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Henri Breuil

Biografía

Breuil, Henri. Mortain (Francia), 28.II.1877 – L’Isle-Adam (Francia), 14.VIII.1961. Historiador, abate.

Como sacerdote, Henri Breuil fue liberado por sus superiores de los servicios parroquiales y pudo dedicarse plenamente a la investigación. Aunque llegó a ser designado canónigo de las sedes de Soissons y Beauvais, quiso siempre que se le llamara simplemente abbé, abate. Licenciado en Ciencias Naturales en París (1904), hizo una tesis doctoral y fue profesor en la Universidad de Friburgo (Suiza) desde 1905 hasta 1910. En los últimos años del siglo xix se dedicó a cuestiones de Prehistoria general (hasta la Edad del Bronce), pero pronto se centró en el estudio de lo que entonces se denominaba “Edad de la Piedra” o “Edad del Reno”, o sea, al Paleolítico. Tuvo una especial dedicación al estudio del arte de este período, ampliándolo en amplios espectros temporal y geográfico. Inició estas investigaciones en 1900 en la cueva de La Mouthe (Les Eyzies), cuyo arte discutido fue hallado por E. Rivière en 1896, y se convenció de su autenticidad.

Siguieron en septiembre de 1901 los sensacionales hallazgos de las cuevas de Les Combarelles y Font de Gaume, realizados por el propio Breuil con Denis Peyrony (1869-1954) y Louis Capitan (1854-1929).

En el Congreso de la Association Française pour l’Avancement des Sciences (AFAS) de Montauban (1902) se visitaron dichas cuevas y se admitió la autenticidad de cuatro conjuntos conocidos anteriormente en Francia (Pair-non-Pair, Gironde; Chabot, Gard; Marsoulas, Alto Garona, y la citada cueva de La Mouthe). A aquellos descubrimientos les precedió el de Altamira, encontrada por Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888) en 1879. Entre los que se habían pronunciado contra su autenticidad se contaba Emile Cartailhac (1845-1921) que entonces escribió en L’Anthropologie su “Mea culpa d’un sceptique” y propuso a Breuil el estudio de la cueva cantábrica. El viaje tuvo lugar en 1902 y fue, además, el inicio de una feliz colaboración con Hermilio Alcalde del Río (1866-1947) y pronto con el padre Lorenzo Sierra.

Las copias de los frescos de Altamira fueron examinadas por el príncipe Alberto I de Mónaco (1848-1922), gracias a cuyo mecenazgo se publicaron de manera espléndida en 1906. El Soberano monegasco, desde 1908, patrocinó excavaciones en varias cuevas cantábricas que dirigieron Breuil y sus colaboradores.

Luego, en 1910, fundó el Institut de Paleontologie Humaine con sede en París y bajo la dirección de Marcellin Boule (1861-1942) (Paleontología) y como profesores R. Verneau (Antropología), H. Breuil (Etnografia prehistórica) y H. Obermaier (Geología del Cuaternario). Más tarde, a causa de la crisis económica consecutiva a la guerra de 1914-1918, el Institut de Paléontologie Humaine perdió casi por completo la ayuda monegasca. Hubo que renunciar a excavaciones como las planificadas para el Parpalló (Gandía, Valencia) y Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco, Almería), así como a ciertas publicaciones, entre las que fue una bella excepción la gran monografía de Les Combarelles aux Eyzies (Dordogne) (1924).

Durante los dos primeros decenios del siglo xx, con diversos colaboradores, el abate estudia gran número de yacimientos en Francia y España. Al comienzo son los años de la llamada “batalla del Auriñaciense”, acerca de la posición de este período en la secuencia del Paleolítico Superior y frente a las doctrinas de Gabriel de Mortillet (1821-1898). Resultado final fue la publicación, en 1913, de Les subdivisions du Paléolithique supérieur que fue el vademécum de todos los paleolitistas durante más de la primera mitad del siglo xx. En Francia destacan los estudios iniciales de dos cuevas en el curso subterráneo del río Volp (Montesquieu-Avantes, Ariège): Trois Frères (1912) y Tuc d’Audoubert (1914), realizados por Max, Jacques y Louis, los hijos del conde Henri Bégouën (1862-1955).

La actividad investigadora de Breuil en España fue tan importante como la desarrollada en territorio francés, incluidos tres años continuos de permanencia durante la Primera Guerra Mundial (afecto a los servicios de información de la embajada de Francia que compatibilizaba con sus investigaciones). Contó aquí con numerosos colaboradores, entre los que cabe destacar a H. Obermaier, H. Alcalde del Río, L. Sierra, Paul Wernert, Juan Cabré Aguiló, W. Verner, M. C. Burkitt, Pascual Serrano, F. de Motos, J. B. Porcar y muchos otros. La primera etapa de dicha actuación se refiere al arte paleolítico cantábrico.

