Prado y Vallo, Casiano de. Santiago de Compostela (La Coruña), 13.VIII.1797 – Madrid, 4.VII.1866. Ingeniero de Minas, geólogo y prehistoriador.
Casiano de Prado y Vallo, descubridor del hombre fósil en España, nació en una familia muy vinculada a las bellas artes y a la arqueología. Su padre, Melchor de Prado y Mariño, arquitecto, escultor y grabador, de ideas liberales y constitucionalistas, acompañó como dibujante al célebre historiador y anticuario gallego José Cornide en su expedición a la antigua Segobriga (1793) y en el viaje literario de Portugal (1798- 1801), para después ejercer de arquitecto titular de La Coruña hasta su muerte. Asimismo, su tío Manuel de Prado y Mariño (1743-1822) fue escultor, profesión que desarrolló en su tierra natal como su hermano.
Casiano, sin embargo, se sintió atraído por la vocación naturalista y cursó Latín, Matemáticas y Ciencias Naturales en el Real Colegio de Farmacia de San Carlos de la Universidad de Santiago. Estudios que se vieron truncados drásticamente por sus convicciones políticas liberales que dejaron una clara impronta en estos primeros años de su vida. El 3 de diciembre de 1817 fue encarcelado por orden del conde de Maceda, alguacil mayor de la Inquisición, permaneciendo quince meses preso, a causa de sus ideas liberales y por sus, al parecer, lecturas prohibidas. La represión fernandina no hizo sino radicalizar aún en mayor medida las ideas liberales del joven naturalista. Así, durante el Trienio Liberal se alistó en la Milicia Nacional el 21 de febrero de 1821, cuerpo en el que alcanzó el grado de subteniente, además de contribuir a la creación de la Sociedad Patriótica Coruñesa. Al reorganizarse la reacción absolutista en 1823 se distinguió en el sitio de La Coruña por el que obtuvo Cruz y Diploma. Sin embargo, para evitar, una vez más, la segura represión, hubo de permanecer oculto durante varios años. De este tiempo de intensa zozobra se le conoce un escrito político titulado El Terrible para todos.
Integrado de nuevo en la vida civil decidió prudentemente alejarse de su tierra natal y, quizá aconsejado por su padre, marchó a Madrid en 1828 con la intención de estudiar Arquitectura. Pero una vez en la capital, la influencia de su amigo José María de Parga, prestigioso mineralogista además de consejero de Estado, le inclinó a retomar su vocación naturalista. Inició, pues, sus estudios en el curso de 1828-1829 en el que asistió a la Cátedra de Química Docimástica en la Dirección General de Minas, esto es, el estudio de ensayar los minerales para determinar los metales que contienen y en qué proporción. Una vez concluidos sus estudios fue nombrado, por Real Orden de 23 de octubre de 1829, alumno pensionado de la Academia de Minas de Almadén, completando su formación con la visita a las minas de Linares, Adra, Río Tinto y Marbella. En 1834 fue nombrado ingeniero de Minas de tercera clase y además bibliotecario de la Dirección de Minas.
Tuvo Casiano de Prado su primer destino como inspector de Minas de Aragón y Cataluña, en 1835, en el que permaneció durante cinco años. Durante estos años retomó la actividad política dando varios artículos a la estampa de este género en el periódico El Tarraconense, del cual fue editor responsable desde 1837 hasta mediados de 1838. También publicó un artículo en el periódico madrileño El Observatorio Pintoresco, en 1837, sobre el culto de Baco en la antigua Tarraco. En 1837 se incorporó a la Sociedad Económica de Amigos del País de Tarragona.
En 1835 apareció una de sus primeras obras sobre geología, titulada Vindicación de la Geología, en la que revindicaba la importancia del desarrollo de la misma en nuestro país y trataba de desmitificar el carácter antirreligioso en que estaba conceptuada, en un período de furibundo ambiente anticlerical. La obra es interesante pues, si trataba de llamar la atención sobre la importancia del desarrollo de geología, fundamental para el progreso de la industrialización, no lo fue menos por la relación que guardaba con ciertos avances de esta ciencia para la determinación de la antigüedad del hombre precisamente en estos años en Francia, Inglaterra y Alemania, no exenta tampoco de la controversia religiosa.
En efecto, Casiano no admitía que la nueva visión de la geología atentase a los dogmas religiosos ni que su objetivo fuera ese ni mucho menos, que no era sino una manipulación política del asunto, aunque llegó a reconocer que se hallaba ante una situación embarazosa.
