Zevallos y Pérez de Mier, Fernando Straton. Espera (Cádiz), 9.IX.1732 – Santiponce (Sevilla), 1.III.1802. Religioso, jerónimo (OSH), Jurista, teólogo, filósofo e historiador.
Penúltimo hijo de una familia de once hermanos, pronto destacó como brillante estudiante, tanto que fue trasladado a Sevilla bajo la tutela de su hermano mayor, Manuel, que había cursado la carrera eclesiástica y era beneficiado de la trianera Parroquia de Santa Ana de Sevilla. Estudió Gramática Latina en el Colegio de Santo Tomás, a continuación artes y teología. Después, en la universidad literaria cursó Derecho Civil y Canónico, doctorándose a los veintidós años en Teología, Jurisprudencia y Cánones.
Tras el fracaso en unas oposiciones para canónigo, en 1755 ingresó en el Monasterio Jerónimo de San Isidoro del Campo (Santiponce). Entregado en primera instancia a la Orden del Cister, este Monasterio fue fundado en 1301 por don Alonso Pérez de Guzmán, “El Bueno”, con el título de San Isidoro como sepulcro personal y de su descendencia. Entre las amplias posesiones de este señorío jurisdiccional eclesiástico se encontraba el sitio de la antigua ciudad de Itálica, “Sevilla la Vieja”. También aquí destacó por sus conocimientos y fue enviado por sus superiores a Salamanca, como maestro en el colegio que allí poseía la Orden, donde escribió su primera obra: Paráfrasis de los Salmos en tres sentidos, moral, místico y literal. De vuelta a Santiponce, entre 1768-71, desarrolló su primer priorato, y concluido el mismo fue nombrado prior del colegio de la Orden en Ávila. Aquí escribió y publicó los seis primeros volúmenes de La Falsa Filosofía: Crimen de Estado. Un tratado apologético con el que el reverendo fray Fernando pretendía la defensa del dogma y práctica del cristianismo frente a los ataques de los que era objeto en la Europa ilustrada del xviii, especialmente tras la publicación en 1776 de la “Enciclopedia”. En un principio esta obra de Zevallos tuvo en España una buena acogida, aunque, a medida que también aquí fueron calando las ideas procedentes de Francia, se le prohibió que la siguiera escribiendo, a pesar de haber llegado a entrevistarse con S. M. Carlos III.
De vuelta al Monasterio de San Isidoro del Campo se centró en el estudio de las renombradas ruinas de Itálica, que culminó con la publicación de La Itálica. El manuscrito de esta obra fue escrito entre 1783 y 1802, aunque no llegó a publicarse hasta 1886, por iniciativa de la Sociedad de Bibliófilos de Andalucía, con prólogo de Francisco Collantes de Terán. Escrita siguiendo las formas de las crónicas tradicionales, es trascendental para el conocimiento del monasterio y para la historiografía de un yacimiento tan excepcional como Itálica. Se trata esta de una obra maestra en la que, en un alarde de erudición, se estructuran los fundamentos que, basándose en la búsqueda de un prestigio perdido y demandado, vinculan la fundación del monasterio jerónimo con San Isidoro, y a éste con Itálica, en las inmediaciones de cuya primitiva ecclesia se encontraba el pozo donde el niño Isidro descubrió la virtud de la constancia (Gutta cavat lapidem).
Durante los años 1789-1792, volvió a obtener la responsabilidad de prior del Monasterio de San Isidoro del Campo y también visitador de Castilla. Viajó en dos ocasiones Portugal, donde consiguió publicar el volumen séptimo de La Falsa Filosofía y un folleto titulado: Discurso apologético por la devoción del Corazón de Jesús.
El padre Zevallos fue una figura sobresaliente del siglo xviii, erudito y culto. Sabía, latín, griego y también hablaba francés, portugués e italiano. Murió a los setenta y dos años en el Monasterio de San Isidoro, en cuyo Claustro de los Muertos fue enterrado. Pasados los años, el 16 de abril de 1863, por iniciativa de la Comisión Arqueológica de Sevilla, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Sevilla, sus restos fueron trasladados a la Universidad Literaria (Panteón de sevillanos ilustres en la actual Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla). Pero el reconocimiento y homenaje a F. Zevallos no concluyó con el traslado de sus restos mortales a Sevilla. Dentro de un informe y plan de actuaciones para Itálica y el desamortizado Monasterio, redactado entre otros por Demetrio de los Ríos, la Diputación Arqueológica, en el año 1865, además de medios para las reparaciones en ambos monumentos, solicitó que se le entregase la celda que, decorada con objetos menores recolectados en Itálica, había ocupado el fraile.
Obras de ~: Maná escondido, Madrid, 1812; Noche de incredulidad, Madrid, 1812; Observaciones sobre la Reforma Eclesiástica en Europa, Madrid, 1812.
Bibl.: A. Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España, Madrid, 1856; P. Fr. Vicente de Luna, Biografía del P. Fr. Fernando de Zeballos, Segovia 1856; M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, 1880; F. Collantes De Terán, pról. a La Itálica, Sevilla, 1886; M. Méndez Bejarano, Diccionario de Escritores, Maestros..., Sevilla, 1922; J. Herrero, Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid, 1971; F. Avellá Chafer, Fr. Fernando de Zeballos y la Reforma Eclesiástica en Studia Heronymiana, Madrid, 1973; El Padre Zeballos y su censura de L’An 2440, Sevilla, 1976; F. Lafarga, Voltaire en España 1714-1835, Barcelona, 1982; J. L. Abellán, Historia crítica del pensamiento español, Madrid, 1984; A. Durán Azcárate, “P. Fray Fernando de Zeballos, la Razón frente al racionalismo”, en Revista Arbil (Zaragoza), n.º 77 (febrero de 2004), www.arbil.org/(77)zeba.htm; J. M. Rodríguez Hidalgo, “El monasterio de San Isidoro del Campo y las Ruinas de Itálica”, pról. a La Italica de Fr. F. Zevallos, Sevilla, Almuzara, 2005.
José Manuel Rodríguez Hidalgo