Gutiérrez de Bastidas, Rodrigo. Sevilla, c. 1473 – Santiago de Cuba (Cuba), 28.VII.1527. Marino español que descubrió la costa atlántica colombiana y la meridional de Panamá. Fue fundador de Santa Marta, primera ciudad de Colombia.
Debió de nacer en el arrabal sevillano de Triana hacia 1473. Aunque la fecha de nacimiento es desconocida, hay un dato orientativo de la misma, como es que en las Probanzas de Diego Colón y el fiscal de la isla Española, realizadas en 1512, donde ambos presentaron por testigo a Bastidas, éste dijo ser “de treinta y cinco años arriba” en la primera declaración y “de cuarenta años poco más o menos”, en la segunda, lo que retrotrae su nacimiento al período de 1473-1477.
Se desconoce quiénes fueron sus padres, así como todo lo relativo a su infancia y adolescencia. Contrajo matrimonio con Isabel Rodríguez Romera y tuvo un hijo del mismo nombre, nacido en Sevilla. Isabel y el niño acompañaron luego al descubridor a Santo Domingo, donde vivieron algún tiempo. Este hijo de Bastidas fue luego el primer obispo de Venezuela (Coro, 1532), gobernador interino de Coro y murió en Santo Domingo en 1597. Tuvo dos hermanas, que fueron Beatriz y Catalina. La última se casó con Alfonso Sánchez, vecino de Sevilla, y tuvo varios hijos.
Tampoco se conoce casi nada de la juventud de Bastidas. Se ha dicho siempre que fue escribano en Triana, pero se trata de un error. El historiador José Joaquín del Real Díaz demostró que procede de Martín Fernández de Navarrete, quien se equivocó al transcribir la abreviatura de “vecino” por la de “escribano” en una ejecutoria que, a petición suya, se le expidió en Medina del Campo el 29 de enero de 1504.
Era, por tanto, vecino de Triana y seguramente marino, como afirmó Andrés Bernáldez: “Bastidas, marinero de Triana, capitán y maestre de su nao”. Este oficio de marino le cuadra además mejor en la larga nómina de los descubridores andaluces de comienzos del siglo xvi en la que no figura ningún escribano. Por ello se cree que fue marino y que tuvo una nave de la que era maestre.
Hacia 1500 Sevilla era un hervidero de descubridores y aventureros que soñaban con ultramarinas de descubrimientos y rescates, coincidiendo con el fin del monopolio colombino tras el tercer viaje. Rodrigo de Bastidas preparó uno de ellos y el 5 de junio de 1500 lo capituló con la Corona. Su objetivo, según se especificó en dicha capitulación era navegar con dos navíos a su costa por el mar Océano y descubrir “islas e tierras firme a las partes de las Indias, o a otra cualquier parte”. Se le autorizó “con tal de que no sea de las islas y tierra firme que fasta aquí son descubiertas por el Almirante Cristóbal Colón”, ni por Cristóbal Guerra, ni pertenecientes al rey de Portugal. Colon había realizado sus tres primeros viajes, Guerra el suyo de 1500 y los portugueses acababan de descubrir Brasil. La Capitulación señalaba que la Corona se reservaba la cuarta parte del beneficio que se obtuviera en el viaje, descontados los gastos del mismo, y ordenaba llevar cuenta puntual de todos los rescates; y que lo rescatado lo trajera a Cádiz, donde un oficial real tomaría la cuarta parte perteneciente a la Corona. Se le nombró capitán de los navíos y gente y se le dio la “juredicion civil y criminal [...]”.
Se asoció con el cartógrafo Juan de la Cosa, que acababa de regresar de su viaje a Tierrafirme (1499) con Ojeda y Vespucci y juntos buscaron socios capitalistas para poner en marcha el viaje. Encontraron diecinueve, que aportaron un total de 377.577 maravedís.
El promedio por socio es bajo, como vemos. Con ese dinero se fletaron una nao, la Santa Maria de Gracia, una carabela, la San Antón, y un pequeño bergantín, a los que se añadió un chinchorro. Su costo se llevó la mitad de lo recaudado; 190.500 maravedises. El resto se invirtió en equipo náutico, alimentos y regalos (cascabeles, vidrios de colores, telas, etc.). Se enrolaron veintidós tripulantes, casi por mitad vascos y andaluces, amén de dos flamencos. Los pilotos fueronJuan de la Cosa y Gonzalo de Lorca, y los veedores Luis de Negrón y Juan de Ayala. Entre los tripulantes iba Vasco Núñez de Balboa, entonces un desconocido.
