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Adolfo Schulten Klarenbach

Biografía

Schulten Klarenbach, Adolfo. Eberfeld (Wuppertal, Alemania), 27.V.1870 – Erlangen (Alemania), 19.III.1960. Hispanista alemán, historiador de la Hispania Antigua.

La longeva figura de A. Schulten es la más destacada de la Historia Antigua de la Península Ibérica en el siglo XX y quien más influencia ha ejercido en estudiosos tan significativos como P. Bosch Gimpera, P. Aguado Bleye y A. García Bellido, y por ser el primer recopilador, en sus Fontes Hispaniae Antiquae, de todos los textos conocidos de la Antigüedad sobre Hispania, aunque también ha sido la figura más discutida de este campo del saber, en muchas ocasiones con argumentos anacrónicos desde posicionamientos puramente ideológicos, que eluden comprender su contexto y su carácter de hispanista.

Era hijo de Wilhem Schulten, de una familia de Westfalia, miembro del Consejo de Administración de la compañía de productos químicos F. Bayer y Cía, y de Amanda Klarenbach, de origen renano. Estudió en el Gymnasium de Eberfeld, dirigido por un alumno de Th. Mommsen, en el que adquirió su formación en lenguas clásicas y de donde pasó, en 1888, a las Universidades de Bonn, Gotinga (Göttingen) y Berlín (Alemania). En Gotinga fue alumno de F. Leo y del ya famoso U. v. Wilamowitz-Moellendorff y, en Berlín, del suegro de éste, Th. Mommsen (1988), que dirigió su memoria de doctorado en Gotinga sobre De conventibus civium Romanorum (1892), realizada a los veintidós años y que ya indicaba su orientación hacia el derecho romano y la historia antigua, sobre la que publicó algunos artículos eruditos siendo todavía estudiante (1890). En la misma Universidad se habilitó con un trabajo sobre Die römische Grundherrschaften, que publicó en 1896. Nombrado Privatdozent de Historia Antigua en dicha Universidad (1896-1906), en 1899, Wilamowitz le proporcionó una beca del Instituto Arqueológico, gracias a la cual pudo llevar a cabo un largo viaje de estudio, en muchas ocasiones realizado a pie para conocer el terreno y sus gentes, por Italia, Grecia, que apenas le atrajo, y el Norte de África (1894-1895), mientras profundizaba en sus estudios sobre derecho romano, historia de la agricultura y topografía antigua, hacia la que se sentía cada vez más atraído, y publicaba sus primeros trabajos. La buena formación en historia antigua, basada en sus excepcionales maestros que le inculcaron un profundo conocimiento crítico de las fuentes clásicas y que se completó con el contacto directo de los restos arqueológicos en sus viajes, hizo de él la persona que renovó completamente la historia antigua de Hispania. En la Universidad de Erlangen fue nombrado profesor extraordinarius (1906) y poco después ordinarius (1909) y emérito (1935), ejerciendo en ella la docencia durante medio siglo. Se especializó inicialmente en el estudio del África del Norte, sobre la que trabajó hasta 1914, y sobre la que publicaba casi anualmente en el Archäologische Anzeiger sus Archäologische Neuigkeiten aus Nordafrika, al tiempo que se iba interesando cada vez más por la topografía y la arqueología, aunque nunca llegó a especializarse en excavaciones arqueológicas. Pero atraído cada vez más por España, pasó a especializarse en ella el resto de su vida.

Su atracción romántica por España se produjo en 1899, en su primer viaje a nuestro país con una beca del Ministerio de Instrucción Pública del Reino de Prusia, que le permitió visitar Italia, el Norte de África, Dalmacia, Córcega, Cerdeña, el Languedoc y España, publicando su primera nota, sobre las Baleares, en 1900. Pocos años después, en 1902, al estudiar la Iberia de Apiano, se planteó analizar in situ las instalaciones militares del famoso sitio de Numancia, uno de los más famosos episodios de la historia de Roma. Con el apoyo de Wilamowitz y el mecenazgo generoso del rey Guillermo II de Prusia excavó, entre 1905 y 1912, parte de la famosa ciudad celtibérica y de los campamentos romanos que la rodeaban, prosiguiendo los trabajos previos como los de E. Saavedra (1961-1967) y otros estudiosos, aunque él siempre se atribuyó el “descubrimiento” de Numancia, lo cual no era cierto.

