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Lorenzo Ramírez de Prado

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Biografía

Ramírez de Prado, Lorenzo. Zafra (Badajoz), 9.VIII.1583 – Madrid, 22.X.1658. Consejero real, diplomático y humanista.

Tanto por familia como por formación académica, perteneció a la clase de hidalgos y caballeros con estudios de Leyes de la que se nutría el aparato estatal de los Austrias. Fue el segundo hijo del también letrado del Consejo de Castilla (1600) Alonso Ramírez de Prado, quien murió en prisión mientras esperaba condena por el escándalo financiero de la Junta de Desempeño provocado por Pedro Franqueza, conde de Villalonga. Desde 1601, en su estancia en la Universidad de Salamanca, se hallaba como regidor de la misma ciudad, vinculación que, amén de su pertenencia al Colegio Mayor de Cuenca, continuó hasta 1612 como procurador en Cortes.

A raíz de la detención de su padre (16 de diciembre de 1606), revés que arrastró a la madre, María Velázquez, y al hermano mayor, Antonio, asumió la dirección y defensa judicial de los maltrechos asuntos familiares, y con notable eficacia, pues, a pesar de otro percance con la ley, fue nombrado, ya antes de 1617, miembro del Consejo Real de Santa Clara de Nápoles. Desde entonces fue afianzándose como alto funcionario de la administración de Felipe IV en los siguientes cargos: oidor de la Contaduría Mayor (20 de julio de 1626); por su pertenencia al Consejo de Indias (1626), del que fue decano hasta 1654, formó parte también del de la Santa Cruzada; finalmente fue nombrado (31 de diciembre de 1645) miembro del Consejo de Castilla. Ostentó, asimismo, otros cargos y dignidades: veinticuatro de Jaén (17 de agosto de 1616), familiar del Santo Oficio (1624), caballero de Santiago (1631), en cuyas probanzas hubo de salir al paso de ciertas alegaciones que denunciaban a alguno de sus ascendientes como conversos; fue presidente del Concejo de Mesta y Cabaña Real (1654); miembro de la Junta de Obras y Bosques y asesor del Bureo de la Reina; desempeñó el cargo de comisario de festejos en el recibimiento de la segunda esposa de Felipe IV, María Ana de Austria (1649). Su gestión política más relevante, y así figuró junto a sus otros cargos, fue la embajada especial ante Luis XIII de Francia llevada a cabo entre febrero y mayo de 1628 en el marco de las hostilidades contra Inglaterra y de la posible intervención de Francia en Italia por la cuestión de Mantua y del Monferrato.

Contrajo matrimonio en 1639 con Lorenza de Cárdenas, hija del corregidor de Córdoba, Alonso de Cárdenas, y no tuvo descendencia. Entre sus hermanos destacaron Alonso, oidor de la Audiencia de Sevilla, de la Chancillería de Granada y consejero de Indias, autor, asimismo, de obras de erudición jurídica, y fray Marcos, obispo de Chiapas (México).

En lo que atañe a su personalidad intelectual, destaca, dentro una impronta genuinamente humanística, su vertiente de erudición filológica, que se manifiesta no sólo por el hecho de que su biblioteca, una de las particulares más copiosas de la época, albergara un porcentaje de obras de “letras humanas”, casi la mitad, mucho más elevado que las de otros próceres y consejeros, sino sobre todo en el tema de la mayoría de sus escritos. Al par de su licenciatura en ambos Derechos, había adquirido una sólida formación en lenguas clásicas a la sombra del magisterio salmanticense de Francisco Sánchez de las Brozas, Baltasar de Céspedes y Martín Antonio del Río. De este último, jesuita belga de origen cántabro, se ofrece a costear, y prologar, una reedición de su comentario de san Orencio, poeta y obispo hispano de la antigüedad tardía. Indicio de sus iniciativas y afición en este campo es la nutrida correspondencia en latín, en su mayor parte inédita, que mantuvo hasta 1606 con personalidades de la política y de la cultura, y entre cuyos corresponsales llegaron a estar eminentes figuras de la filología y el pensamiento europeos como Justo Lipsio (1547-1606) e Isaac Casaubon (1559- 1614). Fruto de estos años fueron sus dos primeras publicaciones, un comentario de epigramas de Marcial y un tratado de erudición clásica y sagrada, aparecidos respectivamente en París y Amberes. Al margen del problema de autoría o plagio de estas obras, suficientemente debatido, pero siempre con argumentos ajenos a las mismas obras, por Nicolás Antonio, Mayans, Gallardo y De Andrés, resaltan el esfuerzo intelectual por promocionarse en la mejor cultura europea de su tiempo, y la reivindicación, más o menos patriótica, de la tradición clásica de origen hispano.