Se acordó que de los beneficios que se lograran se pagarían primero los gastos, se separaría la parte de la Corona, y se deducirían 100.000 para los armadores.
Lo que restara se dividiría en tres partes; una para los armadores, otra para tripulantes por su trabajo y una tercera para Bastidas.
La expedición se organizó y salió del puerto de las Mulas, en Sevilla. Bajó luego el río Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda y llegó a Cádiz, desde donde emprendió la travesía atlántica. Zarpó de Cádiz entre 1501 y 1502. Fernández de Oviedo asegura que fue en enero de 1502, unos días antes de que Ojeda saliera a su nuevo viaje, pero el historiador Demetrio Ramos ha señalado que esta salida se hizo en septiembre de 1501 por el temor a que se realizara otro viaje del almirante. La expedición de Bastidas-La Cosa se dirigió a Canarias e hizo escala en Gomera para hacer aguada. Luego cruzo el Atlántico por un paralelo desconocido (posiblemente siguió la misma ruta del tercer viaje colombino) y fue a dar a una isla que llamaron Verde, cerca de la Guadalupe, quizá Granada, según el historiador Ramos en este periplo. Desde aquí singlaron hacia la Tierrafirme, alcanzando las islas de los Gigantes y Coquibacoa. Una vez en la península de la Guajira y en el cabo de la Vela, empezó su verdadero descubrimiento. En el viaje de Ojeda-La Cosa-Vespucci se había descubierto la costa venezolana hasta allí. Es más, ni siquiera habían alcanzado el cabo de la Vela, pues emprendieron el regreso antes de llegar al mismo, aunque como señalaron los expedicionarios lo vieron en la lejanía, que “blanqueaba como vela de navío”. Bastidas y La Cosa iniciaron desde aquí un derrotero hacia poniente de la costa de Tierrafirme, por lo que se van a convertirse en los descubridores de toda la costa atlántica colombiana. Llegaron a la bahía de Santa Marta, a la que bautizaron con este nombre, y desfilaron luego frente a la costa próxima a la Sierra Nevada. Descubrieron la desembocadura del río de la Magdalena, el mayor de la costa norte sudamericana, luego el puerto de Zamba, y a continuación, según Las Casas, la bahía de Cartagena, las islas del Rosario, Barú, San Bernardo e isla Fuerte, y la desembocadura del Sinú. En esta zona litoral debieron hacer algunas recaladas para aguada y rescates de oro. Siguieron hacia poniente y se embocaron en el golfo de Urabá, que llamaron golfo Dulce.
Parece que entraron algo mar adentro y volvieron a la costa que hoy es panameña, que descubrieron a partir de aquel lugar; cabo Tiburón y posiblemente hasta el puerto de Misas e isla de Piñas. Muchos cronistas, entre ellos Las Casas, han indicado que llegaron al Retrete, e incluso identifican este punto con lo que luego fue Nombre de Dios, pero se trata de errores.
Posiblemente Bastidas no llegó a enlazar con el punto más meridional descubierto por Colón en su cuarto viaje, que sería el de cabo Mármol, en la costa panameña, aunque estuvo muy cerca de hacerlo. La causa de esto fue descubrir que las naves estaban a punto de hundirse, porque las cuadernas de la quilla habían sido perforadas por la “broma”, un molusco del Caribe que es el famoso “taredo navalis”, verdadero devorador de las cuadernas de roble. Decidieron dar por concluida la exploración y poner proas a la isla de Santo Domingo para reparar las naves. Tenían prohibido tocar en ella por lo que recalaron en una isla próxima, donde revisaron y carenaron ligeramente las embarcaciones. No pudieron hacerlo a fondo, por carecer de materiales adecuados, como estopa, brea, etc.