Pero estudió la topografía del asedio y dio una visión actualizada que contribuyó al conocimiento del yacimiento por toda Europa, en especial tras publicar sus resultados en cuatro grandes volúmenes, Numantia.

Ergebnisse der Ausgrabungen 1905-1912, pues, aunque él nunca fue un verdadero arqueólogo de campo, sí fue un buen conocedor del terreno y supo usar una metodología hasta entonces desconocida en España, entre otras cosas, gracias a la colaboración de arqueólogos como C. Könen y de H. Lammerer, general del Ejército alemán, para la cartografía y los trabajos topográficos y de táctica de guerra.

La presencia de Schulten unida al fuerte apoyo de la Academia de Prusia y de los estudiosos alemanes que le acompañaban, como la paralela presencia de H. Obermaier en los estudios del Paleolítico, rompieron el predominio que los investigadores franceses había tenido en España, como E. Cartailhac y H. Breuil en Prehistoria o P. Paris y A. Engel en Arqueología Clásica y culturas prerromanas, precisamente en unos años en que el conflicto entre Francia y Alemania se agudizaba y estaba a punto de estallar en la Primera Guerra Mundial. Pero tampoco fueron muy estrechas las relaciones altivas de A. Schulten con numerosos colegas españoles, cuyo nivel dejaba mucho que desear tras el desastroso siglo XIX, lo que explica en buena parte que se le atacara desde un falso nacionalismo y que le surgieran problemas en Numancia, que acabó pasando a manos de arqueólogos españoles, aunque siempre admiró la hospitalidad española y tuvo muchos amigos, si bien, científicamente, recurría a sus colegas alemanes para obtener conocimientos que le faltaban, pues resulta significativa la ausencia de bibliografía española en sus obras, aunque al final de su vida cada vez fuera de mejor calidad, probablemente, por seguir sintiéndose el único especialista verdadero. Por otra parte, es cierto que abrió muchos caminos en la Historia de la Hispania Prerromana y que algunos de los temas que él tocó todavía estaban a fines del siglo XX donde él los dejó hace cincuenta años, como la existencia en Tartessos de literatura y leyes o la interpretación de los campamentos de Numancia, cuyo estudio sólo ha avanzado en estos últimos años.

La Primera Guerra Mundial interrumpió estos trabajos, aunque durante ella siguió trabajando sobre Hispania, pues preparó su estudio sobre Viriato (1917) y sobre Sertorio (1926), obras que constituyen claros ejemplos de sus concepciones idealistas del tardo-romanticismo admiradoras de lo español e impregnadas de cierto individualismo escéptico frente a la democracia, por lo que en ocasiones se le ha atacado desde visiones aún más ideologizadas y anacrónicas de las izquierdas y del nacionalismo periférico.

Finalizada la guerra, en 1919 pudo superar las dificultades de la época y venir de nuevo por España gracias a la ayuda de algunos empresarios alemanes y del Intitut d’Estudis Catalans, para recorrer a pie y en barco toda la costa mediterránea y preparar la publicación de la Ora Maritima de Avieno (1919), que se convertiría en el I volumen de sus Fontes Hispania Antiquae.

Pero este estudio le llevó también a interesarse por Tartessos, cuyo descubrimiento pasaría a ser uno de los anhelos de su vida, nunca cumplido.

