Ayuda

Eusebio de Bardaxí y Azara

Biografía

Bardaxí y Azara, Eusebio de. Graus (Huesca), 18.XII.1766 – Huete (Cuenca), 7.III.1844. Diplomático y ministro.

Nació en una familia aragonesa ilustrada y de renombre. Su padre, José de Bardaxí (natural de Puyarrueba, Huesca), era un noble aragonés, justicia general del Condado de Benabarre y comisario general en la guerra de Cataluña; su madre, María Ana de Azara Perera (natural de Barbuñales, Huesca), era hermana de los famosos Félix (ingeniero militar y naturalista), Eustaquio (abad benedictino, segundo obispo de Ibiza, 1788-1794, y obispo de Barcelona, 1794-1797) y José Nicolás (diplomático, mucho tiempo destinado en Roma y también en el París republicano).

Entre los propios hermanos de Eusebio, destacó el mayor, Dionisio (Puyarruego, Huesca, 1760-Roma, 1826), eclesiástico, auditor de la Sacra Rota Romana por los reinos de la antigua Corona de Aragón, quien acompañó a Pío VII a Francia, junto al cardenal mallorquín Antonio Despuig Dameto, permaneciendo a su lado mientras estuvo cautivo de Napoleón en Fontainebleau, y que sería nombrado cardenal en 1816.

Eusebio nació en Graus y realizó sus primeros estudios en esa villa oscense. Luego pasó a la Universidad de Zaragoza, donde obtuvo el título de doctor en Derecho Civil el 21 de julio de 1789. Inmediatamente se trasladó a la península italiana, donde estudió Derecho Canónico en la Universidad de Bolonia, siendo colegial del Real Colegio de España o de San Clemente de los Españoles entre junio de 1790 y otoño de 1795. En el colegio fue elegido para los cargos de consiliario e historiador (1792-1793 y 1794-1795).

Según Didier Ozanam, la formación superior de los futuros secretarios de embajada se hacía por entonces en las universidades españolas y eran excepcionales los estudios superiores en el extranjero. Por ello, el caso de Bardají no es el ordinario, ya que sus cinco años en Bolonia constituyeron una prolongación de sus estudios en la Universidad de Zaragoza. Durante aquellos años de estudio viajó por Italia: estuvo en Génova en 1791, en Venecia en 1792, en Liorna en 1793 y en Roma en 1795, donde su tío José Nicolás era ministro plenipotenciario español cerca de la corte pontificia.

Concluidos sus estudios, ingresó inmediatamente en la carrera diplomática, que su conocida familia, dedicada a las ciencias y a la diplomacia, le había abierto.

En la carrera diplomática de aquella época, para llegar a secretario de embajada de una de las principales Cortes europeas, había que seguir un proceso que partía del ejercicio de uno o varios secretariados de legación, continuaba por la Secretaría de Estado y desembocaba en París, Viena o Londres. Y éste fue el caso de Bardají, según Didier Ozanam. Moviéndose entre las tres Cortes del mismo rango, Bardají pasó de París a Viena.

En otoño de 1795, tras su viaje a Roma, Bardají inició su carrera diplomática trasladándose a la Toscana, al ser nombrado (el 19 de noviembre de 1795) secretario de la Legación española en Florencia, a petición del ministro plenipotenciario Miguel Cuber. Allí, a partir de marzo de 1796, asistió a la invasión de la península italiana por las tropas del Directorio francés, a cuyo frente estaba Napoleón, quien logró vencer a las fuerzas austríacas de Lombardía y derrotó al ejército de los Estados Pontificios.

Cuando Pío VI protestó por la ejecución del rey Luis XVI, Francia respondió anexionándose dos pequeños territorios papales. Sin embargo, Bonaparte desoyó las órdenes del Directorio de marchar contra Roma y destronar al Papa. En cambio, en 1797, el mismo Napoleón, al mando del ejército, derrotó y forzó a Austria a firmar el tratado de Campoformio, que dio a Francia el control de la mayoría del norte de Italia. Luego, marchó contra Venecia acabando con su milenaria independencia.

