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Alfonso Pimentel

Biografía

Pimentel, Alfonso. Conde de Benavente (III). ?, c. 1413 – 21.II.1461. Noble, consejero real.

Segundo de los hijos de Rodrigo Alfonso Pimentel, II conde de Benavente, y de Leonor Enríquez, hija del almirante Alfonso Enríquez. Aparece mencionado por primera vez en abril de 1422, con ocasión de la concordia entre su padre y el Concejo de Benavente, cierre de un severo conflicto entre ambos, que arrancaba de los primeros momentos de la instalación de los Pimentel en su cabeza de condado. En esta ocasión se le atribuía potestad para actuar contra el concejo en caso de incumplimiento de lo acordado.

En 1431 Juan II le encomendó la tenencia del castillo de Santyuanes, una parte de los bienes que había confiscado a Fadrique Enríquez. En enero del año siguiente, cuando aún no había cumplido veinte años, su padre le declaró emancipado y le otorgó poder para cualquier acto jurídico; ese mismo día compró, en nombre de aquél, la villa de Villalón a Fadrique de Luna. Un año después intervino en un acuerdo con el Concejo de esta villa.

En noviembre de 1434, Rodrigo Alfonso Pimentel instituyó dos mayorazgos a favor de sus dos hijos varones: Juan, el primogénito, con Benavente como núcleo central, además de Mayorga; y Alfonso, con Villalón como cabeza de señorío, además de Milmanda y las posesiones gallegas de la familia. La muerte de su hermano Juan, en 1437, le convirtió en heredero del título condal, ratificado tres años después con la institución por su padre, unos días antes de su fallecimiento, de mayorazgo único en su favor.

Su primera participación conocida en la vida política tuvo lugar en agosto de 1437. Por orden de su padre, advirtió a Fadrique Enríquez de la intención de hacerle prisionero, como se había hecho ya con Pedro Manrique; este fallido intento de don Álvaro era el primer acto de su distanciamiento respecto a la oligarquía nobiliaria con cuya aparente colaboración venía gobernando desde 1430. Desde entonces, Alfonso aparece siempre en el bando opuesto al poder que ejercía el condestable, a pesar de que éste estaba casado con su hermana Juana.

En febrero de 1439 firmaba su contrato de arras con María de Quiñones, un enlace a la altura de su categoría de heredero del condado, primero de los establecidos con este linaje leonés con el que acabó fundiéndose el de los Pimentel, y eslabón de una firme cadena de alianzas con otros linajes de la primera nobleza del Reino. De este matrimonio nacieron: Rodrigo, que heredó la dignidad condal, Leonor, Juan y Pedro.

Sólo unos meses después, en junio de 1440, al fallecer su padre, se convirtió en conde de Benavente y ocupó el puesto de aquél en el Consejo Real. Miembro destacado de la liga nobiliaria, que contaba con el apoyo de la reina María y su hermano Enrique, en enero de 1441 firmó junto al almirante y al conde de Plasencia un manifiesto contra la tiranía de don Álvaro; se buscaba su despojo aunque, salvando los intereses familiares, Alfonso había logrado garantías de constitución de un patrimonio para su sobrino Juan de Luna, similar al de los otros Grandes.

Hombre de confianza de los infantes de Aragón, en marzo de 1443, Alfonso V, rey de Aragón, le pidió que velase por los intereses de su hermana Leonor, reina viuda de Portugal, desplazada por el infante portugués Pedro, aliado de Álvaro de Luna. En julio de este año, junto con los infantes de Aragón, Pedro de Quiñones, Rodrigo Manrique, y el almirante, ejecutó el golpe de Rágama, destinado a consolidar en el poder a la oligarquía. Ésta estrechaba sus lazos: el infante aragonés, Juan, contraía matrimonio con Juana, hija del almirante; su hermano Enrique con Beatriz Pimentel, hermana del conde de Benavente.

Tras la batalla de Olmedo (19 de mayo de 1445), en que la facción nobiliaria fue derrotada, Alfonso vio confiscados sus bienes. La precariedad del éxito militar y la equívoca intervención del príncipe de Asturias, hizo que el condestable buscase la aproximación a alguno de los jefes de aquélla, en particular a su cuñado; por este medio, don Alfonso vio desembargadas sus posesiones en septiembre de 1445 (Concordia de San Martín de Valdeiglesias) con la única exigencia de una promesa de no volver a seguir el partido de los infantes, que don Alfonso había firmado a comienzos de agosto.

Para alejarle del frente aristocrático, Juan II le cedió Allariz y su tierra (5 de marzo de 1446), puente entre el centro del núcleo señorial y las otras posesiones gallegas, y, un mes después, la tenencia de su castillo; por su parte, María de Quiñones recibía la concesión de la villa de Alija.

