López de Zárate, Francisco. Logroño (La Rioja), c. 1580 – Madrid, 5.III.1658. Poeta, cortesano y dramaturgo.
Nació en el seno de una familia riojana acomodada. Su padre, Rodrigo López de Zárate, aparece vinculado en diversos documentos a actividades comerciales de cierta importancia: abastecimiento de cueros a los zapateros de la ciudad, venta al por mayor de azafrán, tejidos o cáñamo, y fue también regidor perpetuo de Logroño, cuyo nombramiento fue formalizado en 1585. Heredó además a sus tíos, Diego y María López de Zárate, que fundaron una Capellanía en la villa de Ocón —de la que Francisco era ya patrón en 1619— y un vínculo y mayorazgo a favor de su único hermano varón, Diego. Tuvo cuatro hermanas, tres religiosas y Graciosa, que contrajo matrimonio con Jerónimo Callejo, secretario del Santo Oficio de la Inquisición en Logroño.
En 1599 y 1600 aparece matriculado en la Facultad de Cánones de Salamanca, en la que siguió los dos primeros cursos de Derecho. Muchas son las posibilidades de que Zárate estudiase Humanidades en la escuela de Gramática fundada en Logroño en 1590 por los jesuitas, con quienes mantuvo a lo largo de su vida múltiples contactos, como se desprende de sus obras líricas, en las que se encuentran numerosos poemas dedicados a temas religiosos que reflejan intenso conocimiento y devoción por el ideario de la Compañía, y otros tantos escritos con motivo de la participación en los certámenes, justas y fiestas públicas por la canonización y beatificación de santos como Ignacio de Loyola, Francisco de Javier y Francisco de Borja.
Gracián le dedicó varias alusiones llenas de respeto en su Agudeza y arte de ingenio y, entre 1617 y 1622, Zárate participó en la Academia dirigida por Sebastián Francisco de Medrano, constituida por un grupo de jóvenes poetas en Madrid.
El propio poeta, en una de sus Silvas, y todos sus biógrafos (Nicolás Antonio, Gallardo, Cayetano de la Barrera y Lope Toledo) afirman que, tras los estudios en Salamanca, se alistó en el ejército de Su Majestad Felipe III, durante pocos años, suficientes, sin embargo, para tener la oportunidad de viajar por la Península, Italia y buena parte de Europa. Así pudo adquirir el sentimiento heroico que le acompañaría en los largos años de redacción de su poema épico La invención de la cruz por el Emperador Constantino Magno (1648), y que se refleja también en otros poemas de sus obras líricas.
Entre 1608 y 1610 se instaló en Madrid al amparo del grupo político en el poder, cuya cabeza visible era entonces el duque de Lerma, asistido por su fiel secretario Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias.
Por mediación de éste obtuvo una plaza en la Secretaría del despacho de Estado, pasando a formar parte de la falange de escritores que, para sobrevivir en la Corte, oficiaban de burócratas y criados al servicio de la nobleza. Zárate fue siempre fiel al partido político del duque de Lerma. En 1617, con motivo de las fastuosas fiestas celebradas en Lerma en la inauguración de su colegiata, actuó como poeta oficial, escribiendo uno de sus poemas más famosos y brillantes, compuesto por 233 octavas reales, una minuciosa y culta relación de los acontecimientos vividos entre el 6 y el 20 de octubre. El partido de Lerma estaba ya en entredicho (la caída política del duque ocurrió en septiembre de 1618) y las fiestas trataban de conseguir un acercamiento menos tenso a la Familia Real, invitados de honor y destinatarios directos del gran despliegue de espectáculos. Además de los Reyes y buena parte de la nobleza, se dieron cita en Lerma aquellos días numerosos escritores, entre los cuales se encontraba Góngora.
Durante este período de su vida, Zárate, aún joven, parece brillar en el firmamento literario y social de la Corte, aunque pronto vería llegar los signos de una época que le fue sumiendo, como a tantos de sus contemporáneos, en el más hondo escepticismo y desengaño.
La ejecución pública de Rodrigo Calderón en el cadalso, muerto ya Felipe III y proscrito el duque de Lerma, llevada a cabo el 21 de octubre de 1621, debió de ser sentida por el poeta como un signo inequívoco de la inestabilidad de la fortuna respecto al poder y a la fama, dando paso a una de las obsesiones temáticas centrales que estructuran numerosos poemas de sus obras morales. Sin la ayuda del puesto oficial, Zárate recurrió a las fuentes de financiación familiares y a otros mecenas: el duque de Medina-Sidonia, al que dedicó su edición de poemas líricos de 1619, el conde de Molina, Pedro Mesías de Tovar, también protector de Quevedo, el cardenal Bernardo de Sandoval, el marqués de Velada, etc.
