (Huesca, Calahorra, Abadía de Montserrat); Et exultavit, de 5º tono, a 4 y 6 v. (Huesca).

Himnos: Ave maris stella, a 4 y 5 v. (Huesca, Biblioteca de Catalunya de Barcelona, La Seo de Zaragoza); In quorum choro, a 4 v. (Liceo Musical de Bolonia (Italia); Te Deum, a 4v. (Huesca, Orfeó Cátala de Barcelona, Tarazona, La Seo de Zaragoza); Veni Creator Spirtus, a 5 v. (Abadía de Montserrat, La Seo de Zaragoza).

Invitatorios: Christus natus est nobis, a 4 v.(Abadía de Montserrat); Regem cui omnia, a 4 v. (H. Eslava, Lira-Sacro- Hispana, I, serie 1ª).

Salmodia: Colección de quince salmos: Dixit Dominus, 8º tomo, a 4 y 5 v.; Confitebor, 7º tono, a 4 y 5 v.; Beatus vir, 6º tono, a 4 y 5 v.; Laudate pueri, 5º tono, a 4 v.; Laudate Dominum, 4º tono, a 4 v.; De profundis, 3er. tono, a 4 y 5 v; Memento Domine, 2º tono, a 4 y 5 v.; In exitu Israel, 3er. tono, a 4 y 5 v.; Credidi, tono 1º, a 4 y 5 v.; Domine probasti me, 2º tono, a 4 y 5 voces; In convertendo, 4º tono, a 4 y 5 voces; Beati omnes, 6º tono, a 4 y 5 voces; Lauda Ierusalem, tono 3º, a 4 5 voces; Laetatus sum, 7º tono, a 4 y 5 v.; Nisi Dominus, 6º tono, a 4 y s v; Salmo “In exitu, tonus peregrinus, a 4 v.; In exitu Israel, tonus peregrinus, a 4 y 5 v.; Salmo Laudate Dominum, a 5 y 6 v.

Versículos: Benedicamus Domino, a 4 v. (Huesca); Benedicamus Domino, a 5 v. (Huesca).

Composiciones en Castellano: Rosales, mirtos y pájaros, a 4 v. tenor (Valladolid); Recuerde el alma dormida, a 6 v. tenor (Valladolid).

 

Bibl.: P. de Mandura, Libro de memorias de las cosas que en la Iglesia de La Seo de Zaragoza se han ofrecido tocantes a ella el agosto del año 1579 hasta el año 1601 inclusive. Hecho por el Doctor Pascual de Melchor Robledo, Canónigo de dicha Iglesia, ms. Archivo Capitular de La Seo de Zaragoza, fols. 36v., 153, 184, 188 y 229; Orden de las festividades que se celebran en el discurso del año. Por sus meses y también de las fiestas movibles, ms. año 1589, Archivo Capitular de La Seo de Zaragoza, fols. 56, 153; Statuta Sanctae Metropolitanae Ecclesiae Caesaraugustanae. Anno 1607, ms., Biblioteca capitular de La Seo, capítulo 25: “Del oficio y obligaciones del maestro de capilla” F. J. Fétis, Biographiae universelle des musiciens, VII, Paris, 1864, pág. 278; Sanç Capdevila, Les antigues institucions escolars de la Tarragona restaurada, Barcelona, Institució Patxot, 1929, pág. 11; R. Cassimiri, “Melchior Robledo, maestro a Zaragozza. Juan Navarro, maestro ad Avila nel 1574”,en Note d’Archivio per la Storia Musicale (Roma), fasc. 3-4 (1934), pág. 203; R. Stevenson, “Sixteenth and seventeenth century rescources in Mexico. I”, en Fontes Artis Musicae, 1 (1954); J. M.ª Llorens, Capellae Sixtinae Codices musicis notis instructis sive manu scripti sive praelo scusi, Cittá del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, 1960, págs.. 47 y 66; R. Stevenson, Spanish Cathedral Music in the Golden Age, Berkely-Los Ángeles, University of California Press, 1961; S. Ramón Vinyes, Los Órganos de la Catedral de Tarragona, Tarragona, Pastor Publicidad-Caja de Ahorros Provincial de Tarragona, 1974, págs. 20, 40; P. Calahorra Martínez, “El polifonista Melchor Robledo y su obra (+1586)”, en Anuario Musical, XXXI-XXXII (1976-1977), págs. 3-35; La música en Zaragoza en los siglos XVI y XVII. I. Polifonistas y Ministriles, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, Zaragoza, 1978; Melchor Robledo (+1586). Opera Poliphonica, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1986 y 1988, 2 vols.; A. Canellas López, “Melchor Robledo y su época”, en Nassarre (Zaragoza), IV,1-2 (1986), págs. 31-36; P. Calahorra Martínez, “La temática de las composiciones de Melchor Robledo”, en Nassarre, III (1987), págs. 57-97.

 

Pedro Calahorra Martínez