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Casimiro Vigodet y Garnica

Biografía

Vigodet y Garnica, Casimiro. Ferrol (La Coruña), 6.XII.1787 – Cádiz, 2.I.1872. Marino de Guerra.

Nació cuando todavía reinaba Carlos III en el seno de una familia de marinos: su padre Casimiro Vigodet Zaya, capitán de fragata de la Real Armada, y su madre María Dolores Garnica Sollozo, eran vecinos de Ferrol. Fue bautizado en la parroquia de San Julián de dicha ciudad al día siguiente de su nacimiento. Su madrina fue María Sollozo y Bolaño.

Ingresó de guardia marina en la Compañía del Departamento de Ferrol el 20 de diciembre de 1799 a la edad de doce años, dispensado por su corta edad ya que en aquella época no podían ingresar en las Compañías de guardia marinas varones menores de dieciséis ni mayores de dieciocho años. Sus primeras navegaciones lo sitúan en el navío Castilla. Participó en acciones de guerra en la Batalla del Parque de Ferrol durante el desembarco de las tropas inglesas en la playa de Doniños. Muy pronto sufrió la pérdida de su hermano mayor José en el incendio del Real Carlos el 13 de julio de 1801, que había ingresado dos años antes que él en la Armada. En 1802 embarca en el bergantín San Antonio con el que salió para Puerto Rico, La Habana y Veracruz regresando a Ferrol donde transborda a la orca Presentación y después a la corbeta Batidora con la que salió para Montevideo.

Vuelto a Ferrol desembarca en el primer semestre de 1804, año en que asciende a alférez de fragata. Ese mismo año embarcó primero en el navío Montañes del que transbordó al San Julián y después al San Ildefonso ambos pertenecientes a la escuadra combinada franco-española que se batió en Trafalgar el 21 de octubre de 1805 contra la Escuadra Inglesa. Su buque formó parte de la escuadra de reserva mandada por el general Gravina, muerto en combate; el San Ildefonso mandado por el brigadier Vargas fue capturado por los ingleses y llevado a Gibraltar. De su dotación formada por setecientos cuarenta y seis hombres, murieron treinta y cuatro y fueron heridos ciento veintiséis.

El joven Vigodet fue liberado al poco tiempo en Cádiz y después se presentó en Ferrol donde ascendió a alférez de navío el 9 de noviembre de 1805.

Fue agregado a la Legión de Marina, a uno de sus seis Batallones, nada más comenzar 1806. Se halló al inicio de 1809 en la ocupación de la Plaza de Ferrol por las tropas Francesas. Pocos meses después sirvió en las brigadas del Arsenal hasta que se fugó y se incorporó a su batallón. Con ello dio pruebas inequívocas de su patriotismo. Durante la Guerra de la Independencia continuó en dichos batallones formando parte de ese esforzado grupo de marinos tan eficaces en tierra como en la mar. Fue ascendido a teniente de fragata por los méritos contraídos en el Ejército del Norte (23 de febrero de 1809) combatiendo en tierra en las acciones de San Pelayo, Espinosa de los Monteros, Lugo, Bañeza, Torre de la Vega, sitio de Astorga, retirada de Burgos y en todos y cuantos choques y encuentros tubo la compañía de cazadores que mandaba. Nuevamente por méritos de guerra ascendió a teniente de navío el 4 de julio de 1812. Fue ayudante mayor del tercer batallón, capitán de cazadores y sargento mayor interino.

Vuelto a su medio natural el mar el 11 de marzo de 1813, se familiarizó nuevamente con las duras navegaciones a bordo de la corbeta Descubierta y del navío Asia transportando tropas a Chile y El Callao, en plena efervescencia independentista. Se destacó como oficial disciplinado y cumplidor. En 1814 regresó a la Península coincidiendo con la vuelta del rey Fernando VII a España.

Embarcó en la fragata Esmeralda como segundo comandante y poco tiempo después, otra vez como segundo comandante, en la Soledad con la que salió para Brasil regresando a Cádiz felizmente después de sesenta y dos días de navegación el 4 de septiembre de 1816, junto con el navío portugués San Sebastián que transportaba a la futura reina María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, y a su hermana María Francisca que casó con el infante Carlos María Isidro, hermano del Rey. Nada más llegar desembarcó.

