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Hernando de Luque

Biografía

Luque, Hernando de. Morón de la Frontera (Sevilla), f. s. XV – Panamá, 1534. Maestrescuela de Panamá y obispo preconizado de Tumbes (Perú).

Hijo de Francisco Sánchez de Luque y de Ana de Gómez, en 1514 se embarcó en Sanlúcar de Barrameda rumbo a Santo Domingo en la misma nave que el gobernador Pedro Arias Dávila (Pedrarias) y fray Juan de Quevedo, el primer obispo de Panamá o Castilla del Oro. Participó como capellán en muchas expediciones de conquista. Pedrarias le otorgó la encomienda de Perequete (22 de octubre de 1522). Se le nombró protector de indios y explotó una encomienda a orillas del río Chagres. Con la cría de vacas hizo una fortuna de 18.000 pesos. Entonces formó parte de una compañía con Francisco Pizarro y Diego de Almagro. El clérigo Luque —se dice— aportó 20.000 pesos a la compañía. Pedrarias Dávila obligó a los socios su incorporación a la compañía con una cuarta parte de los beneficios. Mediante la Capitulación de Toledo, en 1529, se presentó la candidatura de Luque para el Obispado de Tumbes. Afirma un texto que estaba “acabado así de vejez como de extrema pobreza”. Murió a finales de 1534. Jugó un papel muy importante en la primera etapa del descubrimiento y conquista del Perú. No abunda la documentación sobre Hernando de Luque, sin embargo, la información conocida hasta ahora lo sitúa en lugar notable porque pudo contener los desbordes de Pedrarias (gobernador de Panamá).

Llegó a Tierra Firme con la gran expedición que envió Fernando el Católico a Panamá: muchos buques y unos mil expedicionarios. El Rey tenía interés en el poblamiento de esta región del istmo de Panamá, para contener las pretensiones de Diego Colón, virrey de Santo Domingo (nombrado en 1508), quien pretendía que su virreinato y gobernación alcanzaba también a Tierra Firme. La Corona sostenía que sólo poseía esa jurisdicción en la isla La Española, que era lo único que había descubierto su padre. Descubierto el océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa (1513), era necesario encontrar “el paso entre los dos océanos”. En la expedición fueron diecisiete clérigos, de los cuales, a finales de 1530, sólo quedaban cuatro, entre ellos Hernando de Luque. Otro personaje importante, apoyado por Pedrarias, era el licenciado Gaspar de Espinoza.

Catorce años después de llegar a Panamá, Hernando de Luque hizo una información de sus servicios especificando sólo su actividad de clérigo. El 12 de marzo de 1524 se presentó Hernando de Luque con el interrogatorio para los testigos de su actuación. La información la hizo en la ciudad de Santa María de la Antigua del Darién. En primer término dijo que llegó en la armada de Pedrarias y el electo obispo de Panamá Juan de Quevedo. Afirmó que su labor religiosa se desarrolló en la ciudad del Darién y en la de Panamá, y además dijo que ayudó al enterramiento de muchos muertos, adoctrinó y bautizó a indios. Reafirmó que se había preocupado por el buen tratamiento de los indios y los pobres del hospital donde era mayordomo. Agregó que se había llevado en forma amigable con todos y había contribuido a la pacificación. Informó de que había padecido muchos trabajos y enfermedades, incluso en las incursiones en que acompañó a Pedrarias.

