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Carmen Muñoz Roca-Tallada

Biografía

Muñoz Roca-Tallada, Carmen. Condesa de Yebes (VIII). Biarritz (Francia), 26.VI.1901 – Madrid, 4.V.1988. Escritora, traductora e intelectual.

Nació en unos años en los que empezaban a fraguarse movimientos que revelarían nuevos destinos para la mujer. Carmen Muñoz Roca-Tallada, hija del embajador Cipriano Muñoz y Manzano, II conde de la Viñaza, y de Concepción Roca-Tallada y Castellano, ambos pertenecientes a ilustres linajes aragoneses, trató de dar un sentido propio a su vida. Educada en el refinado ambiente de una familia de la nobleza, su curiosidad intelectual le llevó a ampliar los transitados caminos de las mujeres de su condición social y desarrollar una intensa actividad en la Monarquía de Alfonso XIII, la República y la posguerra. El pintor José Moreno Carbonero inmortalizó ya a la futura condesa de Yebes a los tres años. La niña, esbozo de la seductora dama en que se convertiría, posa junto a su madre, la condesa de la Viñaza, en un lienzo de 1904 que recoge la plácida escena familiar, al tiempo que retrata una época y un estilo de vida. Su sensibilidad hacia la cultura forjó su actitud tolerante. Abierta a los cambios que se cernían sobre la sociedad y atenta a las vanguardias, colaboró con María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, como tesorera de la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes. Esta actividad recibió el impulso de su amistad con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Antonio Marichalar y Ramón Gómez de la Serna. Figura insólita y poliédrica, pocas mujeres de la alta sociedad cultivaban un interés tan genuino por la cultura sin considerarse ella misma una intelectual, pero sin sentirse tampoco ajena a ese selecto club integrado básicamente por varones. Contertulia de la Granja del Henar, su admiración por Ortega le abrió las puertas de las reuniones de la Revista de Occidente, un sancta santorum de la inteligencia masculina sólo accesible a una minoría de mujeres: María Zambrano, Maruja Mallo, Rosa Chacel y algunas damas escogidas como Carmen Muñoz Roca-Tallada.

El 3 de julio de 1922 contrajo matrimonio con Eduardo de Figueroa y Alonso-Martínez, VIII conde de Yebes e hijo del conde de Romanones, jefe del Partido Liberal. El conde de Yebes era un afamado arquitecto y escultor —lo que a posteriori le daría entrada como académico numerario en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando—, además de un excelente cazador que escribió uno de los más prestigiosos tratados cinegéticos, Veinte años de caza mayor, prologado por Ortega y Gasset y convertido en referente dentro y fuera de España. El matrimonio tuvo dos hijas: Mercedes, que falleció niña el 4 de junio de 1936 — la muerte de su primogénita fue el episodio más amargo de su vida—, y Carmen, que sucedió en el título. Ambas se educaron en sus primeros años en el Instituto-Escuela, creado por la Junta de Ampliación de Estudios y afín a los postulados pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. Era el centro educativo que elegían para sus hijos los hombres de letras y profesionales de prestigio.

Entre 1928 y 1929 el matrimonio visitó Estados Unidos y trabó amistad, entre otros, con Charles Chaplin, que plasmó a la pareja en un documental. Los salones de la casa de los condes de Yebes en Madrid ofrecieron hospitalidad a las figuras de la generación del 27 y a las personalidades que visitaban la capital Madrid, desde Jean Cocteau a Igor Stravinski, o Victoria Ocampo. Amante de la pintura, la condesa de Yebes descubrió asimismo a un entonces joven Joan Miró y adquirió uno de sus cuadros cuando éste era aún un desconocido.

Liberal en sentido amplio, pero sin un fondo político definido, la condesa de Yebes saludó la llegada de la Segunda República con más expectación que entusiasmo. En cualquier caso, su afecto hacia quienes habían encarnado la institución monárquica, con algunos de los cuales alternó de joven en su casa familiar de Les Trois Fontaines en Biarritz, no le impidió ver la oportunidad histórica de un tiempo de progreso. Un tiempo de cambios convulsos y a la vez apasionantes que armonizaban bien con su visión cosmopolita. Posturas como la suya no fueron infrecuentes entre la nobleza de cuño liberal, lo que cuestiona la adscripción conservadora en bloque de aquel grupo social. La condesa de Yebes era aceptada en ambos universos con naturalidad, aunque no siempre compartieran los mismos escenarios. José Antonio Primo de Rivera, amigo desde la infancia y con quien coincidía en las tertulias dominicales de Marichu de la Mora, le tenía gran confianza, de acuerdo con una carta de mayo de 1934 en la que la animó a trazar su “biografía interna”. Carmen Muñoz guardó durante años la carta, pero no escribió esa biografía. Amiga de unos y de otros, Carmen Yebes era capaz de convidar a su casa a figuras tan opuestas como José Antonio Primo de Rivera y María Zambrano. Federico García Lorca, que había dedicado un poema a Mercedes, su hija fallecida, leyó por primera vez La Casa de Bernarda Alba en el domicilio de la condesa de Yebes el 23 de junio de 1936, casi en vísperas de la contienda fratricida. La condesa de Yebes era dama de la Cruz Roja y formó parte de la delegación española que asistió en Japón a la XV Conferencia Internacional de la Cruz Roja, celebrada en Tokio en del 17 al 30 de octubre de 1934, en la que se aprobó el llamado “Proyecto Tokio” “relativo a la condición y a la protección de las personas civiles de nacionalidad enemiga que se encuentran en el territorio de un beligerante o en territorio por él ocupado”. Este proyecto debía de ser sometido a una conferencia diplomática prevista para comienzos de 1940, que la guerra aplazó. No obstante, el Comité Internacional de la Cruz Roja logró que los Estados beligerantes aplicasen, a las personas civiles que se encontraban en territorio enemigo cuando se desencadenaron las hostilidades, las disposiciones esenciales del Convenio relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, como se prevé en el Proyecto de Tokio.

