Bobadilla, Francisco de. España, s. t. s. xv – Océano Atlántico, VII.1502. Comendador de Calatrava, pesquisidor en 1500 sobre la actuación de Cristóbal Colón en La Española, gobernador.
Gracias a los avances historiográficos del dominicano J. Marino Incháustegui (1967) se ha podido ajustar qué documentación del tiempo de los Reyes Católicos corresponde a este Francisco de Bobadilla en concreto y cuál otra corresponde a personajes homónimos. Aparte de un fraile y otros de menor talla, se ha eliminado a un personaje de la Corte, corregidor de Córdoba, capitán en la guerra de Granada, alcaide de Santa Fe y de otras fortalezas, pero que murió antes de finalizar el siglo XV. El citado Incháustegui dedica más páginas de su voluminoso libro a definir personas llamadas Francisco de Bobadilla pero que no fueron el personaje a quien la Historia dio pronto el calificativo de “enemigo de Colón”. No obstante, aporta abundante documentación, una parte importante ya conocida y alguna menos conocida. Con el reconocimiento a este benemérito investigador se ciñe esta biografía, pues, a lo conocido sobre Francisco de Bobadilla, el pesquisidor y gobernador de la Española.
Se ignora dónde y cuándo nació, puesto que el documento más antiguo que se conoce sobre él es de 1480, en que era comendador de Auñón (Guadalajara), de la Orden Militar de Calatrava, “y la villa se alzó contra él por sus abusos, tratando de matarlo y obligándole a huir. En 1497 firmó una avenencia con los vecinos de Auñón” (R. Ezquerra, 1979: 535, texto copiado textualmente por J. L. de Pando, 1987: 10). Después fue nombrado comendador de Berrinches (Guadalajara), Castellanos y El Collado —topónimos imposibles de dilucidar en concreto, pues hay varios en Castilla.
No obstante sus antecedentes, Bobadilla fue designado por los Reyes Católicos, el 21 de mayo de 1499, juez pesquisidor y gobernador de las Indias en sustitución de Cristóbal Colón, “ante su petición del primer cargo y las profundas y tenaces quejas contra su administración, con motivo de la rebelión de Francisco Roldán, la esclavización de indios y el descontento de los colonos. El nombramiento de Bobadilla no se sabe a qué se debió, si a la confianza que merecía a los reyes, a su violento carácter o fue impuesto por el grupo enemigo de Colón” (R. Ezquerra, ibíd.).
Conviene tener en cuenta que los Reyes Católicos aplazaron la partida hacia La Española de Bobadilla hasta que la llegada de los procuradores de Colón y los de Roldán, con sus alegaciones contradictorias, les resolvieron a enviarle en 1500, un año más tarde.
Una cuestión previa en la que no han reparado suficientemente la mayoría de los historiadores es que la Cédula Real de 21 de mayo de 1499, por la que “se comisiona a Francisco de Bobadilla para averiguar qué personas se habían levantado contra la Justicia en la isla Española y proceder contra ellas según derecho” está motivado por un escrito de Cristóbal Colón —y no por ninguna acusación contra él, como dicen o insinúan otros historiadores—. En efecto, en este documento se le dice a Francisco de Bobadilla “que don Cristóbal Colón, su almirante del Mar Océano y de las islas y tierra firme de las Indias, les envió a hacer relación, diciendo que estando él ausente de las dichas Islas, en su Corte, algunas personas de las que estaban en ellas, y un alcalde [Roldán] con ellas, se levantaron en las islas contra el Almirante y las justicias que en su nombre tenía puestas en ellas, y que no embargante que fueron requeridas las tales personas y el alcalde que no hiciesen el levantamiento y escándalo, que no lo quisieron dejar de hacer, antes se estuvieron y estaban en la dicha rebelión y andaban por la isla robando y haciendo otros males y daños y fuerzas, en deservicio de Dios [...] lo cual, por ellos visto, porque fue y era cosa de mal ejemplo y digno de punición y castigo, y a ellos, como rey, reina y señores, en ellos pertenecía proveer y remediar, mandaban dar esta carta para él en la dicha razón, por la cual le mandaban; que luego fuese a las islas y tierra firme de las Indias, y hubiese su información, y por cuantas partes y manera mejor y más cumplidamente lo pudiera saber, se informase y supiese la verdad de todo lo susodicho, quiénes y cuáles personas fueron las que se levantaron contra el Almirante y sus justicias, por qué causa y razón y qué robos, males y daños habían hecho, y todo lo otro que acerca de esto viere ser menester saber para ser mejor informados. Y la información y la verdad sabida, a los que por ella hallare culpables les prendiese el cuerpo, y les secuestrase los bienes, y así presos procediese contra ellos y contra los ausentes, a las mayores penas civiles y criminales que hallare por derecho”. Siguen instrucciones sobre la forma de interrogar, plazos y penas, para todo lo cual le daban ampliamente poder cumplido, y termina: “Y si para hacer, cumplir y ejecutar todo lo susodicho hubiere menester favor y ayuda, por esta su carta mandaban a su Almirante y a los concejos, justicias, regidores, caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de las dichas islas y tierra firme, que se lo diesen e hiciesen dar, y que en ello ni en parte de ello no le pusiesen embargo ni contrario alguno, ni consintiesen se los pusieren”.