Presentó como primer testigo a Juan Pérez Zalduendo, deán de la catedral. Reiteró que llegó con Pedrarias y el obispo Quevedo. Dijo un testigo que lo “vio siempre servir en la Iglesia en esta dicha ciudad como en Panamá y en las minas”; añadió que “padeció en la dicha ciudad mucha hambre y necesidad y dolencias”. Fue con Pedrarias a la pacificación del cacique de Urabá y de los otros caciques comarcanos que estaban “alzados”. El testigo dijo que todo lo había hecho muy bien. Otro testigo era el padre fray Andrés de Valdez, franciscano que dijo que “estuvo enterrando los muertos, administrando los santos sacramentos, doctrinando y bautizando los indios y enseñándolos en las cosas de nuestra santa fe”. El padre fray Alonso de Escobar, presidente de la casa y monasterio de San Francisco, expresó que envió “a muchos de los pobres que había”, vio este testigo cómo los enviaba a la isla de Jamaica y allá fuesen remediados; a otros ayudó “con sus dineros para su sustentamiento y para que enviasen a Castilla a sus mujeres”. Por su buen comportamiento, el obispo “le encargó ahora que fuese su provisor en todo su obispado”. Señaló que “fue con el señor Gobernador a Urabá y otros caciques”. Otro testigo fue Juan Alonso de Plasencia. Dijo que “daba limosnas y que Hernando de Luque ha padecido muchas enfermedades”. El testigo Juan Díaz dijo que “tomó aquí en esta ciudad mucha harina, pastas y vino y muchas cosas de comida para los pobres”. Antonio de Vega afirmó que Hernando de Luque hacía tres años que se fue a Panamá. El siguiente testigo, Juan Rodríguez, confirmó que “el dicho maestrescuela estuvo en esta ciudad muy enfermo”. Finalmente declaró Fernando de Uribarri, alcalde, en términos parecidos a los anteriores. Por otra parte, había noticias de navíos portugueses que se entrometían en tierra de España. La gran armada, capitaneada por Pedrarias y apoyada por Hernando de Luque, estaba formada por dos buques, nueve carabelas, seis bergantines y ocho barcos para pescar, que sumaban bastantes toneladas, también llevaban artillería pesada y falconetes, doscientos fusiles de mano, trescientas espadas, doscientos puñales, cuatrocientas rodelas, doscientos escudos de madera, ochocientos cascos, etc. Entre las provisiones llevaban quince mil arrobas de harina, doce mil de vino, doce mil de vinagre, once mil de aceite, tres mil quintales de bizcocho, más garbanzos y habas. Entre los instrumentos enviados al Darién había mil azadones, cuatrocientas hachas, trescientas palas de hierro, doscientos asadores para carne, cien sartenes. Además enviaron grandes láminas de plomo para cubrir los barcos y defenderse contra la carcoma o mil pies. Otro encargo que se le dio a Pedrarias fue hacer la residencia a Vasco Núñez de Balboa, que fue sentenciado a muerte por Gaspar de Espinoza, alcalde mayor. Vasco Núñez de Balboa fue ejecutado en 1517. Fue víctima de las intrigas de Pedrarias y del obispo Quevedo. Eliminado Vasco Núñez, se apoderaron de los buques que tenía. La imagen que se tiene de Hernando de Luque es la de un hombre apacible y cumplidor de su deber. Es el reverso de Pedrarias, un hombre difícil e intrigante. Instigó a Gaspar de Espinoza para matar a Vasco Núñez de Balboa. Gaspar de Espinosa era natural de Medina de Rioseco. Era licenciado y abogado por Salamanca; en 1527 se le dio el título de oidor de la Audiencia de Santo Domingo. Existe el borrador de un contrato de compañía de 1526 entre Pizarro, Almagro y Luque; estos tres socios se vieron obligados a incorporar a Pedrarias en la compañía para buscar una ruta hacia Perú. Este nombre de Perú, que permanece hasta ahora, no es una palabra quechua ni aymara: es panameña. En la relación que dio Gonzalo Fernández de Oviedo de las costas de la comarca de Panamá aparece un río llamado Perú. Al mismo Oviedo se debe un mapa con los lugares y costas conocidos, pero no aparece en él el nombre de Perú. El 23 de julio de 1523 aparece el nombre de Perú escrito por primera vez por Pascual de Andagoya; consta en el libro de cuentas de la tesorería de Tierra Firme a cargo de Alonso de la Puente: Andagoya entregó el quinto de los metales sacados en una cabalgata al suroeste de Panamá y que se llama Perú. El asiento del 23 de junio de 1523 dice lo siguiente: “En la dicha ciudad de Panamá, en la dicha casa de fundición a 23 de julio de mil e quinientos e veinte e tres años en presencia de los dichos oficiales traxeron manifestar Pascual de Andagoya que fue a la provincia de Perú y Juan García de Montenegro que fue por Veedor, a García de Angulo tesorero cierto oro que dijeron que lo habían habido el dicho viaje del Perú lo cual pesó 1,003 pesos”. En las mismas cuentas el 9 de mayo de 1525 Nicolás de Ribera manifestaba a nombre de Pizarro y su gente 396 pesos, “los cuales dichos pesos de oro hubieron el Capitán y gente en la mar del sur, al levante, por la costa que se dice del Perú”. Hay que advertir que el Perú mencionado no es el actual de este nombre, sino un lugar situado al suroeste de Panamá. Este nombre del Perú panameño aparece también en el borrador del contrato entre Pizarro, Almagro y Luque, y Raúl Porras Barrenechea creyó sospechosa esta mención de la palabra Perú en 1526. También creyó sospechoso el texto del contrato, porque aparece en forma extemporánea la expresión reinos y provincias del Perú, con una categoría administrativa que no tuvo hasta el año 1529, con la capitulación de Toledo, que consiguió Pizarro en Toledo.