Promovido a capitán de fragata el 17 de noviembre de 1816, se trasladó a Ferrol para hacerse cargo de su primer mando, la corbeta Fama (22 de agosto de 1817) con la que llevó a cabo diferentes cruceros y comisiones por las costas españolas. Estuvo en Argel con una escuadrilla holandesa. Trasladó en 1819 desde Nápoles los restos mortales de sus majestades Carlos IV y su esposa María Luisa Borbón-Parma recientemente fallecidos. En una de esas navegaciones y de vuelta de Cartagena, perdió el buque al entrar en la bahía de Cádiz (31 de marzo de 1820) sin que se produjeran desgracias personales. En el siguiente mes de octubre, Su Majestad firmó la sentencia en la que quedaba libre de todo cargo por dicha pérdida.

Al comenzar el año 1821, embarcó de segundo comandante en la fragata Perla, uno de los buques que se trasladaron a Nápoles cuando entraron las tropas austríacas por el pacto de la Santa Alianza, para sofocar la revolución liberal de Nápoles y la proclamación de una nueva constitución. Finalizada la comisión, regresó a Cartagena con escala previa en Mahón. A la llegada a Cartagena desembarca con licencia por enfermo, la pasa en Ferrol y en Madrid. Después se dirigió a Ferrol para tomar el mando de la fragata Cortés (22 de septiembre de 1822) que estaba en grada. Realizó, sin dejar el mando de la Cortés, varias comisiones al mando de la corbeta Aretusa para realizar una comisión de importancia, trasladándose a Burdeos, Pasajes y Coruña donde entregó el mando a su nuevo comandante el 1 de abril de 1823. Vigodet continúa con el mando de la Cortés. España vive una etapa de cambios e inquietudes.

Se establece un tribunal o junta de purificaciones para incoar expedientes a los que habían ocupado cargos civiles o militares durante el régimen liberal. En el mes de junio de 1824 fue nombrado segundo comandante del Arsenal cesando por enfermedad en noviembre.

Discurre su convalecencia en Ferrol sin destino hasta ser nombrado interinamente segundo comandante del Arsenal nada más comenzar el año 1825.

En julio es promovido a capitán de navío. Se le comunica que ha sido aprobada su purificación el 26 de marzo de 1826. Manda la Fragata Iberia con la que sale en noviembre escoltando un convoy de tropas expedicionarias para Puerto Rico y La Habana. Permanece en esas aguas los tres años siguientes. Navegó por el norte y sur de la isla de Cuba y seno mejicano en diferentes comisiones unas veces solo y otras en División junto al Guerrero, Lealtad, Sabina, Perla y Habanera. Estando la flota junto a las Carolinas, fin del verano de 1826, les alcanzó un fuerte huracán que los separó, regresan a La Habana casi desarbolados.

En una de esas comisiones enfermó, lo que le obligó a regresar a La Habana para restablecerse. Durante la convalecencia y al no poder navegar con continuidad se le asignó el mando interino de la Sabina en octubre de 1827 hasta su desarme pasando al Depósito de Escuadra. Al no conseguir restablecerse del todo, regresó a Europa de transporte en la fragata Casilda en la primavera de 1828 con la que llegó a La Coruña.

En Ferrol transcurre su vida sin destino los dos años y medio siguientes. Continuó su convalecencia en la Corte hasta que se encargó de la construcción de la fragata María Cristina en Ferrol. Poco después fue su comandante, todavía en grada.

Ascendió a brigadier el 14 de julio de 1833. En septiembre fallecía Fernando VII. Se le nombra vocal de la Junta Superior de Gobierno y Administración Económica de la Armada trasladándose a Madrid hasta 1835 que vuelve a Cartagena e inspecciona el Arsenal.