Tras los estudios sobre los celtíberos, pasó a ser para él fundamental descubrir Tartessos, sobre la que escribió una monografía (1922), al comprender su importancia histórica como gran foco cultural del Occidente. A Schulten debe considerársele como el impulsor de la investigación moderna sobre Tartessos, cuya ciudad buscó durante muchos años por las costas del golfo de Cádiz, intentando emular al descubridor de Troya, su compatriota H. Schliemann, lo que no logró pese a todos los intentos y a sus excavaciones en el actual parque de Doñana y en la isla de Saltés (Huelva). Como con acierto ha señalado A. García Bellido, estos estudios reflejaban una postura idealista de la Europa de la posguerra, interesada en la paleogeografía y en la búsqueda de civilizaciones perdidas, corriente en la que participaban desde O. Spengler a J. Ortega y Gasset, cuyo libro sobre Las Atlántidas (1924) muestra su interés por los estudios de A. Schulten, como el publicado en la Revista de Occidente sobre Tartessos en 1923. Pero la obra más interesante que saldría en estos años son las comentadas Fontes Hispania Antiquae, editadas junto a P. Bosch Gimpera a partir de 1922, un proyecto que llenaba un gran vació en los estudios sobre Hispania en la Antigüedad, pues, aunque la idea de recoger todos los textos ya la había proyectado el marqués de Valdeflores a mediados del siglo XVIII, fue Schulten quien la puso en marcha y, prácticamente, la llevó a efecto, siendo, sin lugar a dudas, la obra de Historia Antigua de España más consultada en el siglo XX, a pesar de las críticas recibidas, muchas de ellas justas, pues sólo a inicios del siglo XXI se ha realizado otra recopilación comparable y actualizada desde el punto de vista crítico, pero que sigue el mismo esquema.

Tras la Segunda Guerra Mundial volvió a España y residía habitualmente en Tarragona, donde fijó su residencia. En aquellos amargos años de la posguerra pasó bastantes dificultades, a las que apenas llegaban a atender la amistad de algunos colegas españoles y una ayuda otorgada entre 1945 y 1950 por el Ministerio de Educación Nacional, que se renovó hasta 1954-1955 y que el estudioso alemán siempre reconoció con gratitud. En esos últimos años sintetizó su mucho saber sobre la historia, la etnología y la geografía de su querida Hispania en una obra en cierto sentido monumental y todavía útil, Iberische Landeskunde (1955), que A. García y Bellido tradujo como Geografía y Etnografía de la Península Ibérica (1949).

Es una síntesis de todos los múltiples conocimientos del historiador sobre las fuentes antiguas de Hispania, pero expuestos desde su experiencia personal tras viajar y recorrer toda la Península Ibérica durante más de medio siglo, aunque con una perspectiva anclada en sus primeras impresiones, que no cambió a lo largo de su vida. Pero, a pesar de sus defectos, es una obra que ayuda a entender estas tierras de Europa, al margen de la época histórica a que el libro hace referencia.

Además de en Numancia y sus campamentos o para localizar Tartessos, excavó por otros muchos lugares de toda España, por ejemplo, en Tiermes y Segóbriga, en el campamento romano de Castra Cecilia, Cáceres (1927-1930) o en Almuñécar (Granada), buscando la colonia griega de Mainake y también identificó con toda precisión Segeda y el campo de batalla de Munda. Publicó muchos artículos en revistas como Hermes, Klio o los Anzeiger der Archäologie del Instituto Arqueológico Alemán en Berlín y en enciclopedias especializadas, como la Real Encyklopädie der Klassische Wissenschaft, en la que publicó cerca de trescientos artículos, además de numerosas contribuciones en revistas de alta difusión cultural, como Neue Jahrbücher für klassische Altertumgeschichte und deutsche Literatur, Deutsche Zeitung für Spanien (Barcelona), Investigación y Progreso o Revista de Occidente, a través de las cuales contribuyó a difundir la historia antigua de Hispania.