De este modo, el corso organizó los territorios ocupados en Italia en lo que se conoció como la República Cisalpina. En esta difícil coyuntura, y por enfermedad de Cuber, Bardají ejerció de encargado de negocios español en Toscana entre el 17 de febrero de 1797 y el 24 de abril de 1798, año en que regresó a España. Cuando el general Berthier tomó Roma, apresó al pontífice y se proclamó la República romana (15 de febrero de 1798), el ministro español en Roma, su tío José Nicolás, dejó la Ciudad Eterna por Florencia, donde recibió la noticia de su nombramiento como embajador en París.

Mientras, el destino de Eusebio Bardají resultaba delicado en extremo, pues el papa Pío VI, que acababa de ser destronado como soberano temporal de Roma, fue recluido en Siena, luego en la Cartuja de Florencia y, finalmente, deportado a Francia, en calidad de prisionero de Estado en Valence-sur-Rhône.

A finales de abril de 1798, Bardají marchó a Madrid, donde obtuvo la plaza de oficial 7.º de la Primera Secretaría de Estado (28 de agosto de 1798) y luego de oficial 5.º (26 de noviembre de 1798). En octubre de 1798, pasó por el Colegio de San Clemente en Bolonia, cuando marchó de agregado a la Legación de España en París (siendo embajador su tío José Nicolás), y donde (Real Decreto de 9 de marzo de 1799) se convirtió en secretario de la embajada de Su Majestad cerca de la República francesa. Allí prestó importantes servicios al encarcelado Pío VI hasta su muerte, bajo la dirección del embajador secreto español, nombrado por Carlos IV y Godoy, el arzobispo de Toledo cardenal Lorenzana. Así sería, pues al despedirse Bardají del Papa, éste le abrazó y le manifestó su gratitud en los términos más honoríficos.

El 17 de diciembre de 1799, Bardají pasó con igual cargo de secretario a la Legación de España en Viena. Un año después, el 17 de diciembre de 1800, fue llamado a Madrid y ascendido por Pedro Cevallos a oficial 3.º de la Primera Secretaría de Estado.

Seguidamente fue promovido a oficial 2.º (15 de junio de 1801) y a oficial mayor menos antiguo (junio de 1802). Además, en 1803 pertenecía ya al Consejo de Su Majestad. Y en 1804 ingresó como caballero pensionista en la Real Orden española de Carlos III (Real Decreto de 25 de mayo de 1804).

Dos años después, el 3 de noviembre de 1806, y a la edad de casi cuarenta años, Eusebio Bardají contrajo matrimonio con María Ramona Parada y Parada, veinte años más joven que él y natural de Cádiz (23 de mayo de 1787), pero cuyos padres eran originarios de Huete (Cuenca), y quien murió con tan sólo veinticinco años de un accidente en San Petersburgo (Rusia) en 1812.

Año y medio después de su boda, Bardají fue promovido a oficial mayor más antiguo de la Primera Secretaría de Estado (Real Decreto de 9 de abril de 1808). Con este título fue habilitado al despacho por interim de primer secretario de Estado. Acompañó a Fernando VII a Bayona a finales de abril de 1808 y estaba allí el día de las renuncias. Creyendo poder regenerar España tras el gobierno de Godoy, y a la vez salvar a la dinastía Borbón, vio oportuno casar a Fernando VII con una princesa Bonaparte, una sobrina de Napoleón.

El 11 mayo de 1808 regresó a Madrid, donde colaboró con los franceses. Nombrado (Gaceta de Madrid, 2 de junio de 1808) ministro de Estado, ocupó brevemente este cargo por vez primera del 2 de junio al 7 de julio de 1808, precisamente cuando la proclamación de José I como rey de España y de las Indias, la redacción de la Carta otorgada de Bayona y su promulgación.