Es indudable que Casiano debió de conocer, como geólogo y naturalista, los descubrimientos que en esos años se habían producido de materiales fabricados por el hombre y la polémica que suscitaron en amplios e intensos debates en la Academia de Ciencias de París.
Por otra parte, fueron estos años y los que siguieron de gran complejidad en la vida profesional de Casiano de Prado, en los que, a pesar de todo, alcanzó su consolidación científica.
En 1840 fue separado de su primer destino por causas políticas, muy probablemente relacionadas con su apoyo a la causa esparterista, pues en 1841, coincidiendo con la regencia de Espartero, fue nombrado director de las Minas de Almadén e inspector de Minas de La Mancha, donde desplegó una brillante actuación e inauguró la Escuela de Capataces de Minas.
Dicha vinculación política quedó también asegurada, ya que con motivo del levantamiento de 1843 en contra del duque de la Victoria, la Junta de Gobierno de Almadén le separó del servicio con el pretexto de no compartir sus ideas, pero según parece, fue a sugerencia del director de Minas cesante, Fernando Cútoli, que fue llamado a sustituir a Prado y a ocupar su antiguo puesto. Comenzó así un calvario de traslados continuos para Casiano. En noviembre de 1843 se le trasladó a la Inspección de Sierra Almagrera y Murcia.
Dos meses más tarde a la de Asturias y Galicia, y además se le instruyó expediente por supuestas faltas cometidas en Almadén, que nunca se pudieron comprobar.
Con motivo de este acoso decidió renunciar al empleo y al Cuerpo de Minas en agosto de 1844.
En 1845 fue contratado por su amigo, Santiago Cordero, en la Sociedad Palentino-Leonesa para estudiar la formación carbonífera de Sabero (León). En 1847 se reincorporó a la carrera administrativa y, al siguiente año, fue nombrado director de las Minas de Río Tinto, cargo en el que permaneció hasta octubre de 1849 y del que una vez más fue destituido al mostrar su desacuerdo por un contrato del Estado con la empresa inglesa concesionaria.
Tras su destitución fue cuando Casiano de Prado comenzó sus investigaciones sobre el hombre fósil, aunque con cierta precaución y en consonancia con los descubrimientos que se producían en otros puntos de Europa. Fue también en este período cuando alcanzó un reconocimiento unánime como geólogo ya que tras su destitución como director de las Minas de Río Tinto fue nombrado vocal de la Comisión del Mapa Geológico de España, lo que supuso un hecho decisivo para su consolidación científica y para la naciente arqueología prehistórica española. Reflejo de este creciente prestigio científico, tanto a nivel internacional como nacional, son: su nombramiento como miembro de la Sociedad Meteorológica de Francia (1852) y las distinciones de comendador de la Real Orden Militar de Cristo, de Portugal (16 de julio de 1859), y comendador de la Orden de Carlos III (18 de octubre de 1859), aunque esta última no la admitió.
En efecto, el 11 de julio de 1849 se promulgó por Real Decreto la creación de la Comisión para formar la Carta Geológica de Madrid y la General del Reino que poco después adoptó el nombre de Comisión del Mapa Geológico de España. La Comisión se constituyó formalmente por Real Orden de 14 de julio de este mismo año presidida por Fermín de Arteta y Sesma, y Casiano de Prado fue elegido responsable de la sección de Geología y Paleontología.
Como se mencionaba en el preámbulo del Real Decreto fundacional, el primer trabajo que se le encargó fue el estudio geológico de la provincia de Madrid.
En el curso de estas investigaciones en 1850, Casiano de Prado tuvo noticia de que en el tejar de las Ánimas, junto a la ermita de San Isidro, se venían produciendo hallazgos de huesos de gran tamaño que inspeccionó junto a su compañero Mariano Paz Graells (1808-1898), reconociendo que se trataba de restos de Elephas. Este último había hallado restos de otro individuo, en este mismo lugar, en 1846. Pero junto a estos restos también fueron hallados materiales líticos, aunque en este momento no les prestaron mayor atención.
Fue a partir de estos primeros descubrimientos cuando Casiano de Prado comenzó paulatinamente a interesarse por la arqueología prehistórica o más bien a tratar de determinar y aportar nuevos elementos con que corroborar la existencia del hombre cuaternario en nuestro país. No obstante, en 1852 publicó el primer bosquejo del Mapa Geológico de Madrid y varios estudios sobre la geología de la provincia de Madrid en el Bulletin de la Societé Géologique de France, por lo que se le considera el descubridor y primer prospector de la sierra de Guadarrama.