La figura de A. Schulten ha sido una de las más discutidas de toda la historiografía española y es valorada de manera muy contradictoria. Se ha señalado que su mentalidad respondía al mundo de la República de Weimar, reflejo del nacionalismo romántico de la historiografía alemana del siglo XIX. Aunque demócrata y apartado del nacional-socialismo alemán desde sus comienzos, desconfiaba del funcionamiento de la democracia y, al conocer la realidad de la República Española, tuvo una postura clara al alinearse con los ideales de los nacionalistas. Esta postura ideológica personal explica su admiración por los grandes personajes de la historia y su tendencia a estudiar figuras como Viriato y Sertorio, para cuya interpretación siguió a Salustio más que a Plutarco. Pero, sobre todo, fue un admirador, casi poético, de los pueblos hispanos y de su oposición a Roma, lo que explica las duras críticas, en ocasiones más ideológicas que objetivas, recibidas especialmente de algunos nacionalistas periféricos.

Su afán fue logar interpretaciones generales al margen de localismos, siguiendo las corrientes de su época, como O. Spengler, J. Ortega o L. Frobenius, que pretendían integrar los hechos concretos en visiones amplias del sistema cultural. Además, a pesar de su formación clásica, como alumno de Th. Momsen y U. v. Wilamowitz, estaba abierto al mundo oriental, “ex Oriente lux”, pero también al céltico y al germánico por sus lecturas y consultas personales a los mejores colegas especializados, de los que recibía informaciones que, con precisión, recogía en notas a pie de página en sus publicaciones, lo que raramente hacía con los españoles, ni siquiera con amigos suyos como P. Bosch Gimpera, L. Pericot o A. García Bellido.

Además, muchas veces se aferraba a interpretaciones intuitivas, frente a los datos de las nuevas investigaciones, lo que hizo que, en muchos planteamientos concretos, sus opiniones pronto quedaran obsoletas.

Defensor de un concepto ideal de Hispania tomado de las fuentes escritas, muchas veces en discrepancia con la realidad del país, esta postura explica su ya aludido poco aprecio hacia los investigadores españoles, con el rechazo mutuo que ello suponía, como queda patente respecto a Numancia.

Pero A. Schulten ha sido el gran renovador de la Historia Antigua de la Península Ibérica en el siglo XX y, sin lugar a dudas, junto a E. Hübner y H. Obermaier, es uno de los más destacados científicos alemanes que han trabajado en España, donde su obra siempre ha sido valorada, a pesar de las críticas, más o menos objetivas, que se le hacen. Su prestigio indudable explica las distinciones de que fue objeto desde muy pronto. Fue miembro del Instituto Arqueológico Alemán, de la Deputazione di Storia Patria, de Módena, del Österreichische Archäologische Institut (Instituto Imperial de Arqueología de Austria) de Viena, Gran Oficial de la Orden del Nischan (francotunecina), recibió la Goethemedaille für Kunst und Wissenschaft, la Gosskreuzes des Bundesverdienstordens y la Bayerischer Verdinstorden. En España, fue correspondiente de la Real Academia de la Historia (1905), recibió la Encomienda de número de la Orden de Alfonso XII (1907), la Universidad de Barcelona le nombró doctor honoris causa (1936) y, con motivo de su septuagésimo aniversario, recibió la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio (1940) y fue homenajeado en la revista Ampurias (1940), en la que colaboró repetidas veces.

 