Sin grandes lujos, el poeta residió en Madrid cerca de sesenta años, y a pesar de las tormentas políticas y sociales que ensombrecieron su destino, no renunció jamás a su identidad de escritor, siendo su vida literaria muy activa hasta que sus enfermedades le aislaron en una soledad contemplativa. Cultivó los géneros lírico, épico y dramático, según los cánones marcados por la tradición renacentista y barroca, y escribió gran número de poemas circunstanciales y dedicados a libros de sus amigos y compañeros de letras. No participó en las polémicas literarias del siglo XVII, declarándose admirador tanto de Lope de Vega como de Góngora y sus comentaristas. Lo único que nunca perdonó fue “la ignorancia”.
En pleno proceso de decadencia, como se refleja poderosamente en sus versos (soledad, abandono, ruina económica, moral y física, disolución del “yo”, sentimientos de culpa y arrepentimiento, vuelta a la religión como último consuelo: temas básicos y obsesivos de sus poemas más tardíos, los sonetos morales y las rimas fúnebres, editadas en 1651), no mucho después de 1648 sufrió un “amago apoplético” que le dejó imposibilitado de su lado derecho. Como secuela quedó sordo o, al menos, con un fuerte zumbido de oídos.
Atormentado por estas molestias, les dedicó unos originales e insólitos sonetos que muestran a un hombre que todavía luchaba consigo mismo en un intento desesperado por alcanzar la paz y la verdad.
Los poemas de esta última etapa pueden distinguirse con cierta claridad, debido a las abundantes referencias autobiográficas que contienen y a un tono dolorido, obsesionado y amargo, que discurre por dos vertientes: las quejas por el olvido del hombre y de su obra (la fama ya está diluyéndose), y las referencias a sus dolencias físicas. La poesía y el consuelo religioso le acompañaron en la angustia de la cercana muerte, acaecida en 1658.
Obras de ~: Varias poesías [Madrid], Viuda de Alonso Martín de Balboa, 1619; Poema heroico de la invención de la Cruz por el emperador Constantino Magno, Madrid, Francisco García, 1648 (ed. de M.ª T. González de Garay, tesis doctoral en microfichas, Zaragoza, Universidad, 1988); Obras varias, Alcalá, María Fernández, 1651 (ed. de J. Simón Díaz, Biblioteca de Antiguos Libros Hispánicos, vols. IX y X, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1947); La Galeota reforzada, s. l., s. f. [Biblioteca Nacional, ms. aut. 16.624; ed. de J. M.ª Lope Toledo, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos (IER), 1951]; 66 poemas inéditos, ed. de J. Simón Díaz, Logroño, IER, 1976; “Silva a la ciudad de Logroño”, en Varias poesías y Obras varias, op. cit. [ed. crítica y not. de T. González de Garay, coments. de M. de las Rivas, B. Sánchez, P. Santana, R. Eguizábal, De Mingo/Escohotado, J. de la Iglesia y F. de Azúa, en Calle mayor, 3 (1986), págs. 37-67]; M.ª T. González de Garay, Edición crítica de las poesías completas de Francisco López de Zárate con un estudio de su lengua poética, tesis doctoral, Zaragoza, Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1988, 14 vols. (microfichas); ms. add. 10.331 del British Museum de Londres.
Bibl.: L. Iravedra Marchante, “La poesía de Francisco López de Zárate”, en Berceo, 12 (1949); J. M.ª Lope Toledo, El poeta Francisco López de Zárate, Logroño, IER, 1954; M.ª T. González de Garay, Introducción a la obra poética de Francisco López de Zárate, Logroño, IER, 1981; “Conexiones de Francisco López de Zárate con el neosenequismo”, en Edad de Oro (Universidad Autónoma de Madrid), VI (1987), págs. 149-163; “Francisco López de Zárate y los comentaristas de Góngora”, en Berceo, 123 (1992), págs. 165-167; “Francisco López de Zárate”, en J. L. Gómez Urdáñez (dir.), Historia de Logroño, t. IV, Logroño, Ayuntamiento, 1994, págs. 1381-1395; M.ª T. González de Garay, “El Príncipe de Gales y el Caballero de la Rosa: un episodio político-literario desafortunado”, en Voz y Letra, V/2 (1994), págs. 156-169; “Belleza y muerte: una versión barroca del mito de Venus y Adonis”, en VV. AA., Actas del VII Congreso Internacional de la Asociación de Semiótica Española, anexos de Tropelías (Universidad de Zaragoza), 4, t. II (1998), págs. 578- 585; “Ignacio de Luzán y el poema heroico de la Invención de la Cruz”, en Dieciocho, Hispanic Enlightenment (The University of Virginia), vol. 24.1 (2001), págs. 99-120; “Lengua y teoría poéticas de F. López de Zárate en el contexto de la polémica literaria de su tiempo”, en Berceo, 143 (2002), págs. 31-50.
María Teresa González de Garay Fernández