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Pedro Franqueza y Esteve

Biografía

Franqueza y Esteve, Pedro. Conde de Villalonga (I). Igualada (Barcelona), 29.VI.1547 – Torres de León (León), XI.1614. Secretario de Estado y hombre de confianza del valido Lerma, caballero de la Orden de Montesa.

Descendía de una acomodada familia de notarios. Su padre, Martín Juan Franqueza, había nacido en Igualada y era familiar del Santo Oficio, y su madre, Luisa Esteve, procedía de Montblanch. Jaime Onorat Franqueza, natural de Igualada, y Benita Carnicer, natural de Reus, eran sus abuelos paternos, y Juan Esteve y Margarita Prunera, ambos de Montblanch, los maternos.

Bien temprano, con apenas ocho años, entró de aprendiz en la escribanía de Jerónimo Gasol, nacido en Tremp y residente en Barcelona, futuro secretario y protonotario del Consejo de Aragón y que en 1581 contrajo matrimonio con María Vázquez de Leca, hermana de Mateo Vázquez, el todopoderoso secretario personal de Felipe II. Pedro tuvo tres hermanos varones: Jaime Pablo, el primogénito, que será baile general de Cataluña; Martín Juan, regente de la Tesorería general y magistrado de la Audiencia de Barcelona y Manuel, rector de Sallent y comisario de la Inquisición.

A los treinta años contrajo matrimonio con Ana Gabriel, hija de Pedro Gabriel, nacido en Casar, y de Ana de Román, nacida en Madrid. Su padre, regidor en Alcalá de Henares por el estado de hijosdalgo y familiar del Santo Oficio, dotará a Ana con un censo de 8.000 ducados, que rentaba anualmente un cuarto de millón de maravedís. El matrimonio vivirá hasta 1601 en una modesta casa del barrio de San Ginés y en ese año trasladó su domicilio a la zona del Prado de San Jerónimo, un lujoso barrio donde habitaba la nobleza.

Pedro y Ana tendrán diez hijos. El primogénito, Martín Valerio, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y casó con Catalina de la Cerda Mendoza, hermana de Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de la Coruña, y sobrina del conde de Miranda, presidente del Consejo de Castilla y en cuya casa se celebró el desposorio. Martín Valerio recibió a los quince años un hábito de la Orden de Santiago y más tarde la merced de conde de Villafranqueza.

Las relaciones de los embajadores italianos en la Corte española de la época de Franqueza, los autores contemporáneos de éste y la historiografía hasta nuestros días le han tildado de personaje corrupto, carente de escrúpulos, codicioso, defraudador, logrero y vividor; algunos le han señalado como uno de los principales responsables de la crisis moral y de la decadencia de la monarquía de los Austrias. Se trata ciertamente de uno de los políticos más injuriados y vilipendiados de la historia de España.

En 1571 ingresó, merced al influjo de Gasol, en uno de los oficios inferiores del organigrama del Consejo Supremo de Aragón, el de escribano de registro.

Como tal se encargó de llevar a cabo las diversas labores que requería el funcionamiento cotidiano de la Cancillería: privilegios, títulos, provisiones, procesos, consultas y decretos. Tres años más tarde ascendió a escribano de mandamiento del mismo Consejo, cuya labor consistirá en la preparación y tramitación de todos los documentos necesarios en los procesos de justicia.

En las Cortes celebradas en 1585 en Monzón por los tres reinos peninsulares que conforman la Corona de Aragón, Franqueza, entonces lugarteniente del protonotario Climent, tendrá un protagonismo relevante en la elaboración y custodia de los originales de las constituciones aprobadas en las mismas Cortes. El año siguiente adquirió por 800 ducados la plaza de regidor del Ayuntamiento de Madrid, a la que ha renunciado Agustín Álvarez de Toledo, consejero de Indias y oidor de la Contaduría Mayor de Hacienda. Cuatro años más tarde vendió la regiduría por 1590 ducados a Juan Ponce de León, señor de Polvoranca. Entre otros aspectos, Franqueza participó en la elección de diversos oficios, como el de diputados del reino y de letrados. Curiosamente, en 1606, fue designado regidor perpetuo de Madrid. En 1589 ocupó el puesto de secretario de Valencia, vacante por fallecimiento de Juan Saganta. Momento en que comenzó a forjarse su amistad con el virrey de ese reino y futuro valido de Felipe III, Francisco Gómez de Sandoval, marqués de Denia. Como secretario de Valencia tuvo a su cargo todos los asuntos de este reino concernientes a Estado y Guerra, Justicia y Gobierno, despachando al efecto los papeles referentes a la provisión de oficios y prebendas eclesiásticas.

En este empleo permaneció hasta octubre de 1597.