Por otra parte, en esta época comenzó a colaborar con el naturalista Felipe Eduardo Poullieter de Verneuil (1805-1873), un funcionario del Ministerio de Justicia que pronto se dedicó a la geología, alcanzando una gran reputación en la misma, con el que Casiano de Prado amplió sus conocimientos paleontológicos.
Verneuil recorrió España entre 1849 y 1862, y fruto de ello fue un mapa geológico de España y Portugal (1864) y el descubrimiento, junto a Casiano de Prado, de la fauna primordial. Uno de sus primeros trabajos en colaboración fue: “Note géologique sur les terrains de Sabero et de ses environs dans les montagnes de León (Espagne)”, publicado en el Bulletin de la Societé Géologique de France (1850), que cosechó un gran éxito a nivel internacional.
Por Real Orden de 27 de febrero de 1852, Casiano de Prado realizó un viaje en comisión oficial para la compra de instrumentos en París y Londres con destino a las líneas de ferrocarril de la Península. En París estableció contacto con el médico y etnólogo alemán Francisco Prunner Bey (1808-1882), quien le animó a que llevase a cabo investigaciones sobre el hombre fósil en España, lo que así realizó a su regreso al explorar las cuevas de Colle (León), de Mudá (Palencia) y de Pedraza de la Sierra (Segovia), que constituyen las primeras prospecciones de cavernas en nuestro país.
Sin embargo, si estos trabajos de Prado indican que ya desde su regreso de Francia se mostró interesado por la cuestión del hombre fósil, siendo él además la única persona dedicada a estas investigaciones en nuestro país, con la ayuda de Mariano Paz Graells, no publicó aún nada sobre este asunto, si se tiene en cuenta que no había efectuado aún ningún descubrimiento en este sentido o no supo identificar varios sílex hallados en San Isidro, yacimiento que siguió visitando asiduamente aunque más por su valor geológico que por el arqueológico. No obstante, la cuestión del hombre fósil seguía aún sin clarificarse en los círculos académicos europeos, además de encontrar seria oposición en nuestro país. En cualquier caso, Casiano de Prado decidió publicar en 1858 el hallazgo del elephas de 1850 en la Revista Minera: “Restos de un mastodonte en las cercanías de Madrid”. Al año siguiente fue nombrado director general de la Junta General de Estadística de la Comisión del Mapa Geológico, cargo en el que permaneció hasta 1861.
El estudio de la paleontología fue una de sus líneas de investigación preferentes en estos años y aportó inestimables datos sobre la fauna primordial que obtuvo en sus investigaciones en Almadén, Sierra Morena y los Montes de Toledo (1854-1855) y años después, en colaboración con Verneuil, en la cordillera cantábrica (1860). Años en los que también realizó la cartografía geológica de las provincias de Segovia, Palencia, Valladolid y Toledo, un instrumento fundamental para el desarrollo de la industrialización española.
Sus contactos con Francia fueron cada vez más frecuentes y en 1856 publicó una memoria sobre la Exposición Universal celebrada en París el año anterior y, en 1860, tras el regreso de una de sus estancias en París trajo un hacha paleolítica hallada en Amiens, una vez aceptada oficialmente la alta antigüedad del hombre. Por este motivo Casiano de Prado concedió mayor atención al yacimiento de San Isidro en el que años atrás se habían hallado algunos materiales paleolíticos.
En la primavera de 1862 Verneuil y Louis Lartet (1840-1899), geólogo y prehistoriador francés, hijo del paleontólogo Edouard Lartet, visitaron, acompañados por Prado, el yacimiento de San Isidro para examinar los útiles prehistóricos hallados. Fueron los geólogos franceses quienes dieron a conocer los primeros materiales paleolíticos hallados en España en el Bulletin de la Societé Géologique de France al año siguiente, artículo en el que Casiano de Prado no quiso figurar voluntariamente.
Casiano de Prado obtuvo, tanto por estos hallazgos como por su intensa labor en sus estudios sobre la geología y la paleontología, un reconocimiento a nivel internacional entre sus homólogos franceses e ingleses, por lo que fue nombrado miembro de la Geological Society (2 de febrero de 1862) y de la Societé Géologique de France (noviembre de 1862). También a nivel nacional al dedicarle un homenaje presidido por la reina Isabel II, además de ser nombrado vocal de la Junta Superior Facultativa de Minería.
En su obra más conocida, Descripción física y geológica de Madrid (1864), obra en muchos sentidos modelo de memoria geológica moderna, describió Prado por primera vez en España y sin ningún tipo de reserva, los avances de la nueva ciencia prehistórica con especial referencia a los hallazgos producidos en nuestro país. En efecto, fue en esta obra donde se dieron a conocer los primeros hallazgos del paleolítico peninsular, la alta antigüedad de la especie humana, además de algunos ejemplos de las llamadas aún en este tiempo piedras de rayo, y lo que resulta más interesante, en contra del parecer de los arqueólogos europeos, Casiano de Prado señaló ya la posible existencia de una Edad del Cobre.