Por otra parte, tampoco habría podido publicar estas obras en España: el comentario de Marcial, a causa de un tono procaz que le acarreó duras críticas y consecuencias penales, y el tratado, por la complejidad tipográfica que requería, difícil de salvar para las carencias de la imprentas peninsulares. En consonancia, asimismo, con el referente europeo está su obra dedicada al duque de Lerma sobre teoría política y publicada en Madrid en 1617, en cuyo título reza el cargo institucional que vino a ejercer desde entonces; obra no enteramente original, ya que consiste en una traducción ilustrada con comentario propio de los libros III y IV del Thesaurus politicorum aphorismorum (Roma, 1610), del jurista de Lieja Johannes Chokier (1571-1656), precisamente discípulo de Justo Lipsio.

En estos comentarios subraya repetidamente el carácter carismático de la Monarquía, tendente a fundamentar el absolutismo regio. Había precedido a esta traducción reelaborada la publicación, en 1616, de un prontuario de derecho romano en el que pudo aprovechar material de su propio padre. Ya de lleno en su labor de consejero regio, su actividad editora derivó, como señaló Godoy Alcántara, hacia “el afán de lo apócrifo, abominable bastardeo del oficio de historiador”, contribuyendo a la difusión de los Falsos Cronicones con la publicación de las notas al de Luitprando, que había urdido el jesuita Jerónimo Román de la Higuera, junto con la crónica de un autor enteramente apócrifo, Julianus Petri, arcipreste de Santa Justa; todo este material manuscrito, que el falsario jesuita, muerto en 1611, no había podido u osado dar a la luz pública, se hallaba en la biblioteca del conde duque de Olivares. El lúcido impugnador de estas historias fabulosas, el bibliógrafo Nicolás Antonio, silenció la inoportuna contribución del consejero.

Existe un número considerable de impresos de la época en los que este docto letrado firma las “Aprobaciones” o es destinatario de elogiosas dedicatorias; igualmente, revela un asiduo contacto con el mundillo literario el hecho de ser elogiado en las obras de los más insignes autores: Lope de Vega, Esteban Manuel de Villegas, Juan de Jáuregui, Vicente Espinel, entre los más señalados; pero el más temprano, y tal vez el más elevado, de estos encomios quizás sean los cinco tercetos que le dedicó Cervantes en el Viaje del Parnaso, cuando el joven jurista estaba procesado por haber publicado, sin los permisos debidos, un libelo en el calor de la polémica levantada por su comentario de Marcial. El lado siniestro de estas relaciones con los escritores de su tiempo quedó marcado por haber gravitado sobre él la sospecha de ser quien delatara a Quevedo como el autor del famoso memorial a su “Católica, sacra y real Magestad”; ha sustentado este supuesto el que se encuentre entre su exigua producción en verso castellano una réplica al satírico memorial.

Pese a la polémica sobre la autenticidad de sus obras, cuyo carácter y talante lo harían blanco de las ironías de los que criticaron su erudición banal y acumulativa, gracias al comentario de tan sólo los cuatro primeros libros de Marcial que salió bajo su autoría, y al que sin duda dedicó estudio y esfuerzo, la historia de la filología clásica de aquella época cuenta con uno de los pocos nombres que registra de humanistas españoles.