Tras esto salieron a la mar, pero una gran tormenta les obligo a refugiarse en el puerto de la Canonjía, en la isla Española. Allí parece que rescataron algún oro con los naturales. Volvieron a salir a la mar después de un mes, pero otras tormentas les obligaron a regresar a la isla dominicana. Al llegar cerca de Xaraguá se hundieron las naves. Su costo, con lo que llevaban a bordo, lo cifró Bastidas en cinco millones de maravedises.
Bastidas dividió sus hombres en tres columnas que emprendieron el viaje a pie hasta la ciudad de Santo Domingo. Llegaron sin mayores contratiempos.
Las Casas estaba en la ciudad y comento “y allí los vide yo entonces”, añadiendo que llevaban muchos objetos de oro, perlas e indios de los que habían tomado para que sirvieran como lenguas. Fueron mal recibidos por el comendador Francisco de Bobadilla que había quedado como gobernador interino después de la visita efectuada a Colón. Acusó a Bastidas de haber rescatado con los indios durante sus arribadas a Santo Domingo e incluso haberles repartido armas. Bobadilla inició un proceso contra Bastidas y encarceló a éste hasta mediados de 1502, cuando la gran flota que trajo al nuevo gobernador frey Nicolás de Ovando. Cuando esta flota dispuso su regreso a España embarcaron en la misma Bastidas, junto con su proceso en vías de apelación, los tesoros rescatados y el propio Bobadilla. Colón advirtió el huracán que se avecinaba, pero no se le hizo caso, por lo que se hundieron más de veinte embarcaciones, entre ellaslas que llevaban a Bobadilla, a Roldán y al cacique Guarionex. La nave en que iba Bastidas fue una de las pocas que se salvaron del espantoso huracán que destruyó casi toda la armada en la que al parecer se perdieron 200.000 castellanos. Llegó a Cádiz en septiembre de 1502.
Bastidas permaneció bajo custodia del corregidor Cristóbal Velázquez hasta que se comprometió a dar fianzas para presentarse en la Corte y asistir a su juicio, pagando todos los alcances que resultaran. El 3 de abril de 1503 estaba en Alcalá de Henares, donde se encontraban los Reyes. Allí dio cuenta puntual del quinto del oro y perlas y se defendió de las acusaciones.
El fallo se dio el 3 de diciembre del mismo año.
Fue declarado inocente de los cargos imputados y los monarcas le compensaron además con una merced de 50.000 maravedís anuales sobre las rentas que produjeran Urabá y el Cenú en el futuro.
Del viaje de Bastidas quedaron varias cosas importantes.
La principal fue el hallazgo de toda la costa atlántica colombiana y meridional panameña, golfo de Urabá incluido, donde muy pronto se realizaría el primer intento de colonización continental con las gobernaciones concedidas a Ojeda y Nicuesa, una desde el cabo de la Vela hasta Urabá y la otra desde este golfo hasta Veragua. Otro fue el hallazgo de nuevos lugares para rescatar oro, como la desembocadura del Sinú.
Bastidas regresó con varios botines notables, uno de casi ocho marcos de guanines y más de 56 marcos de oro. Otra cuestión que derivó del mismo fue la revalorización de la rentabilidad de las Indias, que sufría muchas oscilaciones ante la opinión pública española, ya que el viaje de Bastidas desde Cádiz hasta Alcalá de Henares fue un paseo triunfal. El marino fue recibido con honras por las ciudades donde paso, según Oviedo.
Rodrigo de Bastidas regresó a Sevilla, donde pronto proyectó un nuevo viaje a Indias. Lo capituló el 14 de febrero de 1504 y con un objetivo aún más desdibujado que la vez anterior, pues iba “al golfo de Urabá e a otras cualesquier islas e Tierra firme del mar océano que están descubiertos o por descubrir”. Bastidas no pensaba descubrir nada importante porque desde Puerto Mármol hasta Honduras la costa centroamericana había sido descubierta por Colón en el cuarto viaje de 1502 a 1503. Quedaba tan sólo el insignificante tramo desde cabo Mármol hasta el Puerto de Misas, que no parecía tener ningún atractivo especial.
Se ha sugerido por esto que la capitulación escondía el verdadero objetivo de rescatar oro, lo que parece probable. En cualquier caso esta capitulación no tuvo efecto, y quizá por protestas del propio Colón.