Largo documento en el que se define la figura de un pesquisidor con todas las atribuciones, pero del que se desprende que la cuestión está inicialmente planteada por Colón, como denunciante, y que en el ánimo real no aparece sospecha alguna contra él. Cierto es que a este documento le acompañan otros, de la misma fecha, por el que —sintetizado— Francisco de Bobadilla tuviese la gobernación y oficio del juzgado de dichas islas y tierra firme. Y otro documento más, de igual fecha, por el que se proveía que a Bobadilla se entregasen “las fortalezas, casas, navíos, armas, pertrechos, mantenimientos, caballos, ganados y otras cosas de Sus Altezas en las Indias”. Y, finalmente, hay un último documento, titulado “de creencia”, fechado en Madrid el 26 de mayo de 1499, dirigido a Cristóbal Colón, “su Almirante del Mar Océano, que ellos habían mandado al Comendador Francisco de Bobadilla, llevador de esa carta, que les hablase de su parte de algunas cosas que él diría, rogándole que le diese fe y creencia y aquello pusiese en obra”.
Redactados tan prolijos documentos, la partida de Bobadilla hacia La Española se demoró más de un año. Se está de acuerdo en que los Reyes Católicos optaron por recibir nuevas noticias sobre la sublevación, porque si estaba dominaba ya no haría falta la pesquisa. Pero llegaron dos carabelas, una con procuradores de Colón y otra con los de Roldán. Las contradictorias alegaciones causaron sensación en la Corte y los Reyes decidieron que Bobadilla marchara a La Española con su cometido.
Partió con dos carabelas en la que iban casi quinientos hombres, algunos frailes y catorce indios mandados como esclavos a España y devueltos a su tierra. Llegó al puerto de Santo Domingo el 23 de agosto de 1500. Colón estaba fuera, en la Vega, y su hermano Diego rehusó obedecer a Bobadilla, al considerar superior la autoridad del almirante. El domingo 25, en la iglesia, Bobadilla leyó su nombramiento, conquistándose la adhesión al hacer pública su decisión de pagar los sueldos atrasados. Se apoderó de la fortaleza, se hizo cargo de los presos y de los procesos, se incautó los bienes de Colón, notándose enseguida su parcialidad, pues favorecía a los rebeldes, sin inquietarles lo más mínimo. Comenzó una pesquisa secreta contra el almirante y recopiló todo género de acusaciones, tanto fundamentadas como falsas. Sin oírle, apresó a Diego Colón.
A mediados de septiembre de 1500, llegó por fin el almirante a Santo Domingo, obedeciendo a un fortísimo requerimiento de Bobadilla, y al presentarse ante él no hubo ni diálogo —recuérdese la carta “de creencia” de los Reyes— ni pesquisa personal alguna. Mandó detenerlo y lo encerró encadenado en la fortaleza. Igual hizo con su hermano Bartolomé. Este atropello a la autoridad del virrey y almirante ha dado pie a algunas interpretaciones: o Bobadilla, cegado por su carácter violento, creyó que se llenaba de gloria actuando así o, quizás, llevase, aparte de la documentación citada, instrucciones secretas de los Reyes, que es dudoso llegasen a tanto. El suceso causó consternación y solamente los declarados enemigos de Colón se sintieron felices. Esta escena histórica la narra el cronista Antonio de Herrera así (edición de 1728): “Preso el Almirante, con sus dos hermanos, los que mal los querían tuvieron aparejo para vengarse cumplidamente dellos, porque no les bastó holgarse de verlos con tanto deshonor afligidos, pero aun con mucha libertad, por escrito y de palabra, de día y de noche: por los cantones les ponían libelos infamatorios. Y lo que peor era, que los que esto hacían eran los que avían comido su pan, y llevado su sueldo: y lo que más era digno de grandísima lástima, que quando echaron los grillos al Almirante, no se hallava presente quien por su reverencia y compasión se los echasse, sino fue un cocinero suyo, desvergonzado. Estos grillos guardó mucho el Almirante, y mandó que con sus huessos se enterrasen, en testimonio de lo que el mundo suele dar a los que en el viven, por pago, porque se conociesse que sólo Dios es el que hace las mercedes” (vol. I: 97).