En los últimos días de la convalecencia de Felipe II, Franqueza redacto unas Advertencias, dirigidas al duque de Lerma y dadas a conocer en los días que siguieron al fallecimiento del Rey Prudente, que contenían una serie de directrices sobre cómo debía guiarse en la privanza. El documento recoge asuntos relativos al gobierno de los reinos y a política exterior. Unas advertencias narran el estado general de la Monarquía con que se iba a encontrar el valido: con déficit presupuestario, con vasallos agobiados por las cargas fiscales, con países descontentos, con empresas inacabadas, con algunos presidentes de Consejos ancianos y sin autoridad, con varios matrimonios de la Familia Real pendientes de celebración, con las vacantes del arzobispado de Toledo y de algunas encomiendas, con personas adictas a los anteriores privados en los Consejos y Casa Real. También proponía medidas para una mejor gestión del valimiento: el futuro conde de Villalonga sugería a Lerma que jubilara, de un lado, a los consejeros ancianos e ineptos y, de otro, a algunos presidentes de Consejos, en particular al de Aragón y de Órdenes; además el catalán pedía la supresión de las Juntas y dedicaba especial atención a la composición de las Casas Reales, cuyos empleados debían ser competentes y fieles al valido; también convenía que éste designara a sus deudos y amigos miembros de los Consejos de Estado y de Guerra. En fin, otras advertencias se refieren a la reforma de la Hacienda y de los Consejos; a las honras fúnebres en honor de Felipe II; a la reorganización de la armada y ejército y a la concertación de tratados de paz con algunas potencias enemigas.

Cuando Felipe III se desplazó en 1599 a Valencia para contraer matrimonio con Margarita de Austria en Valencia, Pedro Franqueza, en calidad de secretario, se encargó de la lectura de los Fueros de ese reino, que a continuación juraría el Rey. También cuando los Reyes visitaron Barcelona en aquel año, pronunció en catalán en nombre de Felipe III el discurso de juramento de las leyes, usatges y constituciones de Cataluña.

El éxito obtenido por el igualadino tanto en la organización del viaje y de la ceremonia nupcial del Rey en Valencia como en las subsiguientes Cortes de Cataluña, es presentado por diversos autores como el factor decisivo que propiciará el inicio de la relación clientelar entre las dos figuras y que culminó en 1600 cuando Franqueza fue nombrado secretario de Estado por lo perteneciente a Italia, en sustitución de Francisco Idiáquez, con el modesto salario de 300.000 maravedís anuales.

A partir de este momento y con el apoyo decidido del valido Lerma inició un ascenso imparable: en 1601 obtuvo un hábito de la Orden de Montesa y la secretaría del Consejo de la Inquisición, al año siguiente sucedió a Juan Ruiz de Velasco en el puesto de secretario de la reina Margarita, y, por fin, en 1603, Felipe III le concedió el título de conde sobre la baronía de Villalonga. Junto a estos puestos de tipo permanente, desempeñó otros con carácter esporádico, como fue formar parte de importantes juntas constituidas por entonces: la Junta de Fábricas y Armadas, la Junta de Hacienda de Portugal, la Junta de Tres y la Junta de Desempeño General. Esta última, creada el 5 de mayo de 1603, tenía como misión acabar con el déficit presupuestario (endeudamiento) de la Monarquía.

Aunque conformaban la misma, entre otros, el valido, el confesor real y los presidentes de los Consejos de Hacienda y de Castilla, no obstante, casi siempre asistían únicamente a las reuniones Ramírez de Prado y Franqueza, a los que en alguna ocasión les acompañaba el confesor real.

Utilizando en su propio beneficio estos cargos llegaría a amasar una gran fortuna, además de diversos bienes inmuebles. Junto a su casa de la parroquia de san Ginés, en la madrileña calle de la Ropería, adquiriría otras radicadas en Toledo, Sevilla, Segovia, Granada, Córdoba, Ávila, Guadalajara, Alcalá de Henares y Lisboa. En los últimos años del siglo XVII y comienzos de la siguiente centuria comprará diversos señoríos: Corpa (10.200 ducados), Tielmes y Romancos (16.000), Merchán (72.000), Villalonga (71.000), Benimeli (13.000), Navajas (21.000), Villafranqueza, Villamarchante y Berlinches (adquirido por 53.000 ducados a los herederos del marqués de Auñón, junto con las dehesas de Acequilla y Casasolas).

El 2 de enero de 1607 fue comisionado Fernando Carrillo, miembro del Consejo y de la Cámara, para inspeccionar la gestión de Pedro Franqueza y de los oficiales de su secretaría, porque se sospechaba que este favorito usaba sus diferentes oficios para enriquecerse injustamente. Era vox populi en los ambientes cortesanos el comportamiento corrupto del secretario de Estado. Por ello, el Rey, asesorado por el valido y con el beneplácito del confesor Javierre, designó a un juez enérgico e incorruptible para que indagara los excesos cometidos por el secretario de Estado.

Se han apuntado dos posibles causas de la caída del favorito: una, la intriga urdida por cortesanos aglutinados en torno a la Reina con la colaboración de otros partidarios del duque de Uceda y, otra, en la que estarían implicados el valido y su hermana, la condesa de Lemos, que pretendían acabar con la gran influencia que gozaba el poderoso secretario. En la incoación del proceso para depurar las posibles responsabilidades en que hubiera incurrido el catalán participaron activamente el duque de Lerma y el confesor real Javierre y, en menor medida, Rodrigo Calderón. La utilización de la visita como instrumento de control fue propiciada y alentada por el propio valido, quien estará en todo momento informado sobre la marcha del proceso y dará instrucciones al visitador. Cuando Villalonga fue detenido tenía una fortuna valorada en 800.000 ducados.