Tras la publicación de su obra más importante, fue llamado al seno de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1865 y se le concedió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. En este mismo año mandó publicar una circular dirigida a los ingenieros jefes de las provincias para que recogiesen los útiles prehistóricos que encontrasen en sus exploraciones.
Casiano de Prado falleció al año siguiente en Madrid a los dos días del regreso de una excursión a la mina cuprífera de Cerro Muriano (Córdoba), a la que había pasado, desde Canarias, para examinar varios martillos de piedra y labores antiguas.
Obras de ~: Vindicación de la Geología, Madrid, 1835; “Baco en Tarragona”, en Observatorio Pintoresco, I (1837), págs. 5-6 y 19-21; Minas de Almadén, De la constitución geológica de sus criaderos con una noticia del sistema de laboreo y beneficio de los minerales, Madrid, 1846; Minas de Almadén. De las vicisitudes porque han pasado desde la Guerra de la Independencia y particularmente de los adelantos y fomento mientras estuvieron a cargo del Ing. D. Casiano de Prado, Madrid, 1848; Descripción de los terrenos de Valdesabero y sus cercanías en las montañas de León donde se hallan las minas de carbón de la Sociedad Palentino-Leonesa, Madrid, 1848; “Note géologique sur les terrains de Sabero et de ses environs dans les montagnes de Leon (Espagne) par D. Casiano del Prado suivie d’une description des fossiles de ces terrains par M. Ed. de Verneuil”, en Bulletin de la Societé Géologique de France, VII (1850), pág. 137; Mapa geológico en bosquejo de la provincia de Madrid, Madrid, 1852; “Note sur la Geologie de la Province de Madrid”, en Bulletin de la Societé Géologique de France, X (1852), pág. 168; Complemento del sistema de laboreo de las minas de Almadén, Madrid, 1854; “Sur la géologie d’Almaden, d’une partie de la Sierra Morena et des montagnes de Toledo”, en Bulletin de la Societé Géologique de France, XII (1854-1855), págs. 182-204; “Exploraciones en las cavernas de las cercanías de Pedraza de la Sierra”, en Memoria que comprende el resumen de los trabajos verificados en el año de 1853 por las diferentes secciones de la Comisión encargada de formar el Mapa Geológico de la provincia de Madrid, y el general del Reino. Sección Geológica-Paleontológica, Madrid, 1855; Minas de Río Tinto. Memorias sobre el estado que ofrecían en sus diversas dependencias al finalizar la empresa que las había llevado en arrendamiento desde el 24 de abril de 1829 hasta igual día de 1849, las cuales fueron escritas y remitidas al Ministerio de Hacienda, para que pudiesen tenerse presentes en la liquidación final con la misma, Madrid, 1856; Minas de Almadén. Nueva memoria sobre los servicios prestados en ellas durante la Regencia del Duque de la Victoria por su director en funciones de Superintendente, Madrid, 1856; Altura de los picos de Europa situados en el confín de las provincias de León, Oviedo y Santander, sobre el nivel del mar, 1856; La Exposición Universal de París, Madrid, 1856; De la fosforita y otras sustancias minerales fosfatadas, Madrid, 1857; “Restos de un mastodonte en las cercanías de Madrid”, en Revista Minera, IX (1858); Del depósito de aguas formado con las del Lozoya en el portón de la Oliva para el surtido del canal de Isabel II, Madrid, 1858; “Sur l’existance de la fauna primordiale dans la chaine cantabrique, par M. Casiano de Prado suivi de la discription des fossiles, par MM. De Verneuil et Barrande”, en Bulletin de la Societé Géologique de France, XVII (1860), págs. 516-554; “Valdeón, Caín, la Canal de Trea. Ascensión a los Picos de Europa, en la Cordillera Cantábrica”, en Revista Minera (1860), págs. 62-72 y 92-101; Reseñas geológicas de la provincia de Ávila y de la parte occidental de la de León, Madrid, 1862; Los terremotos de la provincia de Almería, Madrid, 1863; Descripción física y geológica de la provincia de Madrid, Madrid, 1864; Discursos leídos ante la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la recepción pública del Excmo. Sr. D. Casiano de Prado [Tema: Temperatura por que la Tierra ha pasado en la sucesión de los tiempos geológicos], Madrid, 1866.
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Jorge Maier Allende