Cuando los franceses y José Bonaparte abandonaron la capital (tras la derrota de Dupont frente a Castaños en Bailén, 16-19 de agosto de 1808), Bardají, con toda la Primera Secretaría de Estado se quedó en Madrid y, en adelante, colaboró con el poder organizado en Aranjuez: la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino (creada el 25 de septiembre de 1808). Por tanto, a partir de ese momento, se situó contra el usurpador y tomó una parte muy activa en la resistencia. Esta toma de posición hizo que fuera considerado un doceañista.

Así, el 4 de enero de 1809, la Junta Central le nombró ministro plenipotenciario en Viena, en donde permaneció en medio de grandes dificultades. La victoria de Napoleón en Wagram (5-6 de julio de 1809) le obligó a regresar a España. Por entonces, Bardají estuvo muy ligado a Inglaterra en general y, en particular, a la familia del tory lord Richard Colley Wellesley (hermano del primer duque de Wellington), embajador británico en España en 1809 e inmediatamente secretario de Estado británico de Exteriores (1809-1812).

De forma simultánea, las Cortes de Cádiz nombraron a Bardají primer secretario de Estado, en su calidad de oficial mayor, cargo que detentó por dos años. O lo que es lo mismo, por segunda vez fue ministro de Estado del 20 de marzo de 1810 al 6 de febrero de 1812. Además, fue revestido de los honores (22 de marzo de 1810) y luego de la plaza efectiva (28 de mayo de 1810) de consejero de Estado. Siendo ministro de Estado, Bardají escribió un Ensayo sobre la clasificación de los ministros del despacho y otros puntos análogos a su organización y a la de las secretarías, firmado en la isla de León, 28 de septiembre de 1810, y publicado en Cádiz en 1811.

A la vez, las Cortes de Cádiz le nombraron ministro de Guerra interino, del 20 de mayo al 9 de octubre de 1810. Según Miguel Alonso Baquer, Bardají al frente de ese ministerio “cubre el tránsito entre la disolución de la Junta Suprema y Central de Floridablanca y la sesión inaugural de las Cortes de Cádiz. Durante este breve ministerio los más moderados de los militares partidarios de la reforma —particularmente Joaquín Blake— se apuntan el tanto de la creación del Cuerpo de Estado Mayor. Hombres de estudio, mejor que líderes heroicos, se yerguen en todos los puestos de la Regencia en conflicto con los generales de los ejércitos empeñados en campañas casi siempre desafortunadas. Paso a paso, al frente de los ejércitos que se enfrentan a los mariscales de Napoleón, se van situando hombres de condición militar menos vinculados con el Antiguo Régimen que los que caen en desgracia (marqués de la Romana, Cuesta, Castaños, etc.). La concepción estamental de la vida militar queda fuertemente dañada”. Ocupando este cargo, el 21 de agosto de 1810, Bardají elaboró un Reglamento sobre las raciones de campaña en especie de pan, paja y cebada, y en dinero que se han de suministrar diaria y mensualmente por la Dirección de Provisiones del Ejército, aprobado por el Consejo de Regencia.

Bardají fue, igualmente, diputado en las Cortes de Cádiz, donde parece que se esforzó en vano por sostener una fórmula constitucional más moderada de la que fue adoptada. En esas Cortes, el 19 de diciembre de 1811, se pidió su destitución por haber repuesto en sus empleos a fugados. De hecho, cesó de ministro de Estado el 6 de febrero de 1812.

Inmediatamente se le destinó a la Corte de las Dos Sicilias, cargo que cambió por el nombramiento de ministro plenipotenciario en Portugal (17 de febrero de 1812). Llegó a Lisboa el 15 de abril, donde juró la Constitución española. Poco después, el 20 de julio de 1812, se le nombró ministro plenipotenciario en Suecia y llegó a Estocolmo el 12 de noviembre. Desde Estocolmo, recibió el encargo de ir a San Petersburgo, con el objetivo de lograr una alianza con Rusia. En efecto, por su habilidad diplomática, las Cortes de Cádiz le enviaron como legado a Rusia con una misión delicada: recabar el apoyo del zar a la nación española y a la Real familia, detenida por Napoleón en Francia. Bardají marchó a San Petersburgo, donde logró su objetivo, firmando el tratado en Velikiye Luki (a mitad de camino entre Moscú y Riga). Sin embargo, allí falleció su esposa Ramona en un accidente. Bardají quedaba viudo tras apenas seis años de matrimonio.