Javierre y su sucesor en el confesionario regio Aliaga, que previamente habían sido ambos confesores del valido, desempeñaron un papel primordial en el juicio contra Villalonga. El duque de Lerma indicó que su antiguo favorito fuera encarcelado en la villa de Ocaña, lo cual se produjo el 20 de enero de 1607. Fue recluido en la casa de Luisa de Cárdenas, marquesa de Cárdenas. Y al mismo tiempo perdió la secretaría de Estado de Italia, que se confió provisionalmente a Andrés de Prada. En su declaración, prestada el 11 de febrero de 1607, el ex secretario de Estado confesó, entre otros puntos, haber recibido dádivas y regalos de ciertos miembros de la jerarquía eclesiástica, como de los arzobispos de Evora, Burgos, Santiago y Tarragona y de los cardenales de Toledo y de Sevilla.

Una vez practicados los interrogatorios a los testigos y realizadas las diligencias oportunas conducentes a averiguar la verdad, el visitador imputó al conde de Villalonga en un primer momento, a comienzos de 1608, cuatrocientos setenta y cuatro cargos. Más tarde, el 10 de abril de ese año, añadió otros diez. En ellos el ex secretario de Estado, sin duda un personaje corrupto, era acusado de haber utilizado sus oficios públicos para enriquecerse injustamente. En los cargos formulados se observa cuando menos la comisión de los siguientes delitos: apropiación indebida, cohecho, concusión, malversación de caudales públicos, falsificación documental, infidelidad en la custodia de documentos, violación de secretos de Estado, tráfico de influencias, ocultación de bienes, fraude y exacciones ilegales.

El 20 de junio de 1609 se nombró una junta, integrada por seis magistrados que había propuesto al Rey el duque de Lerma, encargada de sentenciar los cuatrocientos ochenta y cuatro cargos del juicio de visita. Además se invitaba al confesor real para que asistiera sin voto a la junta. El 22 de diciembre se despachó la cédula real conteniendo la sentencia pronunciada en la visita realizada por Carrillo. Las penas pecuniarias impuestas al conde consistieron, de un lado, en la restitución de 283.818 ducados a la hacienda real y, de otro, en la aplicación a la cámara regia de 1.122.441 ducados. El monto total ascendía, por tanto, a 1.406.259 ducados. También fue condenado a cadena perpetua y pérdida de todos sus oficios.

Hasta el 30 de marzo del año siguiente no se notificó la sentencia al conde de Villalonga, antes se había leído en los Consejos de Hacienda, de Castilla y de Aragón. Seguidamente, por indicación del duque de Lerma, fue trasladado a las Torres de León, de donde era alcaide el valido. En esa prisión fallecería a finales de 1614. Había permanecido recluido por espacio de casi ocho años.

En su testamento Pedro Franqueza había dispuesto ser enterrado en la parroquia de San Ginés, mientras se edificaba su propia iglesia en Villafranqueza, donde sus restos serían sepultados, y de no ser esto posible, llevados a su panteón familiar radicado en Igualada.

 

Bibl.: N. Barozzi y G. Berchet, Le Relazioni degli Stati Europei lette al Senato dagli Ambasciatori Veneti nel secolo decimosettimo, Venecia, 1856; L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España, desde el año 1600 en adelante, Madrid, 1857; J. Juderías, “Los favoritos de Felipe III: don Pedro Franqueza, conde de Villalonga, Secretario de Estado”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, XIX (1908), págs. 307-327, y XX (1909), págs. 16-27 y 223-240; C. Pérez Bustamante, Felipe III. Semblanza de un monarca y perfiles de una privanza, Madrid, 1950; C. Seco Serrano, “Los comienzos de la privanza de Lerma según los embajadores florentinos”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, CXLIV (1959), págs. 75-101; J. A. Escudero, Los Secretarios de Estado y del Despacho, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1969; T. Pinheiro da Veiga, Fastigina o Fastos Geniales, Valladolid, 1973; J. M. Pelorson, “Para una reinterpretación de la Junta del Desempeño General (1603-1606) a la luz de la Visita de Alonso Ramírez de Prado y de don Pedro Franqueza, conde de Villalonga”, en Actas del IV Symposium de Historia de la Administración, 1983, págs. 613-627; A. Guerrero Mayllo, “D. Pedro Franqueza y Esteve. De regidor madrileño a Secretario de Estado”, en Pedralbes, 11 (1991), págs. 79-89; F. Benigno, La sombra del rey. Validos y lucha política en la España del siglo XVII, Madrid, Alianza Universidad, 1994; J. A. Torras Ribé, Poders i relacions clientelars a la Catalunya dels Àustria, Vic, Eumo Editorial, 1998; R. Gómez Rivero, “El juicio al Secretario de Estado Pedro Franqueza, conde de Villalonga”, en Ius Fugit, 10-11 (2001-2003), págs. 401-531.

 

Ricardo Gómez Rivero

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