Calvo Aguirre, Manuel. Portugalete (Vizcaya), 24.XII.1816 – Cádiz, 16.III.1904. Marino, empresario, propietario, político, indiano benefactor.
Hijo de Matías Calvo, de origen gallego, y de la ondarresa Josefa Aguirre. Según su gran amigo el segundo marqués de Comillas, inició su andadura laboral junto a su padre (guardacostas en la costa cántabra) a los doce años, dirigiéndose a La Habana en 1834 tras completar sus estudios de Náutica. En la capital cubana más tarde contrajo matrimonio con la rica viuda María Rosario Caballero, de la que no tuvo descendencia.
En Cuba comenzó de “mozo para todo”, como el futuro primer marqués de Comillas y luego ejerció de dependiente en una reputada ferretería. Seis años más tarde pudo adquirir una goleta, con la que, según la versión oficial, se dedicó al cabotaje por las costas de Cuba obteniendo cuantiosos beneficios. Un enriquecimiento que ha hecho interpretar a algún autor que bien pudo participar en la trata de esclavos. Sea como fuera, invirtió las ganancias en la compra de una ferretería y en el establecimiento de varias líneas de vapores, El Fomento y Navegación de la Costa del Sur, entre las costas de Vuelta Abajo hasta La Habana y la isla de Pinos, empresas con las que logró crearse una respetable posición y excelente fortuna gracias al transporte de tabaco y la venta de otros productos.
Adquirió fincas rústicas como el potrero (“Feliz Casualidad”) y un cafetal luego reconvertido en gran plantación azucarera (“El Portugalete”, 1862) que luego fue uno de los mayores ingenios de la isla y el motor económico de la región. Situado a unos 30 kilómetros de La Habana superó los ciento veinte kilómetros cuadrados de extensión y cubría todo el ciclo de elaboración, desde la zafra hasta la exportación del producto. La propiedad sufrió un pavoroso incendio en 1895 que, pese a las dificultades, se reconstruyó gracias al interés de Calvo.
El ingenio fue respetado en la guerra por el ejército independentista de Máximo Gómez, gracias, en parte, a las gestiones de su administrador Pedro Biscay Learbe, quien logró del militar cubano dos salvoconductos para Manuel Calvo y para él mismo. Tras la muerte de Calvo en 1904, el ingenio pasó a manos de Claudio López Brú, segundo marqués de Comillas, y en 1930 el Central fue adquirido por la National Bank of New York y la Royal Bank of Canadá.
Su ingenio Flor de Sagua le llegó a Manuel Calvo de manos de su esposa Rosario Caballero. Fue también propietario de dos casas en La Habana en los números 96 y 98 de la calle Aguiar, en la número 96 se hallaba el célebre establecimiento Bazar Inglés.
En 1857, Calvo contribuyó a crear la Compañía General de Tabaco, un intento empresarial frustrado por la crisis financiera de la isla.
Ante la progresiva abolición de la esclavitud (Leyes españolas de Abolición de 1880 y 1886), la burguesía esclavista cubana, entre los que se hallaba Calvo, vieron la necesidad de obtener mano de obra por otros cauces y satisfacer la demanda de las plantaciones y las manufacturas. De esta forma, alentaron la inmigración blanca (canarios, gallegos, vascos y asturianos) y programaron la constitución de la Compañía de Trabajadores Libres. Los hacendados cubanos (El Círculo de Hacendados) potenciaron igualmente los contactos con China y la India, enviando emisarios a China para retomar los embarques de inmigrantes orientales ya presentes desde los años cincuenta en Cuba (culíes chinos e hindúes).
A partir de 1889, Manuel Calvo formó parte de la delegación cubana de la Junta Protectora de la Inmigración que ofrecía a los propietarios interesados, mano de obra blanca y de entidad individual y familiar.
Su estrecha amistad y los negocios comunes con Antonio López, primer marqués de Comillas, le brindaron la oportunidad de situarse como vicepresidente vitalicio de la delegación en Cuba de la Compañía Transatlántica, de hecho fue “el hombre en La Habana de los Comillas”. La Compañía de Navegación, 1881 (La Naviera de Antonio López y Cía. reconvertida) una vez iniciados los conflictos entre la colonia cubana y la metrópoli en 1868, se dedicó al transporte y a la repatriación de las tropas españolas además de ofrecer el servicio regular de vapores-correo a Las Antillas.
En asociación con el marqués y otras personalidades notables de la isla, y en unión con el denominado grupo catalán, participó en la formación del Banco Hispano-Colonial, institución bancaria que se orientó a la financiación del Gobierno español en su lucha contra la insurrección cubana, dando comienzo de esta forma al movimiento financiero español.
Relacionado con los hechos políticos de su contexto vital (la situación peninsular y colonial, la Revolución Gloriosa de 1868) y en respuesta a la indiferencia con la que se observaba el conflicto desde España, los grandes empresarios residentes en Cuba crearon el Partido Español, formación política de gran relevancia en las relaciones hispano-cubanas con el objetivo específico de la obtención de la Paz de Zanjón de 1878. Precisamente uno de los principales impulsores políticos de la isla fue Manuel Calvo, representante del partido en España y responsable de haber convertido la insurrección cubana en una cuestión nacional.