 

Obras de ~: “Praefatiuncula”, en M. del Río (ed.), Sancti Orientii episcopi Illiberitani commonitorium, Salamanca, Taberniel, 1604 (2.ª ed.); Epistolario Selecto de Diversos Varones, 1606 (Biblioteca General de la Universidad de Salamanca, ms. 2598); Hypomnemata ad lib. Spectaculorum et quatuor primos Epigrammaton M. Valerii Martialis, París, Michaelis Sonnius, 1607 (2.ª ed., París, Claudius Morellus, 1617); Typographus Lectori S(alutem), Madrid, Alonso Martín, 1612; Pentecontarchos sive quinquaginta militum ductor, Amberes, Ioannes Keergergius, 1612 (ed. de J. A. Fabricius, Observationes selectae in varia loca Novi Testamenti, sive Laurentii Ramiresii de Prado Pentecontarchos, Hamburgo, C. Liebezeit, 1712); Tessera legum sive Otium aestivum pomeridianum, Madrid, Luis Sánchez, 1616; Consejo y Consejero de Príncipes, Madrid, Luis Sánchez, 1617 (ed. de J. Beneyto, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1958); Epitaphium [...] Philippo III Regi Hisp., Amberes, Lucas de Torre, 1621; Juliani Petri Archipresbyteri S. Justae Chronicon, París, Laurentius Sonnius, 1628; Poesías varias en verso castellano, s. l., 1639 (ed. de J. de Entrambasaguas, Una familia de ingenios: los Ramírez de Prado, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas [CSIC], 1943, págs. 200-211); Luitprandi [...] Cremonensis episcopi Opera quae extant [...] P. Hieronymi de la Higuera [...] D. Laurenti Ramírez de Prado notis illustrata, Amberes, Balthasar Moretus, 1640; Schediasma epistolare de liberalibus studiis, Amberes, Balthasar Moretus, 1644 (2.ª ed., 1649); Voto i juramento del Honrado Concejo de la Mesta i Cabaña real en reverencia i defensa de la pura i limpia Concepción de la Virgen María, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1654.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional de España, ms.

2360, fol. 82, Negociaciones sobre la villa de Zuccarello en las diferencias entre Saboya y Génova, con arreglo a las ofertas hechas, en nombre de Luis XIII, a don Lorenzo Ramírez de Prado, Mayo de 1628.

