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Cristóbal Guerra

Biografía

Guerra, Cristóbal. Sevilla, s. m. s. XV – Cartagena de Indias (Colombia), 1501. Navegante y comerciante.

En 1499 Pero Alonso Niño, el mismo moguereño que participó en la primera travesía colombina, obtuvo una licencia del Rey para descubrir en la costa de Tierra Firme. Pero como no debía estar sobrado económicamente, decidió asociarse con Luis Guerra.

Éste era un rico fabricante y mercader trianero que ya, en 1495, se le encuentra pujando por la compra de un almacén en la sevillana calle Archeros. Al parecer, se dedicaba a la fabricación y venta de bizcocho para abastecer los barcos. Éste le puso como condición para cerrar el trato que su hermano —su sobrino, según Fernández de Oviedo—, Cristóbal Guerra, debía ir como capitán de la embarcación que fletasen. El pacto se cerró y en ese año partieron; aunque, eso sí, unos meses antes que un competidor directo como era Vicente Yáñez Pinzón.

Zarparon de Palos con un solo navío, pilotado por Niño, capitaneado por Cristóbal Guerra y tripulado por treinta y tres marineros experimentados, reclutados en Moguer. Fueron directos a la costa venezolana. Quisieron penetrar en el golfo de Paria pero las corrientes se lo impidieron, por lo que llegaron a las islas de Margarita y Cubagua, así como a la costa de Cumaná. En dichas islas obtuvieron muchos quintales de perlas. Pero no contentos con el botín recorrieron la costa, rescatando abundante oro entre los indios.

Con las bodegas repletas de perlas y de oro, en febrero de 1500 regresaron a Castilla, con tan mala fortuna que los vientos los llevaron hasta la ría de Vigo. Allí, en el puerto de Bayona se creó una enorme expectación al ver las riquezas que traían. Transitoriamente la nave fue confiscada porque los oficiales reales pensaron que trataban de eludir el pago del quinto Real. Pocos días después partieron para Sevilla, donde dieron cuentas de lo rescatado al obispo Juan Rodríguez de Fonseca.

El éxito de la expedición fue tal que no tardaron en planear una segunda. El padre Las Casas lo describe de forma muy gráfica: “Como Cristóbal Guerra y Peralonso Niño fueron riquillos a Castilla con el paladar dulce o endulzorado de las perlas, acordaron tornar a armar y armaron dos buenas carabelas...”. Y efectivamente, en 1500 organizaron una nueva expedición, en esta ocasión formada por cuatro carabelas. Una de ellas capitaneada por Cristóbal Guerra y la otra por el propio Luis Guerra. Las cargaron con mercancías para poder rescatar después con los indios.

Partieron de Cádiz o de Sanlúcar —según Las Casas— y se dirigieron de nuevo a la isla Margarita y a la costa venezolana. Nuevamente consiguieron obtener un buen botín. Fondearon en Cartagena, donde se encontraron con otros cuatro navíos de Juan de la Cosa. Éste, sabiendo que se dirigían a España, les encomendó que embarcasen algunos indios esclavos de su propiedad para que lo vendiesen en España. Pero lo cierto es que, pese a tener sus bodegas llenas de perlas y de esclavos, comenzaron las desgracias: Primero, murió Cristóbal Guerra a manos de los indios, según narraba Gonzalo Fernández de Oviedo: “tomada esta carga se fueron a los puertos de Cartagena, donde hallaron cuatro naos que había llevado otro capitán que se decía Cristóbal Guerra; el cual habían muerto los indios y había quedado por capitán un Luis Guerra, su tío, a quien hallaron mal dispuesto y enfermo, e así lo estaba casi toda la gente de aquellas cuatro naos”. Segundo, la muerte de Luis Guerra que ya estaba enfermo en Cartagena, junto a otros muchos miembros de la tripulación, y que murió en el trayecto, antes de llegar a La Habana. Según narraba Las Casas, “su sepultura fue un serón, y fuera mejor ponerlo en el cesto, en que lo echaron a la mar”. Y tercero, uno de los navíos, cerca de La Habana, chocó con una piedra, se abrió por la mitad y se hundió con todo el oro y perlas.

Según Las Casas, la persona que le puso el nombre de Cartagena al puerto colombiano debió ser uno de los primeros descubridores que por allí pasaron, a saber: Rodrigo de Bastidas, Juan de la Cosa o Cristóbal Guerra.

Algunos cronistas lo criticaron duramente porque sus prácticas fueron abusivas con los indios. El padre Las Casas dijo que hicieron grandísimo daño en la tierra porque, cuando llegaban, “mataban los indios y los prendían por fuerza y los atormentaban porque se rescatasen”. Fernández de Oviedo no tuvo mejores palabras hacia él, al decir que fue “uno de los aterradores de los indios”, pues “so color de rescatar” robaban y alteraban la tierra. Sin embargo, Pero Alonso Niño y Cristóbal Guerra practicaron un tipo de saqueo que, al menos en apariencia, guardaba la legalidad. Aunque fuera a base de engaños, rescataban el oro y las perlas a los indios, intercambiándolas por baratijas procedentes de Castilla.

 

Bibl.: B. de Las Casas, Historia de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1951; G. Bleiberg (dir.). Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. Manzano Manzano, Los Pinzones y el Descubrimiento de América, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1988; VV. AA., Diccionario temático abreviado Iberoamericano, Sevilla, Castillejo, 1989; F. Morales Padrón, Historia del Descubrimiento y Conquista de América, Madrid, Gredos, 1990; G. Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, Madrid, Atlas, 1992; E. Otte, Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Sevilla, Fundación El Monte, 1996; J. M. González Ochoa, Quién es quién en la América del Descubrimiento, Madrid, Acento, 2003.

 

Esteban Mira Caballos