Nombrado comandante del navío Héroe con base en Ferrol (septiembre de 1835), no llegó a tomar el mando al serle concedida licencia ilimitada en la Corte, donde permanece hasta que se lo permite su estado de salud. En diciembre fue nombrado jefe de las fuerzas navales de la Costa de Cataluña, encargándose además en comisión, del mando del Tercio basado en Barcelona. Cesó en este último cargo con el fin de no limitar su disponibilidad para salir a la mar como jefe de la División a bordo de la fragata Esperanza cuando la situación lo requiriera. Ese mismo año toma contacto por primera vez con la política al obtener acta de diputado a Cortes por la provincia de La Coruña por lo que cesa en el mando. Poco tiempo después, fue designado para mandar el Departamento Marítimo de Cartagena (28 de septiembre de 1836).

Su ascenso a jefe de escuadra el 29 de abril de 1839 le supuso, además, el nombramiento de secretario de Estado y del Despacho de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar. Determinadas intrigas políticas y recortes presupuestarios, con los que no estuvo de acuerdo, le mueven a renunciar al citado cargo y al mando de la capitanía general de Cartagena. Fue admitida su renuncia en el mes de junio siguiente. Una nueva etapa comienza para él nada más iniciarse el año 1840 cuando se le llama a Madrid para ocupar el cargo de vocal de la Junta Superior de gobierno de la Marina.

Con posterioridad formó parte, como vocal, de la Junta Superior y Dirección General de la Armada de reciente creación, destinada a proponer al gobierno las reformas más convenientes para la Marina. Disuelta la Junta, fue nombrado vocal del Consejo Superior para el gobierno y dirección de la Armada y más tarde ministro suplente del Tribunal Supremo de Guerra y Marina. En noviembre de 1843 Isabel II es proclamada mayor de edad.

Dados sus elevados conocimientos y su excelente preparación, se le envía a Inglaterra en octubre de 1844, para obtener información de adelantos en la marina de dicho país y sobre la adquisición de buques de guerra o en otro caso construirlos en los astilleros de aquel país.

A la finalización, redacta y entrega un brillante y documentado informe y se le comunica que S. M. “Ha quedado satisfecha de la manera cabal y cumplida con que este general ha desempeñado la comisión que le confirió de adquirir buques de guerra en Inglaterra para el servicio de la Armada, inspeccionando la construcción de los vapores y corbeta que se citan” y queriendo darle una prueba de lo grato que le ha sido este servicio, dispone que el ministro le proponga para la gran Cruz de Isabel la Católica, libre de gastos, la que renunció.

Basado en dicho informe, se construyen en Inglaterra los vapores de guerra, Colón, Pizarro y Cortés y se le encarga su inspección. A la finalización, mayo de 1849, sale de Londres y llega a la Corte al mes siguiente. Dos meses después se le apunta en su hoja de servicios la siguiente nota favorable: “Se complace S.M. en reconocer que los desvelos de este Jefe, su celo e inteligencia, han correspondido ampliamente a las esperanzas que abrigó el gobierno al inclinar el Real ánimo de S.M.

para que se le encomendase a este general tan interesante servicio y que a la eficaz cooperación de este Jefe es debido el que la marina militar se vea ya reforzada con dos excelentes buques de vapor, capaces de rivalizar con los mejores de su clase que presentan las demás potencias”: ordenando S. M. se den a este general las gracias en su Real nombre y se le asegure que esta reciente prueba de su capacidad y mérito es un nuevo timbre que acrecienta el Real aprecio con que ha mirado siempre sus dilatados servicios. Fue elegido diputado a Cortes por la provincia de Murcia, al poco tiempo se le asigna el mando de la Capitanía General del Departamento Marítimo de Cádiz en consideración a sus méritos y servicios (20 de octubre de 1849).

Asciende a teniente general. S. M. le nombra consejero real en clase de extraordinario. Tres años pasa en esa situación antes de que se le nombre ministro de Marina el 3 de mayo de 1852 en el gobierno de Juan Bravo Murillo en sustitución del general Armero quien había dimitido por no estar de acuerdo con la reforma constitucional en estudio. Vigodet, por motivos de edad y salud, no llegó a hacerse cargo de la cartera ministerial.