Bastidas cambió radicalmente en 1504 cuando decidió convertirse en hombre de negocios para acumular un capital. El 29 de junio de 1504 hizo compañía con su antiguo socio Alfonso Rodríguez para llevar mercancías a la isla Española. El hecho de que la Corona acabara de crear la Casa de la Contratación parecía corroborarlo. Bastidas puso un capital de 95.919 maravedís y Alfonso Rodríguez 55.739 maravedís. Los beneficios serían dos tercios para Bastidas y un tercio para Rodríguez. El primero de ellos se establecería en Santo Domingo adonde Alfonso le remitiría las mercancías necesarias para la venta. Ese mismo año de 1504, Bastidas volvió a América, esta vez con su mujer e hijo. Se radicó en la capital donde muy pronto se convirtió en uno de los hombres más ricos de la isla. Se construyó una gran casa, llena de criados, y se dedicó a toda clase de negocios, destacando la venta de esclavos “caribes”. Enviaba expediciones esclavistas a las islas e incluso participo personalmente en algunas de ellas. Aparte del negocio de esclavos hacía rescates de oro y perlas, vendía mercancías europeas (herramientas, tejidos y ganado), creó varios hatos de ganado y compró haciendas. Llego a tener ocho mil cabezas de vacuno, además de varios hatos de ovejas y ganado caballar. Entre sus haciendas destacó una a orillas del río Ozama. Invirtió además en el negocio inmobiliario de la capital. Las cosas le iban tan bien que en 1519 decidió rematar la renta del almojarifazgo por tres años en 31.000 pesos, único negocio que le salió mal. Fue nombrado regidor de la ciudad de Santo Domingo.
El enriquecido comerciante Bastidas parecía haber olvidado sus inquietudes descubridoras, pero imprevistamente el 15 de diciembre de 1521 concertó con el Emperador una capitulación para conquistar la isla de Trinidad, de la que fue nombrado adelantado y capitán general. Protestó de inmediato Diego Colón, argumentando que la isla había sido descubierta por su padre y le correspondía, por tanto, su gobierno.
Bastidas decidió abandonar el proyecto. Posiblemente buscase en Trinidad el mito del Metha, un reflejo del mito de Eldorado, que se situaba por los afluentes del río Orinoco y que buscaron varios conquistadores.
Rodrigo de Bastidas puso entonces sus ojos en Santa Marta, cuya bahía había descubierto y cuya gobernación pretendía Gonzalo Fernández de Oviedo. Este último la había solicitado a la Corona en 1519, junto con una pretensión que pareció exagerada como erancien hábitos de Santiago para sus pobladores. Bastidas fue más modesto y logró capitular con el emperador dicha gobernación el 6 de noviembre de 1524. Se le nombró capitán y adelantado de Santa Marta, se le ordenó construir una ciudad con al menos cincuenta vecinos casados, y una fortaleza a su costa. Se le dieron exenciones tributarias, así como potestad para repartir tierras, aguas y solares. La gobernación comprendía ochenta leguas de costa de Tierrafirme, que iban desde el cabo de la Vela hasta las bocas del Magdalena, sin limitación por el sur.
Empezó sus preparativos rodeado de problemas, como el de la resolución de su pleito por haber sido alcanzado en el arrendamiento de los almojarifazgos y otro con los herederos de su antiguo socio Alfonso Rodríguez.
Tuvo también alguna dificultad en reclutar la hueste conquistadora y colonizadora, ya que la fama de Perú, recién descubierto, estaba drenando los soldados de las islas hacia Panamá, plataforma de la conquista peruana. Consiguió fletar una nao gruesa, la Santiago, y cuatro carabelas, en las que embarcaron cuatrocientos cincuenta pobladores. Una tercera parte de ellos eran mujeres, en conformidad con lo capitulado y fueron las fundadoras de las primeras casas neogranadinas.
