Fumanal Pintado, Josefina. Saint Thibèry, Herault (Francia), 1.XI.1896 – Logroño (La Rioja), 31.XII.1988. Escolapia (SChP), educadora, secretaria general y delegada de misiones.
Aragonesa, del Pirineo oscense por ascendencia materna y paterna, nació en el sureste mediterráneo francés, donde se habían establecido sus padres, en 1895, buscando mejorar las condiciones de vida, de las de sus pueblos de origen. Familia sencilla pero trabajadora y cristiana; la laboriosidad, la honradez y la fe en Dios y en su providencia fueron la mejor herencia que legaron a sus cuatro hijos, de los que Josefina era la primogénita, que tuvo una infancia difícil. Desde 1897 hasta su vuelta a España, en 1913, peregrinó por diversas ciudades de Languedoc: Saint Thibèry, Bedarieux y su campiña, tres veces, Boujan, Madise, por motivo del trabajo de sus padres. De 1908 a 1912, en Bedarieux, pudo completar sus estudios primarios y obtener el certificado de los mismos. En 1913, ante los confusos rumores de guerra, se trasladaron a Canfranc, en la frontera de España, y a Josefina la llevaron interna al colegio de Santa Ana de Huesca para estudiar. De 1914 a 1918 cursó en la Normal de Huesca los cuatro años de Magisterio, con notas de sobresaliente y matrícula. En el cuarto curso (1917-1918) era tal su fama de superdotada en la Normal, que los profesores le pidieron en varias ocasiones dictase conferencias de distintas materias para los alumnos y algunas para alumnos y profesores.
En 1918 sus padres se trasladaron a vivir a Barbastro.
Josefina tenía veintitrés años y sus deseos eran ampliar estudios en Suiza o Bélgica. Las profesoras de la Normal le habían aconsejado que solicitase una beca, por su brillante historial académico además de hablar y escribir correctamente el francés. Sus padres se opusieron por motivos de salud. De 1919 a 1921 fue institutriz de los cinco hijos de la familia Arrizabalaga; además, se examinó del primero y segundo cursos de Latín en Huesca. Fue en este período cuando empezó a resonar en su interior la llamada del Señor a la vida religiosa. En estas circunstancias, en 1923, su tío escolapio, Dionisio Pintado, le aconsejó que se presentase a las oposiciones al Magisterio oficial en Zaragoza, y le buscó residencia en el colegio de las escolapias. El 3 de julio de 1923 viajó a Zaragoza. La preparación fue intensa, y en enero de 1924 logró superar el ejercicio escrito; pero en la prueba oral, ante la sorpresa de todos, dijo al tribunal: “Me retiro”. Más tarde escribió: “[...] aquel impulso incontrolable me vino de Dios [...]”.
Durante el curso 1924-1925, Josefina fue profesora en el colegio Calasanz, y a la vez terminó los estudios de Latín, iniciados en Huesca. Este período le sirvió para decidir su futuro. El 31 de diciembre de 1925 fue admitida al postulantado y tomó el hábito el 2 de septiembre de 1926. Tenía veintinueve años.
Por su edad, y su preparación humano-cultural, y espiritual, Roma la dispensó del segundo año de noviciado.
Pronunció sus votos temporales el 12 de septiembre de 1927, y los perpetuos el 12 de septiembre de 1930. Destinada en el colegio Calasanz de Zaragoza, durante los años 1927-1930, dio clases de letras y de francés a las alumnas de segunda enseñanza, y puso de manifiesto su inteligencia, laboriosidad y capacidad de trabajo, porque a la vez colaboró en la nueva edición de los textos propios para los colegios escolapios. Fue la autora de los tres Libros de Lecturas Graduadas para las alumnas del ciclo completo de enseñanza primaria. Además preparó con feliz resultado los estudios de bachillerato y obtuvo el título el 30 de septiembre de 1930. Durante los dos cursos 1930-1932, estudió la licenciatura de Historia en la Universidad de Zaragoza, con notas de sobresaliente y matrícula. El 17 de diciembre de 1932 realizó el examen final con la calificación de sobresaliente. El 19 de octubre de 1933 ingresó en el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Zaragoza.