Sin embargo, la reanudación de la contienda, esta vez con el apoyo a los insurgentes cubanos por parte de los Estados Unidos, hizo que la mayoría de los hombres de negocios españoles retornaran a España, quedando en la isla de Cuba una minoría, entre los que se encontraba el portugalujo Calvo, quien postergó su regreso y mantuvo sus actividades hasta la pérdida de Cuba en 1898.
Regresó en agosto del mismo año. Ya en España, octogenario y enfermo, su vida transcurre entre Portugalete, Cádiz y Barcelona, capital en donde redacta su testamento. Mantuvo propiedades en Sevilla y en Portugalete, villa en la que construyó su magnífica residencia, tras haber comprado la primera manzana del ensanche del Muelle Nuevo. El palacio se levantó entre los años 1871 y 1873 bajo la dirección de Francisco Orueta, quien proyectó un edificio clasicista elegante, simétrico en su composición y muy cuidado en cuanto a la decoración.
En sus últimas voluntades cedió el palacio al Ayuntamiento de Portugalete con el fin de que se convirtiera en un café-hotel que sustentase con los beneficios que generaba el mantenimiento de La Olla de los Pobres, comedor de beneficencia establecido desde 1887 en Portugalete. El hotel habría de arrendarse “por trienios o quinquenios a persona de garantía para cumplir sus compromisos [...]”. La Guerra Civil española arruinó el edificio, por lo que en 1998 fue reconstruido siguiendo el proyecto de Santos Zunzunegui.
Manuel Calvo dejó al segundo marqués de Comillas como heredero universal “porque le debo cariño y atenciones durante su vida y por ser hijo del mejor amigo que conté en el mundo”. La valoración total de sus haberes ascendía a 4.546.155,90 pesetas (diversas cuentas bancarias e intereses en casas comerciales de España, Francia e Inglaterra: Claudio López Brú de Barcelona, el Banco Hispano-Colonial, Uhthoff &Co. de Londres, Movellán y Angulo de París, etc.) sin contar con los bienes de La Habana, que fueron excluidos para beneficio de sus familiares más cercanos y para el Ayuntamiento de Portugalete.
No obstante, dejó legados en favor de familiares (tres sobrinas) y personas cercanas (la “morena” Jacinta Casilda Calvo, que fue criada como su propia hija por el matrimonio en Cuba, y se ve especialmente beneficiada en el testamento ológrafo; de igual modo, dejó pensiones vitalicias a su sirvienta “la morena” Salomé Calvo, además de cantidades a su fiel mayordomo Fidel Goltier).
Benefactor como indiano de éxito, realizó numerosas donaciones, tanto en vida como tras su muerte, para su villa natal. Entre los legados que se pueden citar constan la contribución realizada en 1886 para la reparación de la torre de la iglesia de Santa María (treinta mil pesetas), la obra pía no interrumpida desde 1904 hasta 1925, que superó como media las tres mil pesetas y la cesión gratuita de terrenos para la construcción del nuevo Hospital-Asilo de San Juan Bautista.
Con problemas de salud (enfermedad cardíaca), residió en Cádiz, ciudad en la que murió el 16 de marzo de 1904, a los ochenta y siete años. Sus restos mortales fueron trasladados a su villa natal Portugalete, donde el segundo marqués de Comillas mandó erigir un artístico y notable panteón en el cementerio de Pando, en el que se lee actualmente: “Al insigne patricio Don Manuel Calvo y Aguirre. Defensor de los intereses españoles en Las Antillas y bienhechor de Portugalete.
Dedica este monumento su admirador y agradecido amigo Marqués de Comillas”.
Como resultado del legado recibido, el Ayuntamiento de Portugalete designó en 1904 una comisión para gestionar los bienes testados que se compone, según sus directrices estatutarias, por las siguientes personas: el párroco de Santa María de Portugalete, el alcalde de la misma villa vizcaína y un concejal designado por el ayuntamiento, que desde 1920 constituyen la Fundación Manuel Calvo.
Bibl.: A. de Artiñano y Zuricalday, Necrología del Exmo. Sr. D. Manuel Calvo y Aguirre, 1904; A. Bahamonde Magro y J. G. Cayuela Fernández, Hacer las Américas: Las elites coloniales españolas en el siglo xix, Madrid, Alianza Editorial, 1992; J. Maluquer de Motes, Nación e Inmigración: Los Españoles en Cuba (siglos xix y xx), Barcelona, Júcar, 1992; C. Naranjo Orovio y T. Mallo Gutiérrez, “Cuba la Perla de Las Antillas”, en Actas de las Primeras Jornadas sobre Cuba y su Historia, Madrid, Doce Calles, 1994; C. Naranjo Orovio, La Nación Soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Madrid, Doce Calles, 1996; M. C. Barcia Cequeira, Élites y grupos de presión. Cuba 1868-1998, La Habana, Ciencias Sociales, 1998; M. Rodrigo y Alharilla, Los Marqueses de Comillas (1817- 1925). Antonio y Claudio López, Madrid, LID Editorial Empresarial, 2001.
Begoña Cava Mesa