Después del de Altamira siguieron los estudios de El Castillo (Puente Viesgo) (y sus excavaciones codirigidas con Obermaier), Covalanas y otras cuevas de los alrededores de Ramales de la Victoria, Clotilde de Santa Isabel, El Pindal, Hornos de la Peña, etc., publicadas en Les cavernes de la région cantabrique (1911).

A aquéllas pronto se sumó La Pasiega, no lejos de El Castillo y publicada en monografía (1913). Más sorprendente por su situación geográfica fue el descubrimiento de La Pileta (Benaoján, Málaga) por W. Verner (1915). A la cueva rondeña pronto se unieron la de Doña Trinidad (Ardales) y otras menores.

El arte postpaleolítico de la Península Ibérica es otro capítulo importante de las investigaciones del abate. Por Cartailhac conocía el libro de M. de Góngora y Martínez, Antigüedades prehistóricas de Andalucía (Madrid, 1861; reed. Granada, 1991) que daba cuenta de los conjuntos de pinturas esquemáticas de Fuencaliente (Ciudad Real) y Cueva de los Letreros (Vélez Blanco, Almería). En 1908, casi de forma simultánea, se descubrieron las pinturas de tipo levantino de Calapatá (Cretas, Teruel) por J. Cabré, y las de Cogul (Lérida) por Ramón Huguet, al mismo tiempo que Vicente Paredes, erudito de Plasencia, publicaba un estudio sobre referencias antiguas a las pinturas esquemáticas de Las Batuecas (La Alberca, Salamanca).

Breuil visitó aquellos y muchos otros lugares con arte postpaleolítico en una muy fructífera colaboración con Cabré (Batuecas y Albarracín), F. de Motos (Minateda y región de Vélez Blanco), P. Serrano (Alpera y Tortosilla de Ayora), W. Verner y M. C. Burkitt (Tajo de las Figuras y región del Estrecho). En el libro Rock Paintings of Southern Andalusia (1929), con el descontento de Breuil, fue olvidado el nombre del coronel inglés W. Verner. Hay que mencionar asimismo las dos largas expediciones, de Este a Oeste, por Sierra Morena (Obermaier, P. Wernert, Cabré y algunos prospectores). Sobre el arte esquemático, Breuil publicó la obra de conjunto Les peintures rupestres schématiques (1933-1935). La última ocasión en que trabajó sobre el terreno en España fue en el conjunto levantino de La Gasulla (Ares del Maestre, Castellón) con J. B. Porcar y H. Obermaier (Excavaciones en la Cueva Remigia, 1935).

El total de lugares con pinturas postpaleolíticas estudiados por Breuil en la Península rebasa la cifra de trescientos que, aproximadamente, corresponden: setenta a Andalucía, ochenta y cinco a Extremadura, sesenta a Sierra Morena, once a la zona de Las Batuecas y unas cuarenta y cinco al Levante. Hasta los últimos años de su vida, Breuil acarició la idea de publicar un volumen de conjunto o una serie de monografías sobre los principales sitios con conjuntos de arte levantino. Quería con ello reforzar sus teorías sobre la edad paleolítica de dicho grupo de arte prehistórico.

Entre los cincuenta y los sesenta años, Breuil alcanza los máximos honores de la ciencia francesa: en 1929 pronuncia la lección inaugural del Collège de France como primer titular de la cátedra de Prehistoria; en 1937 es nombrado miembro del Institut de France; y en 1938 es elegido numerario de la Académie des Inscriptions et Belles Lettres. Además: en 1934 es al mismo tiempo presidente de la Société Préhistorique Française y de la Prehistoric Society of East Anglia, así como doctor honoris causa de la Universidad de El Cabo.

En 1929, al pronunciar su primera lección en el Collége de France, Breuil acababa de pasar casi tres meses en África del Sur. Le acompañaron sus discípulos Alice Bowler-Kelley y Harper Kelley (1896-1962). Ver museos y colecciones, visitar yacimientos y examinar abrigos con pinturas rupestres fueron los principales objetivos del viaje, plenamente logrados. También hay que sumar una gran colección de industrias líticas para la sección exótica de lo que después sería el Musée de l’Homme. Entre 1930 y 1933, África ocupa un lugar importante en la actividad del abate: cursos y conferencias, la publicación de Afrique con L. Frobenius (1931) y el proyecto de una expedición a Etiopía, de la que sólo se produjo un episodio de un mes de duración en Djibuti y Harrar, con P. Wernert y J. Azais (pinturas rupestres de Geuda-Biftu, cueva de Porc-Epic, también con pinturas y una mandíbula neandertaloide).

