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García de Loaysa y Girón

Biografía

Loaysa y Girón, García de. Talavera de la Reina (Toledo), 1534 – Alcalá de Henares (Madrid), 22.II.1599. Teólogo, filósofo, consejero de Inquisición, preceptor de Felipe III, arzobispo de Toledo y escritor.

Era hijo de Pedro Girón de Loaysa, oidor del Consejo Real y cronista de Carlos V, y de Mencía de Carvajal, naturales ambos de Talavera de la Reina (Toledo). Era sobrino de Juan Suárez de Carvajal, obispo de Lugo, y también de los dominicos fray García de Loaysa y Mendoza, cardenal arzobispo de Sevilla e inquisidor general, fray Domingo de Mendoza, y fray Jerónimo de Loaysa, primer arzobispo de Lima.

Inició su educación en Talavera y la prosiguió bajo la guía de su tío el arzobispo de Sevilla, quien le nombró arcediano en la catedral hispalense. En la Universidad de Salamanca aprendió a la perfección las lenguas griega y latina. De allí pasó a la Universidad de Alcalá, como colegial del colegio mayor de San Ildefonso, donde estudió Filosofía y Teología, como discípulo del doctor Pedro Martínez de Brea, catedrático de Filosofía. El joven estudiante se entusiasmó con la filosofía aristotélica, aunque con la tendencia a conciliar de algún modo a Platón y Aristóteles, dando preferencia al elemento peripatético. De 1562 a 1566 asistió a los cursos de Teología, consiguiendo la licenciatura y el doctorado en 1567. No tardó en ser atraído con gran fuerza e interés por la antigüedad cristiana y por la historia de la Iglesia española. En 1564 había sido nombrado canónigo de la catedral de Toledo, titular de la canonjía 23.ª. Dos años más tarde, en 1566, accedió a la dignidad de arcediano de Guadalajara en la catedral toledana, por resignación de su tío, Juan Suárez de Carvajal, nombrado obispo de Lugo.

Muy aficionado a la lectura, poseía una gran biblioteca personal, compuesta por alrededor de tres mil volúmenes y valorada en 20.000 ducados, parte de la cual adquirió a la muerte del cardenal de Burgos, Francisco de Mendoza y Bobadilla, quien tenía una de las mejores en España. Tuvo como bibliotecario a Pedro Pontín, humanista flamenco y profesor de Griego en la Universidad de Toledo. Fue amigo personal del humanista Alvar Gómez de Castro. A causa de sus importantes trabajos y de su estimable biblioteca, su nombre se hizo famoso fuera de las fronteras españolas.

A lo largo de su vida realizó y animó una amplia labor cultural. Sus múltiples pláticas y sermones en Toledo, Talavera, Alcalá y otras ciudades, de 1566 a 1579, fueron recogidos en doce volúmenes. Una gran obra suya fue la Collectio Conciliorum Hispaniae, base de la colección canónica hispana moderna. La incorporación en esta obra de un estudio sobre De Primatu ecclesiae Toletanae (266-302), suscitó una gran polémica, a la vez que le proporcionó gran fama, pues publicaba el texto de las actas de la asistencia de Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, al Concilio IV de Letrán, en el que afirmaba que la predicación del apóstol Santiago en España era una mera invención. Colaboró en la edición de las Obras de san Isidoro de Sevilla, costeadas por Felipe II. Igualmente en la Reforma del Decreto de Graciano, a petición del papa Gregorio XIII, con sus aportaciones presentadas en 1582. La nueva edición, a pesar de algunos defectos, suponía un avance y ofrecía un texto notablemente mejorado. Su aportación quedó también manifiesta en la edición de un Pasionario, editado en Toledo en 1576, y de un Manual para la administración de los Sacramentos, editado en Toledo en 1584.

Felipe II lo nombró, el 8 de octubre de 1585, limosnero real, capellán mayor, maestro y preceptor de su hijo, el príncipe Felipe, de seis años de edad. Al menos en los años 1585-1587 intervino activamente en el nombramiento de los obispos, juntamente con el secretario Vázquez y el confesor real, fray Diego de Chaves. Estuvo presente en las Cortes de Monzón cuando, en 1592, éste juró las leyes y fueros de Aragón. Perteneció al Consejo de la Inquisición Española, siendo uno de los miembros más influyentes gracias a su ciencia y al favor del Soberano, colaboró en el examen de la Vulgata-Sixtina, y sus relaciones con los Papas y nuncios de la época fueron excelentes. Participó como procurador, en nombre del Cabildo Primado, en las sesiones del Concilio Provincial Toledano de 1582.

El cardenal y arzobispo electo (no consagrado) de Toledo, archiduque Alberto de Austria, antes de trasladarse a Flandes, lo nombró gobernador eclesiástico de la Archidiócesis de Toledo. Felipe II solicitó a Roma, el 22 de abril de 1595, la confirmación pontificia de este nombramiento. Como era de esperar, la elección fue aprobada y, desde septiembre del mismo año, se conocen datos de su actividad como administrador diocesano. En 1596 prohibió, bajo pena de excomunión, que los curas llevasen barba o vestidos de seda. Habiendo renunciado el archiduque y cardenal Alberto de Austria al Arzobispado toledano para casarse con la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, el papa Clemente VIII, a petición del rey Felipe II, lo nombró arzobispo primado de Toledo, el 8 de julio de 1598. Unos días más tarde, el 31 de mismo mes se le concedía el palio. El Cabildo de Toledo se apresuró a felicitar a su nuevo arzobispo y envió a El Escorial con esta misión a cuatro canónigos: Gaspar Yáñez, Gabriel Suárez, Alonso Niño y Martín de Alderete, los cuales iniciaron el viaje el día 13 de ese mismo mes de julio y regresaron muy contentos el día 22. El Rey católico lo incorporó como miembro del Consejo de Estado.