En general, las expediciones de Pizarro se orientaban hacia el sureste de Panamá y a esta región la denominaban el Levante, por la salida del sol, a diferencia de Poniente que denominaba a la parte de Nicaragua. El nombre panameño del Perú iba cambiando de localidad conforme las expediciones de Pizarro pasaban las costas de Colombia, Ecuador y el Perú actual. En la capitulación de Toledo de 1529 aparece la palabra Perú refiriéndose no a la actual, sino a la parte del golfo de San Miguel, que está al norte, cercana a Panamá. En quechua hay palabras parecidas a la palabra Perú, pero por la cronología se ve que es panameño este nombre, dado que aparece escrito el año 1523 cuando el segundo viaje de Pizarro se acababa de iniciar hacia el sur. Consta en el contrato que Hernando de Luque entregó 20.000 pesos de buen oro “para el descubrimiento y conquista del dicho reino del Perú”. En el testamento (13 de diciembre de 1533) de Hernando de Luque se dice que los 20.000 pesos señalados pertenecen al licenciado Gaspar de Espinoza. Por incursionar en aprestos económicos y dejando de lado su labor sacerdotal, a Hernando de Luque se le llamó “Hernando el loco”. Muerto Luque, fray Tomás de Berlanga vino a sustituir al obispo Quevedo. Berlanga informa que Luque “murió casi sin sentido y dejo por su albacea al licenciado Espinoza”, y afirma que los 20.000 pesos que aportó Luque a la compañía pertenecían al Obispado de Panamá y no a Espinosa. No se conoce el final de la reclamación de Berlanga. Más tarde, el hijo de Gaspar de Espinoza recibió de Francisco Pizarro 13.000 pesos. En la escritura no son citadas las escrituras de 1526 y 1531. El hijo de Espinosa y Pizarro declararon “que entre este último y Luque no existen carta ni escritura alguna”. En esta escritura de 1535 Pizarro y el hijo de Espinoza admitían la existencia de la compañía pero rechazaban la existencia de un texto escrito; se añadía que, algunas veces, Luque contradijo y “deshizo la dicha compañía que así teníamos”. Los 13.000 pesos que Pizarro entregó al hijo de Espinoza eran “por razón de la parte e intereses que de dicho Hernando de Luque, electo, le competía”. Otra prueba en contra de la firma del contrato es que Pizarro estaba en Chochama en esa fecha, de lo que existe prueba documentada. La impresión que se saca es que se hizo el borrador de la escritura del contrato, pero no firmó Pizarro.