C. Musambertius, In Laurentii Ramiresii ad M. Valerium Martialem hypomnemata Commonitoria, Paris, D. Langlois, 1607; M. de Cervantes Saavedra, Viage del Parnaso, Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1614, cap. II, vv. 112-126; Noticia del recibimiento i entrada de la reyna nuestra señora Doña Maria-Ana de Austria en la muy notable i leal coronada villa de Madrid, Madrid, 1650; G. Mayans, Francisci Sanctii Brocensis Opera omnia, una cum ejusdem scriptoris Vita, t. 1, Ginebra, F. de Tournes, 1766, págs. 102-108; N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova, t. 2, Madrid, Viuda de Ibarra, 1788, págs. 8-10; J. Godoy y Alcántara, Historia crítica de los falsos cronicones, Madrid, Real Academia de la Historia, 1868, págs. 217-220 y 230-234; B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, t. 4, Madrid, [Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra], 1889 (reed., Madrid, Gredos, 1968), cols. 32-36; J. C. Pérez Pastor, Bibliografía Madrileña o descripción de las obras impresas en Madrid, t. 2, Madrid, Tipografía de los Huérfanos, 1906, pág. 391; L. Astrana Marín, Obras completas de don Francisco de Quevedo, II: Prosa, Madrid, Aguilar, 1932, pág. 1580; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, t. 1, Sevilla, M. Carmona, 1935, pág. 358; J. de Entrambasaguas, Una familia de ingenios: los Ramírez de Prado, op. cit.; La biblioteca de Ramírez de Prado, vols. I-II, Madrid, CSIC, 1943; A. Huarte, “Un manuscrito de la biblioteca de Ramírez de Prado”, en Revista de Bibliografía Nacional, 4 (1943), págs. 159-166; J. A. Maravall, Teoría del Estado en España en el siglo xvii, Madrid, 1944 (2.ª ed., Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997, págs. 181-182, 259 y 291); A. Rodríguez- Moñino, Catálogos de libreros españoles (1661-1840): intento bibliográfico, Madrid, Langa y Cía., 1945, págs. 13-20; J. Simón Díaz, Bibliografía de la Literatura Hispánica, Madrid, CSIC, 19501984, t. III, n.os 1906 y 1996; t. IV, n.º 204; t. V, n.º 3281; t. VII, n.os 178, 460, 3242, 7024; t. VIII, n.os 3867, 3868; t. XII, n.º 1544; G. de Andrés, El Maestro Baltasar de Céspedes, humanista salmantino y su Discurso de las Letras Humanas. Estudio biográfico y edición crítica, Madrid-El Escorial, La Ciudad de Dios, 1965, págs. 172-179; J. M. Liaño Pacheco, Sanctius el Brocense, Madrid, Aldus, 1971, pág. 80; G. Haley, Diario de un estudiante de Salamanca. La crónica inédita de Girolamo da Sommaia (1603-1607), Salamanca, Universidad, 1977, págs. 49-51; J. Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), Ginebra, Droz, 1979 (1.ª ed.) (ed. con trad. de R. Rodríguez Sanz, Madrid, Siglo XXI, 1982, págs. 453-474); F.-R. Hausmann, “Martialis, M. Valerius”, en F. E. Cranz, V. Brown y P. O. Kristeller (eds.), Catalogus translationum et commentariorum: Mediaeval and Renaissance Latin Translations and Commentaries, Annotated Lists and Guides, t. 4, Washington, Catholic University Press, 1980, págs. 290-291; J.M. Pelorson, Les ‘Letrados’ juristes castillans sous Philippe III. Recherches sur leur place dans la sociéte, la culture et l’État, Le PuyenVelay, Université de Poitiers, 1980, págs. 287, 340-344 y 460-462; E. de Andrés, Helenistas españoles del siglo xvii, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1988, págs. 103-105; J. Solís de los Santos, “El humanista extremeño Lorenzo Ramírez de Prado, entre Céspedes y el Brocense”, en E. Sánchez Salor, L. Merino y S. López Moreda (eds.), La recepción de las Artes clásicas en el siglo xvi, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1996, págs. 669-678; “Dos cartas desconocidas de Justo Lipsio, y otras seis que le atañen, en el epistolario de Lorenzo Ramírez de Prado (1583-1658)”, en Humanistica Lovaniensia, 47 (1998), págs. 278-331; G. Tournoy, “A Correspondent of Lorenzo Ramírez de Prado and of Justus Lipsius: Robert de Scheilder”, en J. M. Maestre, J. Pascual y L. Charlo (eds.), Humanismo y Pervivencia del mundo clásico, III. Homenaje al Prof. Antonio Fontán, t. 3, Madrid, CSIC, Instituto de Estudios Humanísticos, 2002, págs. 1249-1261; Ó. Lilao Franca, “De Córdoba a Madrid: Gustos, gastos y libros en la biblioteca de Lorenzo Ramírez de Prado”, en P. M. Cátedra y M.ª Luisa López-Vidriero (dirs.) y M.ª I. de Páiz Hernández (ed.), La memoria de los libros. Estudios sobre la historia del escrito y de la lectura en Europa y América, t. 1, Salamanca, Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2004, págs. 761-780.

 

José Solís de los Santos

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