Gutiérrez de los Ríos y Sarmiento de Sotomayor, Carlos José Francisco de Paula. Conde (VII) y duque de Fernán Núñez (I). Lisboa (Portugal), 3.I.1779 – París (Francia), 27.XI.1822. Diplomático.
Hijo primogénito de Carlos José Gutiérrez de los Ríos y Rohan-Chabot, VI conde de Fernán Núñez, embajador de España en Portugal y en Francia, y de María de la Esclavitud Sarmiento, V condesa de Castel Moncayo.
Debió su nacimiento en Lisboa al hecho de servir allí su padre el puesto de embajador. De joven, se adscribió en Madrid al bando del príncipe de Asturias don Fernando, por lo que éste, elevado al trono con el nombre de Fernando VII a la abdicación de Carlos IV tras el motín de Aranjuez en 1808, lo mandó a Francia a tratar con Napoleón. Se trataba del poco honorable y secreto cometido de negociar el matrimonio de Fernando con una sobrina del francés (Charlotte Bonaparte, hija de Luciano), plan rechazado por Napoleón.
Fernán Núñez formó así parte de la delegación destinada a recibir a Napoleón en Bayona, junto con los duques de Frías y de Medinaceli.
En Bayona se adhirió a los fieles a José I, al que acompañó en su séquito a España. Pero, cuando el Rey intruso dejó Madrid en julio de 1808, Fernán Núñez se adscribió a la causa patriótica en la Guerra de la Independencia, por lo que fue declarado traidor por Napoleón (junto con los duques del Infantado, Híjar, Medinaceli, Osuna, el ministro Cevallos y otros). Fernán Núñez se aprestó a combatir en la guerra, para la que reclutó a su costa un regimiento de tropa de caballería (“Granaderos de Fernando VII”), a cuyo frente se puso él mismo como coronel, pero una enfermedad que alegó lo apartó de la campaña en 1809.
En 6 de agosto de 1811 firmó la protesta contra el decreto de abolición del régimen de señoríos. La Regencia de Cádiz lo nombró por su embajador extraordinario en Londres el 29 de enero de 1812, donde sucedió al duque del Infantado. Disfrutó allí al comienzo de los honores y parabienes tributados por la sociedad inglesa a los patriotas españoles que eran sus aliados en la Guerra de la Independencia; más tarde se enturbió la relación por las disputas de precedencia surgidas con el embajador ruso Lieven, que causó a Fernán Núñez también disgustos con Madrid, hasta que se avino España, por decisión del secretario de Estado León Pizarro en 1814, a una equiparación protocolaria de ambas Coronas y de sus representantes. Cupo también a Fernán Núñezintervenir en los tratos para la prevista restauración borbónica (de Luis XVIII) en Francia, que los emigrados propugnaban, pero que no contaba con el pleno asentimiento o simpatía de los aliados, hasta que la restauración finalmente pudo consumarse en 1814.
Durante su embajada londinense, y al ser nombrado secretario de Estado José García de León Pizarro, Fernán Núñez fue designado el 21 de enero de 1814 para suceder a éste en las negociaciones que se seguían en Châtillon para reordenar el sistema político europeo después de la caída del régimen napoleónico. Tras dilaciones, llegó a París como plenipotenciario el 7 de mayo, pero no fue admitido a las negociaciones del tratado de paz (30 de mayo de 1814), porque se referían sólo a los límites de las fronteras de Francia, que España había ya manifestado no querer impugnar. Al acceder el duque de San Carlos al Ministerio de Estado, cesó éste en su misión a Fernán Núñez, que regresó a la embajada en Londres, mientras se nombró para las negociaciones de paz en Viena a Pedro Gómez Labrador.
En 1816, Fernán Núñez fue nombrado embajador en París a fin de suscribir el tratado de paz, mientras se destinaba a Labrador como embajador en las Dos Sicilias. Los dos temas objeto de discusión eran la regulación de la sucesión del ducado de Parma, del que eran legítimos titulares Carlos Luis de Borbón y su madre y regente la exreina de Etruria, María Luisa, hermana de Fernando VII. Se discutía la renta que se hubiese de otorgar a la exreina por los aliados, su titulación real y la de su hijo, y la evacuación del territorio por los austríacos, establecidos aún en Piacenza.
El tema, que correspondió negociar a Fernán Núñez, se reveló más espinoso de lo esperado, sobre todo porque implicaba el futuro de la emperatriz María Luisa, esposa de Napoleón, a la que se había desposeído del ducado de Parma para restituirlo a los Borbones, sus legítimos titulares. Ello creaba la comprensible controversia entre desposeídos y beneficiarios de ayer y de hoy. Fernán Núñez tenía instrucciones desde Madrid para que apoyase las reivindicaciones de los Borbones de Parma, para lo que se requería la colaboración de los plenipotenciarios de Rusia y de Inglaterra.
El otro tema encomendado a la gestión de Fernán Núñez fue la adhesión de España al tratado de paz de Francia con las potencias vencedoras, que Labrador no había suscrito en Viena, por no acomodarse el tratado a las reclamaciones españolas.