Al 10 de marzo de 1526 corresponde el contrato que hicieron Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el padre Hernando de Luque en Panamá. Se asociaron en forma de compañía en pérdida o ganancia. Luque aportó 20.000 pesos, que, según dijo después, pertenecían al licenciado Gaspar de Espinosa; los otros aportaban la autorización de un viaje de exploración, dada por el gobernador Pedrarias Dávila. Es uno de los documentos más famosos de la historia de América y sirve para ilustrar la organización de las compañías particulares que organizó la conquista. El texto de la escritura notarial del contrato no figura en las crónicas del siglo XVI; lo copió por primera vez Fernando de Montesinos, clérigo andaluz y cronista de comienzos del XVII. De los Anales del Perú lo recogen Manuel José Quintana (1830) y lo reproduce William Prescott, que lo llama “Memorable documento”.

Continuación de este contrato es la escritura que firmó el padre Hernando de Luque a favor del licenciado Espinosa, oidor de la Audiencia de Santo Domingo y alcalde mayor en Panamá (6 de agosto de 1531). Luque dijo que “confieso que las dichas compañías que yo, el dicho don Hernando de Luque, tengo hechas con los dichos Gobernadores don Francisco Pizarro y Don Diego de Almagro [...] declaro que es del Licenciado Espinosa que está presente”. Esta escritura de cesión tampoco aparece en las crónicas de la época. Hernando de Luque hizo su testamento el 13 de diciembre de 1533. Muerto Luque, le sucedió en el Obispado fray Tomás de Berlanga. El nuevo obispo dijo que los 20.000 pesos aportados por Luque pertenecían a las rentas del Obispado de Panamá. El 20 de octubre de 1535 consta que el hijo de Espinosa recibió de Pizarro 13.000 pesos. En este documento no sólo no aparecen las escrituras de 1526 y de 1531, sino que, al contrario, se niega su existencia. En el documento de 1535 el hijo de Espinosa y Francisco Pizarro declararon que no existe “carta de escritura alguna”, así en la contratación principal de la dicha compañía como en los gastos e intereses. Otro argumento muy importante en contra del contrato de Panamá es que consta en un documento que Pizarro no estuvo en esta ciudad para firmarlo sino en Chochama. En una primera etapa, Gaspar de Espinosa pidió al Rey que ordenase a Pizarro que se hiciera efectivo el traspaso. No se sabe que el licenciado insistiera en esta petición. Con el convenio de 1535 en que el hijo de Espinosa recibió 13.000 pesos, terminó esta controversia. Los documentos del año 1567 dan cuenta del final de la vida del padre Luque. Un testigo dice que el padre Luque perdió el conocimiento y expiró en una almohada que sostenía en sus manos el licenciado Gaspar; otros testigos criticaban a Luque, uno de ellos decía “no lo haceis sino para haber un Obispado” mediante el préstamo citado (Álvaro del Guijo). Otro testigo se extrañaba de que, siendo clérigo, se metía “en conquistas y descubrimientos. Y que sin gobernación alcanzaría mejor el Obispado” (Álvaro Quirós). No faltan otros testimonios en los que Gaspar de Espinosa aparece, como dice Raúl Porras, como “un lobo jugando con las ovejas”, dado que Pizarro y Almagro no sabían leer ni escribir y en cambio Espinosa era un letrado muy habilidoso. Llegó a Panamá con Pedrarias, igual que Luque, e instigado por Pedrarias, condenó a muerte a Vasco Núñez de Balboa. Otra cuestión importante relacionada con el contrato es la mención del nombre del Perú en 1526, como allí consta. El nombre escrito a mano del Perú aparece en las cuentas de la Tesorería de Panamá. El 23 de julio de 1523 “Pascual de Andagoya, que fue a la provincia del Perú (manifiesta) cierto oro que dixeron lo había habido el dicho viaje del Perú, lo cual pesó 1003 pesos”. A finales de 1524, se inició el primer viaje marítimo descubridor de Pizarro a la región que llamaban el Levante, al sureste de Panamá. La primera noticia de un rico imperio que tuvo Pizarro en