A comienzos de octubre de 1500 zarparon las carabelas hacia España, con la orden al capitán Alonso de Vallejo de que fueran entregados al obispo Fonseca, declarado enemigo de Colón. Llegaron a Cádiz hacia el 20 de septiembre de 1500. Enterados los Reyes manifestaron sentir mucho el atropello, ordenaron ponerlo en libertad, lo llamaron a Granada y le dijeron que se le había aprisionado contra su voluntad, aunque no lo restituyeron, pues no destituyeron a Bobadilla, quien continuó en el gobierno de La Española hasta 1502, en que llegó su sucesor, Nicolás de Ovando, “ya designado el 3 de septiembre de 1501, para que hiciese justicia, desagraviase a Colón y le devolviera lo que le había arrebatado Bobadilla y residenciara a éste [...]” (R. Ezquerra, ibíd.; dice, por error, que Ovando fue designado el “30” de septiembre; lo corregimos por el 3).
La Real Cédula de 3 de septiembre de 1501, “para que frey Niculás Dovando, Comendador de Lares de la Orden de Caballería Dalcantara tome residencia a frey Francisco de Bobadilla [...]” (Archivo General de Indias, Indiferente General, leg. 418, t. 1.º, fol. 25) venía a decir —sintetizado, y en grafía moderna—: “Que supiese cómo Bobadilla había usado y ejercitado el oficio de gobernador [...]. Que él y sus oficiales hiciesen residencia [...] según la ley de Toledo. Que fuese a la isla Española y a las otras de las Indias donde el comendador frey Francisco de Bobadilla había usado su oficio.
Que tomase él las varas de justicia y alcaldía [...].
Que recibiese de Bobadilla y sus oficiales la residencia, por término de 30 días [...]. Que se informase de cómo y de qué manera Bobadilla y sus oficiales habían usado y ejercido el oficio de gobernación y ejecutado la real justicia. Que hiciese pregón que si alguno tenía queja [...] agravios [...] que lo fuesen a demandar ante él. Que hiciese justicia a los querellosos [...]”. Y por Real Cédula de 17 de septiembre de 1501 (Archivo General de Indias, Indiferente General, leg. 418, t. 1.º, fol. 46) dirigida al comendador Bobadilla, se le ordena que vuelva en los navíos que van a la isla Española a llevar al nuevo gobernador. Ovando llegó hacia abril de 1502. Bobadilla salió bien librado del juicio de residencia. Sin embargo, véase el simple título de los documentos CXLI y CXLIV publicados por M. Fernández de Navarrete (1857), el primero contrario a la actuación de Bobadilla y el segundo favorable a Colón frente a Bobadilla.
A fines de junio de 1502 llegó de nuevo Colón a Santo Domingo, y Ovando no le permitió refugiarse en el puerto ante la tempestad que preveía el almirante. Pese a las advertencias meteorológicas de Colón salió la flota en que iba Bobadilla y desencadenándose un horrible huracán, la destruyó en su totalidad, naufragando todas las naos y pereciendo Bobadilla y toda la gente que lo acompañaba. Serían los primeros días del mes de julio de 1502. En Carta Real, firmada por la Reina (Alcalá de Henares, 20 de marzo de 1503) y por el Rey (Zaragoza, 29 de marzo), informan a Ovando “que no ha venido la capitana en que venía el Comendador Bobadilla, ni otras carabelas que venían en su compañía” ni “los presos, ni el cacique, ni los memoriales y otras cosas” (Archivo General de Indias, Indiferente General, leg. 418, t. 1.º, fols. 100-102v.).