De 1932 a 1940 fue profesora con dedicación total en el colegio Calasanz de Zaragoza, con un horario lleno de asignaturas, además de la formación humana y cristiana de las niñas mayores. Sus alumnas la recordaban como una excelente profesora de letras y francés, acogedora, ecuánime y siempre dispuesta a ayudarlas y orientarlas cuando acudían en busca de un consejo, o cualquier necesidad. De 1940 a 1946 fue superiora del Calasanz de Zaragoza y maestra de junioras. Su casi ausencia de las aulas la suplió por la ayuda y animación a las profesoras, proporcionándoles los medios mejores para su formación integral y estimulándolas a realizar sus tareas con entrega y amor a las alumnas. Su labor dio fruto; la comunidad vivía con ilusión su apostolado educativo y el colegio fue un semillero de vocaciones a la Escuela Pía y a otras congregaciones religiosas.
En 1946 falleció la secretaria general, y madre Josefina la sucedió en el cargo. Confirmada en el Capítulo General de 1947, desempeñó esta tarea hasta 1959.
Fueron trece años de un trabajo ímprobo al frente de la Secretaría General. También aquí se puso de manifiesto su inteligencia, capacidad de trabajo y la disponibilidad de su persona en el servicio al instituto. En 1951 se llevó a cabo la primera fundación escolapia en misiones, Japón, y se nombró a madre Josefina delegada general. Fue infatigable para incentivar el espíritu misionero entre las religiosas y las alumnas, y para lograr ayuda económica. En 1957 tuvo la posibilidad de visitar la misión, lo que la motivó para seguir trabajando desde la retaguardia en España, si cabe, con más intensidad e ilusión.
Siempre muy escolapia y con deseo de educar a las menos favorecidas intelectual y económicamente, en 1954 organizó en Barcelona una academia mercantil, con filiales en otros colegios escolapios de España, de tal manera que con los estudios primarios y tres cursos de estudios mercantiles se les otorgaba un diploma que facilitaba su colocación en oficinas y fábricas. Suponía mucho trabajo y dedicación por su parte. Y todo esto unido a las exigencias de la Secretaría General y de la Delegación General de Misiones.
Además cada domingo hacía catequesis a un grupo de emigrantes en un barrio marginado de Barcelona.
En septiembre de 1959 cesó en su cargo de secretaria general, pero siguió de delegada general de Misiones y secretaria particular de la superiora general.
El curso 1964-1965 fue superiora de un centro en Horta, Barcelona. En septiembre de 1965 la nombraron superiora de Narbona (Francia), aunque siguió como delegada general de Misiones hasta 1971, fecha en que fue sustituida en ambos cargos; tenía setenta y siete años y una salud muy deteriorada, además de la sordera que llevaba padeciendo desde hacía años.
Durante el curso 1975-1976 fue destinada al colegio de Logroño. A sus ochenta años siguió con la laboriosidad de siempre el trabajo como bibliotecaria, sin perder el contacto con las alumnas. Alegre, animosa, educada y fervorosa en extremo, participaba activamente en la vida comunitaria y en ayudar a quien se lo pedía. Los cuatro últimos años fue perdiendo, poco a poco, las facultades hasta su fallecimiento a los noventa y dos años.
Obras de ~: Lecturas graduadas para las alumnas de nuestros colegios. Libro Primero, Libro Segundo y Libro Tercero, Barcelona, 1929 y 1927 [Libro segundo, 1934 (2.ª ed.)]; “Centro Médico Pedagógico de Saint Joseph de Calasanz, Carbona” y “Colegio ‘Nuestra Señora de Lourdes’ de Capestang”, en Escolapias, Datos para nuestra Historia, Zaragoza, El Noticiero, 1971, págs. 691-702 y págs. 716-717, respect.
Bibl.: Positio super virtutibus [Paula Montal], Roma, 1985, pág. 811; M.ª P. de Mingo, Necrología de M. Josefina Fumanal Pintado, Zaragoza, 1989 (ciclostil); M. A. Arija, Cien años de historia y pedagogía, Zaragoza, Congregación de las Hijas de María de las Escuelas Pías, 1989, pág. 330; T. Sesma, Pilar Solsona, Vida y mensaje, Zaragoza, 1997, págs. 71-82.
María Luisa Labarta Araguás, SChP