En la primavera de 1813 dejó la legación española en Suecia y regresó a España.

En diciembre de 1813, por el tratado de Valençay, Napoleón devolvía el trono de España a Fernando VII y se establecía una paz duradera entre los dos países, con el objetivo de la evacuación del territorio español de las tropas inglesas. No obstante, este tratado no fue reconocido ni por el gobierno de las Cortes de Cádiz ni por Fernando VII.

Conseguida la paz general en 1814 y restituido Fernando VII al trono como monarca absoluto, el rey autorizó a Bardají para que regresara a España. Así pudo reunirse en Graus con su madre y hermanos, Dionisio y Vicente.

En plena Restauración europea, el 5 de noviembre de 1816, Fernando VII le nombró embajador español en Turín. Recibió el plácet en enero 1817, llegó a Turín el 25 de marzo y presentó credenciales el día 31.

El 10 de junio de 1817, Bardají firmó la Convención relativa al Estado de Parma, Piacenza y Guastalla.

Aquel año recibió la Gran Cruz de Carlos III (22 de agosto de 1817). En septiembre de 1817, Fernando VII le comisionó para que tomase posesión del Estado de Lucca en nombre de la ex reina de Etruria, María Luisa de Borbón (hermana de Fernando VII y viuda de Luis de Borbón-Parma), a quien se había cedido Lucca, a cambio de su reino de Parma, hasta el momento de la muerte de la emperatriz María Luisa de Austria. Precisamente en la catedral de Lucca había sido enterrado hacía poco el mallorquín cardenal Despuig (1745-1813). A partir de entonces y hasta 1822, Bardají llevó como secretario sin sueldo al jovencísimo gaditano Manuel Marliani Cassens (1795- 1873). Gracias a sus recomendaciones, Bardají consiguió dejar en Lucca, en calidad de secretario para la correspondencia española, a Ramón de Tovar. Éste era un antiguo oficial de las tropas españolas que fueron a Toscana durante la alianza entre los Borbones de España y Napoleón, luego pasó al servicio de José Bonaparte y después se retiró con éste a Francia. Es decir, era un afrancesado, al que Bardají logró recolocar en la corte de Lucca, junto a la infanta María Luisa. Esta solidaridad hacia un afrancesado ha hecho sospechar a los historiadores sobre la pertenencia de ambos a la masonería (quizás del tiempo de las Cortes de Cádiz), extremo que sigue sin ser documentado.

Por entonces, Bardají era considerado un hijo característico de la generación de la Guerra de la Independencia, con ideas más bien liberales, aunque menos que sus colegas en Turín, los embajadores de Francia, Baviera, Rusia e, incluso, el nuncio.

En los meses sucesivos a marzo de 1820 y la llegada del período constitucional con el Trienio Liberal, parece que Bardají lo aceptó, aunque se mantuvo en una actitud de prudencia, por consideraciones elementales de lógica política. Además, era coherente con su adscripción a una posición liberal-moderada, aristocrática y tendencialmente legalitaria. En función de la misma, entendía la perspectiva política más adecuada para el Piamonte la proclamación (sin un pronunciamiento revolucionario) de una carta otorgada de tipo inglés o francés con sistema bicameral, más que la Constitución de Cádiz. Cesare Balbo contó que el embajador español Bardají, que frecuentaba en Turín su casa familiar, les manifestó allí que la sublevación de Riego era una niñada. Sin embargo, cuando ésta se convirtió en revolución, aceptó el cambio político, lo que provocó un escándalo; como también lo fue el hecho de que quien en 1812 se había empeñado en impedir y moderar esa Constitución, ahora en 1820 la alabara a los jóvenes patricios piamonteses. Con todo, su vinculación con medios burgueses, democráticos y sectarios parece inexacta e improbable. Sí parece probable que diera clases de liberalismo a sus jóvenes amigos del patriciado turinés. Su correspondencia con el gobierno español, de hecho, refleja puntualmente lo que se pensaba en estos círculos, deseosos de convertir la corona piamontesa al constitucionalismo, sin tener que recurrir a un golpe de fuerza. Por tanto, hubo una relación muy sutil y compleja de influencia recíproca: Bardají los encaminaba en un sentido genéricamente liberal; y los jóvenes sardos le hicieron ver la situación piamontesa e italiana desde su punto de vista, liberal, saboyano y patricio.

