Prado, María de. Madrid, 4.X.1627 – 4.V.1668. Actriz y música.
Miembro de una de las más ilustres dinastías de actores del barroco hispano, María de Prado fue hija de Antonio García de Prado y de su segunda mujer, la actriz Francisca de San Miguel. Nacida en la calle de Cantarranas de Madrid, fue bautizada el 19 de octubre de 1627 por Lope de Vega en la iglesia de San Sebastián, siendo sus padrinos la hija del poeta —Antonia [Clara] de Nevares— y el contador Hernando de Valencia. Hermana de Lorenzo de Prado y Sebastián García de Prado, y hermanastra de José Antonio García de Prado, parece que empezó a actuar siendo aún muy niña, pues en 1632, cuando fue recibida en la Cofradía de la Novena pertenecía ya a la compañía de su padre, a cuyo lado permaneció varios años. El 30 de marzo de 1643, con apenas quince años, se casó en la iglesia de San Sebastián de Madrid con el músico de las compañías Ambrosio Duarte. En 1645 todavía actuaba en la compañía de su padre, y lo mismo en 1646, año en el que estaba como 4.ª dama de dicha compañía, a la que pertenecía igualmente su marido.
Ese año el matrimonio protagonizó un enfrentamiento con la Junta del Corpus madrileño ya que, pese a que se les había prohibido abandonar la Corte, huyeron de la villa, motivo por el cual el protector de los teatros ordenó al corregidor de Segovia que los enviase presos a Madrid. En 1651 era ya 2.ª dama en la compañía que dirigía su hermano Sebastián, y como tal continuó en 1652 con Juan Vivas y Gaspar de Valdés, y desde 1653 a 1657 en la de Diego Osorio. En 1659 figura como 1.ª dama de la compañía que dirigían su hermano Sebastián y Juan de la Calle, y aunque en 1660 había vuelto nuevamente con Diego Osorio, la “sacaron” el 9 de abril “para que fuese a Francia”, por lo que pasó a formar parte, una vez más, de la compañía de su hermano Sebastián, enviada por Felipe IV a París con la infanta María Teresa tras el matrimonio de ésta con Luis XIV, de donde regresaron un año después, continuando la actriz como 1.ª dama de la compañía de su hermano. En 1662 pasó a hacer papeles de 2.ª dama en la compañía que dirigían su hermano Sebastián y Antonio de Escamilla, pero en 1663 volvía a ser 1.ª dama, ahora con José Carrillo, pasando posteriormente como tal a la de Toribio de la Vega tras la marcha de Carrillo a Valencia.
En 1664 entró como 1.ª dama en la de Juan de la Calle y Bartolomé Romero, y al año siguiente, también como 1.ª dama, en la de Francisco García, el Pupilo.
Tras enviudar ese mismo año (Duarte murió el 6 de octubre de 1665), no se la vuelve a encontrar en ninguna compañía. Miembro de una importante dinastía de cómicos, María de Prado alcanzó el más alto nivel en su profesión y formó parte del mundillo teatral e intelectual de la época, del que su padre y su hermano Sebastián eran miembros destacados. Actriz, cantante y bailarina (para actuar y bailar la contrataron Vivas y Valdés en 1652), fue, más que música, una actriz muy famosa “sumamente alauada por su representacion”, pese a que su carácter parece haber sido un tanto desabrido y arisco, pues según la describe Moreto en su entremés La loa de Juan Rana era “tan hermosa y tan pulida/como aceda y mal contenta/con todo y consigo misma”, hasta el punto de que “El enfadarse sin tiempo/lo tuvo desde chiquita”. Referencias irónicas a su mal carácter incluye también Avellaneda en el entremés El hidalgo de la Membrilla, poniéndolas en boca de la propia actriz: “¡Que haya quien así se enoje!/¡Que condición esta mía ...!/No me acuerdo que enojada/me viese nadie en mi vida”. Vuelve a satirizar Avellaneda su carácter en La portería de las damas donde la actriz, impaciente por la “flema” de Juan Rana (empleado en dicha portería tras perder la memoria), le encarga un cúmulo tal de tareas que el pobre Rana solo ve factible hacerlas si le “lleva el Bracho [Baccio del Bianco] de un vuelo”. Numerosas son también las obras breves en las que se sabe que intervino, ya que como era habitual en la época se la menciona en ellas por su nombre y no por el del personaje que interpreta, tal y como se puede ver en la Mojiganga de Cupido y Venus maestros de escuela de Román Montero, representada en el Buen Retiro ante los Reyes. Participó también en dos loas de Antonio de Solís: la Loa cantada escrita por este dramaturgo para la comedia de Calderón Darlo todo y no dar nada, representada en 1651, y la que escribió para La cautiva de Valladolid, obra de Monteser, Solís y Diego de Silva, representada ante los Reyes en el Buen Retiro el día de San Juan de 1655, en la que la actriz hizo el papel de la Prudencia. Intervino también en dos de las obras breves representadas dentro de los festejos teatrales que celebraron el nacimiento del príncipe heredero Felipe Próspero: el entremés Salta en Banco, escrito por Solís para acompañar su fiesta Triunfos de Amor y Fortuna (en la que María representó el papel de Venus), y el baile anónimo Los Juan Ranas, en el que la actriz y otras seis compañeras remedan a Cosme Peres, Juan Rana, el cómico más famoso de la época, quien a su vez la remedó a ella en el entremés de Moreto La loa de Juan Rana, representado cuatro años después. En 1659 protagoniza, junto con Bernarda Ramírez, la Mojiganga del Parnaso, representada con el auto de Calderón El sacro Parnaso en el que también intervendría. Sus habilidades musicales se ponen de manifiesto en el entremés de Villaviciosa El licenciado Truchón, en el que ella y sus tres compañeras (Francisca Bezón, Mariana de Borja y Micaela Fernández) se lucieron en el canto y en la danza. Dotada también de habilidades cómicas, la actriz hizo el papel protagonista de D.ª Clara en la mojiganga El pésame de la viuda de Calderón. Actriz polifacética, como era habitual en la época, María de Prado participó en varios de los autos representados durante el Corpus madrileño. Muy apreciada en Palacio, como prueba su inclusión en la compañía enviada a Francia con la infanta María Teresa, su presencia fue también habitual en las representaciones cortesanas.
Ligada estrechamente a la Villa y Corte, tras su muerte el 4 de mayo de 1668 en la calle de las Huertas, fue enterrada en el Convento de los Trinitarios Descalzos de Madrid.
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María Asunción Flórez Asensio