Ninguna de aquellas medidas reconcilió a don Álvaro, cuyo poder personal era cada día más notorio, con la nobleza. Por ello se decidió a dar un verdadero golpe de estado; en Záfraga, en las proximidades de Medina del Campo (11 de mayo de 1448), don Alfonso fue hecho prisionero junto con otras cabezas del bando nobiliario, encarcelado en Portillo y sus bienes confiscados. De allí fue sacado por sus hombres, el 18 de diciembre, contando con la complicidad de un criado del alcaide, comprado por la condesa. Se instaló en Benavente, levantó el cerco que las tropas reales habían puesto a Alba de Aliste y tomó el puente de Ricobayo. Sin embargo, ante la marcha sobre Benavente de nuevas tropas, a cuyo frente se hallaba el propio Juan II, hubo de buscar refugio en Portugal, en Mogadouro, donde fue muy bien acogido por disposición del monarca portugués, Alfonso V.

El levantamiento de Toledo y el ataque aragonés sobre Cuenca impidieron a Juan II una acción contundente sobre Benavente, cuya fortaleza resistió, a pesar de la entrega de la villa al Rey (abril de 1449).

Además, Alfonso recuperó Benavente y Milmanda y, en julio de ese año, participó en una reunión de la nobleza que suponía el relanzamiento de la Liga; sin embargo, acaso por las maniobras del marqués de Villena, la Liga experimentaba un nuevo fracaso y Alfonso tenía que buscar nuevamente refugio en Portugal, en octubre.

Álvaro de Luna rehacía una vez más su poder en Castilla; sus contactos en Portugal lograban que Alfonso V ordenase la salida de su Reino de Alfonso Pimentel (19 de febrero de 1450) con el argumento de que lo había utilizado para hostilizar a Castilla. Pero su amistad era ahora buscada por el heredero castellano, que pensaba alcanzar por su mediación la amistad portuguesa: probablemente estaba pensando ya en un enlace con una princesa portuguesa; en enero de 1451 el príncipe Enrique le autorizó a negociar en su nombre con el monarca portugués, venciendo la natural desconfianza de éste acerca del panorama castellano.

En los meses siguientes se sucedieron una serie de negociaciones que permitieron una escalonada devolución de sus propiedades al conde de Benavente y, finalmente, la obtención del perdón regio (30 de junio de 1451). Hasta la prisión y muerte de don Álvaro, Alfonso se contó entre sus más encarnizados enemigos, aunque fueran los Stúñiga quienes ocupasen el papel directivo en los momentos finales de la trayectoria del condestable.

Sin duda, Alfonso fue uno de los artífices del matrimonio de Enrique IV y Juana, sobre el que negoció oficialmente desde marzo de 1453. Con el nuevo Monarca intervino muy activamente en las acciones contra los musulmanes que se desarrollaron entre 1455 y 1459. Su protagonismo político parece menor, aunque ha de ser entendido en relación con la política del marqués de Villena de impedir una reconstrucción de la Liga: cuando en el verano de 1456 se entablaron contactos entre los nobles, entre ellos Alfonso Pimentel, el marqués convenció a Enrique IV de la necesidad de aproximarse al rey de Navarra, sin cuyo concurso era muy difícil que la nobleza se decidiera a una presión armada.

Probablemente, la salud de Alfonso no era buena.

En mayo de 1455 dictó su testamento, en virtud del cual su primogénito, Rodrigo, recibiría, además de la plata, joyas y ganado, los núcleos esenciales del señorío: Benavente, Villalón y Mayorga, aunque éste sería para Leonor cuando contrajese matrimonio; Juan recibiría todos los territorios en Galicia; Pedro, la mitad de Puebla de Sanabria y las demás adquisiciones de sus predecesores. Contravenía con ello las disposiciones del segundo conde y no dejó de plantear problemas a su sucesor.

Alfonso Pimentel murió el 21 de febrero de 1461; a comienzos de abril Alfonso V de Portugal escribía a su sucesor, Rodrigo, lamentando la muerte del conde de Benavente.

 

Bibl.: L. Suárez Fernández, Relaciones entre Portugal y Castilla en la época del Infante don Enrique, 1393-1460, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960; “Los Trastámara de Castilla y Aragón en el siglo xv (1407-1474)”, en R. Menéndez Pidal (dir.), Historia de España, vol. XV, Madrid, España Calpe, 1964; C. Álvarez Álvarez, El condado de Luna en la Baja Edad Media, León, Colegio Universitario, 1982; P. Porras Arboledas, Juan II. 1406-1454, Palencia, La Olmeda, 1995; I. Beceiro Pita, El condado de Benavente en el siglo xv, Salamanca, Centro de Estudios Benaventanos, 1998; L. Suárez Fernández, Enrique IV de Castilla, Barcelona, Ariel, 2001.

 

Vicente Ángel Álvarez Palenzuela