Es decir, lo inclinaron a favor de su causa nacional italiana e hicieron de él un portavoz de sus esperanzas ante el gobierno español.

En el otoño de 1820, Bardají ya se había convencido de que los destinos de la España constitucional se decidían en Italia. Por ello, empezó a colaborar en un plan revolucionario que estaba tomando cuerpo en Turín, con conexiones también en Milán. Un proyecto que Bardají facilitó como pudo mientras permaneció en Turín, pues el 16 de diciembre de 1820 era nombrado embajador en Gran Bretaña, a raíz de la supresión de la legación española en Turín por las economías decretadas por las Cortes españolas en septiembre.

Cuando estaba a punto de pasar de Turín a Londres, Bardají recibió la orden de ir a París, como ministro plenipotenciario (27 de enero de 1821).

Con todo, desde París, Bardají se puso de inmediato en contacto con los liberales italianos, a quienes siguió estimulando en su actividad. Su destino en la capital del Sena tenía, entre otros fines, reforzar la acción de España con relación a las dos únicas potencias liberales (París y Londres) que podían oponerse a la iniciativa de las tres grandes potencias autocráticas (Austria, Rusia y Prusia); pero también podía tratarse de un preventivo alejamiento del gobierno español respecto a la tempestad que se estaba condensando en la península italiana.

En París, Bardají permaneció muy poco tiempo. De hecho, a los pocos días de haberse posesionado de este destino, fue llamado a Madrid para ocupar, por tercera vez, la cartera de Estado (por nombramiento de 1 de marzo de 1821). Así pues, fue ministro de Estado del 4 de marzo de 1821 al 8 de enero de 1822, en el gabinete Felíu. Gil Novales opina que: “Bardají debía su nombramiento al propio Rey. Acaso se le podría calificar de liberal moderado, aunque su biografía descubre sus grandes dotes de chaquetero. Por intrigante, se llegó a decir de él que era carbonario. Pero como diplomático, su afición al champagne resultaba catastrófica”.

Tras la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y la derrota del Trocadero en Cádiz, Bardají se alejó de la vida pública durante la década ominosa y se retiró a Huete, pequeña aldea de la Alcarria, en donde radicaba el patrimonio de su difunta esposa. Sometido a purificación, en 1827 se le concedió medio sueldo. Y la purificación total se hizo esperar hasta el 21 de abril de 1830. Entonces pasó a ser decano de la Sección de Estado del Consejo Real.

Muerto Fernando VII y tras el restablecimiento de las libertades constitucionales en 1834, el Estatuto Real de Martínez de la Rosa creaba el estamento de los próceres del reino (una de las dos Cámaras en que se articulaban las Cortes y que tenía un carácter mixto: hereditaria y por designación real). Entonces, en esta legislatura de 1834-1835, la Reina gobernadora nombró a Bardají prócer del reino y hubo de concurrir a la corte.

