Basterrechea Ichaso, José Manuel. Hno. Pablo Manuel. Ontón (Vizcaya), 22.III.1917 – Pradejón (La Rioja), 28.VI.1995. Superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (FSC).
Nació en la raya que separaba Vizcaya de Cantabria.
Pronto se relacionó académicamente con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por lo que no es extraño que a los trece años entrase en el noviciado menor del monasterio burgalés de Bujedo. Se preparó para examinarse en la Escuela Normal de Vitoria, para conseguir el título de maestro. A pesar de la hostilidad de los gobiernos republicanos, decidió continuar con su formación como hermano de La Salle. Al recibir el hábito, también tornó su nombre por el de Pablo Manuel. Pero, en aquellos días, los nuevos religiosos estaban obligados a vestir de seglar. Tras emitir sus primeros votos públicos en 1934, inició el escolasticado o período de preparación profesional. Todo trascurría en Bujedo, en el tiempo en que se recibían los restos de los mártires de Turón y ardía esta casa de manera provocada. En 1936 conseguía su primer título oficial, y una semana después estallaba la guerra civil. Tras concluir el escolasticado en agosto del año siguiente, recibió su primera obediencia como profesor del noviciado menor. El bachillerato lo obtuvo en Valladolid en 1940 e inició la preparación de una licenciatura por libre de manera inmediata. Fue en Bujedo donde, el 15 de agosto de 1943, pronunció sus votos perpetuos.
Tras la conclusión de la contienda civil, se creó el distrito de Bilbao, y el hermano Pablo Manuel se encontraba asociado a este espacio geográfico. Fue enviado al colegio de Santiago Apóstol de la capital bilbaína, casa en la que permaneció por espacio de doce años. Destacó especialmente por su vocación dentro de la Congregación Mariana, de la cual empezaron a surgir otras asociaciones piadosas; también en las actividades artísticas, musicales y literarias. Continuó estudiando y se formó sobre todo en su dimensión lingüística (inglés, francés, italiano y alemán); era además profesor de latín y griego. En 1945 obtuvo el grado de licenciado y redactaba su tesis doctoral, que leyó en la Universidad Central de Madrid; era una obra de geografía económica, que se imprimió como libro en Zaragoza en 1951: Mercados geográficos y ferias de Vascongadas. Era de los primeros hermanos de la Salle españoles que se convertía en doctor.
En 1951-1952 fue nombrado prodirector del colegio de Bilbao y de la comunidad. Un año después, se le envió al segundo noviciado de Roma, a cuya conclusión, en junio de 1953, pasó durante dos meses a las Islas Británicas para perfeccionar su formación lingüística.
De nuevo en España, ejerció cargos de gobierno en los colegios de Usúrbil (Guipúzcoa) y la numerosa comunidad de Santiago Apóstol. Sus dotes de gobierno se proyectaron al exterior, pero al mismo tiempo se convertía en visitador de su distrito de Bilbao, desarrollando una amplia labor de comunicación a través de las conocidas circulares. Participó en diferentes jornadas nacionales de catequesis y le correspondió abrir distintas casas, además de reestructurar y reformar otras.
Acudió en 1956 al primero de los Capítulos generales en Roma a los que hubo de asistir. Fue elegido miembro de la comisión capitular, que podía ser convocada —como así ocurrió en 1961— en la década intercapitular. Cuando a mediados de 1963 concluyó su período de visitador del distrito de Bilbao, se le pidió que asumiera la dirección del colegio de Santiago. Así ocurrió en el trienio previo al histórico 39.º capítulo general, en el que el Instituto de las Escuelas Cristianas habría de adaptarse al Concilio Vaticano II recién clausurado. Uno de los temas pendientes era la propuesta de incorporar sacerdotes a religiones laicales como ésta, con el fin de ayudar a sus componentes a una vida “más intensa y más ejemplar”.
La propuesta no fue bien acogida por los hermanos capitulares. Entre las novedades destacaron la condición no vitalicia del superior general. La Santa Sede había pedido a la Congregación que se revisasen todos sus documentos. Entre los retos se hallaba el carácter laical del Instituto, el mantenimiento carismal de la “preferencia por los pobres” y el ejercicio de su trabajo en la “escuela cristiana”. Se observó que, desde el principio, el grupo norteamericano tomaba los mandos del Capítulo, en detrimento del hegemónico francés. Se aprobó la descentralización del gobierno, las transferencias de competencias a los visitadores, la coeducación en los colegios, la decisión distrital ante el uso del hábito, la no necesidad de abandonar el nombre de bautismo. Cada distrito celebraría sus capítulos provinciales, siguiendo la bula de aprobación de 1725, mientras que los directores serían nombrados por los visitadores y no por Roma.
El Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas continuó compuesto, por decisión mayoritaria y de manera exclusiva, por laicos. Tres documentos nuevos habrían de determinar la vida de los hermanos: una Regla nueva, que actualizaba el espíritu lasaliano aunque no conservaba casi ninguna frase de la original de 1694, como complemento el Libro de Gobierno. Ambos textos quedaron ad experimentum, por espacio de veinte años. Ello desembocó en la Regla actual, aprobada por la Santa Sede en 1987. Un tercer documento de aquel camino, muy importante por cierto, es la Declaración sobre “El Hermano en el mundo de hoy”.
No todos los sectores aceptaron las novedades con buena cara. El hermano Pablo Manuel, que pronto volvería a ser el hermano José Pablo Basterrechea, trabajó en la comisión dedicada a profundizar en la “finalidad del Instituto”, con el tema fundamental del laicado o la posibilidad del sacerdocio. Como superior general fue elegido el norteamericano hermano Charles Henry. Mucho más problemática resultaba la elección del vicario general. El grupo hispano, y la anuencia del nuevo superior general, facilitaron la designación de este oficio en la persona del hermano José Pablo. Superaban la actitud de los franceses y de los más conservadores. Se retiraba el que había gobernado a los hermanos españoles por veinte años, el hermano Guillermo Félix, sustituido por el hermano Fernando Izaguirre. En realidad, aquél había facilitado la elección del hermano Basterrechea. En la segunda sesión, el nuevo vicario general hizo mucho hincapié en el escenario de las misiones y con ese tema preparó un folleto especial. Todo ello se plasmó en un Secretariado Misionero, en diferentes artículos y en visitas a los trabajos de los hermanos en las misiones.
No obstante, los tiempos posconciliares fueron complejos, con un descenso grande de efectivos, con grupos de oposición a lo establecido por el superior general e incluso con alguna iniciativa de creación de un distrito de “hermanos de la estricta observancia”.
Los trabajos se iban a complicar aún más para el hermano José Pablo, porque el 40.º capítulo general de 1976 le nombró superior general cuando contaba cincuenta y nueve años. Era el primer español que gobernaba un Instituto de origen francés como el lasaliano.
Sus líneas de actuación, plasmadas en sus vías de comunicación a través de las circulares, fueron la formación, la vida comunitaria y consagrada, la misión y la promoción de la justicia. Asistió como superior general a la beatificación de los hermanos Miguel Febres Cordero y Muciano María, proclamada en la clausura del Sínodo de Obispos de 1977, así como a la canonización del primero de ellos en 1984. El consejo, compuesto de siete consejeros y no asistentes, visitó en dos ocasiones la totalidad del Instituto. En los distritos españoles, en 1978, se celebró el centenario de la presencia de los hermanos en España. Según señala Saturnino Gallego, el hermano José Pablo se sentía más “timonel” que “capitán de navío”. Se mostraba como gran conversador, habitual en el diálogo y en la participación, aunque con un lenguaje “seguro” que algunos calificaban de “tajante”. En 1980, presidió el tricentenario del Instituto. Facilitó el nacimiento de tres publicaciones, entre ellas el informativo “Intercom”.
Participó en el Sínodo de Obispos de 1977, sobre la Catequesis, nominación del papa Pablo VI que el hermano José Pablo calificó como de “travesura cariñosa”.
El 14 de mayo de 1986, el 41.º capítulo general elegió a su sucesor en la persona de su vicario general, el norteamericano John Johnston, con lo que volvió a ser un “hermano de base”.
Se dirigió a una casa, la de San Asensio, que había inaugurado él en 1958. Sin embargo, continuó viajando.
Lo hizo a la isla de la Reunión, en el océano Índico, y en 1989 para presenciar la beatificación hermano Scubillion, que se llamó en el siglo Jean-Bernard Rousseau. Continuaba siendo un hombre muy solicitado.
En 1989, fue llamado a convertirse en secretario general de la Unión de Superiores Generales (USG), cargo que solía ocupar un antiguo superior general. Finalmente lo aceptó e incluso lo renovó en 1992. Volvió a vivir en Roma y, desde allí, asistió al capítulo general de 1993. Entendió que era el momento de la retirada y de su regreso a España. Precisamente, el superior general delegó en su persona para representarle en mayo de 1995 en el funeral del que fuera asistente para España, el hermano Guillermo Félix. Un mes después moría en un accidente de tráfico, camino de San Asensio, en el término municipal de Pradejón, en La Rioja. Fue enterrado en aquella casa de los hermanos de La Salle, antiguo monasterio de jerónimos.
Obras de ~: Numerosos documentos y circulares en sus etapas de visitador del distrito de Bilbao, vicario general y superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Bibl.: S. Gallego, Sembraron con amor. “La Salle”, Centenario en España (1878-1978), San Sebastián, Conferencia de Visitadores FSC, 1978; El Hermano José Pablo Basterrechea, de las Escuelas Cristianas, Madrid, Hermanos de las Escuelas Cristianas, 1996.
Javier Burrieza Sánchez