Hay también un capítulo asiático de esta época. Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), asoció a su amigo Breuil a los importantes descubrimientos que se estaban efectuando en Chu-Ku-Tien, cerca de Pekín. Viajó a Extremo Oriente en dos ocasiones, en 1931 y 1935 y estableció que los sinantropos utilizaron ampliamente el fuego, tallaron la piedra con técnica peculiar, trabajaron el hueso y seccionaron el asta de ciervo.

Pero la geografía que siempre le atrajo fue la española.

En el año 1935 está de nuevo en el Levante (La Gasulla) con Obermaier y Porcar. Es también la fecha de una nueva gran monografía sobre Altamira, con recientes copias del techo pintado. La escribió con su amigo Obermaier y fue patrocinada por Jacobo Fitz James Stuart, duque de Alba (versiones española e inglesa, Junta de las Cuevas de Altamira, Academia de la Historia y The Hispanic Society of America; Madrid, 1935).

Llegaron luego los años de la Segunda Guerra Mundial y los trágicos acontecimientos de la débàcle francesa.

Breuil tuvo que huir de París: Burdeos, Toulouse, Brive. Ante tanta desolación, un hecho vino a alegrarle e inquietarle: el descubrimiento de la cueva de Lascaux (Montignac), el 12 de septiembre de 1940. La noticia le llegó el 17 y el 21 ya estaba allí.

Entre octubre y noviembre trabajó aproximadamente un mes en el interior de la bella cavidad. Se dedicó a copiar los frisos pintados y a preparar a algunos colaboradores, entre ellos, el fotógrafo Fernand Windels.

Pero la política del Gobierno de Vichy se hizo amenazante para el abate que decidió exiliarse en Portugal, donde dictó varios cursos y estudió las playas marinas fósiles con G. Zbyszewski. En 1942, por breves días, viajó a España. J. Cabré le dio a conocer los grabados paleolíticos de la cueva de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara) y publicó dos artículos sobre Lascaux en revistas madrileñas.

Al empeorar en Europa la situación bélica, pidió a su colega C. van Riet Lowe que informara al mariscal J. Smuts (1870-1950) de su deseo de ir a trabajar a África del Sur. Aceptado el ofrecimiento, en septiembre-octubre de 1942, en barco y en tren, realiza el viaje de Lisboa a Johannesburgo. Le acompaña Mary E. Boyle como secretaria, traductora e intérprete.

Van a pasar casi seis años en el África austral, de 1942 a 1945, de 1947 a 1949 (en 1947 preside en Nairobi el Primer Congreso Panafricano de Prehistoria) y una temporada en 1950-1951, con un total de setenta y dos meses de trabajo intenso. La mayor parte de su tiempo estuvo dedicada a las prospecciones y a la copia de pinturas rupestres: litoral meridional, Transvaal, Orange, Rhodesia, Natal, Angola, Mozambique, etc. Esta etapa de la vida de Breuil se suele simbolizar en la figura rupestre de la Dama Blanca del Brandberg (Tsisab Ravine) (1955), en la que veía a una mujer mediterránea rodeada de nativos negros. Sus teorías sobre la clasificación y cronología de aquel arte rupestre fueron muy discutidas por los investigadores sudafricanos.

La cantidad de calcos realizados en esos años supera el número de quinientos. En su producción bibliográfica de este momento destaca el delicioso libro de dibujos Beyond the bounds of History (1949).

En el decenio de 1950 a 1960, Breuil ocupa en lo científico una posición preeminente en la que, dada su condición de eclesiástico, alguien le llamó “Papa de la Prehistoria”, calificación que él aceptó bromeando. Bajo su patrocinio se llevaron a cabo grandes proyectos y empresas científicas. Por su carácter singular cabe citar, entre ellas, la misión Henri Lhote (1903-1991) para la copia sistemática de las pinturas rupestres saharianas del Tassili n’Ajjer (Argelia) (colección de calcos en el Musée de l’Homme). O también, el estudio y copia de los más de mil quinientos bloques grabados de La Marche (Lussac-les-Châteaux, Vienne), realizados por Léon Pales (1905-1988) y Marie Tassin de Saint-Péreuse.