De nuevo, por cuarta vez, Bardají fue nombrado ministro de Estado, del 18 de agosto al 16 de diciembre de 1837, en el gobierno Espartero, sucediendo a José María Calatrava (Real Decreto de 18 de agosto de 1837, Gaceta de Madrid, 19 de agosto de 1837, n.º 992). Simultáneamente fue nombrado presidente del Consejo de ministros, del 18 de octubre al 16 de diciembre de 1837. (Real Decreto de 18 de octubre de 1837, Gaceta de Madrid, 20 de octubre de 1837, n.º 1056). Entonces, Bardají era un viejo doceañista ya moderado, bajo la Constitución de 1837.

De hecho, siendo presidente del Consejo, se aprobó la ley de 9 de octubre de 1837 que volvía a introducir nuevas normas restrictivas para la publicación de periódicos. Así, para ser editor se necesitaba ser contribuyente por una determinada cuota y se introdujo la censura a través de la técnica del depósito previo.

Con la Constitución de 1837 se cambiaba el Procerato del Reino del Estatuto Real en Senado y, de conformidad con su artículo 15, todo senador era nombrado por el rey a propuesta de los electores de cada provincia. Así, en la legislatura 1837-1838, Bardají fue elegido senador por la provincia de Cuenca. (Avisado por Oficio de 28 de octubre de 1837, fue nombrado por Real Decreto de 28 de octubre de 1837, prestando juramento en el Senado el 16 de enero de 1838.) Conservó el cargo de senador hasta su muerte.

Deseó nuevamente el sosiego del hogar doméstico y se retiró a Huete, donde falleció el 7 de marzo de 1844 a los setenta y siete años. Dejó una hija, Fernanda (nacida en 1809, quien enlazó con la familia del antiguo ministro de Estado y Justicia Antonio Cano-Manuel Ramírez de Arellano) y un hijo, Ramón (nacido en 1811).

La trayectoria personal de este aragonés se sitúa en tiempo de mudanza y encarna el paso del Antiguo Régimen y la Ilustración a la edad contemporánea y el liberalismo. Al hilo de este proceso, Bardají cambió, evolucionó y se adaptó.

 

Obras de ~: Historia del condado de Lucca (inéd.); Cuestiones de Estado; Historia de las mediaciones diplomáticas (inéd.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0049-08.

E. Ricotti, Della vita e degli scritti del conte C. Balbo, rimembranze, Firenze, 1856, pág. 372; E. D. Pasquier, Mémoires du Chancelier Pasquier, vol. V, Paris, Plon-Nourrit et Cie., 1893-1908, págs. 156, 159, 281 y 288; O. Dito, Massoneria, Carboneria e altre società segrete nella storia [...], Torino-Roma, Rioux, 1905, pág. 339; F. Antón del Olmet, Proceso de los orígenes de la decadencia española. El cuerpo diplomático español en la guerra de la Independencia, t. II, Madrid, s. f., págs. 51-66; G. Spini, Mito e relata della Spagna nelle rivoluzioni italiane del 1820-21, Roma, Perrella, 1950; J. Ferrando, La Constitución española de 1812 en los comienzos del “Risorgimento”, Roma, Consejo Superor de Investigaciones Científicas, 1959; A. Pérez Martín, Proles aegidiana, t. 3, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1979, págs. 1756-1759 (n.º 1321); V. Lledó Parrés, Eusebio Bardaxí, 1766-1844: Vida de un político y diplomático del siglo XIX, [s. l.], V. Lledó, [1982]; M. Alonso Baquer, “La reforma militar del siglo XIX”, en Militaria: Revista de Cultura Militar, n.º 1 (1989), pág. 19; M. Mugnaini, Italia e Spagna nell’età contemporanea. Cultura, política e diplomazia (1814-1870), Alessandria, Edizioni dell’Orso, 1994; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du xviii siècle, Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez, 1998, págs. 77-78, 83 y 174-175; G. Rueda Hernanz, Isabel II, Madrid, Ediciones Arlanza, 2001, págs. 163, 178 y 339; A. Gil Novales, Diccionario biográfico aragonés, 1808-1833, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2005, págs. 62-64 y 69-70.

 

Isabel María Pascual Sastre

Relación con otros personajes del DBE

Personajes similares