el segundo viaje de descubrimiento ocurrió en el Pacífico hacia 1528. Una noticia más aproximada de los incas data de 1531. Ya se sabe que Pedrarias Dávila era de origen converso, igual que el licenciado Gaspar de Espinosa. En la época del gobierno de Pedrarias no pocos de los principales vecinos eran conversos. Uno de ellos era Juan Téllez, que tenía grandes negocios con Nicaragua. No falta algún autor que plantee, como hipótesis, el origen converso del padre Hernando de Luque, pero no hay prueba fehaciente. Otro tema importante con referencia a Hernando de Luque es el de la triple comunión con fragmentos de una misma hostia consagrada como rúbrica del contrato de Panamá. La imagen general de esta escena es que sería un sacrilegio la consagración de una hostia divina para rubricar una conquista de cosas materiales. Manuel José Quintana, Prescott y hasta Miguel de Unamuno vieron algo sacrílego en esta ceremonia que llamaban partir la hostia. Unamuno menciona también la supuesta raya que Pizarro habría trazado en la tierra de la isla del Gallo hacia 1528. Panamá al norte significaba la pobreza y el sur un reino de riquezas, y fue una invención de los cronistas, incluso del Inca Garcilaso. Refiriéndose a la comunión que rubricaría el contrato de Panamá, Unamuno exclamó: “¡Qué de miserias irreligiosas brotaron de este solemne y consagrado trato!” (Ensayos, t. I). El historiador Marcel Bataillon descubrió el fondo legendario de la ceremonia de esta triple comunión. Según dice este autor, la ceremonia “de partir la hostia” no era que cada contratante comulgara con un fragmento del Corpus Christi. Dice que en esas décadas no se conocía tal ceremonia en la devoción eucarística. “Partir la hostia” significaba que después del Pater los contratantes ponían la mano derecha sobre la mano consagrada del sacerdote que sostenía el Santo Sacramento. Esta ceremonia realmente se hizo en una concordia entre Pizarro y Almagro en Cuzco (1535), cuando ya se iniciaba la guerra civil entre los dos socios. López de Gómara se informó de esta ceremonia por otros textos, como el de Agustín de Zárate. El primer responsable de la leyenda es López de Gómara, un escritor que escribe en forma elíptica y resumiendo lo dicho por Zárate; dice que los socios “volvieron a jurar sobre la hostia consagrada”. La frase de “volvieron a jurar” la imaginó después Benzoni como una segunda ceremonia: “Absorbiendo la hostia consagrada juran mutua amistad”. Esta escena fue incorporada por De Bry (1595) en su monumental compilación. Unas advertencias puestas a la edición de Benzoni fueron suprimidas por De Bry. Antonio de Herrera es el cuarto responsable de la leyenda y la ceremonia que antes había sido puesta en 1535 y la transfirió al año 1526, poniéndola junto al contrato de Panamá. Antonio de Herrera interpretó literalmente la frase “partir la hostia” con tres fragmentos para cada uno de los socios. Marcel Bataillon agrega que la significación de la escena es la mezcla del espíritu religioso con intereses profanos en las empresas de conquista. Este mismo autor afirma que “es muy probable que el Contrato de 1526 sea una pieza falsa para dar fuerza jurídica a la transferencia de Luque a Espinosa”. No es una falsedad historiográfica, sino una falsedad en escrituras privadas. Marcel Bataillon reconoce que su fuente para este episodio se basa en el artículo de Raúl Porras Barrenechea sobre el nombre del Perú.

 

Bibl.: M. Bataillon, “El vínculo religioso de los conquistadores del Perú”, en Cuadernos Americanos (México), n.º 3 (1950); R. Porras Barrenechea, “El nombre del Perú”, en Mar del Sur (Lima), n.º 18 (1951); M. Maticorena, “El Contrato de Panamá, 1526 para el descubrimiento del Perú”, en Caravelle (Universidad de Toulouse), n.º 7 (1966); G. Lohmann Villena, Les Espinosa. Une famille d’affaires en Espagne et aux Indes à l’époque de la colonisation, Paris, SEVPEN, 1968.

 

Miguel Maticorena Estrada