Azlor de Aragón y Pignatelli de Aragón, José Antonio. Duque de Villahermosa (XIII). Madrid 21.X.1785 – 2.V.1852. Militar, embajador.
Nació en Madrid, en el palacio de su padre en el paseo del Prado, el 21 de octubre de 1785, y apenas con seis años, en 1792, por muerte de su hermano mayor, el XII duque —Víctor Amadeo—, sucedió en los mayorazgos familiares y fue, por tanto, XIII duque de Villahermosa, marqués de Cabrega, conde de Guara, de Luna, del Real, de Sinarcas, de Villamonte y duque de la Palata, en Nápoles. También fue señor de las baronías de Panzano, Ráfales, Costeán, Cajígar y Benavente.De su tutela se hizo cargo su madre, la duquesa viuda, María Manuela Pignatelli de Aragón, dama de profunda religiosidad, que le imbuyó unos sólidos principios y la misma inclinación a los temas literarios y artísticos, que había adornado a su padre.
La Guerra de la Independencia le cogió en su residencia de Zaragoza y se puso inmediatamente a las órdenes de su tío el general Palafox, defensor de esta plaza, quien le nombró su ayuda de campo con el grado de capitán de caballería (13 de junio de 1808), ascendiendo a comandante de escuadrón el 13 de octubre siguiente. Durante la defensa de Zaragoza se distinguió heroicamente, obteniendo la cruz de distinción otorgada a los defensores por Fernando VII. Rendida la ciudad, fue conducido prisionero a Francia y encerrado en mayo de 1809, en el castillo de Nancy, donde permaneció hasta su vuelta a España en mayo de 1814. Ascendió por entonces a coronel de dragones, siendo ratificado este empleo por Fernando VII en 1815, retirándose de la vida militar. Luis XVIII le había otorgado en agosto de 1814 la Flor de Lis de la Vendée, como premio a su comportamiento en servicio de la legitimidad. Se cubrió como Grande de España, ante Fernando VII en el Palacio Real de Madrid, el 28 de julio de 1814, tomando la llave de gentilhombre de cámara de Su Majestad el 12 de octubre siguiente.
El 14 de septiembre de 1814 casó en Madrid con María del Carmen Fernández de Córdoba y Pacheco, hija de los duques de Arión, con quien tendría tres hijos: Marcelino, que le sucedió en la casa; José Antonio, que fue conde del Real y de quien descienden los demás duques de Villahermosa, y Manuel María, conde de Sinarcas, que falleció soltero en 1882.
Establecido en su magnífico palacio del paseo del Prado, reedificado por su madre en 1805, se dedicó a su verdadera vocación literaria y artística, lo que le abrió las puertas como académico honorario y consiliario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (17 de noviembre de 1815); luego ingresaría también en la de San Luis de Nobles y Bellas Artes de Zaragoza (18 de septiembre de 1828) y como numerario en la Real de la Historia (30 de abril de 1847), de la que ostentaría la Medalla 19.
Durante estos años de restauración de la Monarquía absoluta, los honores recibidos fueron incesantes: caballero de la Orden Militar de Montesa (12 de febrero de 1820); Gran Cruz de la de Carlos III (16 de diciembre de 1824); caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro (8 de julio de 1827) y de la del Saint Esprit (26 de octubre de 1828) y maestrante de Zaragoza (1 de enero de 1828). Fernando VII le había ascendido a brigadier de Caballería de los Reales Ejércitos (23 de abril de 1826).
En 1824 fue designado embajador en Portugal, desempeñando su función tan satisfactoriamente que el rey lusitano le otorgó el título de conde de Moita, por tres vidas (7 de junio de 1825) y la Gran Cruz de la Orden de Cristo (5 de abril de 1824). Luego representó brillantemente a Fernando VII en los actos de la coronación de Carlos X de Francia (1825).
A la muerte de Fernando VII, permaneció fiel a su hija y sucesora, siendo nombrado prócer y senador vitalicio, cargo que no llegó a jurar. Murió en su palacio de Madrid el 2 de mayo de 1852, viudo de su matrimonio desde seis meses antes.
El marqués de Molins lo evoca como “amigo de Chateaubriand y de Lamartine, de Navarrete y de González Carvajal; mecenas del arqueólogo y artista Carderera; amparo del bibliófilo Eguren; protector también y compañero en la Academia del arquitecto Aguado; de los escultores Álvarez y Sola y de los pintores López y Madrazo. Varón singular, que supo unir en difícil consorcio el tesón aragonés con la cortesanía diplomática y juntar en su persona la austeridad de un religioso con la magnificencia de un ricohombre”.
Valentín Carderera consagró a su buena memoria su magnífica obra Iconografía Española, como “testimonio del más inolvidable afecto y profundo reconocimiento por la constante amistad y protección que le debió desde su juventud”.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0513-07.
V. Carderera Solano, Iconografía Española: colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás documentos inéditos de [...] desde el s. XI hasta el XVII, Madrid, Ramón Campuzano, 1865; M. Roca de Togores y Carrasco, Marqués de Molins, Contestación del marqués de Molins al discurso leído ante la Real Academia Española por don Marcelino de Aragón Azlor, Duque de Villahermosa, Madrid, 1884; V. Orti y Brull, Doña María Manuela Pignatelli de Aragón y Gonzaga, Duquesa de Villahermosa, Madrid, Establecimiento Tipográfico Viuda é hijos de M. Tello, 1896, 2 vols.; F. Fernández de Béthencourt, Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, vol. III, Madrid, Enrique Teodoro, 1901, págs. 588-593; L. Coloma, Obras completas. Retratos de antaño, Madrid-Burgos, Aldecoa, 1960, págs. 668-848.
Jaime de Salazar y Acha