Joaquín Ezpeleta la ocupó interinamente hasta ser designado ministro titular. Nombrado ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina nada más comenzar 1854, cesa al poco tiempo por motivos de salud. Ocupó diversos destinos en la Administración Central, entre ellos vocal de la Junta consultiva de Ultramar, vocal de la Junta del Almirantazgo, vuelto a instaurarse, y vicepresidente de dicha institución. Un año más tarde, se le nombra otra vez capitán general del departamento de Cádiz (29 de octubre de 1856) donde asciende a almirante de la Armada. Adquiere el grado de capitán general supernumerario (24 de noviembre de 1858). Dos meses más tarde, se le asigna el sueldo de capitán general efectivo en atención a sus valiosos servicios, fecha en que cesa en su cargo de jefe del departamento de Cádiz.

Fue designado, por designación real, para asistir en abril de 1859 al alumbramiento de don Fernando, quinto hijo de la infanta María Luisa Fernanda, nacimiento que se produjo en Sanlúcar de Barrameda.

Asciende seis años más tarde a capitán general, año en que acaba la campaña en el Pacífico, en la que la escuadra del brigadier Méndez Núñez bombardeó Valparaíso y Callao. Se le nombra presidente del Tribunal del Almirantazgo el 1 de mayo de 1869, puesto que ocupa durante el reinado de Amadeo I de Saboya, hasta que fallece.

Distinguido con numerosas condecoraciones españolas y extranjeras, entre las primeras cabe destacar cruces por las acciones de Espinosa, Lugo y Torre de la Vega.

Fue, además, gentilhombre de cámara con ejercicio.

Además de la Cruz, Placa y Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y la Gran Cruz del Mérito Naval. Recibió la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, y el Collar del Toisón de Oro por el combate de Trafalgar. Entre las extranjeras destaca la Cruz de la Orden de Cristo de Portugal (1816) y la Gran Cruz de la Corona de Encina de los Países Bajos (30 de mayo de 1858). Fue, además, senador del reino.

El almirante Vigodet es, sin duda, uno de los marinos de más relieve de la marina decimonónica por la riqueza de su hoja de servicios y acumulación de méritos, y por entenderlo así, la Real Orden (14 de octubre de 1896), dispuso: “apreciando los relevantes méritos y distinguidos servicios de tan eminente general, digno por todos conceptos de que reposasen sus restos en el sagrado lugar que la patria reserva a sus marinos ilustres en el Panteón de San Carlos, se verificara la exhumación y traslación de dichos restos desde el cementerio de Cádiz donde yacían al referido Panteón, siendo por cuenta del Estado los gastos que se originaran”.

Terminado el mausoleo fue verificada la traslación con los honores correspondientes el 12 de junio de 1902. Las inscripciones de su sepulcro dicen lo siguiente: “Don Casimiro Vigodet y Garnica. Veterano de Trafalgar. Almirante de la Armada de la insigne Orden del Toisón de Oro. Padeció por la patria. Nació en El Ferrol el VII de diciembre de MDCCLXXXVII. Falleció en Cádiz el II de enero de MDCCCLXXII, a los 72 años y 28 días de servicios, llorado por la Marina cuyas antiguas glorias representara, y por la nación entera, que honró como ciudadano e ilustró con su nombre. D. E. P. Su patria, para perpetuar su memoria, le erigió este monumento”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (Viso del Marqués, Ciudad Real), Hoja de servicios del Capitán General D. Casimiro Vigodet.

C. Fernández Duro, Armada Española, desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1895-1903 (ed. de J. F. Guillén, t. IX, Madrid, Museo Naval, 1972-1973, págs. 369-370 y 409); J. Cervera y Jacome, El Panteón de Marinos Ilustres. Historia y Biografías, Madrid, Ministerio de Marina, 1926; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1992; A. de Ceballos-Escalera y Gila (dir.), La Insigne Orden del Toison de Oro, Madrid, Palafox & Pezuela, 2000; F. González de Canales, Retrato de los Oficiales Generales del Cuerpo General de la Armada, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.

 

Alfonso Rivero de Torrejón

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