Obras de ~: “Die Römer am Niederrhein”, en Kölnische Zeitung, n.º 357 (1890); De conventibus civium Romanorum, Berlin, 1892; Die römische Grundherrschaften. Eine agrarhistorische Untersuchung, Weimar, 1896 (reed. Leipzig, Zentralantiquariat, 1969); Das römische Nordafrika, Leipzig, 1899; “Auf den Balearen”, en Frankfurter Zeitung, n.º 152 (1900); Numantia. Eine topografische Untersuchung, Berlin, 1905; “Polybios und Posidonios über Iberien”, en Hermes (1911),; “Termantia. Eine classische Stadt der Kertiberer”, en Neue Jahrbücher für klassische Altertumgeschichte und deutsche Literatur (1911), págs. 259-276; Numantia. Die Ergebnisse der Ausgrabungen 1905-1912. I, Die Keltiberer und ihre Krige mit Rom, Munich, Bruckmann, 1914; II, Die Stadt Numantia, id., 1931; III, Die Lager der Scipio, id., 1927; IV, Die Lager bei Renieblas, id., 1929; “Viriatus”, en Neue Jahrbücher für Klassische Altertum, I, 4 (1917), págs. 1-29 (trad. español, 1920; portugués, 1927; 2.ª ed. 1940); “Tarragona” e “Ibiza”, en Neue Jahrbücher für klassische Altertumgeschichte und deutsche Literatur (1920); “Hispania”, en Real Enzyklopädie der Classische Wissenschaft, VIII, 2, Stuttgat, 1913, cols. 1965-2046 (trad. Hispania (Geografía, Etnología, Historia), Barcelona, 1920); Avieno. Ora Marítima (Fontes Hispaniae Antiquae I), Barcelona, Universidad, 1922 (reed. 1955); Tartessos, Ein Beitrag zur ältesten Geschichte des Westens, Hamburgo, 1922 (2.ª ed. Hamburg, 1950); trad., Tartessos. Contribución a la historia antigua de Occidente, Madrid, 1924 (2.ª ed., 1945); “Tartessos, la más antigua ciudad de Occidente”, en Revista de Occidente, I, 1 (1923), págs. 67-94; Sertorius, Leipzig, Dieterich, 1926 (trad. Barcelona, 1949); “Tartessos y Atlántida”, en Investigación y Progreso, II (1928), págs. 18- 19; “Segobriga”, en Deutsche Zeitung für Spanien (Barcelona) (1929); “Die Etrusker in Spanien”, en Klio, 23 (1930), págs. 365-432; “The Romans in Spain”, en The Cambridge Ancient History, VIII3, Cambridge, 1954, págs. 306-325 (reed. 1965); “Un casco griego de España”, en Investigación y Progreso, V (1931), pág. 76; “Tartessos”, en Real-Encyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, IV A, 2, Stuttgart, 1932, cols. 2446-2451; Masada. Die Burg des Herodes und die römischen Lager, Leipzig, 1933; Geschichte von Numantia, Munich, 1933 (trad. Historia de Numancia, Barcelona, 1945, ed. de F. Wulff, Pamplona, Urgoiti Editores, 2004); Tarraco2 (trad. L. Pericot), Tarragona, Torres Virgili, 1934; “Die Tyrsener in Spanien”, en Klio, 33 (1940), págs. 73-102 (trad. “Los tirsenos en España”, en Ampurias, 2 (1940), págs. 33-53); Tartessos2, Madrid, Espasa Calpe, 1945 (reed. 1971); Los Cántabros y astures y su guerra con Roma, Barcelona, 1945 (reed. Madrid, 1962); Historia de Numancia, Barcelona, Barna, 1946; Iberische Landeskunde. Geographie des antiken Spaniens, Strassbourg, Kehl, 1955-1957, traducida como Geografía y Etnografía de la Península Ibérica, I-II, Madrid, CSIC, 1959 y 1963; Fontes Hispania Antiqueae I (1922), II (1925), III (1935), IV (1937), V (1940), VI (1952), con L. Pericot (eds.), VIII (1959), IX (1947); etc.