Personaje controvertido en la historiografía, se ganó en los primeros siglos la execración general por su odiosa conducta. Por los ataques a España y a los Reyes Católicos que, por elevación, esta conducta acarreó, por historiadores extranjeros, a partir del siglo xix algunos españoles —Vidart, Castelar, Pardo Bazán y el padre Mir— se apoyaron en indicios de algunos predecesores —Oviedo, Bernáldez y pocos más— para justificar la conducta de Bobadilla, pues la mayoría de los españoles de la isla Española estaban en contra de Colón. Sin embargo, el dominicano J. Marino Incháustegui, en la conclusión de su gran obra (1964), dice: “Destruida documentalmente la falsa leyenda de la rectitud y honestidad del comendador frey Francisco de Bobadilla, gobernador de las Indias; demostrado su terrible carácter; y comprobado plenamente que el noble y generoso corregidor Francisco de Bobadilla, muerto en la ciudad de Córdoba [...] el 20 de octubre del 1496, era el íntimo amigo y protegido de los Reyes Católicos, ahora tendrá que escribirse de nuevo el episodio de los atropellos cometidos por el Gobernador contra Colón y sus hermanos” (pág. 569).
Bibl.: A. de Herrera y Tordesillas, Historia General De Las Indias Occidentales, ò De Los Hechos De Los Castellanos en las Islas y Tierra firme del Mar Océano, Escrita por Antonio de Herrera y Tordesillas en ocho Decadas [...] Nueva impression enriquecida con lindas Figuras y Retratos, vol. I, Amberes, Juan Bautista Verdussen, 1728, caps. VIII, IX y X, págs. 91-97; F. Hoefer, Nouvelle Biographie General [...], vol. VI, Paris, Firmin Didot fréres, Editeurs, 1855, cols. 283-284; M. Fernández de Navarrete, Colección de los Viajes y Descubrimientos que hicieron formar los españoles desde fines del siglo xv [...], II. Documentos de Colón y de los primeros pobladores, Madrid, Imprenta Nacional, 1859, Documentos CXXXVII [comisión a Bobadilla], CXXXVIII [gobernación a Bobadilla], CXXXIX [que se entreguen a Bobadilla las fortalezas, etc.], CXXXIX [carta de creencia], págs. 262-267, CXLI [Provisión: que no se guarde la franqueza del Comendador Bobadilla en la isla Española sobre el coger el oro porque no tenía poder para ello, 16 de septiembre de 1501 (original en el Archivo del duque de Veraguas)], págs. 304-305, CVLIV [Cédula al Comendador de Lares para que cuanto el Comendador Bobadilla tomó a Colón y a sus hermanos se les vuelva [...] (Archivo General de Indias, B. de las Casas, Historia de las Indias, mss., lib. II, cap. 4.º], págs. 310-311; L. Vidart, Colón y Bobadilla. Conferencia leída el 14 de diciembre de 1891 en el Ateneo de Madrid, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1892, 43 págs. [ed. en VV. AA., El Continente Americano. Conferencias dadas en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid con motivo del cuarto centenario del Descubrimiento de América, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1894, 3 vols.]; L. Vidart, Colón y Bobadilla. Una polémica y un boceto dramático, Madrid, Tipografía de Manuel Ginés Hernández, 1892, 30 págs.; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. VIII, Madrid, Espasa Calpe, 1910, pág. 1222; A. del Monte y Tejada, Historia de Santo Domingo, vol. I, Ciudad Trujillo, Biblioteca Dominicana, 1952, pág. 367; J. Marino Incháustegui Cabral, Francisco de Bobadilla. Tres homónimos y un enigma colombino descifrado, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1964; VV. AA., Enciclopedia Dominicana, 2.ª edición ampliada, corregida y actualizada, vol. I, Santo Domingo, Enciclopédica Dominicana, págs. 262-263; R. Ezquerra, “Bobadilla, Francisco de”, en G. Bleiberg, Diccionario de Historia de España, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1979, págs. 535-536; Index Bio-Bibliographicus Notorum Hominum, vol. XIX, Osnabrück, Biblio Verlag, 1980, pág. 9245; VV. AA., Historia General de España y América, vol. VII, Madrid, Rialp, 1982, págs. 112- 114; J. L. de Pando Villarroya, Colón y Bobadilla, Madrid, Pando Ediciones, 1987; VV. AA., Gran Enciclopedia de España, vol. IV, Zaragoza, Enciclopedia de España, 1991, pág. 1620; C. Varela, La caída de Cristóbal Colón. El juicio de Bobadilla, Madrid, Marcial Pons Historia, 2006.
Fernando Rodr guez de la Torre