A esta actividad hay que añadir los viajes. Así, por ejemplo, en 1952, después del Segundo Congreso Panafricano de Prehistoria celebrado en Argel, efectuó un largo recorrido por el Levante español con Martín Almagro Basch y E. Ripoll. Se trataba de mostrar al abate diversos lugares descubiertos en años recientes, pero en particular de discutir las superposiciones y atribuciones faunísticas de dos frisos pintados fundamentales: Minateda y Cogul (debido al mal estado del primero, el debate de varias horas se concentró en el abrigo leridano).

En 1954 —con setenta y siete años— da los toques finales al estudio de las cavernas del Volp (que aparecerá en 1957; firmado con el ya difunto H. Bégouën).

En el mismo 1954 visita las cuevas de Las Monedas y Las Chimeneas en el Monte del Castillo (Cantabria) durante el viaje final del Cuarto Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, del que fue presidente de honor y en el que se le impuso la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En 1956 tuvo que autentificar el arte de la grandiosa cueva de Rouffignac (Dordoña), descubierta por L. R. Nougier y R. Robert, una de cuyas galerías recibió su nombre.

En 1957 le fue rendido un homenaje internacional en el parisino Musée de l’Homme. En 1958, con su propietario J. Gaussen, revisó los calcos de la cueva de Le Gabillou (Dordoña).

La aportación bibliográfica de esos años es muy notable, y en ésta destacan: Les Hommes de la pierre ancienne (1951), Quatre cent siècles d’art pariétal (1952), The White Lady of Brandberg (1955) y Anibib and Omandumba (1960). A estas obras hay que sumar más de ciento cincuenta artículos, prefacios, recensiones, etcétera.

La última reunión a la que asistió el abate fue, en 1960, el Coloquio de Wartenstein (Austria), patrocinado por la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research y presidido por Luis Pericot (1899-1978). El tema central de la reunión fue la cronología del arte levantino. El problema venía planteado por la teoría “paleolítica” de Breuil sustentada en sus 13 fases del friso de Minateda desde su estudio en 1914 (en realidad, siguiendo al Obermaier de entonces, se hubiera tratado del Capsiense).

Los primeros planteamientos en favor de una edad postpaleolítica los realizó Eduardo Hernández-Pacheco (1872-1965) en su monografía de las cuevas de La Araña (Valencia) (1924). Después de la Guerra Civil española fue Martín Almagro Basch quien demostró la cronología baja en diversos trabajos.

En Wartenstein se confrontaron estas ideas entre ocho especialistas que presentaron previamente sus ponencias. Con Breuil estuvieron P. Bosch Gimpera, Lantier y Porcar; con Almagro, Ripoll y Jordá, y en una posición “intermedia”, L. Pericot y H. G. Bandi. Las actas se publicaron por Pericot y Ripoll (1964), pero sin el texto del ya difunto Breuil, por imposición de un presunto heredero.

Pasados veinticinco años, se dio a conocer dicho escrito que hay que considerar como una parte de un testamento científico y un pequeño episodio de la historia de la Prehistoria (1986-1987).

El abate Breuil murió en su casa de campo de l’Isle- Adam el 14 de agosto de 1961 en la plenitud de sus facultades intelectuales. Dejaba tras de sí una obra excepcional reflejada en sus más de ochocientas publicaciones.

Había acabado el ciclo vital de uno de los operarios más distinguidos de la ciencia prehistórica durante más de la primera mitad del siglo xx.

Tras las figuras pioneras de Boucher de Perthes, Casiano del Prado, Lartet, Piette, Sautuola, Mortillet, Vilanova, Rivière, Cartailhac y Capitan, entre otros, la personalidad del abate Breuil llena prácticamente toda la investigación del Paleolítico durante la primera mitad del siglo xx.

 