La condesa de Yebes salió de España en los primeros días de la Guerra Civil y poco después intentó pasar a la zona franquista para reunirse con su marido, que combatía como oficial de complemento en el bando nacional, y otros allegados. El clima de sectarismo le asaltó ya en la frontera vasca, cuando algunos intransigentes la denunciaron por lo que llamaban su pasado “republicano”, basado únicamente en su amistad con gentes como Ortega: retenida primero en la prisión de Ondarreta y posteriormente trasladada durante unos días a un convento en San Sebastián, sus amigos falangistas la avalaron para integrarse en el nuevo régimen. Autora de biografías que inició en 1933 con Doña María de Pacheco, el último comunero, además de traducir en 1936 La Mesta, de Julius Klein, la condesa de Yebes colaboró como articulista desde 1938 y durante once años en el periódico La Nación (Buenos Aires). En la posguerra prosiguió sus investigaciones históricas, sin abandonar nunca el espíritu orteguiano. La condesa-duquesa de Benavente: una vida en unas cartas (1955) es su obra más lograda.

 

Obras de ~: Vida de Doña María de Pacheco: “el último comunero”, Barcelona, I. G. Seix y Barral Hermanos, 1933 (ed., Barcelona, Seix Barral, 1942); La labor de la Comisión de enfermeras en la X Conferencia Internacional de Tokio, conferencia de 24 de enero de 1935, Madrid, Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Española, 1935; Doña Juana Enríquez, madre del Rey Católico, Madrid, Editora Nacional, 1945; Spínola, el de las Lanzas y otros retratos históricos, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1947; Testamento de Doña Marina de Ayala y de Don Fadrique Enríquez, Segundo Almirante de Castilla, Madrid, Editorial Maestre, 1948; La condesa-duquesa de Benavente: una vida en unas cartas, Madrid, Espasa Calpe, 1955; Cómo un prócer español se evadió de la Francia Bonapartista, Madrid, Editorial Maestre,1958; Tres cartas inéditas de Don Juan Valera, Madrid, Editorial Maestre, 1961 (reed., Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CXLVIII, cuad. II, págs. 249-254); Condesa de Quintanilla, La historia de Pascualete, trad. del inglés de ~, Barcelona, Planeta, 1964; La Marquesa de Moya, pról. del Marqués de Lozoya, Madrid, Cultura Hispánica, 1966; El progreso en el siglo XVIII (una carta del Marqués de Campo de 1798, sobre los albores de la telegrafía), Madrid, Editorial Maestre, 1971 (reed., Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXVIII, cuad. I, págs. 117-120); “Ortega y la amistad”, en ABC, 7 de junio de 1983; “Paseos con Ortega”, en Revista de Occidente, n.os 24-25 (mayo de 1983); “Un hombre extraordinario”, en Catálogo homenaje a Arturo Rubinstein, Madrid, Banco de Santander-UERT, 1987.

 

Bibl.: J. M.ª de Cossío, “Un salón y un libro”, en Arriba (1945); I. Calvo de Aguilar, Antología biográfica de escritoras españolas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1954, pág. 861; C. Morla Lynch, En España con Federico García Lorca, Madrid, Aguilar, 1958; A. de Foxá, Madrid, de corte a checa, Madrid, Prensa Española, 1962; M. Laffite Campo-Alange, La mujer en España (cien años de su historia), Madrid, Aguilar, 1963; A. de Foxá, Obras completas, Madrid, Prensa Española, 1976; J. A. Primo de Rivera, Obras completas, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1976 (cfr. Epistolario); D. Ridruejo, Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1976; M. Formica, Visto y vivido, Barcelona, Planeta, 1982, págs. 27-28; F. Ayala, Recuerdos y olvidos, Madrid, Alianza, 1988, págs. 107-111; G. Anes, “La condesa de Yebes”, en ABC (Madrid), 5 de mayo de 1988, pág. 64; S. Ortega, “Adiós a Carmen Yebes”, en ABC (Madrid), 5 de mayo de 1988; J. Ortega Spottorno, “Carmen Muñoz Rocatallada”, en El País (Madrid), 5 de mayo de 1988; L. Rodríguez Alcalde, Crónica del verano regio, Santander, Librería Estudio, 1991, pág. 336; M. C. Iglesias, “La nueva sociabilidad. Mujeres nobles y salones literarios y políticos”, en Nobleza y sociedad en la España Moderna, II, Oviedo, Nobel-Fundación Central Hispano, 1997, págs. 191 y 197; R. Vázquez, La Institución Libre de Enseñanza y la educación de la mujer en España: la Residencia de Señoritas (1915-1936), tesis doctoral, La Coruña, 2001, pág. 233; A. de la Bárcena Pérez, “Moreno Carbonero y la condesa de Yebes. Retrato inédito de dos modelos singulares”, en Goya: revista de Arte (Madrid), n.os 289-290 (2002), págs. 244-253; I. de la Fuente, La roja y la falangista, Barcelona, Planeta, 2006, págs. 136 y 148; J. A. Ríos Carratalá, Una arrolladora simpatía. Edgard Neville: de Hollywood al Madrid de la posguerra, Barcelona, Ariel, 2007, págs. 31, 58 y 216; D. Ridruejo, Casi unas memorias, Barcelona, Península, 2007, pág. 619.

 

Inmaculada de la Fuente González

 

Relación con otros personajes del DBE

Personajes citados en esta biografía