 

Bibl.: R. Grosse, “Deutsche Altertumsforschung in Spanien”, en Wiessenscheftlichen Beilage zum Jahresbericht 1928/29 der Kaiser Wilhem-Oberrealschule in Suhl, Bamberg, 1929; Anónimo, “Adolf Schulten”, Ampurias, II (1940), págs. 1-2; A. Schulten, “Erinnerungen an Numantia”, en Deutsche Zeitung für Spanien (Barcelona) (1945); Anónimo, “Adolf Schulten zum 75. Geburstag am 27. Mai 1945”, en Deutsche Zeitung für Spanien XXVII, n.º 606, págs. 1-8; A. Schulten, “Fünfzig Jahre Forschung in Spanien”, en Deutsche Zeitung für Spanien, 31, n.º 711 (1949); L. Pericot, “Adolf Schulten. Su vida y sus obras”, en Anales de la Universidad de Barcelona (1940), págs. 45-76; “Adolfo Schulten. Un recuerdo”, en Deutsche Zeitung für Spanien (1969), págs. 78-84; A. Schulten, Cincuenta y cinco años de investigaciones en España, Reus, 1953; L. Pericot, “Prólogo”, y F. Márquez Miranda, “Adolf Schulten y España, la invariable”, en Siete arqueólogos. Siete Culturas, Buenos Aires, Hachette, 1959, págs. 13-21 y págs. 345-509, respect.; A. García Bellido, “Adolf Schulten”, en Archivo Español de Arqueología, XXXIII (1960), págs. 222- 228; W. Grünhagen, “In Memoriam Adolf Schulten”, en Madrider Mitteilungen, 1 (1960), págs. 222-227; H. Berve, “Adolf Schulten”, en Gnomon, 32 (1960), págs. 486-488; L. Pericot, “Profesor Adolfo Schulten”, en Ampurias, XXIV (1962), pág. 349; Anónimo, “Schulten (Adolfo)”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, t. LIV, Madrid, Espasa Calpe, pág. 1181; A. Palau, Manual del librero hispanoamericano, t. XX, Barcelona, A. Palau, 1968, págs. 265-266, n.os 305203-305227; L. Pericot, “Schulten y Tartessos”, en VV. AA., V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular, Jerez de los Caballeros, Barcelona, 1969, págs. 63-74; L. Pericot, “Schulten y Numancia”, en VV. AA., Numancia. Crónica del coloquio conmemorativo del XXI centenario de la epopeya numantina (Monografías Arqueológicas, 10), Zaragoza, Departamento de Prehistoria y Arqueología, 1972, págs. 31-43; M. Tarradell, “Schulten: medio siglo de Historia de España”, en Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11 (1975), págs. 381-406; R. Olmos, “A. Schulten y la historiografía sobre Tartessos en la primera mitad del siglo XX”, y G. Cruz Andreoti, “Schulten y el “carácter tartesio”, en J. Arce y R. Olmos, Historiografía de la Arqueología y la Historia Antigua en España (siglos XVIII- XX), Madrid, CSIC, 1991, págs. 135-144 y págs. 145-148, respect.; G. Cruz Andreoti, “Un acercamiento historiográfico al Tartessos de Schulten”, en Baética (1987), págs. 227-240; A. Palau, Manual del librero hispanoamericano, t. VI, Barcelona, A. Palau, 1990, pág. 479; G. Cruz Andreoti, “Notas al Tartessos de Schulten: Comercio y Estado”, en VV. AA., I Coloquio de Historia Antigua de Andalucía (Córdoba, 1988), t. II, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1993, págs. 393-399; M. Blech, “Schulten und Numantia”, en Madrider Mitteilungen 36 (1995), págs. 38-47; “Schulten y Tartessos”, y D. Plácido, “La historiografía española sobre Sertorio”, en F. Gascó y J. Beltrán, La Antigüedad como argumento II. Historiografía de arqueología e historia antigua en Andalucía, Sevilla, Scriptorium y Junta de Andalucía, 1995, págs. 177-200 y págs. 227- 228, respect.; F. Sánchez Jiménez y G. Cruz Andreotti, “A. Schulten y los etruscos”, en Studia Historica. Historia Antigua, VI (1988), págs. 27-35; F. Wulff, [“Introducción”], en A. Schulten, Historia de Numancia, op. cit.; Mª. E. Rodríguez Tajuelo, Nuevas pinceladas al cuadro historiográfico de Adolf Schulten, Madrid, s. e., s. f.; etc.

 

Martín Almagro Gorbea