Obras de ~: con E. Cartailhac, La caverne d’Altamira à Santillane, près Santander (Espagne), Monaco, Imprimerie de Monaco, 1906, VIII-287 págs., 205 figs. y 38 láms.; con L. Capitan y D. Peyrony, La caverne de Font-de-Gaume aux Eyzies (Dordogne), Monaco, Chêne, 1910, VIII+271 págs., 244 figs. y 66 láms.; con H. Alcalde del Río y L. Sierra, Les cavernes de la région cantabrique (Espagne), Monaco, Chêne, 1911, VIII+265 págs., 258 figs. y 100 láms.; “Les subdivisions du Paléolithique supérieur et leur signification”, en Compte rendu de le XIVe session du Congrès international d’Anthropologie et d’Archeologie préhistorique, Genève, 1912 (2.ª ed. en forma de libro, Paris, 1937, 78 págs.); con H. Obermaier y H. Alcalde del Río, La Pasiega à Puente Viesgo, Santander (Espagne), Monaco, Chêne, 1913, VIII+64 págs., 25 figs. y 29 láms.; con H. Obermaier y W. Werner, La Pileta à Benaoján (Málaga) (Espagne), Monaco, Chêne, 1915, VIII+68 págs., 26 figs. y 22 láms.; con L. Capitan y D. Peyrony, Les Combarelles aux Eyzies, Paris, Masson, 1924, X+192 págs., 128 figs., 58 láms.; con H. Obermaier, “Las pinturas rupestres de los alrededores de Tormón (Teruel)”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 90, 1927, págs. 511-531, una fig. y 14 láms.; con M. Boule, E. Licent y P. Teilhard, Le Paléolithique de la Chine, Paris, Masson, 1928, VIII+138 págs. 53 figs. y 30 láms.; con M. C. Burkitt y M. Pollock, Rock paintings of Southern Andalusia. A description of a Neolithic and Cooper age group, Oxford, Clarendon Press, 1929, XII+88 págs., 54 figs. y 35 láms.; con L. Frobenius, Afrique, Paris, Cahiers d’Art, 1931, 122 págs. y 250 figs.; Les peintures rupestres schématiques de la Péninsule Ibérique, IV vols., Lagny, Fondation Singer-Polignac, 1933-1935 (I, Au nord du Tage; II, Bassin du Guadiana; III, Sierra Morena; IV, Sud-Est et Est de l’Espagne); con H. Obermaier, La Cueva de Altamira en Santillana de Mar, pról. del duque de Berwick y de Alba, versión española de J. Pérez de Barradas, Madrid, Junta de las Cuevas de Altamira, The Hispanic Society of America y Real Academia de la Historia, 1935, VIII-236 págs., 183 figs. y 52 láms. (versión inglesa por Mary E. Boyle); con J. B. Porcar y H. Obermaier, Excavaciones en la Cueva Remigia (Castellón), Madrid, Tipografía y Archivos, 1935, 97 págs., 15 figs. y 72 láms.; “Una Altamira francesa: la caverna de Lascaux en Montignac (Dordoña)”, en Archivo Español de Arqueología, 44, 1941, págs. 361-386, 24 láms.; con G. Zbyszewski, Contribution à l’étude des industries paléolithiques du Portugal et du leurs rapports avec la géologie du Quaternaire, 2 vols., Lisboa, Serviços Geologicos, 1942 y 1945; Beyond the Bounds of History, Scenes of Old Stone Age, pról. del mariscal Smuts, London, Gawthorn, 1949, 100 págs., 31 dibujos y 10 fotografías; con R. Lantier, Les Hommes de la pierre ancienne, Paris, Payot, 1951, 336 págs. y 32 figs.; Quatre cents siècles d’art pariétal: les cavernes ornées de l’Âge du Renne, Montignac, Centre d’Études, 1952, 419 págs. y 531 figs.; con M. Boyle y E. R. Scherz, The White Lady of the Brandberg, London, Riamon, 1955, X+33 págs. y 30 láms.; con H. Bégouën, Les cavernes du Volp, Trois-Frères-Tuc d’Audoubert, à Montesquieu Avantes (Ariège), Paris, AMG, 1957, 124 págs., 115 figs. y 32 láms.; con M. Boyle, E. R. Scherz y M. Strey, Anibib and Omandumba and other Erongo sites, Clairvaux, Trianon, 1960, VIII+33 págs. y 47 láms.; “Les roches peintes leptolithiques de l’Espagne orientale”, en Ars Praehistorica, V-VI, 1986-1987, págs. 21-30.

Bibl.: A. H. Brodrick, The Abbé Breuil prehistorian. A biography, London, Hutchinson, 1963; L. Pericot García y E. Ripoll Perelló (eds.), Prehistoric Art of the Western Mediterranean and the Sahara, New York, Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, 1964; E. Ripoll Perelló (ed.), Miscelánea en homenaje al Abate Henri Breuil (1877-1961), Barcelona, Instituto de Prehistoria y Arqueología de la Diputación, 1964, 2 vols.; E. Ripoll Perelló, “Vida y obra del Abate Henri Breuil, padre de la prehistoria”, en R. Heim (dir.), Henri Breuil (1877-1961), Paris, Fondation Singer-Polignac, 1967; E. Ripoll Perelló, El abate Henri Breuil (1877-1961), prefacio de H. Breuil, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 1994; E. Ripoll Perelló (ed.), Abate Henri Breuil, antología de textos, Barcelona, UNED y Real Academia de Buenas Letras, 2002.

 

Eduard Ripo ll Perelló