Pudo al fin Fernán Núñez cumplir ambos cometidos, pues firmó en París en junio de 1817 el tratado por el que se reguló la expectativa de la sucesión del ducado de Parma a favor de la reina viuda de Etruria, María Luisa de Borbón, y de su hijo, y se resolvió la adhesión de España a los Tratados de Viena y París. El tratado acerca del ducado de Parma llevó la fecha de 10 de junio de 1817 y los de accesión a los de Viena y París las de 8 y 9 de dicho mes.
Si bien en Madrid, tales tratados fueron vistos con decepción e incluso se contempló su no ratificación; ésta fue al fin concedida y canjeada: además, la amargura que representara para Fernán Núñez la inicial desaprobación de su proceder, se vio compensada por la merced real con la que Fernando VII elevó entonces a ducado el condado de Fernán Núñez el 23 de agosto de 1817.
La novedad que pocos años después supuso para España el golpe de Riego y la instauración del régimen constitucional, tuvo también consecuencias para el duque. El Gobierno del Trienio Liberal lo desposeyó de su embajada en París, por Decreto de 19 de marzo de 1820. Varió con ello el status diplomático de Fernán Núñez, aunque no así su residencia ni tampoco la gestión de sus tratos con el Gobierno francés.
Fernando VII, que en aquellos momentos puso en marcha una diplomacia subrepticia para liberarse del yugo que le imponían los liberales de su propio Gobierno, no sólo reiteró a Fernán Núñez su confianza, sino que le encomendó en 1821 que actuara como su agente especial en París, para solicitar secretamente el apoyo francés de Luis XVIII a la causa de la restauración del régimen absoluto.
Las instrucciones del Rey al duque le recomendaban que, en oculto acuerdo con Casa Irujo y con el ministro en Roma y luego en Nápoles, Vargas Laguna, se esforzasen en secundar los propósitos regios de derribar a los liberales y restituir a la Corona su poder absoluto. Colaboraban en ello, asimismo, Pedro Labrador y el general realista Eguía. Quedó Fernán Núñez instruido de solicitar del gobierno de Luis XVIII ayuda pecuniaria para fomentar la rebelión interior en España, dirigida por la Regencia de Urgel. Tenía además el duque instrucción reservada y taxativa de quemar, si fuera preciso, todos los comprometedores papeles que poseía acerca de la secreta trama.
Los tratos habrían de culminar en la decisión de los aliados europeos, obtenida en el Congreso de Verona, en que se resolvió la intervención armada en España, en que consistiría la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, sobrino del monarca francés.
Pero antes de que ésta se produjese, un fortuito accidente puso fin a la vida del duque de Fernán Núñez en París, donde falleció de resultas de una caída de caballo.
Tan disminuido y escaso dejó el duque su patrimonio, por los muchos dispendios que hizo en el desempeño de sus encargos, que su hija María Francisca, II duquesa de Fernán Núñez, rechazó los bienes que le correspondían como única heredera.
Fernán Núñez acumuló los títulos de VII conde y I duque de Fernán Núñez, VI marqués de Castelmoncayo, X marqués de la Alameda, XI conde de Barajas, IV conde de Villanueva de las Achas y señor de la Higuera de Vargas. Era caballero del Toisón de Oro desde el 14 de octubre de 1814 (investido por el duque de York) en Londres y caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III, montero mayor y gentilhombre de cámara de Su Majestad.
Casó el 29 de octubre de 1798 con María Soledad Vicenta Solís y Lasso de la Vega, VI duquesa de Montellano y IV duquesa del Arco, en un matrimonio que resultó mal avenido. Un principal honor que correspondió a ambos cónyuges fue el de ser retratados por Francisco de Goya en 1803.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional (Madrid), Estado, leg. 3421 (expediente personal); Archivo histórico del Ministerio de Asuntos Exteriores, Personal, leg. 91, exp. 4480.
F. Antón del Olmet, Marqués de Dosfuentes, Proceso de los orígenes de la decadencia española. El Cuerpo diplomático español en la Guerra de la Independencia, vol. V, Madrid, Imprenta Artística Española [1911]; Marqués de Villaurrutia, Fernán Núñez, el Embajador, Madrid, Beltrán, 1931; J. García de León Pizarro, Memorias, ed. de Á. Alonso Castrillo, Madrid, Revista de Occidente, 1953, 2 vols.; J. Martínez Cardós, “Introducción”, en Primera Secretaría de Estado. Ministerio de Estado. Disposiciones orgánicas. Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1972, págs. CXX-CXXII; M. Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España. vol. 4. Diccionario biográfico, Madrid, Alianza Editorial, 1991, pág. 574; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du xviiie siècle. Introduction et rèpertoire biographique (1700-1808), Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez- Maison des Pays Ibèriques, 1998, págs. 268-269; M. Artola, La España de Fernando VII, intr. de C. Seco Serrano, Madrid, Espasa Calpe, 1999; A. de Ceballos-Escalera y Gila (dir.), La insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox & Pezuela, 2000, pág. 491; J. P. Alzina, Embajadores de España en Londres, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 2001, págs. 184-186.
Miguel ángel Ochoa Brun