Zarpo de Santo Domingo el 28 de mayo de 1526 y se dirigió directamente hacia su objetivo del puerto de Gayra, próximo a Santa Marta, donde inició la construcción de la fortaleza y de Santa Marta, que fue la primera ciudad fundada en Colombia (anteriormente se habían frustrado dos intentos de colonización de Ojeda, uno el de Santa Cruz, en la península de la Guajira, y otro el de San Sebastián de Urabá, del que vino a resultar luego la creación de Santa María del Darién, en territorio panameño). La fecha de la fundación de Santa Marta ha sido objeto de mucha controversia entre los historiadores. Tradicionalmente se ha supuesto que tuvo lugar el 29 de julio de 1525, pero parece que Bastidas no llegó a dicho lugar hasta el año siguiente, cuando erigió la ciudad. Se hizo solemnemente en presencia del teniente general Pedro Villafuerte, Rodrigo Álvarez Palomino, el contador real Juan de Ledesma y varios capitanes notables. Se nombró Cabildo de la ciudad y su alcalde fue Villafuerte.
El gobernador estableció paces con los indios cercanos gairas, tagangas y dorsitos y realizó una entrada a los de bonda y bondigua, donde obtuvo un gran rescate de oro. Sus hombres le pidieron repartirlo, pero Bastidas se negó diciendo que primero habría que pagar los gastos de la expedición, lo que provocó un gran malestar entre los colonizadores, agravado por el hecho de obligarles a trabajar en la construcción de la ciudad, cortando y acarreando madera.
Estalló una conjura dirigida por Pedro de Villafuerte.
Cinco o seis hombres entraron por la noche en la casa de Bastidas y trataron de acuchillarle mientras dormía. No le mataron, porque acudió Palomino en su ayuda, pero quedó muy mal herido. Decidió entonces trasladarse a Santo Domingo, donde podría tener mejor atención médica. Delegó el mando de la colonia que había fundado en manos de su segundo, Rodrigo Álvarez Palomino, y se dispuso a embarcar.
Álvarez Palomino prendió a los presuntos asesinos, que habían huido a los montes próximos, y los remitió a Santo Domingo, donde fueron ahorcados (Villafuerte y Pedro de Porras). En cuando a Bastidas se dirigió en una nave a Santo Domingo, pero no llegó jamás a su destino, pues la embarcación fue a parar a Santiago de Cuba, a causa de los vientos. Allí desembarcó y se hospedó en la casa de la portuguesa Mayor de Acevedo, donde falleció el 28 de julio de 1527. Su hijo trasladó más tarde el cadáver a la catedral primada de América, donde se le dio sepultura.
Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo xv [...], t. III, Madrid, Imprenta Nacional, 1829; A. Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos don Fernando e doña Isabel. Crónica inédita del siglo xv, t. II, Granada, J. M. Zamora, 1856; L. Fernández de Piedrahita, Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1881; F. P. de Aguado, Historia de Santa Marta y el Nuevo Reino de Granada, Madrid, Est. Tipográfico de J. Ratés, 1916; E. Restrepo Tirado, Historia de la provincia de Santa Marta, Sevilla, Imprenta y Libr. de Eulogio de las Heras, 1929; N. E. Navarro, Don Rodrigo de Bastidas, Caracas, 1931; A. Melon y Ruiz de la Gordejuela, Los primeros tiempos de la colonización [...], t. IV, Barcelona, Salvat, 1952; A. Ballesteros Beretta, La marina cántabra y Juan de la Cosa, Santander, Diputación Provincial, 1954; J. Friede, Documentos inéditos para la Historia de Colombia, t. I, Bogotá, Academia Colombiana de la Historia, 1955; G. Fernández de Oviedo, Historia General y natural de las Indias, ed. de J. Pérez de Tudela, Madrid, Real Academia de la Historia, 1959; J. J. Real Díaz, “El sevillano Rodrigo de Bastidas”, en Archivo Hispalense (Sevilla), n.os 111-112 (1961); P. Simón, Noticias historiales de la conquista de Tierrafirme en las Indias Occidentales, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1963; J. M. Henao y G. Arrubla, Historia de Colombia, Bogotá, Ediciones Universidad Nacional, 1967; D. Ramos, Audacia, negocio y política en los viajes de “descubrimiento y rescate”, Valladolid, Universidad, 1981; VV. AA., Manual de historia de Colombia, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1984, 3 vols.; Nueva historia de Colombia, Bogotá, Planeta, 1989, 3 vols.; B. de Las Casas, Obras completas, ed. de P. Castañeda, Madrid, Alianza Editorial, 1998.
Manuel Lucena Salmoral