Fue consagrado en El Escorial el domingo 16 de agosto de 1598 por el nuncio apostólico y patriarca de Alejandría, Camilo Gaetani, asistido por Pedro Rojas (OSA), obispo de Osma, y por Andrés Pacheco, obispo de Segovia, presenciando la ceremonia Felipe II desde su lecho. Días más tarde, el 1 de septiembre, administró al Monarca la unción de enfermos y, a su muerte, celebró la misa pontifical de réquiem. El 13 de agosto, Pedro de Carvajal, canónigo y deán de la catedral primada, tomaba posesión del Arzobispado de Toledo en nombre de García de Loaysa.

En enero de 1599 el arzobispo marchó a Alcalá, en cuya Universidad se había formado. Muy poco tiempo después, el lunes 22 de febrero de 1599, falleció en Alcalá sin haber podido tomar posesión solemne del Arzobispado, siendo enterrado en Alcalá, en la iglesia magistral de los Santos Justo y Pastor. Su pontificado había durado tan sólo seis meses y catorce días.

El arzobispo dejó al morir como herederos de su biblioteca a sus sobrinos Pedro de Carvajal, deán de Toledo y obispo de Coria, y a Alonso de Carvajal, capellán y limosnero mayor de Su Majestad y abad de Santa Leocadia, electo obispo de Zamora. Éstos la pasaron a Diego Esteban de Carvajal y Nieto, su sobrino, comendador de Castro Verde de la Orden de Santiago, y a su hijo Rodrigo Ignacio de Carvajal, caballero de dicha Orden, quienes la cedieron al convento dominico de San Vicente Ferrer de Plasencia, con algunas cargas y según consta en una escritura del año 1650. Desde aquí, pasaría a la Biblioteca Real.

 

Obras de ~: En la Biblioteca Nacional de Madrid se conservan unos veinte volúmenes autógrafos, llenos de apuntes, notas, esquemas de sermones y de carácter misceláneo. Entre ellos cabe destacar: Oratio ad Academiam Complutensem, 1557; Oratio pro petitíonecathedrae apud Complutenses, s. f.; Prefacio a la obra de P. Martínez de Brea Commentarii in libros Aristotelis de coelo et mundo, generatione et corruptione et anima, 1561; Parecer sobre la corrección del calendario, c. 1578; De Primatu ecclesiae Toletanae, c. 1.580, memoria inserta en su Collectio conciliorum Hispaniae, 266-301; Estudio sobre las decretales (1587); Edición, con notas y escolios, del Chronicon, del libro V de las Etimologías y de los tres libros de las Sentencias, de San Isidoro de Sevilla: Divi Isidori Hispalensis episcopi Opera, Madrid, 1599, 2 vols.; Scholion ad caput VII De viris illustribus, De Verecundo episcopo africano: Biblioteca Nacional, Madrid, ms. 590, fol. 11v.; Collectio conciliorum Hispaniae, Madrid, 1593; [al frente de esta obra se hallan los tratados siguientes: Ordo regum gothorum et eorum Chronologia; Reges suevorum in Galloetia; Chronologia Toletanorum praesulum; Chronologia conciliorum Hispaniae quae temporibus gothorum regum sunt indicta; inserta también los tratados De primatu ecclesiae Toletanae (266-301) y De dignitatibus ac palatinis officiis aliisque inferioris ordinis muneribus gothorum (455-472)]; Sobre la educación y crianza del príncipe Felipe, 1596; Edicto prohibiendo a los curas el uso de la barba y de vestidos suntuosos, 1596; Diario de Palacio (ms. autógrafo citado por G. González Dávíla, Historia de Felipe III, 14).

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca Capitular de Toledo, mss. 27-22, fols. 1187-1203 (B. Porreño, Historia de los arzobispos de Toledo y cosas de España, II); mss. 42-29, fols. 48 y 58-59; Biblioteca Nacional de España (Madrid), Vidas de los arzobispos de Toledo, ms. 13.027, fols. 209-224.

F. de San Román, “El testamento del humanista Alvar Gómez de Castro”, en Boletín de la Real Academia Española, 15 (1928), págs. 543-566; J. Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá de Henares en el Siglo de Oro, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1942, págs. 268-269 y 296; J. F. Rivera, “Personajes hispanos asistentes en 1215 al IV Concilio de Letrán”, en Hispania Sacra, 4 (1951), págs. 335-355; J. M. Fernández Pomar, “Libros y manuscritos procedentes de Plasencia. Historia de una colección”, en Hispania Sacra, 18 (1965), págs. 33- 102; “La biblioteca del arzobispo don García Loaysa Girón. Revisión de la lista de manuscritos”, en Archivos Leoneses, 32 (1978), págs. 215-271; J. Goñi, “Loaysa y Girón, García de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 432-439; J. C. Vizuete Mendoza, “Don García de Loaysa y Girón (1598-1599)”, en Los Primados de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1993; A. Fernández Collado, La Catedral de Toledo en el siglo xvi. Vida, arte y personas, Toledo, Diputación Provincial, 1999.

 

Ángel Fernández Collado